viernes, 25 de marzo de 2016

LA FILOSOFIA RESCATA LOS PLACERES SENCILLOS Y OCULTOS

La filosofía rescata los placeres sencillos y ocultos

Dos filósofos invitan a rebelarse contra las felicidades prometidas y a perder el miedo a los sentimientos

Un lector en el Parque del Retiro de Madrid. Claudio Álvarez
…un asomo a la ventana para explorar la belleza de la calle, un silencio en casa que desvela los ruidos armoniosos de la vida, un beso que por temor se queda en la comisura de los labios…
Ahí están, nadie los ve o los quiere ver, ni los aprecia, ni los valora; son los placeres ocultos, secretos o sencillos de la vida. Instantes, gestos o emociones secuestradas por los hábitos, los prejuicios, los miedos, la vorágine del tiempo o las ambiciones de sueños inabordables. Al rescate y descubrimiento de esos pequeños y cotidianos placeres, gozos y alegrías verdaderas y accesibles invitan varios expertos y filósofos en sus libros de aire epicúreo. Piden no dejarse extraviar en los espejismos de felicidades prometidas por el mundo contemporáneo. Lo hacen tras varios años en que la filosofía había reflexionado sobre esos conceptos más en abstracto.
“¿Qué significa estar plenamente vivo, en vez de estarlo solo a medias o al 20%?”, se pregunta el historiador y pensador Theodore Zeldin, exdecano del St. Anthony College de Oxford. Tras esa pregunta, surge otra: “¿Cómo elegir entre las múltiples formas de escapar al sufrimiento y a la frustración, entre las diversas variantes de la religión (existen 4.200), entre ideales tan dispares como los de los estoicos y los de los románticos, el Renacimiento y los enciclopedistas, la ciencia y la tecnología, y así sucesivamente? Aunque hay más donde elegir que nunca, es inevitable la confusión. A desentrañar esa búsqueda ha dedicado los últimos 25 años Zeldin. El resultado lo cuenta en una treintena de historias reales de aliento reflexivo en el libro Los placeres ocultos de la vida. Una nueva forma de recordar el pasado e imaginar el futuro (Plataforma).
Crear una atmósfera
El ser humano ha convertido la búsqueda de la felicidad en un laberinto al desdeñar lo básico y convertir lo sencillo en una complicación, viene a decir el italiano Giuseppe Scaraffia en Los grandes placeres (Periférica). Una obra con más de medio centenar de pistas sobre esas dichas subestimadas a través de episodios vividos por personajes de la cultura bajo títulos que dejan claro el camino: Amueblar el vacío, Modales, Flores, Paseo, Indulgencia, Lágrimas... Según el filósofo italiano, “hemos olvidado que la felicidad no es un estado de ánimo edificante, y sí la suma de muchos pequeños placeres que en conjunto crean una atmósfera”.
…los buenos modales anhelados por todos pero aplicados por pocos, un minuto de atención para escuchar las ideas del otro, una caricia furtiva al amigo para dar optimismo en días grises…
