viernes, 24 de abril de 2015

LAS TRES PREOCUPACIONES DE JESUS

Las tres preocupaciones de Jesús

21.04.15 | 19:06. Archivado en Iglesia española
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Con frecuencia ocurre que losespecialistas y estudiosos de los evangelios afinan tanto en el análisis de los textos, que bien puede ocurrir - y ocurre - que se cumple aquello de que “el árbol tapa el bosque”. Quiero decir, sucede muchas veces que los detalles y discusiones en torno a un episodio, una palabra, la raíz original de un nombre, pueden acaparar la atención de un comentario hasta el extremo de que nos centramos y nos limitamos al detalle, al tiempo que perdemos la visión del conjunto. Con lo cual bien puede ocurrir que lleguemos a saber casi todo de casi nada. Y con el detalle o los detalles, perdemos de vista (o no caemos en la cuenta de) lo más fundamental, que es lo que el gran relato del Evangelio, en su conjunto, nos quiere enseñar. Sin olvidar lo que acertadamente supo formular J. Habermas, siguiendo a Th. Adorno: “el todo no es igual a la suma de sus partes”. Vamos, pues, a pensar brevemente en algo que pertenece a ese “todo” que nos transmiten los evangelios.
Pues bien, si hacemos memoria y pensamos en el conjunto de lo que nos transmiten los relatos evangélicos, pronto se da uno cuenta de que, en esos relatos, se repiten (casi de principio a fin) tres hechos, que sin duda nos revelan las tres preocupaciones fundamentales que vivió y expresó Jesús. En efecto, en los evangelios se habla insistentemente de: 1) curaciones de enfermos; 2) comidas o cuestiones relacionadas con la comida, 3) relaciones humanas, las mejores relaciones que se pueden (y se deben) mantener entre seres humanos. Basta repasar los evangelios, teniendo en cuenta los tres hechos que acabo de apuntar, para tomar conciencia de que, efectivamente, tres temas que aparecen una y otra vez, en el conjunto de los relatos evangélicos, son hechos, situaciones o dichos de Jesús, relacionados con: 1) la salud; 2) la alimentación; 3) las relaciones humanas. 
Por supuesto, todos sabemos que estos tres hechos se realizaron y sucedieron de forma que en ellos se implican temas de notable importancia, como es, por ejemplo, la cuestión de la historicidad de los relatos o su significación religiosa, como ocurre - por ejemplo - en el tema de las curaciones de enfermos: ¿son relatos de milagros? ¿son, más bien, un género literario propio de aquel tiempo? Todo esto, y mil cosas más, se pueden discutir. Pero, desde luego, lo que no admite discusión es que Jesús tuvo la enorme fuerza de atracción, que ejerció sobre las gentes más humildes y desamparadas de aquel pueblo, por la sencilla razón de que la gente encontraba en Jesús la respuesta que buscaba para sus carencias y necesidades más básicas y apremiantes. 
Es evidente que a todos los seres humanos nos interesa y nos preocupa el tema de la salud. Como nos preocupa también tener asegurado el pan de cada día. Y que a todos nos interesa el hecho de que nos estimen, nos respeten y nos quieran. Como no soportamos el odio, el desprecio, el abandono, la soledad y el desamparo. Estas cosas son tan básicas, que en ellas se juega nuestra felicidad o nuestra desgracia. Y nadie pone en duda que en estas tres preocupaciones coincidimos todos los seres humanos, sea cual sea nuestra cultura, nuestra educación, nuestras creencias, nuestro nivel económico, social o cultural. Es evidente, por tanto, que Jesús dio en el clavo. Y respondió a las demandas fundamentales de nuestra humanidad. 
Pero este asunto no acaba aquí. Es capital, al hablar de estas cosas, tener muy presente que, tal como los evangelios presentan y relatan estas tres preocupaciones de Jesús, seguramente lo más llamativo no es que Jesús se interesara por la salud, la alimentación y las relaciones personales de la gente. Lo más chocante de todo es que Jesús antepuso la solución de estos tres problemas a las normas y exigencias de la religión. No puede ser mera coincidencia o casualidad la insistente repetición de las curaciones de enfermos precisamente en el día (el sábado) que eso estaba prohibido por la religión. Como tampoco puede ser una coincidencia ocasional el hecho de comer cuando los más religiosos ayunaban, o saltarse los rituales de lavatorios y purificaciones que imponían los rabinos, como tampoco pudo ser un mero descuido el hecho de ponerse a frotar espigas de trigo arrancadas en día de sábado. Y así sucesivamente. 
Como resumen de lo que vengo explicando, se puede recordar el episodio de la curación del manco en la sinagoga (Mc 3, 1-6; Mt 12, 9-14; Lc 6, 6-11), precisamente un sábado. Jesús le dijo al manco que se pusiera de pié y en el centro. Y “echándoles una mirada de ira” , a los que estaban al acecho para denunciarle (Mc 3, 2 par), les hizo esta pregunta: “¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o hacer daño, salvar una vida o matar?” (Mc 3, 4 par). En realidad, lo que Jesús estaba preguntando es esto: “¿Qué permite la religión, curar y dar vida, o causar dolor y quitar la vida? En otras palabras, ¿qué es lo primero: la religión o la vida? Jesús no lo dudó un instante: “Echándoles una mirada de ira y apenado por su obcecación”, le dijo al manco: “Extiende el brazo” (Mc 3, 4 b). Y el hombre quedó curado. El relato termina diciendo que, al salir, los fariseos se fueron en busca de los partidarios de Herodes, para ver cómo podían asesinar a Jesús. Allí, por tanto, la pasión de Jesús por la vida, por la plenitud de la vida que le faltaba al manco, le costó a Jesús la seguridad de su propia vida. O para decirlo más claro, entre el sometimiento a la religión y la defensa de la vida, Jesús optó, sin dudarlo, por la vida, por la plenitud de la vida, por la alegría y la felicidad que nos proporciona el hecho de saber que tenemos nuestra vida bien asegurada. 
Y conste que lo que he dicho sobre la salud y la vida, se podría decir igualmente por la comida compartida con todos y para todos. Lo que quedó patente - por poner algún ejemplo - en la multiplicación de los panes, en las comidas con pecadores y gentes de mal vivir o en el banquete del Reino, al que no entraron los invitados oficiales, mientras que allí se metió hasta el último de los mendigos y vagabundos de los caminos. De la misma manera que aquí tendríamos que recordar la inconcebible generosidad, en las relaciones humanas, que subyace a todo el sermón del monte y a los discursos y parábolas de Jesús, de principio a fin de sus enseñanzas. Hasta terminar con el sobrecogedor discurso del juicio de las naciones (juicio final) (Mt 25, 31-46), en el que ya ni se menciona la religión, las creencias o las prácticas sagradas de cada cual. Sólo queda en pie lo que de verdad le interesó a Jesús y lo que quedará en pie en el momento definitivo, a saber: cómo se ha portado cada cual con sus semejantes, sobre todo con quienes más sufren en la vida. Aquí y en esto se centró y concentró la religión de Jesús. 
¿Qué nos vienen a decir estas tres preocupaciones fundamentales de Jesús? Parece que, en sana lógica, de lo dicho se pueden deducir las siguientes conclusiones:
1. Lo que más preocupó a Jesús - y en consecuencia, por lo que más se interesó - no fueron realidades que pertenecen al ámbito de “lo sagrado” (el templo, los rituales, las leyes que dictaban los rabinos...), sino a “lo profano” (la salud de las personas, la comida compartida por todos, las mejores relaciones humanas de todos con todos). 
2. Es evidente que, si lo dicho es cierto, de ahí se sigue que  Jesús desplazó el centro de la religión. Ese centro, de acuerdo con lo que dice el Evangelio, no está en el templo, sus sacerdotes y sus ceremonias, sino que está en la calle, en el trabajo, en la casa, en la convivencia con los demás, en la profesión y en el descanso, en nuestra conducta y en nuestra forma de vida. Esto es lo central en nuestra relación con Dios, según lo que nos dejó Jesús como recuerdo y memoria de su vida y su destino.
3. En la Iglesia - por causa de un largo proceso histórico que ahora no podemos desentrañar y analizar - hemos cometido el error de pretender armonizar y hacer compatible lo que Jesús vio que era irreconciliable e incompatible, a saber: los rituales sagrados con la ética que nos marcó Jesús. La vida de Jesús fue conflictiva, hasta terminar en su muerte violenta, porque Jesús se dio cuenta de que el obstáculo, que le impedía ponerse de parte de la vida y de la felicidad de la vida (con todas sus consecuencias), era precisamente la sumisión y la observancia religiosa de las normas, los rituales y las prácticas sagradas que imponían los sacerdotes y los maestros de la Ley. 
4. De ahí, la incoherencia en que vivimos en la Iglesia. Nos hemos empeñado en mantener las observancias del templo, de los sacerdotes y de la liturgia, con lo cual lo que realmente conseguimos es tranquilizar nuestras conciencias y tener la idea de que somos cristianos creyentes a carta cabal, cuando en realidad lo que hemos conseguido con eso es destrozar la ética que nos marcó Jesús con su forma de vivir y con sus enseñanzas. Y así, ahora nos encontramos con el brutal contraste de tantos cristianos que se confiesan creyentes practicantes, cuando en realidad son ladrones y embusteros que saben armonizar las mejores relaciones posibles con la Iglesia y las peores relaciones imaginables con los pobres, los enfermos, los extranjeros y con todos los que no se someten a lo que a ellos les interesa. 
Comprendo que todo esto es duro y difícil de decir. Pero es más duro más difícil tener que sufrirlo.

