lunes, 29 de julio de 2019

EL GRITO DE MARIA QUE NOS PARIO LA PATRIA

El Grito de María que nos parió la Patria
Por Daniel Colón Ramos/ Científico y Catedrático en la Universidad de Yale y la Universidad de Puerto Rico
Decía el reconocido poeta palestino, Mourid Barghouti, que el poder podía medirse con el simple ejercicio de examinar la capacidad de las personas para escribir su propia historia. “Qué diferente sería la historia” decía, “si se contase, no desde la perspectiva de los colonos llegando a las Américas, sino desde la perspectiva de las flechas de los indígenas que la habitaban”. Si se quiere oprimir a un pueblo, no sólo hay que conquistarlo. Hay que también escribir su historia.
La historia de Puerto Rico, en su mayoría, se ha escrito en otras partes. Desde las históricas decisiones de dónde pertenecemos como ciudadanos, hasta las recientes decisiones de la Junta de Control Fiscal, hemos sido los protagonistas ausentes de importantes acontecimientos en nuestra propia historia. La escriben otros, muchas veces velando por sus intereses. Lo más que nos acercamos a la pluma de la historia es cuando cada cuatro años, en efusivo peregrinaje y con renovada fé, escuchamos atentos a esos mercaderes de esperanzas que llamamos “la clase política”. Hemos comprado sus cuentos con nuestros votos, y de ese cuento viven muchos. Y de tanto repetirlo, hemos internalizado que nuestros logros son gracias a otros, pero que nuestros fracasos como pueblo son netamente nuestros.
Con la llegada de María se vieron más claramente los logros y fracasos de nuestra sociedad puertorriqueña, y sus autores. Las fuertes lluvias le corrieron el maquillaje a la pantomima del aparato gubernamental, enfatizando feas muecas de corrupción e incompetencia. Pero si bien salieron cuentos de corrupción, también surgieron heroicas historias de autogestión. Si bien escuchábamos de los contratos de Whitefish, también aprendíamos de la autogestión del Pepino Power Authority, o la encomiable visión de renovación energética de Casa Pueblo. Leíamos noticias sobre desaparición de furgones, pero veíamos imágenes de compatriotas quienes se organizaban para enviar desde la diáspora aviones repletos de lo que fuese necesario. Escuchábamos al gobierno argumentar a brazo partido que sólo habían muerto 64 personas, pero también conocimos sobre la incansable labor de los científicos y periodistas quienes lograron revelar la verdad.
María desnudó a un país que no tuvo más opción que enfrentar las ineptitudes de la clase política y re-descubrirse dentro de la fuerza de sus propias comunidades. Se fue la luz, pero se vio con claridad. Con sus ráfagas descubrió, bajo la hojarasca, un pueblo escondido, y retoñaron banderas puertorriqueñas. En las islas o en la diáspora se forjó una identidad colectiva de resiliencia y creatividad en cara a la postración del ay bendito.
El pueblo cambió profundamente, pero no así la clase política. La revolución pacífica que ha surgido en las pasadas semanas es una consecuencia directa de ese despertar social en contraste con la incompetencia, falta de patriotismo y compromiso social de la casta que nos gobierna. Por eso fue que los gritos de renuncia vinieron mucho antes que los planteamientos de residenciamiento. Se dio cuenta el pueblo de que, como en María, no se puede esperar por líderes ausentes para actuar. En esta revolución, como en todas, quedó la clase política, en su mayoría, como inconsecuentes espectadores pasivos ante un pueblo que decidió escribir su propia historia.
Ha habido revoluciones antes en Puerto Rico, gritos definidos por dónde ocurrieron. Pero nada como el Grito de María, que no se puede definir geográficamente y tampoco queda claro cuándo terminará. Lo que sí se ve con claridad son los cimientos de lo que podría ser una nueva sociedad puertorriqueña, una sociedad de sobre 8 millones de ciudadanos alrededor del mundo, pero un mismo corazón latiendo en el Caribe. Y una sociedad con la pluma de la historia en la mano.
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Columnista

lunes, 22 de julio de 2019

LA NEGACION PSICOLOGICA Y POLITICA DE SILVERIO PEREZ


TRIBUNA INVITADA

Por Silverio Pérez
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La negación sicológica y política

