jueves, 30 de noviembre de 2017

UN POCO DE NUESTRA HISTORIA CULTURAL DE MARCELINO CANINO SALGADO

Un poco de nuestra historia cultural
Por Marcelino Canino
Navidad, Año Nuevo y Reyes en Puerto Rico
El moderno preludio a la Navidad: Thanksgiving Day o Acción de Gracias
Otra de las tradiciones norteamericanas que hemos prohijado es la celebración del "Día de acción de gracias" o "Thanksgiving", festividad que tiene lugar el último jueves de noviembre. Aunque los puertorriqueños damos gracias a Dios a cada instante, por ser éste día oficial de fiesta, la costumbre se arraigó con ahínco a partir de los años '50 del siglo próximo pasado.
Los puertorriqueños han redenominado el día de acción de gracias como "el día del pavo". En otras palabras, es una festividad donde nos ha llegado la forma pero no el sentido, porque éste ya lo teníamos. Y es así, porque no hace sentido dar gracias a Dios un día del año en específico, sino a cada instante de nuestra vida.
Por otro lado desde el mismo siglo XVI ya existía en Puerto Rico una ecología gastronómica del pavo. Aunque esta ave de corral es oriunda de Centro América se adaptó extraordinariamente a los campos de la Isla desde los tempranos años de la colonización española. El pavo no nos llegó con los norteamericanos como nos quieren hacer creer algunos educadores y demagogos pitiyanquis. 
Ya para el 1852 el cronista social del periódico El Ponceño se lamentaba de que en Puerto Rico en cualquier ocasión se servía pavo:
“Esta noche probablemente todos ustedes habrán estado en la misa del gallo, allí se habrán juntado a las trullas XXX; luego se habrán juntado en las casas y se habrán sentado alrededor de una opípara mesa, en cuyo centro habrá aparecido la consabida víctima; es decir, el inolvidable y consabido pavo.
¿Hay bautizo? ¡Pavo! ¿Hay casamiento? ¡Pavo! ¿Hay convite? ¡Pavo! ¿Hay baile? ¡Pavo! ¿Hay fiesta? ¡Pavo! ¿Llegan forasteros? ¡Pavo! ¿Cualquier ribota? ¡Pavo! ¡Pavo! y !siempre pavo!” 
Así, pues, sigamos comiendo pavo ... sobre todo relleno o estofado que son las formas que más nos gustan. Ya en 1859 El cocinero puertorriqueño18 ( primer libro de cocina publicado en Puerto Rico) ofrecía la receta para hacer un exquisito pavo relleno que junto al lechoncito asado compite por el sitio de honor en la mesa puertorriqueña de la Noche Buena.
Folklore espiritual
La Navidad, Año Nuevo y Reyes
Desde los primeros días del mes de diciembre comenzaban los preparativos para los días de fiestas. Ya para el día 8 —y a veces un poco antes— empezaban a llegar al pueblo los músicos del campo que iban de casa en casa tocando aguinaldos y guarachas navideñas, por cuya interpretación recibían a cambio un regalo en metálico o "aguinaldo". En muchos hogares, además del regalito en efectivo, solían obsequiar a los músicos con un "palito de ron o una cerveza fría". Cerca del día 20 las truyas se hacían más numerosas y los acordes de los aguinaldos se escuchaban por doquier.
Las misas de aguinaldos
En la iglesia católica, nueve días antes de Nochebuena se celebran misas de aguinaldo al amanecer, entre las cinco y seis de la madrugada. En estas misas se cantan aguinaldos y villancicos tradicionales acompañados de los instrumentos típicos: cuatro, guitarra, güiro, maracas y otros que se suman a la orquestación tradicional. En un rincón de la iglesia, cerca del altar mayor, se prepara un pesebre con figuritas representando la Sagrada Familia, los pastores con sus ovejas, la mula y el buey y los tres Reyes Magos. Hasta hace unos 25 años, después de celebradas las misas los asistentes, generalmente los jóvenes, se encaminaban a la panadería del pueblo para comprar pan "calientito", hacer maldades y travesuras a los amigos que no habían acudido a la misa, cantar aguinaldos y hacer un poco de ruido y barullo. Las parejas de enamorados aprovechaban la ocasión para "apestillarse" libremente sin la vigilancia de familiares.
La Misa del Gallo
El día 24, Nochebuena, a medianoche, se celebra la Misa del Gallo. Para tal acontecimiento suelen vestirse niños y niñas de pastores y pastoras, así como de las figuras principales del Nacimiento: La Virgen María, San José y los tres Reyes Magos. En algunos pueblos como en Juana Díaz, Aguas Buenas, Dorado y otros, suelen presentar pequeños y entretenidos Autos de Navidad, algunos de carácter folclórico, otros escritos por algún devoto o religiosa de la parroquia. Después de la misa los asistentes siguen la fiesta en sus hogares hasta el amanecer.