domingo, 12 de abril de 2015

LA MISTICA DEL URBANITA

La mística del urbanita

Foto ZuñigaJesús de Nazaret fue un místico urbanita frente a Juan Bautista, místico del desierto. Curiosamente es esta mística del “desierto”, de la “huida del mundo”, la que se ha impuesto sobre todo a partir del s. V con el monacato de san Benito. Y desde aquí se ha elaborado un paradigma de la mística, que se presenta como algo exclusivo monacal, según la literatura  al uso sobre espiritualidad.
Jesús de Nazaret, un místico laico, que no huye de los centros urbanos; por el contrario, vive en ellos y recorre poblados de Galilea, de Samaria y de Judea. Y en esa tarea agotadora de ir de pueblo en pueblo predicando la Buena Nueva desarrolla la mística urbanita, que me parece un modelo a seguir.
Jesús de Nazaret lleva a cabo una doble tarea, basada en un programa de cambio radical de la condición humana. La primera, vertical, en la relación humana de su religación con la Trascendencia. Y la segunda, horizontal, en las propias relaciones de los seres humanos entre sí.
Respecto a nuestra religación con Dios, Jesús de Nazaret nos indica desde su vivencia personal el camino a seguir. Dios es Padre-Madre que está con nosotros y que nuestra relación con Él-Ella ha de ser fluida, en cualquier circunstancia, de nuestra existencia, sin templo ni liturgias, aunque haya determinados momentos para “subir al templo” y poder celebrar litúrgicamente la presencia del Misterio entre los seres humanos. El nuevo rostro de Dios es el del padre de la parábola del hijo pródigo, o más bien habría que llamarla parábola de la existencia humana. Un Ser que acoge, que se compadece y perdona a aquel hijo que quiso realizar una experiencia de lejana autonomía. Con razón dice Ortega y Gasset que la persona que toma en serio su vida, que da sentido a su existencia es una persona profundamente religiosa. Jesús de Nazaret siente la presencia del Misterio en cualquier situación, pero de vez en cuando se retira a espacios de silencio para vivir intensamente su relación con el Misterio. No puedo por menos de recordar la intensa vivencia espiritual, mistérica, de Manuel García Morente, ateo intelectualmente convencido, en aquella noche parisina de su exilio voluntario de finales de abril de 1937, después de escuchar unos fragmentos de L’enfance de Jesús de Berlioz. Es lo “fascinante” de la experiencia religiosa de la que habla R. Otto en su libro Lo santo.
Pero la mística laica de Jesús de Nazaret lleva su radicalidad insospechada al campo de la horizontalidad. En primer término hay que resaltar la compasión y la misericordia (en el sentido más genuino de las etimologías de ambas palabras: padecer junto con el otro y pasar por el corazón la debilidad propia y ajena), como expresión de la tolerancia y de la convivencia en armonía. El hombre no puede ser un lobo para el hombre (homo homini lupus, se decía). El “ojo por ojo y diente por diente” debe ser desterrado y sustituido por el “amor al enemigo”. Aunque no le falte razón a K. Marx cuando escribe que la violencia es la partera de la historia, sin embargo es preciso que la transformación interior de hombres y mujeres, desde la mística de Jesús de Nazaret, haga obsoleta la máxima marxista; por eso Él no lleva a cabo su revolución mediante la espada, mediante la violencia física, hasta el punto de que Él, con su muerte violenta, en un solo gesto, abraza esas dos realidades tan opuestas: víctimas y verdugos. Él pretende cambiar el corazón de piedra, preocupado por el bien personal o el esfuerzo por obtener bienestar y la seguridad económica, por otro de carne, como nos recuerda el profeta Ezequiel (Ez. 11,19). Es aquí, y en las otras características de la mística del nazareno, donde, a mi modo de ver, ha de insistir la teología de la redención, que son las que posibilitan un cambio profundo de nuestras actitudes. Y no de que Dios entregó a su hijo a la muerte, siendo su sangre el precio de nuestra liberación. En la noche de pascua hemos escuchado en el pregón pascual: “Dichosa culpa, que nos mereció tan especial Redentor”. Nuestra culpa no puede ser la causa de su muerte; la causa de la muerte de Jesús de Nazaret hay que buscarla en la radicalidad de su discurso y de su vida; o lo que es lo mismo, en su coherencia.
Ahora bien, la compasión y la misericordia llevan inseparablemente aneja la actitud de acogida, como la del padre del hijo pródigo, quien no sólo perdona con su abrazo al hijo que un día se marchó de casa, a la aventura, sino que lo acoge con un banquete de bienvenida a pesar de los recelos de su otro hijo. Esta acogida desde la horizontalidad es posible por el compromiso de Jesús de Nazaret con las gentes que le acompañan o con las que se encuentra en su recorrido por los diferentes poblados y ciudades palestinas.