Tras la histórica marcha de ayer, y llevo participando en marchas desde los setenta y nunca había habido una de tal magnitud, no tengo duda de que el gobernador Ricardo Rosselló está en negación. No podemos tomar esta afirmación superficialmente.
Cuando nos enfrentamos a una muerte inesperada se entra en un proceso de duelo cuyas primeras dos etapas son el shock y la negación. Rosselló ha experimentado una muerte súbita: en el accidente del telegram-chat murió el Ricardo nene-bueno, inocentón, servidor público, que con tanto esmero sus padres, él y sus encargados de medios cultivaron. Es una pérdida irreparable; no hay quien resucite a ese Ricardo, cuyo certificado de defunción tiene (hasta ahora) 889 páginas en un chat disponible al que lo quiera examinar.
El shock de la pérdida lo pasó en un crucero en el Mediterráneo, como corresponde a un niño de bien. La negación se apoderó de su ser al llegar a la isla. Se hizo de oídos sordos a la creciente ola de reclamaciones de que renunciaran, dentro y fuera de su partido, dentro y fuera de la isla, artistas de reconocimiento mundial, candidatos a la presidencia de Estados Unidos del Partido Demócrata al que pertenece y su compañera de papeleta en las pasadas elecciones Jennifer González. El consenso sobre la necesidad de su renuncia inmediata es histórico. Nunca antes un gobernante de nuestro país había logrado un repudio tan amplio de sectores políticos, religiosos y sociales. Los mensajes en las redes sociales desde cualquier lugar donde haya puertorriqueños, las protestas espontáneas en todo el país, masivas y diversas, son prueba de ese repudio. Pero Ricky, desde su primer mensaje a pocas horas de llegar, la conferencia de prensa ofrecida luego, y los comunicados, incluido el de la reacción a la marcha de ayer, se aferra a su negación como un náufrago a un salvavidas que solo es real en la imaginación de un moribundo.
Su inmadurez y falta de juicio, incapacidad para discernir, y desapego a la verdad, contribuyen a la negación. Llegó a decir que una investigación pagada por él lo ha exonerado. En cualquier país ya Ricky hubiese renunciado. En Puerto Rico el cálculo político, enfocado en las elecciones, como en Estados Unidos con Trump, hace que los políticos no hagan lo que les corresponde, sino lo que les conviene a sus intereses partidistas.
Los políticos del PNP y otros que hace años que son parte de la partidocracia criolla tradicional, están en negación. Hay acontecimientos que cambian un país y los políticos, encerrados en la burbuja de los aduladores, no se enteran. La investigación de los sucesos del Cerro Maravilla, y la crudeza del asesinato y encubrimiento desvelados, desgarraron la credibilidad de la oficialidad. El huracán María, y la secuela de irresponsabilidades e ineptitudes de agencias locales y federales, y la tragedia de los muertos no reconocidos, cambiaron nuestro país.
Ricky noacepta que vivimos una realidad política distinta de la de 2016. Entonces había 2.7 millones de personas mayores de 18 años hábiles para votar, de las cuales ejercieron su derecho 1.56 millones. El 42%, o 4 de cada 10 personas aptas para votar, se abstuvo, el más alto en la historia reciente. Rosselló obtuvo 660,510 votos, o sea, un 24.5% de las personas que podían votar. La marcha de ayer sobrepasó por mucho esa suma. Fueron jóvenes, en su mayoría, los que dijeron presente en la histórica manifestación.
Las grandes masas que han pedido el #RickyRenuncia se han movido, no porque un partido de oposición las haya convocado, pues ya no tienen ese poder, sino por la gente que ya está harta de políticos corruptos e ineptos. Partidos políticos tradicionales: pongan sus barbas en remojo y no compartan la negación de la que Ricky ha padecido por demasiados días. Ya nuestro país es otro, y ese otro país no aguanta extender este calvario por muchos días más.