Celebración doméstica de la Nochebuena
Para el día de Nochebuena, todos, hasta los más pobres, tratan de conseguir ropa nueva para estrenar, la que salen a comprar varios días antes de la festividad. A esto llaman "comprar la muda de Nochebuena". Los jefes de familia adquieren varias botellas de bebidas alcohólicas, cervezas y el tradicional anisado. Las amas de casa suelen preparar con leche de coco, huevos, ron clandestino de caña y varias especies como la canela o jengibre, un delicioso ponche que recibe el nombre de "ponche coquito" o "coquito" simplemente. Los hombres acostumbran conseguir ron de caña (que también recibe los nombres de: "mamplé", "lágrima de mangle", "cógeme guardia" y "pitorro") para prepararlo con uvas secas o pasas, ciruelas secas, carne cruda, higos secos; y otros le añaden hasta plátanos maduros. Con todos estos elementos el ron se deja "curar" por varios meses ya bien en un galón acaramelado o en un barrilito de madera. Esto se considera una bebida muy exquisita y sólo suele servírsele a los amigos que se estiman verdaderamente.
Comestibles y golosinas
Las navidades es época de mucho comer y beber, y hasta las personas que siguen dietas o están a régimen hacen sus desarreglos para no privarse de los deliciosos manjares que durante esos días se preparan. Desde los primeros días de diciembre las amas de casa consiguen proveerse de cocos secos, de harina de arroz, especias aromáticas y azúcar morena, con los cuales elaboran ricos majaretes, almojábanas, tembleques y el tradicional arroz con coco. Los pasteles de masa de plátano o yuca rellenos ya de jueyes ya de carne de cerdo, no faltan aún en el hogar más pobre. Así también son comunes las hayacas de maíz tierno con carne de cerdo, los guanimes, los zurullitos de maíz con queso y pasta de guayaba amasados con leche de coco, los jíbaros envueltos (guineítos niños rebozados con harina de trigo y fritos en manteca), las alcapurrias, las arepitas de calabaza y de maíz, los bacalaitos fritos y varias otras delicias para el paladar. Pero el plato más importante de las navidades, sobre todo el de la Nochebuena es el lechón asado en vara. Se prefieren los lechoncitos más flacuchos que gordos, ya que estos por la grasa no son muy buenos para comerse asados. De las tripas y la sangre del lechón se hacen ricas morcillas; y, el resto del mondongo se aprovecha para hacer la insustituible gandinga. También es muy común en esos días comer arroz con longaniza y arroz con pollo acompañado con habichuelas coloradas bien guisaditas. Para postre es común tomar nuestros dulces en almíbar, bienmesabe, o pastas de guayaba, batata y naranja, acompañadas siempre con un buen pedazo de queso blanco muy fresco.
Refrescos y bebidas embriagantes
Además del tradicional "coquito" otras bebidas que se prefieren son los vinos, sobre todo los dulces, el anís escarchado, los rones del país y el vermú italiano. Para las mujeres y los jóvenes, así como los niños que no apetecen o no pueden tomar bebidas con gran cantidad de alcohol, se preparan varios tipos de ponches con jugos de frutas del país, o bien con mezclas de refrescos embotellados, sobre todo de la famosa Coca-cola ya incorporada definitivamente a nuestra cultura nacional. Otros refrescos más livianos reciben el nombre de "agua de piringa" o "agualoja", compuestos con jugo de limón, azúcar trigueña, un poco de ron y, si se quiere, pedacitos de guineos maduros o frutas cítricas. En realidad el agualoja es una bebida hecha a base de jengibre hervido en agua edulcorado con azúcar morena al que se deja fermentar por uno o dos días. Es en cierto modo el antecesor del “ginger-ale”. No faltan tampoco las ricas horchatas de ajonjolí, coco y hasta de arroz.
Dos bebidas interesantes
Queremos destacar aquí dos bebidas tradicionales puertorriqueñas que, aunque pueden tomarse durante otras temporadas del año, es común encontrarlas durante las navidades. Me refiero al maví y al bilí. El maví es una bebida refrescante y el bilí es una bebida espiritosa, es si se quiere, nuestro "cordial" típico. El maví se elabora a base de la cáscara de un árbol del mismo nombre, ésta se hierve en agua para sacar su extracto sumamente amargo. Muy diluido este extracto en agua, se sazona ésta con azúcar trigueña y se deja fermentar por dos o tres días. El maví es una especie de cerveza rústica muy refrescante. El bilí se elabora con jugo de limones agrios, azúcar refinado y ron blanco. Con el jugo de siete o diez limones y el azúcar se hace un almíbar muy espeso al que se va agregando el ron hasta alcanzar el grado de saturación deseada, y luego se añade un poco de color rojo vegetal y se deja reposar al sol por dos o tres días. Es una bebida muy embriagante y simpática, de tal forma que se bebe con suma facilidad. De aquí que cuando algo es muy fácil y suave se dice "es un bilí". El maví es una bebida totalmente generalizada en Puerto Rico, sin embargo, el bilí es más conocido en la región central de la Isla, sobre todo en los campos de Cidra y de Cayey. En la isla nena de Vieques se prepara un bilí de quenepas.