De la acogida a la solidaridad con los más necesitados y sufrientes. Pero la solidaridad no es posible si previamente no ha habido una denuncia profética de las injusticias sociales, de la opresión del dinero y de las élites sociales, políticas y religiosas, como acertadamente refiere I. Ellacuría, del atesorar obscenamente riquezas que desembocan en la brecha social en contra de la providencia divina. No puede por menos referirse en su discurso programático de las Bienaventuranzas a los que trabajan y luchan por la justicia. De ahí que nos llama poderosamente la atención determinado gesto caritativo y de solidaridad de algún jerarca de la Iglesia católica, como es vender algunos bienes de la Iglesia local para que Cáritas los reparta entre los pobres y necesitados. Un gesto encomiable, pero desprovisto de apoyo profético, como es la denuncia de que la pobreza de muchos ciudadanos de su diócesis se les ha venido encima por las decisiones ultraliberales del gobierno actual; decisiones que han favorecido más al capitalismo salvaje que a los ciudadanos, cuyo resultado es bien patente: los ricos son más ricos y los de clase media y los pobres son más pobres.
Es la mística, pues, de Jesús de Nazaret la del urbanita con los “ojos abiertos”, como nos propone JB Metz. No hay mística sólo de la verticalidad; ésta tiene que prolongarse en la horizontalidad. No hay mística abstracta, sino inmersa en la temporalidad, en el acontecer diario de hombres y mujeres.
La mística del urbanita y la del hombre del desierto no se contraponen; al contrario, se complementan, como las figuras bíblicas de Juan Bautista y Jesús de Nazaret. La mística del cenobio tiene su rol propio y su permanencia en el tiempo es signo inequívoco de una vivencia espiritual radical. La mística del urbanita, en determinados momentos, necesita del silencio monacal para robustecerse, para hacer suyas las palabras de Teresa de Ávila: “Nada te turbe,/ nada te espante,/… quien a Dios tiene/ nada le falta:/ Sólo Dios basta”.
Abril 2015

5 comments to La mística del urbanita

  • mª pilar
    ¡Gracias Antonio Gil Zúñiga por este art.!

    Para mí es… suficiente y esperanzador, no miro si es teológico, si es históricamente  exacto; me vale totalmente… que un hombre pleno en su humanidad, paso por el mundo no solo haciendo el bien… ¡ya muy importante! sino que fue totalmente consecuente con cuanto dijo, hizo y vivió.

    Los “otros” temas, pensamientos ideas… son personales y devienen de una opción y experiencia personal.

    ¡¡¡Gracias, me parece gratificante en estos tiempos que nos está tocando vivir!!! 

    mª pilar
  • Rodrigo Olvera
    a) Creo que hay que recordar que las narraciones evangélicas no son narraciones históricas sino narraciones teológicas. La ubicación de Juan predicando en el desierto responde a una necesidad teológica de presentar a Jesús como aquél en quien se cumplen todas las profecías mesiánicas, incluyendo la del precursor mesiánico como “voz que clama en el desierto”.

    b) Dificilmente se puede decir que sea una mística de “huída del mundo” la predicación de denuncia del incesto del tetrarca, de los abusos de los militares de ocupación o de la corrupción de las élites religiosas-económicas judías. Existe sí un transforndo histórico de movimientos “hacia el desierto” en Palestina del siglo I, por ejemplo el movimiento esenio. Pero el desierto en la Palestina del siglo I tiene una connotación distinta al desierto en Egipto en los siglos IV y V. En la Palestina del siglo I tiene una connotación política: primero, literalmente como espacio geográfico donde rebelarse; y segundo  una connotación religiosa-política como el espacio en el que es preferible internarse para liberar al pueblo del dominio extranjero (experiencia fundacional de la salida de Egipto al desierto). Los movimientos “al desierto” de esa época implican la moviliación hacia la liberación de la opresión, y la denuncia de la élite que prefiere quedarse en connivencia con el poder militar de ocupación.

    c) Dificilmente se puede afirmar que la mística de Jesús sea de centros urbanos. Está bastante explorado en los estudios de los últimos 30 años el hecho de que el Jesús presentado en las narraciones evangélicas evita deliberadamente los grandes centros urbanos que le rodean (tanto helenos commo judíos helenizados), tanto durangte su prédica en Galilea, como en su deambular por Samaria y en Judea, con excepción de su(s) subida(s) a Jerusalén.  Parece más que es una mística de comunitariedad de pequeños pueblos rurales.

    d) Concuerdo por lo demás que la mística o espiritualidad de Jesús, hasta donde se puede deducir de las narraciones evangélicas, plantea un posicionamiento vertical y horizontal muy distinto a la espiritualidad del cristianismo latino del último milenio. Creo, con todo, que con frecuencia se omiten las influencias de los pueblos germanos, los godos y sobre todo los francos en la configuración de esa espiritualidad, tan diferente a la ortodoxa que comparte la influencia helénica, pero carece de la franca, y que por ejemplo jamás ha haceptado que la mística sea excluisva de los monjes.