Pero el sistema y el mundo contemporáneo exigen expectativas sobredimensionadas como vía para alcanzar la felicidad, coinciden los dos pensadores. A lo que Scaraffia añade que no nos contaron cómo buscarla. Pero recuerda que “Stendhal que pidió ir ‘a la caza de la felicidad’ dijo: ‘Hay que saber lo que te hace feliz y convertirlo en hábito’. Y para construir la felicidad se requiere sensibilidad, paciencia, cultura y memoria”.
Lo cierto, afirma Zeldin, es que los seres humanos se aburren: “Unos menos que otros. Incluso a quienes les gusta la rutina y siguen ligados a los hábitos familiares, de vez en cuando anhelan sorpresas diferentes. La economía mundial se basa en poner remedio al aburrimiento”.
El mundo digital es un ejemplo. Es un obstáculo o un amigo Internet para los pequeños placeres? Giuseppe Scaraffia lo tiene claro: “Internet no es el enemigo de los placeres de la vida. Es un amigo. Puedo escuchar en alguna plataforma la música rara que me gusta y que no comparto con nadie o ver pinturas y descubrir a nuevos artistas”.
Zeldin es más escéptico. Considera que siempre se ha esperado demasiado de las nuevas tecnologías, que invariablemente han producido efectos colaterales inesperados. “Evidentemente, Internet no ha sido un sustituto apropiado de la experiencia completa de contacto personal íntimo que proporciona a los seres humanos su placer más profundo. Sin embargo, no tiene sentido echar toda la culpa a la Red. El aislamiento de los individuos también se ha acentuado por el crecimiento de las ciudades monstruo. Yo disfruto de los placeres sencillos y también encuentro placer en investigar cómo se podría acabar con esa clase de barreras”.
Buscar la belleza
La solución está al alcance de todos. Está en descubrir el placer en cada cosa que se haga o en el trabajo, en aprender a disfrutar de la belleza que llega a través del cualquier sentido o del intelecto o de los sentimientos, recuerdan los filósofos. “La belleza es un prodigio cotidiano y un lujo de primera necesidad, casi siempre un proceso de transformación y tanteo, casi nunca una obra cumplida y cerrada”, escribe Antonio Muñoz Molina en el prólogo de El libro de la belleza. Reflexiones sobre un valor esquivo (Turner), de María Elena Ramos.
El alma debe ser entrenada, como diría Plotino, recuerda Ramos. Y así el hombre, escribe la experta, “debe tornar la mirada hacia el interior de sí mismo, donde habría de encontrar grandes bienes que son precisamente la señal dejada en el alma humana por la creación. Pero si aún no encuentra esa belleza al interior, deberá hacer un trabajo más consciente y paciente, semejante al del escultor”.
No se trata tanto de hacer la vida mejor, sino de convertirla en algo más interesante, afirman Zeldin y Scaraffia. Los filósofos piden desterrar prejuicios, vergüenzas y miedos para evitar la sensación de haber malgastado la vida. Recomiendan quejarse menos y buscar metas más emocionantes, arriesgar en la aventura. Sentir. Vivir un olor que recupera un paraíso perdido o ante una buena noticia de alguien decirle al oído: “Estoy contento”.