Adornos navideños y decoración del hogar
Antiguamente los campesinos puertorriqueños, aún los más pobres, encargaban a los santeros o tallistas de imágenes religiosas retablos, nacimientos o las imágenes de los Santos Reyes montados a caballo. Durante las festividades de la Navidad estas tallas ocupaban un lugar prominente en las casas o humildes bohíos de nuestros jíbaros. En el pueblo también era común tener estas figuras alusivas al nacimiento del Mesías; en algunas casas preparábanse pesebres o un simple retablo con la Sagrada Familia. Hacia finales del siglo XIX se introdujo en el país la costumbre de adornar un arbolito para la Nochebuena, pero como la clase de pino que se adorna para estos fines no se cultiva en Puerto Rico, éstos eran sustituidos por un árbol de la flora tropical llamado "tintillo"( box-briar. L: Randia aculeata ) que una vez decorado daba la impresión de ser un pino real. Con los avances de la transportación marítima hoy día se introducen sin ninguna dificultad pinos para árboles navideños traídos directamente desde los Estados Unidos de Norte América. Sólo en casas de familias de raigambre verdaderamente católicas y puertorriqueñas se conserva la hermosísima tradición de armar un pesebre. Hay familias en Puerto Rico cuyos pesebres son ya famosos, de manera que todos los años durante esos días de fiestas acuden centenares de vecinos de todas partes de la Isla para admirarlos. Un ejemplo de esta costumbre podía observarse en la residencia del doctor García Estrada, en Cataño.
Algunas personas, con largas tiras de papel crepé en rojo y verde, tejían cadenetas para hacer guirnaldas y adornar los dinteles de las puertas y ventanas de sus casas. A veces colocaban una campana, también de papel (de esas plegables que se abren y se cierran), junto a la guirnalda que ponían en los dinteles. Otras veces adornaban el plafón con estas guirnaldas y en el centro de la sala o habitación colgaban una inmensa campana roja o blanca. Esta costumbre, fundamentalmente adoptada por las clases de pocos recursos económicos, fue introducida a través de las escuelas públicas que desde principios del siglo XX, por influencia norteamericana, realizaban este tipo de ornamentación para la época de Navidad. Las barberías y algunos establecimientos públicos, incluyendo las salas de fiestas, gustaban también de estos adornos de guirnaldas y campanas de papel en lucientes colores.
Es interesante destacar el hecho de que para los adornos navideños se aprovechaba todo tipo de semillas, ganchos secos, y materiales desechos como el papel metálico de aluminio de las cajas de cigarrillos y algunos dulces, papel de seda y cajas de cartón. Con las semillas del pino puertorriqueño se hacían hermosos y lucientes adornos para el árbol de tintillo. Estas semillas se cubrían de papel metálico en diversos colores y servían como sustitutos de las bombillas de cristal importadas. Con las cajas de cartón y los papeles de seda se hacían farolas o linternas de fantasía, aunque había veces que éstas se iluminaban colocando en el centro de las mismas una pequeña bujía de parafina. Las personas de recursos económicos abundantes consideraban estos adornos de mal gusto y se burlaban de ellos diciendo que eran "jibarerías", palabras que aplicaban a todo lo que no era de origen comercial e industrial, o que, por ser de elaboración rústica y modesta, no les agradaba. Hoy día, hasta los más pobres hacen esfuerzos para comprar adornos comerciales producidos en gran escala y que se compran en todos los supermercados de la Isla.
Los árboles de Navidad y el primer Santa Claus en Puerto Rico
Con la ocupación norteamericana de 1898 se trató de imponer las costumbres, creencias y tradiciones del pueblo invasor. Para tal empresa se sobraron los colaboradores americanófilos como fueron el traductor y escritor Francisco de J. Amy, y el músico compositor Jaime Pericás, ambos residentes para aquel entonces en la ciudad de Ponce.
Fue precisamente en Ponce el 9 de enero de 1899 y en el Teatro La Perla que se presentó por primera vez una persona disfrazada de Santa Claus junto a un árbol de Navidad y reparto de juguetes. (Pasarell: Esculcando el siglo XIX en Puerto Rico, p. 35).