    Abrazos y esperanzas
  • George R Porta
    Aunque nada se sepa de qué llevara a Juan a posiblemente vivir y predicar en el desierto, no es imposible imaginar que huyese de los condicionamientos “urbanos” y que encontrara en el desierto una intimidad con la naturaleza que si dura físicamente, debió ser libre. La denuncia profética quizás se haga necesaria constantemente porque el condicionamiento social no cesa y de que se nace a que se tiene edad de optar con relativa autonomía, la persona no puede esquivar mucho dichos condicionamientos. 
    Parece muy interesante que Juan enfatizase la conversión en el sentido de voltearse o de vivir en la esperanza de la liberación y no solo políticamente hablando. La noción de misericordia y de acogida que Jesús desarrolló quizás no le era exclusiva porque los relatos sobre el Bautista cumplen una función ambientadora de la llegada de Jesús pero dirigen en el sentido de acogerle. Quizás haya una linea de continuidad como la hubo tradicionalmente entre los judíos leyendo a los Profetas alineadamente y/o en paralelo. 
    De cualquier modo la reflexión de Gil de Zúñiga me ha sido beneficiosa y se la agradezco como agradezco a Atrio que la facilite.
  • Lola Cabezudo
    Me ha interesado mucho el artículo y si me pidieran un resumen en forma de titular diría: ni solo poner los ojos en blanco, ni solo colaborar con las ONGs, sino también participar en  política y en plataformas ciudadanas para contribuir a generar derechos. Gracias al autor.
  • Antonio Vicedo
    Buen tema y buena exposición para alentar nuestro ánimo y compromiso por una verdadera y radical reforma de nuestra eclesialidad cristiana.

    Hace tiempo que me ocupó una simple y sencilla comparación relacional entre la importancia que en la eclesialidad se le daba a la separación, de la normalidad de la vida de las gentes, por Órdenes Religiosas, Monacatos, Clausuras, Congregaciones y clerecia y la poca coherencia práctica a aquello que ya la comunidad de Juan tuvo que explicitar atribuido a Jesús  en su oración : -”NO TE PIDO, PADRE, QUE  L*S SAQUES DEL MUNDO, SINO QUE  L*S PRESERVES DEL MAL.”

    Esto quedaba en línea coincidente con lo del coloquio con la Samaritana junto al Pozo; con el sentido de las parábolas más claras y prácticas; y con aquel giro radical de entender el proyecto divino, desde la Humanización de Dios en Jesús,; lo de que el Sábado es para la Humanidad y no al revés; lo que conlleva la importancia de la vivencia humana del AMOR incluso a los enemigos como prueba identitaria del DISCIPULADO; y la inalienable jurisprudencia sobre las actitudes y comportamientos humanos en Mt.XXV. “CONMIGO hacéis, o no, LO QUE con UN* cualquiera de mis mas PEQUEÑ*S HERMAN*S”.
    Y es que , siendo Dios principio, fuente e ineludible CONTINENTE ACTIVO de la Naturaleza y la Gracia, ambas se complementan y, entre si, no pueden rechazarse.

