domingo, 17 de marzo de 2019

La contaminación se ha convertido en una amenaza para la especie humana

La contaminación se ha convertido en una amenaza para la especie humana

Provocará millones de muertes prematuras a mediados de siglo en Asia y África


La contaminación del agua, del aire y los desechos químicos amenazan la integridad de los seres humanos y su capacidad para reproducirse, así como provocará millones de muertes prematuras a mediados de este siglo en Asia, Medio Oriente y África.






Si no se aumentan drásticamente las protecciones ambientales se producirán millones de muertes prematuras a mediados de siglo en ciudades y regiones de Asia, Oriente Medio y África, advierte el informe Global Environment Outlook 6, realizado por un equipo de 250 científicos y expertos de más de 70 países, y publicado con ocasión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que se celebra esta semana en Nairobi, Kenia. 

El riesgo de muertes prematuras se debe a que la resistencia antimicrobiana se convertirá en una de las principales causas de muerte debido a la contaminación del agua, y a los disruptores endocrinos, productos químicos que alteran el equilibrio hormonal de los humanos, que afectarán la fertilidad masculina y femenina, así como el desarrollo neurológico infantil. 

El informe añade que mundo tiene a su disposición la ciencia, la tecnología y las finanzas necesarias para encaminarse hacia el desarrollo sostenible, pero que aún falta un mayor esfuerzo de líderes empresariales y políticos que se “aferran a modelos obsoletos de producción y desarrollo”. 

“La información científica es clara. La salud y la prosperidad humanas están directamente relacionadas con el estado del medio ambiente. Este informe construye una perspectiva de la humanidad: nos encontramos en una encrucijada. ¿Continuamos por nuestra ruta actual, que nos llevará a un futuro sombrío, o escogemos el camino del desarrollo sostenible? Esa es la elección que deben hacer nuestros líderes políticos, ahora", aseguró Joyce Msuya, directora ejecutiva interina del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), editor del informe. 

Cero residuos 

El informe sugiere pasar del modelo de desarrollo de “crecer ahora, limpiar después” a un modelo económico de “cero residuos”, la llamada economía circular, para el año 2050. 

Si los países destinan a las inversiones de medio ambiente un 2% de su PIB, producirían un crecimiento a largo plazo tan alto como el que se proyecta actualmente, pero con un menor impacto en el cambio climático, la escasez de agua y la pérdida de ecosistemas. 

El informe señala también que el mundo no está en vías de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ni para 2030 ni para 2050, y que se necesitan medidas urgentes, ya que también se encuentran en peligro las metas del Acuerdo del París, y el progreso podría ser revertido. 

Entre las medidas recomendadas por el informe figura el fomento de dietas con menos carne, y reducir el desperdicio de comida. Actualmente, el 33% de los alimentos del mundo se desperdicia, y el 56% se genera en los países desarrollados. Si esto no cambia, será necesario aumentar la producción de alimentos un 50% para satisfacer la demanda de entre 9.000 y 10.000 millones de habitantes del planeta en 2050. 

Otra medida es invertir estratégicamente en las áreas rurales para reducir la migración, y tomar ventaja de la creciente urbanización para aumentar el bienestar de los ciudadanos y disminuir su huella ambiental a través de mejores prácticas de gobernanza, planificación de uso de la tierra e infraestructura verde. 

Asimismo, hay que frenar la marea de 8 millones de plástico que llegan a los océanos anualmente, un problema que aunque ha recibido atención mundial, aún no cuenta con un acuerdo global para abordarlo.

Utilizar los avances 

El informe asegura que ahora existen mejores estadísticas ambientales y técnicas de recopilación, en particular en el campo de los datos geoespaciales, y esto representa un gran potencial para el impulsar el conocimiento a través de los grandes datos y la cooperación entre aliados públicos y privados. 

"El informe muestra que ya existen políticas y tecnologías para diseñar nuevas vías de desarrollo que eviten los riesgos, y generen salud y prosperidad para todas las personas. Lo que falta actualmente es la voluntad para implementar políticas y tecnologías a una velocidad y una escala suficientes”, dijeron Joyeeta Gupta y Paul Ekins, copresidentes del proceso de realización del informe. 

Según los autores, las medidas políticas que abordan sistemas completos, como la energía, los alimentos y los residuos, en vez de crear problemas específicos como la contaminación del agua, pueden ser mucho más efectivas. 

“Por ejemplo, un clima estable y un aire limpio son resultados interconectados; las medidas de mitigación climática para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París costarían alrededor de 22 billones de dólares, pero reducir la contaminación del aire traería beneficios acumulados para la salud de hasta 54 billones”, afirma el informe.

Por qué la Iglesia oficial se niega a discutir sobre la sexualidad y la ley del celibato? de Leonardo Boff

¿Por qué la Iglesia oficial se niega a discutir sobre la sexualidad y la ley del celibato?