No obstante los árboles de Navidad comenzaron a proliferar desde mucho antes de 1898. Ya en 1894 el periódico El Buscapié, anunciaba que en la tienda de José M. Suárez, en San Juan, podían conseguirse árboles de Navidad, adornos para éste, regalos y juguetes. (Pasarell, Ibíd.,)
A través de la instrucción pública del país tratose también de introducir entre nuestros niños a la figura de Santa Claus. No fue hasta la década de los cincuenta cuando la ya desaparecida firma comercial de González Padín comenzó a divulgar y a dar despliegue destacando en las vitrinas de su tienda por departamentos en San Juan, que la figura de Santa alcanzó gran prominencia. Esto se debió, además, a lo innovador del mecanismo que accionaba toda una simpática escena del viejo Santa montado en su trineo con renos, los enanitos colaboradores, nieves, casitas con chimeneas, etc. Todo un espectáculo atractivo difícil de olvidar.
El encargado de la decoración y a quien se le atribuye la idea de éstas vitrinas fue don Jenaro Otero, español oriundo de Málaga quien llegó a Puerto Rico a principios del siglo XX. Don Jenaro contrajo matrimonio con la puertorriqueña doña Amparo Otero. Aproximadamente para 1914 don Jenaro se convirtió en el decorador más importante de la firma González Padín en San Juan. En el año de 1950 comenzó con las bellas pero enajenantes vitrinas de temas angloamericanos. Sobre la vitrina de Santa Claus nos informa el periódico El Mundo en su revista Puerto Rico Ilustrado del 20-XII –1970 ,página 4, lo siguiente:
“Se inauguró la vitrina con la presentación de un Santa Claus, rechoncho, que reía a carcajadas mientras sus enanos —uno de ellos le rascaba los pies, otro la calva— hacían de las suyas. "Esto vino a alegrar la atmósfera, que a la sazón estaba un poco desanimada; fue algo sicológico. Recuerdo las multitudes frente a la vidriera y el tránsito paralizado —atentos todos al Santa Claus, que reía, reía... Es más, adelantamos la misma para traer un poco de alegría, montándola en noviembre", señala.
Además de esa vitrina, que don Jenaro clasifica "profana" se arregla una de carácter religioso, inspirada casi siempre en la Anunciación. La del año pasado (1969) mostraba a la Virgen, San José y el Niño, junto a una cascada de agua natural.”
Para esa misma época la entonces alcaldesa de San Juan, Felisa Rincón de Gautier trajo por vía aérea desde los Estados Unidos de Norte América un cargamento de nieve para que los niños puertorriqueños jugaran con ésta en el Parque Sixto Escobar. Acudieron miles de niños y adultos de todos los pueblos de la Isla, y Doña Fela hizo junto con algunos de los niños privilegiados un muñeco de nieve. El resto de la nieve se convirtió, por efectos del calor, en un informe pegote de hielo. Todo esto ocurrió la mañana de un miércoles 5 de enero de 1953. Al día siguiente el periódico El Mundo publicaba la noticia con vistosas fotografías de la actividad.
Todavía a sus 90 años Doña Fela recordaba emocionada el incidente:
“Ah, también conocí al presidente y gerente general de la Eastern Airlines, el capitán Eddie Rickenbacker. A él lo recuerdo mucho porque fue el que hizo posible que los niños de San Juan jugaran con nieve aquel año luego de salir Dama de Las américas.
Siempre quise que los niños puertorriqueños de acá tuvieran el gusto de jugar con la nieve. Yo quería que los niños gozaran tirándose la nieve unos a otros, porque yo los veía muy contentos en el Parque Central de Nueva York, jugando con la nieve, y yo quería que los míos también tuvieran esa oportunidad. Yo les podía comprar juguetes, patines, trajes de peloteros, bates, bolas y guantes, pero no podía traerles la nieve. Para ellos todo me parecía poco. Entonces, cuando salí Dama de Las Américas, Mr. Rickenbacker me preguntó: "Con qué quiere que la obsequie, doña Fela." El regalo que le pedí al capitán Rickenbacker fue ése, que me trajera nieve para los niños de San Juan.
Recuerdo que antes de traerla, yo preparé el escenario con hielo de aquí. Era una especie de escarcha que traían en varios camiones los fabricantes de Hielo Llamas. Con esa escarcha preparamos el muñeco de nieve y rellenamos una enorme chorrera de madera para que los niños se tiraran en trineos y esquíes, como hacían los de allá. De pronto, llegó la nieve. Llegó en unos barcos, unas canoas que iban colgadas de la parte de abajo del avión. Eran como unas góndolas adheridas a la barriga del avión.