martes, 7 de abril de 2015

UNA REVOLUCION EN LA EVOLUCION

Una revolución en la evolución

BoffExiste una percepción generalizada de que el ser humano de hoy es alguien que debe ser superado. Todavía no ha terminado de nacer,  pero está latente dentro de los dinamismos del proceso evolutivo. Esta búsqueda del hombre y mujer nuevos tal vez sea uno de esos anhelos que jamás lograron progresar en la historia.
Demos dos ejemplos. El pensamiento mesopotámico produjo la epopeya de Gilgamesh (siglo VII a.C) que está muy cerca del relato bíblico de la creación y del diluvio. El héroe Gilgamesh, angustiado por el drama de la muerte, busca el árbol de la vida. Quiere encontrar a Utnapishtim que había escapado del diluvio, había sido inmortalizado,  y vivía en una isla maravillosa donde no reinaba la muerte. En su camino, el dios Sol (Shamash) le apostrofa: «Gilgamesh, la vida que buscas nunca la vas a encontrar». La divina ninfa Siduri le advierte: «cuando los dioses crearon la humanidad le dieron como destino la muerte; ellos retuvieron para sí la vida eterna. Gilgamesh, harías mejor llenando el vientre y gozando la vida de día y de noche; alégrate con lo poco que tienes en tus manos».
Gilgamesh no desiste. Llega a la isla de la inmortalidad. Consigue le árbol de la vida y regresa.  Al volver, la serpiente sopla con su aliento fétido el árbol de la vida y lo roba. El héroe de la epopeya muere desilusionado y va «al país donde no hay retorno, donde la comida es polvo y barro y los reyes son despojados de sus coronas». La inmortalidad sigue siendo una búsqueda perenne.
Nuestros tupi-guaraní y apopocuva-guaraní crearon la utopía de la “tierra sin males” y la “patria de la inmortalidad”. Vivían en movilidad constante. De la costa de Pernambuco de repente se desplazaban hacia el interior de la selva, junto a las cabeceras del río Madeira. De allí, otro grupo se ponía en marcha hasta llegar a Perú. De la frontera de Paraguay, otro grupo se dirigía a la costa atlántica y así sucesivamente. El estudio de los mitos por los antropólogos desveló su significado. El mito de la “tierra sin males” ponía en marcha a toda la tribu. El chamán profetizaba: “va a aparecer en el mar”. Para allí marchaban esperanzados. Mediante ritos, danzas y ayunos creían volver el cuerpo ligero e ir al encuentro en las nubes de la “patria de la inmortalidad.” Desilusionados, regresaba a la selva hasta oír otro mensaje e ir en busca de la ansiada “tierra sin males”, anhelo de una esperanza imperecedera.
Los dos relatos expresan en forma mítica lo mismo que expresan los modernos en el dialecto de las ciencias. Estos no esperan el ser nuevo del cielo, quieren gestarlo con los medios que les ofrece la manipulación genética. Seguimos buscando y no obstante, muriendo siempre, jóvenes o mayores.
El cristianismo se inscribe también dentro de esta utopía. Con la diferencia de que ya no es una utopía sino una topía, es decir, un acontecimiento bienaventurado e inaudito que irrumpió dentro de la historia. El testimonio más antiguo del paleocristianismo es este: “Christus ressurrexit vere et aparuit Simoni” (Lc 24,34): “Cristo resucitó verdaderamente y apareció a Simón”.
Entendieron la resurrección no como la reanimación de un cadáver, como el de Lázaro, que después acabó muriendo nuevamente, sino como la emergencia del ser humano nuevo, el “novíssimus Adam” (1Cor 15,45), el “novísimo Adán”, como realización plena de todas las virtualidades presentes en lo humano.
No encuentran palabras para expresar ese fenómeno inaudito. Lo denominan “cuerpo espiritual” (1Cor 15,44). Eso parece contradictorio para la filosofía dominante en la época: si es cuerpo no puede ser espíritu; si es espíritu no puede ser cuerpo. Solo uniendo los dos conceptos, según los primeros cristianos, hacían justicia al hecho nuevo: es cuerpo pero transfigurado; es espíritu pero liberado de los límites materiales y con dimensiones cósmicas.
Dicen más: la resurrección no es simplemente un acontecimiento personal, realizado en la vida de Jesús. Es algo para todos e incluso cósmico, como aparece en las epístolas de san Pablo a los Colosenses y a los Efesios. Por eso san Pablo reafirma: “él es la anticipación de los que han muerto… Así como por Adán todos murieron, así por Cristo todos volverán a vivir” (1Cor 15,22).
Este es un discurso de fe y religioso, pero no deja de tener su importancia antropológica. Representa una entre tantas respuestas al enigma de la muerte, tal vez la más prometedora.
Si es así, estamos ante una revolución dentro de la evolución, como si la evolución anticipase su fin bueno en el auge de la realización de sus potencialidades escondidas. Sería una miniatura que nos muestra a qué gloria y a qué destino sumamente feliz estamos llamados.
Así vale la pena vivir y morir. En realidad, no vivimos para morir. Morimos para resucitar. Para vivir más y mejor.
A todos los que creen y a aquellos que dejan en suspenso su juicio, buenas fiestas de Pascua.
*Leonardo Boff escribió La resurrección de Cristo, nuestra resurrección en la muerte, 5ª ed., Sal Terrae 2007.
Traducción Mª José Gavito Milano

14 comments to Una revolución en la evolución


  • Isidoro García
    Que quede claro, es que lo expuesto por mí, no pretende convencer a nadie. Solo de que sí se puede encontrar un sistema o un puente de un unión entre el mensaje cristiano y la Ciencia.
    Cada uno tiene que encontrar su propio camino.
    “Es bueno el que guarda, cual venta del camino, para el sediento agua, para el borracho vino”. (Antonio Machado)
  • Isidoro García
    Dices Oscar, muy bien: “estamos SOLOS ante nuestro Destino, siendo éste la tarea de “re-absorber nuestras propias circunstancias”. “Ese Quehacer de re-absorción sería lo que más se pareciera a la de re-suscitar poniendo en las circunstancias el “sentido” que ellas por sí no tienen, son brutas clamando por des-en-brutecerse”. Pero la “salida” auténtica para la vida de cada cual es jugar el Partido hasta que venga el relevo.

    Estamos diciendo casi lo mismo. Concuerdo en que estamos SOLOS ante nuestro Destino, lo que sucede es que unos piensan que estamos toreando en una plaza vacía, y otros pensamos que somos toreros buscando la “alternativa”, y por eso nos dejan solos en la plaza ante el toro, pero están todos en el tendido mirando a ver si lo conseguimos.

    (Sobre el tema de nuestra “soledad”, copio y pego una cosa que leía hace poco: “Estamos en la Vía Láctea que contiene entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas. Nuestra galaxia pertenece al Grupo Local de galaxias, que está formado por unas 45 galaxias que giran conjuntamente alrededor de otro cúmulo galáctico más grande (cúmulo de Virgo formado 1.300 galaxias).  Y Nuestro Cúmulo de Virgo está con otros cuatro cúmulos más formando un gran cúmulo (llamado de Piscis-Cetus). Por ahora parece que pertenecemos a un gran supercúmulo de 100.000 galaxias denominado Lanaikea (“cielo inmenso”). Este sería como nuestro “continente” pero hay otros miles de supercúmulos como este”).

    Y si a todas esas 100.000 galaxias, con sus muy posibles y correspondientes hipotéticos habitantes, los metes en un  gran paquete, y le pones la etiqueta de “El Padre”, y al torero de la plaza, representando a la Humanidad, le pones en el traje una etiqueta como “El Hijo”, empiezas a darte cuenta que para aclararse de verdad, hay que comprender el auténtico significado (“logos”) de las palabras y los nombres.

    Comprendo que esto es demasiado para muchos. Pero yo creo que el maestro Teilhard, nos enseñó el camino de la conciliación entre Religión y Ciencia: si ambos son expresiones de una misma Realidad, hay que adecuar los nombres de esa Realidad dados por ambas ramas del Conocimiento.  O sea hay que retraducir el lenguaje religioso en lenguaje científico.

    Eso no significa que la Religión, (en este caso el cristianismo), exprese necesariamente la Realidad. Hasta que se conozcan las cosas científicamente, sus afirmaciones serán hipótesis objeto de fe, y por tanto de duda y confianza sin plena justificación, por el creyente. Pero lo que está claro es que el creyente moderno, exigirá que sus descripciones sean homologables con los planteamientos científicos conocidos, que sean razonables, que no choquen frontalmente con ellos.