QUITARSE LAS MÁSCARAS

En el teatro de la vida, la gente para protegerse enmascara sus verdaderos deseos y olvida los placeres sencillos y cotidianos, explica Theodore Zeldin. A eso, agrega el filósofo inglés, se suma el hecho de que muchas personas están encorsetadas en prejuicios y tradiciones que los llevan a convertirse en lo que creen que quieren ser. No se aceptan. Son profundas autotraiciones porque, añade Zeldin, “el prejuicio es el obstáculo más firme a la apertura de la mente. No obstante, si bien arruina las vidas de aquellos a los que discrimina, aumenta la autosatisfacción de los que lo abrigan: los conforta en sus hábitos y los libra del esfuerzo de tener que escuchar atentamente opiniones ajenas. Esa es la razón por la que el prejuicio sobrevive tan obstinadamente”.
“La ambición convencional suele chocar con los anhelos más profundos, mientras el fingimiento y la hipocresía han impregnado muchos aspectos de la vida”, se lamenta Zeldin. Esta civilización, asegura el experto, “nos invita a cubrirnos la cara con una máscara adecuada a nuestra posición en ella, y nos disuade de hablar con demasiada honestidad de lo que pensamos y sentimos de verdad. Por eso propongo que ninguna ley, ni ninguna institución pública pueden hacernos verdaderamente felices. Tan solo en la seguridad de la estricta vida privada es posible intercambiar abiertamente pensamientos profundos e inexpresables”.
La mayor revolución del último siglo han sido las nuevas relaciones entre las personas de todos los sexos y edades, afirma Zeldin. “Una revolución que está incompleta, y muchas cosas dependen de cómo prosiga. Las personas están hambrientas de afecto —no solo de recibirlo, sino también de darlo”.

miércoles, 23 de marzo de 2016

LA VEJEZ

Envejecer por dentro

el paísSi llega un momento en que todo te da igual, que crees que tu protesta no servirá de nada, serás viejo aunque tengas 30 años