domingo, 14 de julio de 2019

EL ALMA DE ROSSELLO POR BENJAMIN TORRES GOTAY DE EL NUEVO DIA



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El alma de Rosselló

¿No han deseado nunca secretamente la oportunidad de mirar por el agujero de una cerradura hacia dentro de una habitación, sin que los que están adentro sepan que están siendo observados, se quiten, por lo tanto, la máscara que muestran al mundo y se revelen como lo que realmente son?
Esa es la preciosa oportunidad que se le presentó a Puerto Rico con la filtración ayer de las 889 páginas de conversaciones del chat entre Ricardo Rosselló y sus más cercanos colaboradores. La revelación provocó una sacudida telúrica nunca antes vivida este país que desembocó con la fulminante desintegración anoche del círculo íntimo del gobernador, que está a esta hora solo y atolondrado, sin que parezca que haya entendido, todavía, la calle sin salida en que está a causa de sus enormes carencias.
Rosselló y once de sus allegados actuaban, en efecto, como si nunca fueran a ser descubiertos. Se quitaron las máscaras de hombres de bien. Abrieron las puertas de sus almas y, como de un baúl cerrado mucho tiempo, salieron los murciélagos, las sabandijas y la fetidez.
Colgaron del tendedero que creían que nadie veía la corrupción legal y la moral, el abuso del poder, el pisoteo del débil, la estrechez intelectual y de espíritu, lo vacuo del carácter, lo diminuto, lo traslúcido y lo liviano. Volaron como palomas la homofobia, la misoginia y la burla, la politiquería y la charlatanería.
Dieron al país estas personas el espectáculo más bochornoso que hayamos visto jamás desde una esfera oficial. Fueron lo que todo padre decente no querría jamás que fueran sus hijos: abusadores, superficiales, diminutos y corruptos. El viento alzó la falda del privilegio y dejó ver lo que hay debajo. Para citar a uno de ellos: ¡fo!
Todos los que todavía tenían puestos en el gobierno, menos tres, eran anoche gente desempleada y cubierta en ignominia. Los tres que se quedaron son Ricardo Llerandi, secretario de la Gobernación; Anthony Maceira, secretario de Asuntos Públicos de Fortaleza y Ricardo Rosselló Nevares, gobernador del Estado Libre Asociado.
De los primeros dos se puede decir que sus participaciones fueron breves y sin las vulgaridades de los otros. No se puede decir lo mismo del tercero, Rosselló, el gobernador. Si hubiera que señalar a un líder de esta pandilla, es este. Si tuviera que decirse que uno de ellos era el instigador, el guía, al que los demás se esforzaban por complacer, el que llevaba la antorcha del abuso, el que sentaba el tono charlatán en que se conducían las interacciones en ese espacio, es a ese, al gobernador.
El que podía poner orden, si estuviese en sus capacidades o en sus intereses, era Rosselló.
Los demás no nos interesan mucho. Publicistas, “estrategas”, alicates, ñames con corbata, toda esa fauna que gravita alrededor de poder, esos van y vienen. Casi nadie se acuerda de quién le doblaba las medias cuando se iba de viaje, a ningún gobernador.
Los gobernadores, en cambio, salen en los libros de historia. Se le ponen después sus nombres a edificios.
El gobernador en cuestión aquí, Rosselló se dejó ver de alma entera en el chat y el panorama no es bonito.
Allá venía Carlos Bermúdez, asesor de prensa, a hacer comentarios homofóbicos sobre diferentes políticos o insinuaciones indecentes sobre una periodista y ahí estaba el gobernador riéndole las gracias. Allá venían los adolescentes Ramón Rosario (de quien se dice, imaginen, que codiciaba una silla en el Tribunal Supremo) y Christian Sobrino a decirle “gatita” a Natalie Jaresko y ahí estaba el gobernador sin decir ni pío.
Ahí se le ocurrió al gobernador, como si todavía estuviera en el octavo grado del Colegio Marista, burlarse de un muchacho enfermo de obesidad mórbida, fanático de él según se dice, para burlarse de su condición. Ahí andaba el gobernador pa’ arriba y pa’ abajo con la palabra vulgar para referirse al órgano sexual masculino siempre en la boca, sobre todo para referirse a este periodista.
Ahí se burlaron de los muertos apiñados en el Instituto de Ciencias Forenses. Se burlaron de la muerte de los independentistas Carlos Gallisá y Marta Font. Se burlaron de la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, del senador Eduardo Bhatia y del exsenador Roberto Prats, a quien parece le tenían una saña especial. Le dijeron en palabras finas prostituta a la senadora del PNP Evelyn Vázquez.
El gobernador nunca dio un detente. Nunca quiso poner orden. Pasaban horas en relajos y cuando a veces, como por casualidad, se colaba un asunto importante de gobierno, lo despachaban rápido. En esos casos, solo Elías Sánchez, quien no es funcionario, sino cabildero, prestaba atención, quizás porque para eso estaba ahí, para identificar oportunidades de negocio para sus clientes, cosa que de seguro será del interés de las agencias federales que lo investigan.
El chat revela que al gobernador que venía a sacar a Puerto Rico de la quiebra y a traer la estadidad, el ingeniero bioquímico graduado de MIT, al doctor de la Universidad de Michigan, lo embobaban haciéndole creer que los sondeos fatulos por internet de los medios de comunicación tienen algún significado o importancia.
Se ponía contento y daba hurras cuando ganaba uno, gracias a las manipulaciones dirigidas por su publicista, Edwin Miranda, tal parece que con fondos públicos. Sacaba el gobernador 90% de aprobación en un sondeo de Radio Tontería y eso lo ponía súper contento.
En resumen, aquel muchacho que se vendió como la encarnación de todas nuestras aspiraciones, el que nos iba a llevar de su mano fulgurante hacia la tierra prometida, era en verdad un ser pequeño, superficial, abusador de vulnerables, cuya incapacidad para entender que ser gobernador no tiene que ver, como creímos muchos, con su nula experiencia laboral, sino con defectos fundamentales de su carácter.
Ayer, en pocas horas, se derrumbó lo que le quedaba de un gobierno que venía resquebrajándose por mucho tiempo bajo el peso de la incompetencia y la incapacidad. Perdió el apoyo de todo el mundo. Pero él no lo ha entendido. Cree que puede seguir. No acaba de ver que la trillita se acabó.
Ayer en la tarde, se le vio solo por el Jardín Hundido de Fortaleza, cabizbajo y meditabundo, mirando su celular. Quizás buscaba algún sondeo de internet que le devuelva la ilusión de que puede gobernar.