    Y respecto a nuestro destino, nuestra “alternativa”, que Oscar lo expresa como “re-absorber nuestras propias circunstancias”, yo le llamo ir evolucionando las condiciones y características de nuestra especie, en otras mucho más perfectas, para así lograr una vida feliz y creativa, tanto personal como socialmente. En resumen para transformarnos en una especie un escalón por encima de la nuestra.

    Y da la casualidad que entre esas circunstancias “mejorables” en la actual especie humana, está el envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Por eso afirmo que el mensaje-clave del Cristo, (su kerigma), coincide plenamente con la trayectoria que nos señala la Ciencia de la Evolución del Universo.

    Ahora bien esto se refiere a la Humanidad como especie. Cuando hablamos de que la subespecie de los Neandertales, evolucionó en una nueva, los Cromañones, (nosotros), lo que estamos diciendo en realidad es que los Neandertales desaparecieron y dejaron su espacio a los nuevos hombres, surgidos en Africa.

    Porque su evolución se produjo por mutaciones aleatorias darwinianamente. Pero en nuestro caso no será así. Serán nuestros descendientes los que paulatinamente se transformarán, poco a poco, en una especie nueva. Posiblemente casi imperceptiblemente, generación a generación irán transformándose hasta que cuando vean unas fotos nuestras, (sus antepasados), las pondrán como etiqueta de un anís, como hicimos nosotros con el Anís del Mono.

    Y a todo esto, ¿qué pasará con nosotros, los abueletes que nos hemos ido quedando por el camino?. Aquí divergen la Ciencia del mensaje del Cristo. Según la Ciencia, en principio, como muy bien dice Oscar, jugaremos nuestro partido, hasta que llegue el relevo, y sanseacabó.

    Según la promesa del Cristo, objeto de nuestra esperanza, por la vía del “espíritu”, (quizás de forma cibernética-realidad virtual), podremos seguir pensando, aprendiendo, creando y colaborando con el resto de los humanos, tanto vivos como ya muertos, en la evolución de la especie humana en una especie superior, capaz de hacernos felices y de organizarnos mediante una sociedad justa y bien avenida.

    Pero eso es asunto de fe personal, que quieras que no, al que lo crea así, le consuela bastante ante el panorama de la muerte. (Lo de podernos comer un bocadillo de jamón, u otros placeres terrenales, yo lo veo algo más difícil).


    De todas maneras, de cara a que el próximo viernes es el 60º aniversario de la muerte de Teilhard, voy a mandar un artículo más explicativo sobre el asunto. Sirva este comentario de anticipo.
  • George R Porta
    Iñaki: Perdona que me atreva a responder siendo cinco años más joven y que hable quien deba callar, ?pero hacer lo que sientas como lo piensas y disciernes no lo único que cuenta cuando lo sientas y pienses sinceramente y del mejor modo que puedas?  Me fascina que se sepa tanto del futuro si es realmente futuro cuando el propio presente se escapa sin ser agotado. 
    No sé imaginar qué esté ocurriendo ahora mismo cuando miro a mi reloj digital marcar las 19:34 h del Este de los EE UU y de repente le veo marcar las 19:35 y se me ha escapado el medio minuto sin acabar de formular mi pensamiento. Un abrazo cordial.
  • Iñaki S:S,
    De alguno de  los comentarios de Isidoro García creí entender algo así como:
    -Que nuestros conocimiento de la gran Dinámica del Universo, nos ha permitido saber la trayectoria cósmica que todo lleva.
    -Que es muy difícil conocer cual será el futuro de nuestros sucesores dentro de mil millones de años.
    -Que tenemos una idea, bastante clara, de cual será el próximo escalón que subirá nuestra especie.
    -Que una de sus característica será el haber alcanzado la cuasi-inmortalidad.

    Desde mi solo sé que no se nada, como especimen humano, no puedo evitar el preguntarme por mi propia cuasi-inmortalidad….y la de todos esos que se van quedando por el camino,  sin llegar a mis 77 privilegiados añitos.  La respuesta que me voy dando es algo así como… olvídate un poco de ti mismo y preocúpate un poquito más de los demás. ¿Puede ser este un buen camino para encontrar la piedra filosofal?
     
  • Rodrigo Olvera
    Hablar de “nuestro tiempo” es también una huida hacia adelante, huyendo de la complejidad de las experiencias/vidas humanas. Pues en este 6 de abril de 2015 conviven personas para las que de acuerdo a su yo-y-mi-circunstancia es válido el paradigma mítico pre-industrial, el paradigma mítico industrial, el paradigma crítico moderno, el paradigma crítico posmoderno, el paradigma mítico posmoderno, etc etc etc.

    Si para Oscar en su ser Oscar-y-su-circunstancia la teología dejó de tener validez, eso no significa necesariamente que para “nuestro tiempo” la teología dejó de tener validez. Si para José María Castillo y su circunstancia, la teología tiene validez, ¿no es una arrogancia afirmarle que la teología dejó de tener validez “para nuestro tiempo”?  Porque, además, lo que se afirma que tiene validez o dejó de tener validez para “nuestro tiempo” siempre coincide con lo que tiene validez o dejó de tener validez para la persona que define “nuestro tiempo”. ¿no?

    El hecho es que sólo se puede llegar a definir “nuestro tiempo” mediante un proceso de abstracción, en que justamente lo que se abstrae, lo que se excluye, es lo que teórica y abstractamente tanto se repite: las circunstancias plurales y complejas de la pluralidad y complejidad de vidas humanas.

    Hace varios años le había ya hecho esta observación a Oscar, y estuvo de acuerdo. Pero los viejos hábitos son difíciles de cambiar. Supongo.

    Para mí, tanto el monje budista en una cueva en el Himalaya, como la persona agnóstica, como la devota de la Wicca, todas ellas forman parte de “nuestro tiempo”, porque todas ellas viven su vida humana este 6 de abril de 2015…. y si hubiera que definir “nuestro tiempo” habría que definirlo entonces con bases estadísticas… y entonces “nuestro tiempo” sigue siendo un tiempo teísta: aunque la tendencia vaya a una disminución, la mayor parte de la humanidad sigue viviendo su vida desde esa cosmovisión.