MANUEL VICENTEl País, 20 MAR 2016 
Escucha, pequeño saltamontes: cuando seas muy mayor llegará un día en que dejarás de cumplir años. Te dará igual tener 70 que 80. A esa edad solo cumplirás estados de ánimo, periodos de salud o de enfermedad. Estar bien o sentirte mal será el único dilema, de modo que los análisis y radiografías tendrán mucha más importancia que el número de tacos de almanaque que lleves a la espalda. La vejez es, sin duda, una tragedia irreversible, pero solo algunos seres privilegiados son capaces de convertirla en una obra de arte. Atiende, pequeño saltamontes, a lo que pasa en la mesa. Si lo más dulce se guarda para el final, también puede suceder lo mismo en el postre de la vida.
El deterioro físico siempre se produce por partes, cada órgano por separado, nunca acontece un fracaso conjunto y total, salvo que decidas acabar por ti mismo o te des con el coche un leñazo contra un chopo. Hay dos formas de envejecer: de dentro afuera y de fuera adentro. Esta última modalidad es la más evidente: la carne flácida, la linfa acuosa en la mirada, el color ceniciento de la piel, las articulaciones anquilosadas. Trataré de ahorrarte, pequeño saltamontes, todas las miserias que van sucediendo en el interior del cuerpo a partir de una edad, el bulto sospechoso que germina por aquí o por allá, la sombra en el pulmón, el veredicto infame del TAC. Pero con ser eso muy grave, es menos patético que envejecer lentamente de dentro afuera.
Si llega un momento en que todo te da igual, que tragas con ruedas de molino con tal de que no te molesten, que crees que tu protesta o coraje no servirá de nada, serás viejo por dentro aunque tengas 30 años. El alzhéimer no consiste en perder la memoria, sino en no recordar que la has perdido. Olvidar los sueños que en un momento de la vida te hicieron fuerte será la prueba más evidente de tu demencia senil.

DERECHOS HUMANOS

Derechos humanos

José Ignacio González Faus, 23-marzo-2016


1.-   Los países más avanzados de la tierra, llevaron a Cuba ante el anciano de días, diciendo: “Señor Todopoderoso, hemos encontrado a este país en flagrante delito de violación de los derechos humanos. Tus profetas en la tierra enseñan que la mejor manera de cumplir la voluntad de Dios es respetar los derechos humanos; y que el que ofende a Dios merece un infierno. ¿Qué debemos hacer?”.

El Anciano de días seguía mirando hacia el infinito sin decir nada. Los acusadores se impacientaron: “parece que ni se ha enterado, es que ya chochea; mejor sería prescindir de Él”… Pero insistieron educadamente: “¿qué hacemos Señor?”. Entonces el Anciano de días se volvió hacia ellos y, con una sonrisa desarmada y desarmante, les dijo: “el que de vosotros respete los derechos humanos, que le tire la primera piedra”.

Entonces los más viejos comenzaron a pensar. EEUU se decía: “la ofensiva  terrorista que emprendimos contra Irak, o esa base de Guantánamo, y el bloqueo de la isla son una clara violación de derechos humanos; también es cierto que Arabia Saudí quebranta esos derechos mucho más que Cuba, y nunca la hemos denunciado, sino que comerciamos con ellos y hasta les ayudamos en la guerra contra Yemen”… Y optó por irse retirando lentamente.

La anciana Europa pensaba: “no sé si habrá querido aludir a la barbarie que hemos hecho con los refugiados de Siria y demás; quizá será mejor hacer discretamente mutis por el foro”. Y hasta España, cuyo gobierno se había mostrado tan hostil a Cuba, sabía allá en el fondo de su conciencia que tanto la llamada “ley mordaza”, como la reforma laboral de que tanto presumía, pisoteaban derechos humanos de la primera y de la segunda generación. Y optó también por retirarse explicando que, con haber llevado a Cuba ante el juicio divino, ya habían obtenido lo que querían y que no hacía falta más…

Poco a poco fueron desapareciendo los acusadores, hasta que el Señor de la historia se quedó solo con Cuba ante Él. “¿Dónde están tus acusadores?”, le preguntó. “¿Ninguno te ha condenado?”. “Ninguno Señor” respondió Cuba. “Pues yo tampoco te condeno”, le dijo el Anciano de días. “Vete en paz; y procura respetar todos los derechos humanos que pisoteas”.

Es fácil descubrir que ese relato es una parodia casi literal de otra escena del evangelio de san Juan (cap. 8). He elegido esa parodia porque resulta que en algunos manuscritos de dicho evangelio, no figura esa escena de la mujer adúltera, o ha sido arrancada. Los investigadores sospechan que esa desaparición obedece al hecho de que la escena provocó muchos escándalos en la iglesia antigua. Y los inquisidores interesados de siempre optaron, como suelen hacer, por negarle la existencia.