El avión de la Eastern llegó al aeropuerto de la Isla Grande. Allí lo estaba esperando una trulla compuesta en su mayoría por alumnas de una escuela de baile español, y muchos niños vestidos de pastores. Aquellas niñas se veían preciosas porque tenían castañuelas y las tocaban al compás de la música. Allí también estaban los Tres Reyes Magos montados a caballo. Los Reyes eran Johnny Rodríguez y su Trío. Al lado de ellos había unas parejas de bueyes que tiraban dos carretas engalanadas donde desfilaba la Princesa, el Príncipe y toda su comitiva. De ahí pasamos al Parque Sixto Escobar donde más tarde habría de llevarse a cabo una batalla de nieve en un ambiente tropical, a orillas del Atlántico, adornado con pencas de palmas de coco y hasta matas de plátanos con racimos y todo. 
Era una cosa bien bonita porque los niños de New Hampshire y de todas esas partes sabían que estaban recogiendo nieve para los niños de Puerto Rico. Los niños de acá sabían que esa nieve había sido recogida por los puertorriqueños de allá, porque siempre se lo decíamos. Era una forma de motivarlos, porque a los niños hay que motivarlos, no es solamente darles las cosas, sino que hay que hacerlos sentir la alegría para que pudieran decir con orgullo: "mira, allá recogieron la nieve para nosotros". Yo quería que supieran que había una amistad entre los de acá y los de allá.
Seguí trayendo nieve durante los próximos dos o tres años pero llegó el momento en que se suspendió la actividad porque eliminaron las canoas donde se traía. Recuerdo que antes de que suspendiera aquella blanca Navidad, se me ocurrió comprar dos camiones repletos de chinas para que los muchachitos se las comieran en lo que llegaba la nieve. Entonces los niños se las echaron en los bolsillos, y cuando se derritió la nieve, empezaron a tirarse con chinas. Ese día gozaron como nunca antes lo habían hecho...” ( Josean Ramos, Palabras de mujer, p.145-147).
El árbol de Navidad en Puerto Rico
Algunas personas consideran que se debe al Dr. Agustín Stahl la costumbre del árbol de Navidad en Puerto Rico. Tal información provenía de la biografía que sobre este médico ilustre escribió la periodista y poeta Amelia Ceide. Dice la autora:
“En Bayamón, donde residió durante medio siglo, Stahl funda el primer centro social bayamonés. Y en un inolvidable mes de diciembre inaugura el primer Árbol de Navidad conocido en Puerto Rico. Esto ocurrió muchos años antes de que llegara a la isla la ocupación americana, que luego fue introduciendo la costumbre del Árbol de Navidad que hoy es popular entre un gran número de puertorriqueños que lucen el árbol desde el día de Navidad hasta la Epifanía.
En el patio de su casa en Bayamón instaló el doctor Stahl el Árbol de Navidad, adornado con luces y bellos objetos alusivos (en) las ramas e imitando desde la copa al tronco, con escarchas debidamente preparadas, la caída de la nieve en los países norteños. La víspera de Navidad colgó en el ramaje del árbol innumerables juguetes y golosinas con las que su corazón generoso obsequiaría al día siguiente a todos los niños pobres que de los contornos de la ciudad, llegarían hasta su casa en busca de alegría, el día de Navidad.”
No obstante las afirmaciones de Amelia Ceide y el hecho de que incluye en su libro una fotografía del doctor Stahl junto al árbol de Navidad y su familia, el distinguido abogado y musicólogo puertorriqueño Pedro Malavet Vega en su libro Navidad que vuelve con gran perspicacia observó lo siguiente:
“Tengo dudas en cuanto a la fecha, por lo siguiente: (a) en la fotografía aparece el Dr. Stahl anciano; (b) aunque el uso de electricidad en la Isla es anterior al 1898 —se inauguró el 15 de febrero de 1893, pero fuera de San Juan no ocurre hasta el período 1894-1898— no me parece históricamente factible que se usaran luces para ese fin antes del '98 (aunque podría tratarse de iluminación con velas); c) no se trataba de una tradición española y se sabe las dificultades políticas que ya tenía Stahl con el gobierno español, hasta el punto de que a la llegada de los norteamericanos estaba desterrado en Santo Domingo. Regresa al cambiar la soberanía.” 
Personalmente creo que como en realidad la costumbre del árbol de Navidad llegó a Puerto Rico desde España. La reina María Cristina de Habsburgo y Lorena, segunda esposa de Alfonso XII continuó en el palacio de Madrid la costumbre austriaca de adornar arbolitos de Navidad. Fue María Cristina quien impuso la costumbre entre la aristocracia española, así que ya desde 1878 en adelante tal práctica era común en la Metrópoli como en las posesiones de Ultramar.