    Abrazos y esperanzas
  • oscar varela
    Hola!
    Con el asuntito de “la resurrección de la carne” Boff está convencido que hay que re-novar la expectativa o esperanza.
    Lo que le pasa a “los desesperados” es que ven que el Partido de fútbol de su Equipo se les va de las manos y en cualquier momento les suena el pito final, lo que hacen es seguir el Partido fuera de la cancha. Por eso tiran la pelota a las tribunas o al patio de al lado. 
    Pienso que seriamente no pueden pensar que el patio de al lado sea donde el Partido seguirá de manera “resucitada”. Por eso cité a Borges en su frase “huyen hacia adelante”. No disimulo que esa gente “huye”.
    También R. Lenaers “huye” de una “Encarnación” que deja a medio camino cuando de la Heteronomía pasaba a la Autonomía; y justo cuando habría que dar el paso de nuestro tiempo (atisbo de la Vida) se encierra en el Patio internod e una conciencia que en su “fondo” estaría el “teos” encajador: la “Teonomía”. Solo él parecía entenderse, y pasado un tiempito se fue retrayendo de tal interpretación. Pero quedó encerrado aunque no tan desesperado.
    La cosa es mucho más sencilla cuando aceptamos convencidamente que la vida de cada cual se parece mucho a la Mónada leibniciana: estamos SOLOS (no digo solitarios, sino todo lo contrario, e, d. “circunstanciados”) ante nuestro Destino, siendo éste la tarea de “re-absober nuestras propias circu-stancias”.
    Ese Quehacer de re-absorción sería lo que más se pareciera a la de re-suscitar poniendo en las circunstancias el “sentido2 que ellas por sí no tienen, son brutas clamando por des-en-brutecerse.
    Si a Boff le gustara, podría extender ese des-en-brutecimiento al Kosmos entero habido y por haber. Pero la “salida” auténtica para la vida de cada cual es jugar el Partido hasta que venga el relevo. Porque el Partido sigue … con ganancias y pérdidas, con faules, expulsiones y goles de cabeza o de penal. 
    Yo pretendo jugar el Partido en la parte que me toca (y yo no elegí ni me consultaros de venir a la Cancha); jugar honestamente y a pleno. (alguito así decía Pablo ¿no?, aunque con ello no avale todo lo que el tenía en su cabezota)
    ¡Voy todavía! – Oscar.
  • George R Porta
    Mi mala memoria no tan precoz debe ser la causante (esta suposición es paliativa) de que olvidara especificar que el dictum que me atribuye Isidore pertenezca a una entrada que hice en otro hilo, el originado por el artículo “Pascua” de José Arregui y él no lo aclaró tampoco, deseo que por otras causas diferentes a la que posiblemente lo atribuyo en mi caso (mala memoria). Me confío a la generosidad de quien lea lo que escribí. 
  • George R Porta
    Amigo Isidoro: Habiendo trabajado profesionalmente algunos años en cuidados paliativos provistos a enfermos terminales apoyo el uso ético de paliativos y analgésicos, anestésicos, etc., Lo que dices de mí y de mi dentista no es cierto. 
    Si no me hago entender es porque me exprese mal, incompletamente. Confieso gustosamente mi admiración por la efectividad comunicativa de Oscar Varela y Rodrigo Olvera. Mi verborrea es crónica, compulsiva e indeseable a fuer de inefectiva. Mi valentía es más autoengaño y excesiva imprudencia..


    Quise expresar la inmoralidad hallada en especular (DRAE: especular2. (Del latín speculāri). 1. tr. Registrar, mirar con atención algo para reconocerlo y examinarlo. 2. tr. Meditar, reflexionar con hondura, teorizar. U. t. c. intr. 3. intr. Perderse en sutilezas o hipótesis sin base real. 4. intr. Efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios. Usado más en sentido peyorativo.5. intr. Comerciar, traficar) en una “industria” mediática que predica la segura perdición infernal de quien no consuma sus productos y la exclusión segura en la distribución de la “energía” (gracia) de la vida, de quien no “suscriba” sus “formulaciones” en un “lugar” provisto eterna y gratuitamente de combustible por la Divinidad que predica, y que carece de acceso a químicos analgésicos y paliativos.


    Sobre todo si los publicitarios de dicha industria esconden crímenes que causan un tormento terminal en sus víctimas y se encubren unos a otros. 
    Verás cuán iluso puedo ser imaginando que dichos publicitarios fueran siempre honrados, honestos, veraces y se midan con la vara que miden a otros/as.
     
    El Jesús en el que espero arriesgada pero confiadamente mi muerte era enemigo de la mentira en cualquiera de sus formas y, me lo parece al menos a mí, que sí estoy dispuesto a arriesgarme a creerle y confiarle, valga la pena de aprender a aceptar la incertidumbre sobre él y sus dichos y hechos. con la esperanza de llegar a conocer lo que ahora parece que no puedo conocer más completamente. Mi problema está con el dictum de Pablo de que el ministro del altar tenga derecho a que le paguen sus gastos personales (vivir del altar) más o menos como los boticarios y farmacéuticos dispensadores reclamando unos beneficios que ellos mismos no pagan si se automedican aunque debieran hacerlo.
    La ansiedad no es mala si no se convierte en patológica, por ejemplo la de los enamorados/as y la de los progenitores, que esa es buena aunque sea demandante. Pero ojalá que los enamorados/as no comiencen a utilizar analgésicos o paliativos para disminuir o evadir sus placenteras penas de amores.
  • Isidoro García
    (Sirva este comentario, para contestar especialmente a Asun, (que lo tenía pendiente), a George y Oscar).

    El otro día hacía una defensa (no del todo clara), de la religión, como tratamiento paliativo para las angustias y dolores morales y psicológicos, que nos asolan a los humanos. Y Asun lo achacaba a la cultura que recibimos los ya mayorcitos, en nuestra juventud. Y quizás también a que los viejos, como nos vemos cada vez más cerca del “hoyo”, somos más proclives a estos temas, que los jóvenes, que piensan que eso no va con ellos. Puede ser: “A cierta edad todos somos más o menos, ciclistas acabados”.