Dicho esto, volvamos al problema de los derechos humanos.

2.- Habitualmente se clasifican esos derechos por “generaciones” según la fecha en que aparecieron. La primera generación incluye los derechos de la revolución francesa: de reunión, libertad de expresión, libertad religiosa etc. Son derechos políticos y con ellos se abre la Declaración Universal de los derechos humanos de 1948. Los de la segunda generación se fueron gestando tras la primera guerra mundial, ante la experiencia de lo insuficiente de la primera generación para una vida humana digna, y para la igualdad y la fraternidad, proclamadas ya en la revolución francesa: son derechos socioeconómicos (trabajo digno, educación, asistencia médica, prestación por desempleo…) y están recogidos también en la Declaración Universal, a continuación de los anteriores (artículos 22-27). Si no me equivoco, y paradójicamente, fue el presidente F. Roosevelt quien los propuso y quien más luchó por ellos. Pero fue en Europa donde más cuajaron y donde más se intentó ponerlos en práctica. Sospecho que eso fue lo que dio a Europa gran prestigio y cierta aureola modélica, aunque ahora esa misma Europa los está desmantelando tácitamente.

3.- Hay otras “generaciones” pero no interesan ahora. La distinción que acabo de exponer puede ayudar a comprender algo de lo que pasó en la visita de Obama a Cuba, reconociendo que ha sido magnífico el que se pudieran decir públicamente tantas cosas como se han oído. La Cuba de Baptista que era una especie, no ya de “patio trasero”, sino de “burdel trasero” de Estados Unidos, no respetaba ni los de la primera ni los de la segunda generación. La revolución se dedicó, lógicamente, a estos últimos y hay que reconocerle éxitos llamativos en este campo, a pesar del criminal bloqueo. La medicina cubana se había ganado un respeto universal. Y el mismo Obama, con su buena voluntad, reconoció públicamente la calidad educativa de los jóvenes que se entrevistaron con él. Tengo una amiga cubana, negra como la pez, residente aquí, que me dijo una vez: “Uds. digan lo que quieran de Castro; pero yo debo reconocer que a los negros nos ha tratado muy bien” (y no sé si en el modo de decirlo había una alusión a los negros de EEUU).

Pero hay una ley evidente en la historia: lo que se ha recibido desde la infancia sin esfuerzo, acaba pareciendo cosa tan natural que deja de ser apreciado (o sólo se valorará cuando se haya perdido). Entonces uno tiende a valorar y desear aquello que no tiene: una revolución que, satisfechos los derechos socioeconómicos de la segunda generación, no consigue renovarse hacia derechos políticos de la primera, estará amenazada de esclerosis múltiple. Por ahí iba la razón de Obama, a pesar de esa otra ley que también vige en nuestro mundo: muchos se aprovechan reclamando los derechos de la primera generación, para pisotear los de la segunda; y la libertad que reclaman es una libertad para oprimir o para ser egoístas.
A su vez, EEUU pisotea los derechos de la primera generación, simplemente porque son incompatibles con el sistema económico, que saca toda su espectacular eficacia del irrespeto a todos esos derechos (de trabajo digno, educación, salud pública…). Es, como ha dicho Francisco, un sistema “que mata”,  por mucho que el señor Trump se sintiera ofendido cuando el obispo de Roma le dijo que sus propuestas no era cristianas. Los fracasos de Obama en su intento de reforma sanitaria o en su promesa de cerrar Guantánamo, son el mejor ejemplo de ello.

4.- En este contexto, la expresión de “presos políticos” pierde su sentido. Y es muy significativo que eso no lo percibiera el periodista que preguntó por ellos. Raúl Castro pudo decir, con sus dosis de hipocresía, que no hay en Cuba presos políticos; claro está: teóricamente son sólo gente que ha quebrantado unas leyes del país. Pero el problema está en que esas leyes son injustas y contrarias a los derechos humanos. Y el problema crece: porque, si Europa y EEUU no quieren ser igualmente hipócritas, habrán de reconocer que también ellos tienen presos políticos: si un norteamericano va a la cárcel por destruir los archivos de reclutas de Vietnam (como le ocurrió al cura  católico Ph. Berrigan), o por intentar liberar a algún preso de Guantánamo, será un preso político. Y si un español va a la cárcel por quebrantar nuestra ley mordaza o nuestra ley de reforma laboral, será también un preso “político”, por más que el PP lo niegue.