Tarjetas o postales de Navidad y Año Nuevo
Desde una semana antes de Nochebuena y Navidad se comienza a enviar tarjetas de felicitación y buenos deseos a los amigos y familiares queridos. La costumbre nos llegó a través de la influencia norteamericana desde principios del siglo XX, aunque la clase adinerada puertorriqueña acostumbraba una práctica semejante durante los dos últimos cuartos del siglo XIX. Esta práctica vino a sustituir casi por completo otra antigua costumbre puertorriqueña: la de intercambiar platitos de diversos manjares entre los vecinos, lo que se hacía fundamentalmente por los corrales o patios de las casas. Además de intercambiar platitos de golosinas entre los vecinos cercanos había también la costumbre de enviar a los parientes y amigos de pueblos vecinos y lejanos canastas con frutas, verduras y legumbres y generalmente dulces en conserva y almibarados. Pero la práctica de enviar saludos y felicitaciones mediante las tarjetas postales resultaba más práctica y económica que la costumbre anteriormente aludida. En la actualidad enviar tarjetas de felicitación durante las navidades se ha generalizado tanto en Puerto Rico que hasta los que no son partidarios de tal práctica se ven obligados a veces a enviar las suyas... (La práctica se ha extendido también a otra épocas y ocasiones; así, pues, tenemos postales para saludar a los enfermos, convalecientes, para dar el pésame en ocasión de muerte, para felicitar en los cumpleaños, para el Día de las Madres y los Padres, en fin, para todas las ocasiones en que se quiere cumplir de la forma más rápida, económica y más impersonal ...) Los que no envían postales durante los días de Navidad lo hacen para finales del mes, esto es, para desear feliz y próspero nuevo año a sus amistades. Las postales son impresas comercialmente a gran escala y pueden comprarse en cualquier establecimiento público. Últimamente, algunos artistas puertorriqueños han creado postales de verdadero valor artístico con motivos del folclore y elementos típicos boricuas; casi siempre son bellas serigrafías o grabados, técnicas en las que nuestros artistas han alcanzado maestría y renombre internacional. En las escuelas, los niños y jóvenes preparan sus propias tarjetas, que resultan generalmente muy agradables.

La fiesta de los Santos Inocentes
El día 28 de diciembre de cada año se acostumbra celebrar la fiesta de los Santos Inocentes, en recordación de los niños mártires que Herodes mandó matar para así tratar de conseguir la muerte del Mesías. Desde el día 27, grandes y chicos, sobre todo en los campos, comienzan los preparativos para la persecución de los Inocentes. Jóvenes y niños preparaban espadas de madera pintadas de vivos colores: rojo, azul, negro, y unos capacetes o tiaras de cartón para disfrazarse de soldados y centuriones. Todos los disfrazados formaban una estruendosa algarabía desde el mismo día 27, cuando por la tarde iban de casa en casa exhibiendo sus disfraces y blandiendo sus espadas como en señal de ataque. A veces hacían maldades a los vecinos: escondían algún tiesto o adorno o prendían en las espaldas de éstos mariposas o pescaditos de papel o cartulina con inscripciones que decían "Inocente mariposa" o cualquier otra alusiva al día. Como estaban enmascarados, además del barullo y el pataleo en el piso, era difícil darse cuenta de quién realizaba la inocente maldad. El dueño de la casa les agasajaba con refrescos y golosinas o dinero y seguían a otras. El día 28 le tocaba a las personas mayores. Hacían al igual que los pequeños, pero éstos llevaban música brava y bailaban, cantaban y pedían su aguinaldo. Cuando les invitaban a subir a la casa cantaban aguinaldos alusivos a la vida de Herodes, a los Inocentes y a la Huída a Egipto. Por otro lado, sobre todo, en el pueblo, los vecinos se hacían maldades unos a otros. Eran muy frecuentes las burlas y los engaños, pero todo finalmente se descubría con la alegría de "te cogí de bobo, inocente mariposa"; así se tenía en cuenta de que era el día de los Santos Inocentes y que había que andarse con cuidado para no ser la víctima futura de burlas, maldades y chascos. En el pueblo de Morovis, sobre todo en el barrio de Barahona, la fiesta de los Santos Inocentes ofrece peculiaridades dignas de anotarse. Existe en esta localidad la costumbre de robarse un niño con motivo de la celebración. Los padres que no están dispuestos a participar en la celebración, y por lo tanto a que le roben un hijo, le hacen una cruz en la frente con añil. Se organizan parrandas de enmascarados que van de casa en casa bailando, cantando y marcando el ritmo de la música con las espadas de palos. Solamente se disfrazan los hombres; algunos se visten de mujer, pues las mujeres no pueden participar en las parrandas (se supone que estén cuidando a sus hijos, ya que los soldados de Herodes vendrán a degollarlos). En las parrandas tanto jóvenes como adultos van haciendo gran ruido con fututos de caracol, botellas y algún tambor improvisado. Mientras los miembros de la familia se entretienen con las máscaras y el barullo, uno de los enmascarados se aprovecha para robarse al niño escogido. A éste se le obsequia con una muda de ropa y con un aguinaldo que consiste en dinero en efectivo. Cuando el padre del niño logra encontrar a su hijo, se celebra un baile con música brava. La fiesta dura toda la noche y hasta el "amanezca" y los gastos de la misma corren por cuenta del padre a quien le robaron el niño. (Morovis: Vista parcial del folklore de Puerto Rico, p. 146. Véase también a Garrido, Pablo, Esoteria y fervor populares de Puerto Rico, p. 70-72.) En la actualidad la fiesta de los Santos Inocentes casi se ha relegado al olvido, tanto en el campo como en la ciudad, y sólo se celebra en el pueblo de Hatillo.