Es innegable el valor del Papa Francisco al enfrentar abiertamente la cuestión de la pedofilia dentro de la Iglesia. Ha impulsado la entrega de los pedófilos, curas, religiosos y cardenales a la justicia civil para ser juzgados y castigados. En el encuentro de Roma para la Protección de los Menores a finales de febrero de 2019, el Papa impuso 8 determinaciones entre las cuales estaban la “pedofilia cero” y “la protección de las víctimas de abuso”.
El Papa señala la llaga principal: “el flagelo del clericalismo, que es el terreno fértil para todas estas abominaciones”. Clericalismo significa aquí la concentración de todo el poder sagrado en el clero, con exclusión de otros estamentos, que se juzga por encima de cualquier sospecha y crítica. Ocurre que algunos clérigos usan ese poder, que de por sí debería irradiar confianza y reverencia, para abusar sexualmente de menores. 
Sin embargo, a mi modo de ver, el Papa actual y los anteriores, por razones que más abajo intento esclarecer, no han llevado la cuestión de la sexualidad y la ley del celibato hasta el fondo. 
En cuanto a la sexualidad hay que reconocer que la Iglesia-gran-institución-piramidal ha alimentado históricamente una actitud de desconfianza y muy negativa ante ella. La Iglesia es rehén de una visión errónea, proveniente de la tradición platónica y agustiniana. San Agustín veía la actividad sexual como el camino por el cual entra el pecado original. Por él, de nacimiento, cada ser humano se hace portador de una mancha, de un pecado, sin culpa personal, en solidaridad con el pecado de los primeros padres. 
Cuanto menos sexo procreativo, menos massa damnata (masa condenada). La mujer, por ser engendradora, introduce en el mundo el mal originario. Por ello se le negaba la plena humanidad. Era llamada “mas” que en latín significa “hombre no completo”. Todo anti-feminismo y machismo en la Iglesia romano-católica encuentran aquí su presupuesto teórico. 
De aquí el alto valor atribuido al celibato, porque, no habiendo relación sexual-genital con una mujer, no nacerán hijos e hijas. Así no se transmite el pecado original. 
En los análisis y condenas que se han hecho sobre la pedofilia todavía no se ha discutido el problema subyacente: la sexualidad. El ser humano no tiene sexo, sino que todo él es sexuado, en cuerpo y alma. Es tan esencial que por él pasa la continuidad de la vida. Pero se trata una realidad misteriosa y extremadamente compleja. 
El pensador francés Paul Ricoeur, que reflexionó mucho filosóficamente sobre la teoría psicoanalítica de Freud, escribió: “La sexualidad, en el fondo, permanece tal vez impermeable a la reflexión e innaccesible al dominio humano; tal vez esa opacidad hace que ella no pueda ser reabsorbida en una ética ni en una técnica”. (Revista «Paz y Tierra», nº 5 de 1979, p. 36). Ella vive entre la ley del día, donde prevalecen los comportamientos establecidos, y la ley de la noche, donde funcionan las pulsiones libres. Sólo una ética del respeto hacia el otro sexo y el autocontrol permanente de esa energía volcánica pueden transformarla en expresión de afecto y de amor, y no en una obsesión. 
Sabemos cuán insuficiente es la formación para la integración de la sexualidad que se da a los curas en los seminarios. Se hace lejos del contacto normal con las mujeres, lo que produce cierta atrofia en la construcción de la identidad. ¿Por qué Dios creó a la humanidad como hombre y mujer (Gn 1,27)? No fue en primer lugar para engendrar hijos sino para que no estuviesen solos, para que fueran compañeros (Gn 2,18).
Las ciencias de la psique nos han dejado claro que el hombre sólo madura bajo la mirada de la mujer y la mujer bajo la mirada del hombre. Hombre y mujer son completos, pero recíprocos, y se enriquecen mutuamente en la diferencia. 
El sexo genético-celular muestra que la diferencia entre hombre y mujer en términos de cromosomas se reduce solamente a un cromosoma. La mujer posee dos cromosomas XX y el hombre un cromosoma X y otro Y. De donde se deduce que el sexo-base es el femenino (XX), siendo el masculino (XY) una diferenciación de él. No hay pues un sexo absoluto, sino sólo uno dominante. En cada ser humano, hombre y mujer, existe “un segundo sexo”. En la integración del “animus” y del “anima”, o sea, de las dimensiones de lo femenino y de lo masculino presentes en cada persona, se gesta la madurez humana y sexual. 
En este proceso no está excluido el celibato. Puede ser una opción legítima, pero en la Iglesia católica es impuesto como condición previa para ser sacerdote o religioso. Por otro lado, el celibato no puede nacer de una carencia de amor, sino de una superabundancia de amor a Dios, que se transborda a los otros, en especial a los más carentes de afecto. 
¿Por qué la Iglesia romano-católica no deroga la ley del celibato? Porque es contradictorio con su estructura. Ella es, socialmente, una institución total, autoritaria, patriarcal, machista y jerarquizada. Una Iglesia que se estructura en torno al poder sagrado cumple lo que C. G. Jung denunciaba: “donde predomina el poder ahí no hay amor ni ternura”. Es lo que ocurre con el machismo y la rigidez, en parte, en la Iglesia. Para corregir este desvío, el Papa Francisco no se cansa de predicar “la ternura y el encuentro afectuoso”. El celibato es funcional a la Iglesia clerical, sola y solitaria. 
De perdurar este tipo de Iglesia no esperemos la abolición de la ley del celibato, que es útil para ella, pero no para los fieles. 
¿Y dónde queda el sueño de Jesús de una comunidad fraternal e igualitaria? Si se viviera, cambiaría todo en la Iglesia.