5.- En conclusión, el problema de los derechos humanos debería obligarnos a todos a hacer un serio examen de conciencia, más que a tomarlos como un arma contra nadie. Porque no estamos sin pecado. Los derechos humanos han de ser respetados todos: con una cierta primacía que daría de entrada más importancia a los de la segunda generación; pero sin que esta primacía sirva de excusa para olvidar los demás. Con el agravante de que los de la primera generación nos afectan a nosotros, los privilegiados de la tierra y, por eso, tendemos a fijarnos más en ellos. Los de la segunda generación afectan a los parias y las víctimas que son la mayoría de la población mundial pero “no son de los nuestros”. Por eso tendemos a darles menos importancia aunque son más importantes: los primeros se los exigimos a los gobiernos; los segundos los dejamos en manos del mercado.
Y así van…
(22.03.16)

lunes, 21 de marzo de 2016

A LESBIANAS, GAIS, TRANSEXUALES BISEXUALES

A lesbianas, gais, transexuales y bisexuales

ArregiAmigas, amigos: gracias por invitarme a vuestro encuentro anual de Creyentes Cristianos LGTB en el Santuario franciscano de Santa María de Regla en Chipiona (Cádiz). Bellísimo lugar de paz acariciado por el mar Atlántico, mecido de día y de noche por el rumor de sus olas. Gracias a los franciscanos por su efusivo abrazo fraterno y, sobre todo, por acogeros cada año con la libertad y la bendición de Francisco de Asís a su hermano León, bendición presente en todos los rincones del santuario: “El Señor te bendiga y te guarde…”. Sí, la Vida os bendice.
No os bendice Dios o la Vida a pesar de ser gais, lesbianas, bisexuales, transexuales, sino por ser lo que sois. Bendecid vuestra vida por ser como sois, por vuestro cuerpo como es –el cuerpo nunca miente–, por vuestra orientación sexual, por vuestra identidad de género. “Gracias porque nos hiciste de todos los colores”, rezaba el lema de vuestro encuentro. Así sea. Que cada una, cada uno, se goce de lo que es. Que dé gracias por el color propio y único de su vida, como el azul del cielo de Chipiona, el verde de sus aguas, el amarillo de su playa, todos los colores del arcoíris.
No os acoge Jesús “con misericordia”, como se dice en los evangelios que acogía a “publicanos y pecadores” y comía con ellos; como recuerdan con la mejor intención algunos buenos teólogos cuando hablan de vosotros u os hablan, admitiendo sin saberlo o insinuando sin quererlo que, por vuestra condición, necesitáis una mirada de indulgencia, un trato de conmiseración. Como si llevarais sobre vosotros un problema, una enfermedad o una culpa.
La Iglesia no os debe comprensión y misericordia, sino reconocimiento. Que reconozca lo que sois como bueno, tan bueno como ser rubio en un país de morenos. Y no basta con decir como el papa Francisco cuando le preguntaron sobre los homosexuales: “Si son así, ¿quién soy yo para juzgarlos?”. Está bien, ya es mucho, pero imagina que un periodista le hubiera preguntado: “Papa Francisco, ¿qué le parece un matrimonio heterosexual?”. ¿Crees que el papa hubiera respondido: “Si la vida les ha hecho así, no soy quién para juzgarlos”? Que pase la Iglesia Católica de trataros con misericordia a trataros con respeto, y de respetaros tolerantemente a reconoceros verdaderamente. El problema es suyo. El problema es nuestro.
Lleváis sobre vosotros el terrible estigma de milenios de cultura machista, de negación de cultura, de desprecio del otro, de maltrato a la vida, de simple ignorancia… Cargáis todavía con el anatema de la institución eclesial, por puro desconocimiento, por la dureza de mente o tal vez también de corazón. Las religiones en general –desde las tradiciones del oriente hasta los grandes monoteísmos– tienen pendiente una revolución cultural y espiritual que les lleve a reconciliarse profundamente con el cuerpo, el sexo, el placer. En la raíz de la homofobia se halla justamente un problema con el cuerpo, el sexo y el placer. Y no se olvide que la homofobia más agresiva responde casi siempre a la propia homosexualidad mal vivida; la psicología y la sociología (la sociología eclesiástica en particular) lo corroboran.
Algún día la Iglesia os pedirá perdón de lo que aún sostiene falsamente, en nombre de Dios. Y borrará del Catecismo de la Iglesia Católica, como otras cosas, esa absurda afirmación de que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” y abandonará de una vez su argumento preferido: que la Biblia y la tradición “siempre” lo han enseñado así. Es históricamente falso, pues hay que buscar e interpretar mucho para encontrar en la Biblia condenas claras de la homosexualidad; en cuanto a la historia de la Iglesia, abundan testimonios y documentos de que, sobre todo antes del siglo XIV, la práctica homosexual estuvo no solo tolerada, sino que incluso fue bendecida como sacramento. Pero el argumento de que lo que dicen la Biblia y la tradición es verdad absoluta y ha de ser mantenido para siempre de manera inamovible es, sobre todo, teológicamente falso. Justifica opiniones insensatas solo porque “está escrito”. Absurdo. ¿Acaso no leen los obispos en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que Dios prohíbe comer cerdo, mariscos, conejo o embutidos? ¿No leen en la Carta a Timoteo que los obispos han de ser casados? En realidad, solo leen lo que quieren. Llaman Dios a sus fobias y obsesiones.
Pero el Espíritu se mueve. Las religiones se mueven, a pesar de sus escrituras y tradiciones. Se ha movido el Dalai Lama. Y muchos rabinos liberales. Y muchos obispos anglicanos. ¿Se moverán los obispos católicos? ¿Se moverá el papa Francisco también en esta cuestión? ¿Se reconciliarán con la Vida?
Amigo, amiga homosexual, el ángel de la anunciación te dice como a María: Alégrate de ser como eres, lleno/a de gracia, sacramento del amor en tu propio color bello y santo. Quiere lo que eres y sé lo que quieres.
            (Publicado en DEIA y en los periódicos del Grupo NOTICIAS el 20-03-16)