En los barrios Capez, Corcovada, Carrizales y Naranjito del mencionado pueblo es donde mayor auge y vistosidad cobra la celebración de los Santos Inocentes. Según la tradición de los mismos hatillanos estas fiestas fueron introducidas allí a través de los primeros pobladores de esa región procedentes de las Islas Canarias. Los enmascarados procuran ocultarse cubriendo sus cabezas con sombreros de ala ancha o pavas campesinas, sus vestidos están hechos de telas de vivos colores y con medias o calcetines cubren sus manos a manera de guantes. Llevan sobre los hombros capas muy anchas y en los pantalones prenden multitud de cascabeles. Las fiestas se acompañan con música típica y finalmente se premian a las máscaras más curiosas y a los trajes más hermosos. Evidentemente detrás de esta resurrección de la tradición hatillana está la mano amorosa de los dirigentes del Centro Cultural de la región que responde a las exhortaciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña. 
La despedida del año
El 31 de diciembre es un día de bullicio y gran animación en Puerto Rico. Al igual que para el día de Nochebuena las personas suelen vestirse con ropa nueva, para que el Año Nuevo los "coja con todo nuevo", cosa que se considera de buena suerte. Ese día desde temprano al atardecer comienza la "bebelata" y se come en abundancia platos típicos, sobre todo entremeses de morcillas de cerdo, tripitas de cerdo fritas, chicharrones, almojábanas, zurullitos de maíz y variedad de cosas deliciosas. A partir de las once y media de la noche casi todos se reúnen en el hogar y así, juntos en la intimidad de la familia, esperan un nuevo año. Cuando dan las doce en punto todos se besan y se abrazan deseándose "Feliz Año Nuevo" y hacen votos y promesas de buena voluntad y progreso. Los que han estado resentidos y enojados olvidan los sinsabores del pasado y comienzan una nueva etapa de amistad y misericordia. Las doce es un momento de gran alborozo, todos suenan trompetas, pitos, matracas, se queman petardos y cohetes, se encienden luces de bengala; y, en los últimos años, ha surgido la modalidad de hacer caravanas de automóviles sonando las bocinas de los mismos. Con latas desechadas y cacharros de todo tipo se hace todo el ruido posible para demostrar la alegría del nuevo año. Después de tal animación suele servirse una cena donde el arroz con gandules y carne de cerdo, así como el lechón asado son los platos principales. Otras personas preparan desahumerios con resinas olorosas: incienso, mirra, estoraque, tabonuco y otras especies, con el cual despojan de todo mal la casa y sus alrededores. Mientras van pasando el desahumerio dicen: "¡Que salga lo malo y entre lo bueno!" Igualmente para limpiar la vivienda de impurezas espirituales algunos lanzan agua de adentro hacia afuera diciendo siempre las palabras ya citadas. En algunos pueblos muchas personas riegan azúcar alrededor de sus hogares para alejar la "salazón" y atraerse en el nuevo año la buena suerte. El día 1 de enero, se acostumbra hacer visitas a las familias y amigos estimados y siempre se les lleva algún pequeño presente, fundamentalmente algún plato del gusto del visitado. De aquí en adelante la animación de las festividades menguan un poco hasta que se acerca la Víspera de Reyes.
¡Qué se va Año Viejo, qué se va!
La atracción máxima de chicos y jóvenes el día de Año Viejo constituye la personificación que de éste se hace. Por lo general un joven del pueblo se viste de viejo harapiento con barbas hechas de hilo de sacos morenos, con la cabeza empolvada para parecer más viejo. A sus espaldas éste lleva un grandísimo saco lleno de cacharros o latas viejas, a donde van a parar los palos y golpes que de broma y gracia le da la muchachería que le sigue. Año Viejo va de casa en casa bailando, cantando y haciendo payasadas a la vez que repite el estribillo de: "¡Qué se va Año Viejo!" y la muchachería le contesta a coro: "¡Qué se va!" Finalmente Año Viejo recibe algún aguinaldo en dinero y sigue su camino hacia la casa vecina. Los disfraces de estos viejos suelen ser a veces muy originales y curiosos, pero el más divertido y gracioso de ellos es el de Año Viejo montado en una burrita de trapo. Con tela de sacos morenos hacían un faldón grande al cual ponían un bastidor rectangular de madera o alambre fuerte. En un extremo del bastidor colocaban la cabeza de la burra y al otro el rabo. La persona vestida de Año Viejo se colocaba en el centro del bastidor de tela, dando así la impresión de que estaba montado en burra o caballo. Ya no suelen verse con mucha frecuencia estos añoviejos como sucedía unos cuarenta años atrás.