sábado, 5 de marzo de 2016

PUERTO RICO ANTE EL FORO INTERNACIONAL

TRIBUNA

Puerto Rico ante el foro internacional

La Asamblea General de las Naciones Unidas está en la obligación de elevar el caso a la Corte Internacional de Justicia

La crisis puertorriqueña trae consigo hondas implicaciones globales, y su solución requerirá de la intervención estratégica y concertada de la comunidad internacional.
La reciente e histórica admisión de la administración Obama ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, a los efectos de que Puerto Rico sigue siendo una colonia o territorio no incorporado de la Unión sujeto a los poderes plenarios u omnímodos del Congreso no sólo defenestró la vieja mitología de que Puerto Rico a raíz del establecimiento en 1952 del Estado Libre Asociado había alcanzado “una nueva dimensión en el federalismo norteamericano,” sino que además dejó al desnudo la farsa jurídica que por más de seis décadas Washington le ha hecho creer al mundo.
Cuando este pasado 13 de enero la procuradora general auxiliar de los Estados Unidos, compareció al Tribunal Supremo a nombre de la Casa Blanca, en ocasión de la audiencia oral del caso Puerto Rico v. Luis Sánchez Valle, argumentando que efectivamente Puerto Rico continúa siendo una colonia, atrás quedaron desmentidas todas las representaciones que la delegación norteamericana ante Naciones Unidas en tiempos de Eisenhower había hecho para lograr que la Asamblea General aprobara el 28 de noviembre de 1953 la Resolución 748 (en votación de 26 a favor, 16 en contra y 18 abstenidos) bajo la cual se removió a Puerto Rico del listado de colonias, y por consiguiente se eximió a Washington de la obligación que la Carta de Naciones Unidas (Artículo 73(e))le imponía de rendir informes periódicos al secretario general sobre la condición política de la más pequeña de las Antillas españolas.
El cálculo geopolítico de Washington, entonces matizado por la Guerra de Corea, y el surgimiento de un nuevo expansionismo militarista en Moscú como corolario de la toma del Kremlin por parte de Khrushchev, dictaba cubrir la innoble realidad colonial de su posesión caribeña bajo un manto de alegada legitimidad internacional. Para ello era imprescindible urdir una narrativa descolonizadora apócrifa con tal de recabar las simpatías y lealtades de aquellas jóvenes naciones del mundo en desarrollo, particularmente en Asia y África, que entonces iban surgiendo de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Y dentro de ese entramado de imperativos geopolíticos, al Estado Libre Asociado de Puerto Rico se le describía desde Washington como “el laboratorio de la democracia latinoamericana.”
Hoy sabemos, por voz de la administración Obama, que la fantasía del Camelot puertorriqueño nunca existió.
Y mientras, por un lado, Washington finalmente admitió su condición de poder colonial, por el otro no hace nada para cumplir con la obligación jurídica que le impone el Derecho Internacional de descolonizar a Puerto Rico; particularmente cuando tan reciente como el 6 de noviembre de 2012 el 54% del electorado puertorriqueño rechazó contundentemente la actual condición de subordinación colonial de la isla y el secretario general Ban Ki-moon anunció desde Managua hace apenas 10 meses que la erradicación del colonialismo constituye hoy uno de los objetivos más apremiantes de la agenda política de Naciones Unidas de cara al 2020.
Hoy cuando los Estados Unidos se encuentran en abierta violación, por admisión propia, de los Artículos 2, 55 y 56 de la Carta de Naciones Unidas (ratificada por el Senado el 28 de julio de 1945); al igual que de las Secciones 1(1) y 1(3) de la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ratificada por el Senado el 8 de junio de 1992) y luego de 4 décadas de resoluciones anodinas por parte del Comité Especial de Descolonización, se hace impostergable que la Asamblea General de Naciones Unidas asuma su responsabilidad moral para con el pueblo puertorriqueño.
Distinto a lo que algunas voces puedan sugerir, la alegada no autoejecutabilidad de la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos con respecto a los tribunales domésticos norteamericanos no exime a las ramas políticas en Washington de su obligación internacional.
La estrategia, no obstante, no puede ser la reinscripción indefinida de Puerto Rico en el listado de colonias de Naciones Unidas. El modelo de Nueva Caledonia y la Polinesia francesa, ambas reinsertadas en el listado de colonias en 1986 y 2013, respectivamente, no es opción para Puerto Rico.
La Asamblea General está en la obligación de elevar el caso de Puerto Rico a la Corte Internacional de Justicia para que el máximo órgano jurídico de Naciones Unidas, conforme su autoridad para emitir opiniones consultivas (dado que Puerto Rico por su condición colonial no tiene legitimación activa para iniciar una acción legal en ese foro y que Washington revocó en 1986 su consentimiento para reconocer la jurisdicción compulsoria de La Haya sobre procedimientos contenciosos) contribuya a apuntalar el rumbo de la descolonización puertorriqueña --- rumbo que aunque complejo e incierto hoy más que nunca requiere de la forja de una opinión pública internacional que en el descargue de su alta responsabilidad moral le potencie hacia el futuro.
*Rafael Cox Alomar es profesor de Derecho en la Universidad del Distrito de Columbia en Washington, DC. Twitter @rcoxalomar

EL PAPA FRANCISCO RECUPERA EL BUEN SENTIDO DE JESUS

El Papa Francisco recupera el buen sentido de Jesús

2016-03-04


El eje que estructura los discursos del Papa Francisco no son las doctrinas y los dogmas de la Iglesia católica. No es que no las aprecie, sabe que son elaboraciones teológicas creadas en diferentes momentos de la historia. Ellas provocaron guerras de religión, cismas, excomuniones, quema de teólogos y mujeres (como Juana de Arco y las que consideraban brujas) en la hoguera de la inquisición. Esto duró varios siglos y el autor de estas líneas tuvo una amarga experiencia en el cubículo donde se interrogaba a los acusados en el adusto edificio de la ex-Inquisición, situado a la izquierda de la basílica de San Pedro.
El Papa Francisco está revolucionando el pensamiento de la Iglesia remitiéndose a la práctica del Jesús histórico. Él recupera lo que hoy en día se llama “la Tradición de Jesús” que es anterior a los evangelios actuales, escritos 30-40 años después de su ejecución en la cruz. La Tradición de Jesús o también, como se llama en los Hechos de los Apóstoles “el camino de Jesús”, se funda más en valores e ideales que en doctrinas. Son esenciales el amor incondicional, la misericordia, el perdón, la justicia y la preferencia por los pobres y marginados y la total apertura a Dios Padre. Jesús, a decir verdad, no pretendió fundar una nueva religión. Él quiso enseñarnos a vivir. A vivir con fraternidad, solidaridad y cuidado de unos a otros. 
Lo que más resalta en Jesús es su buen sentido. Decimos que alguien tiene buen sentido cuando tiene la palabra oportuna para cada situación, un comportamiento adecuado y cuando atina rápidamente con el meollo de la cuestión. El buen sentido está ligado a la sabiduría concreta de la vida. Es distinguir lo esencial de lo secundario. Es la capacidad de ver y de poner las cosas en su debido lugar. El buen sentido es lo opuesto a la exageración. Por eso, el loco y el genio que en muchos puntos se aproximan, se distinguen aquí fundamentalmente. El genio es aquel que radicaliza el buen sentido. El loco radicaliza la exageración. 
Jesús, como nos dan testimonio los evangelios, se manifestó como un genio del buen sentido. Un frescor sin analogías atraviesa todo lo que dice y hace. Dios en su bondad, el ser humano con su fragilidad, la sociedad con sus contradicciones y la naturaleza con su esplendor aparecen con una inmediatez cristalina. No hace teología ni apela a principios morales superiores. Ni se pierde en una casuística tediosa y sin corazón. Sus palabras y actitudes muerden de lleno en lo concreto donde la realidad sangra y debe tomar una decisión ante sí mismo y ante Dios. 
Sus amonestaciones son incisivas y directas: “reconcíliate con tu hermano” (Mt 5,24). “No juréis de ninguna manera” (Mt 5,34). “No resistáis a los malos y, si alguien te abofetea la mejilla derecha, muéstrale también la otra” (Mt 5,39). Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen” (Mt 5,34). “Cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que da tu derecha” (Mt 6,3). 
Este buen sentido le ha faltado a la Iglesia institucional (papas, obispos y curas), no a la Iglesia de la base, especialmente en cuestiones morales. Aquí es dura e implacable. Las personas con su dolor son sacrificadas a los principios abstractos. Se rige antes por el poder que por la misericordia. Y los santos y sabios nos advierten: donde impera el poder, se desvanece el amor y desaparece la misericordia. 
Qué diferente es el Papa Francisco. La cualidad principal de Dios, nos dice, es la misericordia. A menudo repite: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso” (Lc 6,36). Y explica el sentido etimológico de la misericordia: miseris cor dare: «dar el corazón a los míseros», a los que padecen. En la charla del Ángelus del 6 de abril de 2014 dijo con voz alterada: «Escuchad bien: no existe límite alguno para la misericordia divina ofrecida a todos». Y pide a la muchedumbre que repita con él: «No existe ningún límite para la misericordia divina ofrecida a todos».
Como un teólogo nos recuerda que Santo Tomás de Aquino afirma que, en lo que se refiere a la práctica, la misericordia es la mayor de las virtudes «porque se derrama hacia los otros y además los socorre en sus debilidades».
Lleno de misericordia ante los peligros de la epidemia de virus zika abre espacio al uso de anticonceptivos. Se trata de salvar vidas: «evitar el embarazo no es un mal absoluto», dijo en su visita a México en febrero de este año. A los nuevos cardenales les dice con todas las palabras: «La Iglesia no condena para siempre. El castigo del infierno con el cual atormentaba a los fieles no es eterno». Dios es un misterio de inclusión y de comunión, nunca de exclusión. La misericordia siempre triunfa. 
Esto significa que tenemos que interpretar las referencias de la Biblia al infierno no fundamentalísticamente, sino pedagógicamente, como una forma de llevarnos a hacer el bien. Lógicamente no se entra de cualquier manera en el Reino de la Trinidad. Hay que pasar por la clínica purificadora de Dios hasta irrumpir, purificados, dentro de la eternidad bienaventurada. 
Tal mensaje es verdaderamente liberador. Y confirma su exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”. Esta alegría es ofrecida a todos, también a los no cristianos, porque es un camino de humanización y de liberación.          

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