Reyes, la octava y la octavita
El día 5 de enero, Víspera de Reyes, la animación comienza desde temprano, pues todavía en esa fecha se realizan compras de regalos y juguetes que los niños recibirán la mañana próxima. Realmente la festividad se ha comercializado demasiado perdiendo así su sentido religioso original. Pero los más contentos y entusiasmados son los niños que esperan la llegada de los Tres Reyes. Desde temprano los pequeños buscan cajas de cartón donde pondrán la yerba con que obsequiarán a los camellos de los Magos. En los pueblos siempre hay una persona mayor que alimenta la infantil ilusión de los niños y los lleva en grupo a cortar la fresca yerba. Esa noche los padres señalan en el cielo tres estrellitas que muestran a sus hijos y dicen que son los Reyes Magos que se acercan. El folklore infantil de la Víspera de Reyes es riquísimo: Los Reyes Magos, como son magos, entrarán por debajo de la puerta de la casa sin hacer ruido, por eso se transforman en pequeñas hormiguitas y, una vez dentro de la casa, van a las habitaciones donde toman la yerba que los niños han puesto para sus camellos, dan un beso en las mejillas de los pequeños y les dejan los esperados regalos y juguetes debajo de la cama.
Desde temprano en la Víspera de Reyes salen grupos de músicos por las calles y caminos cantando aguinaldos y a veces van con ellos tres personas vestidas de Reyes Magos que por lo general llevan consigo un retablo o las figuras de los Tres Reyes talladas en madera, van de casa en casa, piden aguinaldo, se despiden y continúan hacia las otras viviendas con el mismo son. En algunos lugares, para pedir aguinaldo, visten tres pequeños niños de Reyes, usan coronas de papel y llevan capas o mantos en vivos colores: rojo, azul, amarillo son los preferidos. El que representa al rey Melchor lleva su carita pintada de negro, lo que hacen con corcho quemado. En cada pueblo de la Isla el día de Reyes tiene sus peculiaridades, sobre todo en el municipio de Aguas Buenas que es además fiesta oficial, pues los Reyes Magos son los patrones de dicho pueblo. Salir en trullas ese día se llama salir a "reyar", esto es irse durante tres días (4, 5, y 6 de enero) dando parrandas de sitio en sitio cantando, bailando y comiendo, día y noche, sin acostarse. "Reyar" quería decir también, vestirse con ropa nueva el día de Reyes e irse a visitar el día completo. En el pueblo de Adjuntas el día de Reyes se acostumbra sacar una procesión. Una muchacha que representa la Virgen María va montada en una burra, con la imagen del niño en los brazos. Un niño vestido de San José lleva la burra. Así también salen los tres Reyes cada uno en su caballo, detrás de éstos van todas las personas en procesión acompañados con música de cuerdas y cantando aguinaldos alusivos a la ocasión. En muchos pueblos de la Isla —y la costumbre se conserva en los Estados Unidos entre los puertorriqueños que viven en Nueva York— se cantan velorios a los Reyes. Para esto hacen un altar de ramas de árboles todo lleno de flores donde colocan un cuadro grande con la imagen de los Reyes o las figuras de éstos talladas en madera. Frente al altar ponen bancos donde se sientan los rezadores y cantadores, más atrás va el coro y el resto de los invitados. Cantan toda la noche y siguen hasta el amanecer, cuando sirven un sabroso asopao de gallina, además de repartir café con leche, chocolate y pan calientito. En la zona sur, sobre todo en las cercanías de Ponce, se acostumbra hacer lo que allí los vecinos llaman "petición de aguinaldo": Un vecino con una urna pequeña de madera (donde van los tres Reyes a caballo, enjaezados, pintados de lucientes colores. Melchor, de tez negra, no lleva corona, en su lugar usa un turbante rojo) le lleva "una música" a algún amigo. Ocho días después del día de Reyes, el amigo que recibió la música, le contesta de la misma manera en la quincena del mismo mes. A esto le llaman la octava y la octavita respectivamente. En la región de Naguabo, las familias campesinas preparaban diversos platos típicos. Los amigos se las ingeniaban para robárselos. Luego, el ladrón invitaba a comer a la familia despojada de sus alimentos y golosinas y le servía los platos que ellos habían preparado. (Vid., Garrido, Pablo, Op. Cit., p. 69
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