    Y veo que George, que aunque diga que lo contrario, es un valiente, parece que prefiere que le saquen las muelas sin anestesia, porque dice: “No se puede crear una industria de indulgencia y sacramentos y otros rollos similares precisamente para satisfacer la angustia de la incertidumbre”.

    Amigo George, te has cargado de un plumazo, toda la bendita industria de los anestésicos, y de los cuidados paliativos, que no curan, pero al menos hacen la vida más llevadera, para la gente menos valiente, que somos muchos.

    Oscar y yo coincidimos en que la vida acaba desesperando al más pintado. Y por eso comprendo a Oscar perfectamente. La experiencia nos dice que todo puede ser peor aún de lo que parece, y por eso parece que lo más inteligente es optimistamente no indagar demasiado. Si no lo hacemos así nos puede pasar como al cliente del restaurante que le dice a la camarera: “¡Oiga señorita, lleva el filete, sujetándolo en el plato con el dedo!”. Y ésta le responde, muy amablemente: “Es que no quiero que se me vuelva a caer al suelo”.

    Dicen algunos que un optimista no es más que un pesimista mal informado. Sin embargo yo creo que la Ciencia, (concordando con la Buena Nueva cristiana, ¡qué casualidad!), nos está empezando a señalar que es todo lo contrario: que los pesimistas, son optimistas potenciales, a los que les falta información, (o no acaban de creérsela del todo).

    Un pesimista al estilo de Oscar es el que cuando le hablan de volver al Paraíso, no puede dejar de imaginarse, “en pelotas”, con una mano delante y otra detrás, y comiendo todo el día a base de manzanas. Mientras que el optimista piensa que un ser que ha tenido el ingenio y la ambición de meter una anchoa en una aceituna, no puede acabar mal.

    Y lo de la anchoa, no es solo una broma. Traducido a lenguaje serio, un optimista es el que piensa que un ser con la inteligencia suficiente para llegar donde hemos llegado, (con todas las pegas que se quiera, pero este juego aún no ha terminado), no puede acabar mal.

    Pero acabe como acabe, todo lo que sirva para que la gente lo pase menos mal, no solo es legítimo, sino que es recomendable. Tanto si son aspirinas, morfinas para terminales, fútbol, o religión. Más aún, deberían estar subvencionados por el Gobierno. Y como soy muy optimista creo que todos os unireis a mi sentir.

     
  • Iñaki S:S,
    Entiendo que Oscar nos recomienda, una vez más, que no le busquemos cinco pies al gato. Sin embargo, el comentario de Sergio García me parece fantástico y sería bueno que las cabezas pensantes de ATRIO  le dedicaran un poco de tiempo.
  • oscar varela
    en cuanto al tanguito te recomiendo medites “SOY UNA CANCIÓN DESESPERADA”
    ahora se me acaba la electricidad. Luego, tal vez te lo comente.
    oscar.
  • oscar varela
    Hola Isidoro!
    Ye lo resumo en 2 frases de J.L. Borges:
    1.- “No nos une el amor sino el espanto” (eso es el “cristianismo”: vida de desesperados.
    2.- Por eso su “salida” e.d. SALVACIÓN” es HUIR HACIA ADELANTE.
    Oscar.
  • Isidoro García
    “Coincidir consigo mismo, beber del pozo de la vida y saber dejar lugar al otro que viene en la caravana generacional más joven”.

    Amigo Oscar, ¡con que poco te conformas!. Más bien da la impresión de que intentas poner al mal tiempo buena cara, y hacer de la necesidad, virtud, como hizo la zorra con las uvas: “me conformo con estos gusanitos, las uvas están verdes”.

    Es verdad que cada persona es un mundo, y el que no se conforma es porque no quiere y todo eso, pero hace unos días yo ya decía que “lo primero es afrontar la realidad con un par, y dejarse de floripondios”. (Perdón por la autocita pero es que venía a huevo).

    La gran revolución de la Evolución, que todavía muchos no comprenden, es que antes de ella, para intentar diluir un poco la angustia natural de la vejez y la muerte, lo que había eran mitos ilusionadores o fe religiosa a palo seco. Y a partir de que nuestro conocimiento de la gran Dinámica del Universo, (con “Dios” o sin “Dios”, ¿quién lo sabe?), nos ha permitido saber la trayectoria cósmica que todo lleva, (incluída nuestra especie), y aunque es muy difícil conocer cuál será el futuro de nuestros sucesores dentro de mil millones de años, tenemos una idea bastante clara, de cuál será el próximo escalón que subirá nuestra especie, entre cuyas características estará la cuasi inmortalidad.

    Antes, creer en la vida cuasi eterna de nuestros tataratataranietos, era cuestión de escribir infantilmente la carta a los Reyes Magos. Ahora es saber nuestro futuro destino. SABER.

    Lo único que, (para los cristianos), sigue siendo objeto de fe, y por tanto de duda, son dos cosas. La primera, que el proceso está pilotado y dirigido en la sombra por un humano, que por razones desconocidas, ha sido nombrado Rey o presidente de la humanidad, que nosotros llamamos el Cristo. Y la segunda, que también los humanos que hemos participado en el proceso de evolución, seguiremos existiendo de alguna misteriosa manera, tal y como el Cristo ha prometido.

    Pero incluso, para tener esperanzas de esto último, no hace falta pensar en soluciones sobrenaturales o ultranaturales. La tecnología que poco a poco vamos desarrollando, y que se conseguirá en un futuro muy próximo, nos indica cómo puede lograrse.

    Sólo con que alguien con la capacidad tecnológica adecuada, y voluntad de hacerlo, te hiciera, Oscar, un escaneo cerebral completo y un backup de todo el contenido de tu mente, con tus circuitos neuronales y tus bases de memoria, y lo metiera todo en un simple superprendrive de tres euros en los chinos, y luego lo volcara en un artilugio de realidad virtual suficientemente desarrollado, similar a los de los juegos de los chicos, tendríamos a Oscar, “para siempre”, lunfardeando, y entonces es cuando dirías con todo derecho: “Sigo yendo, todavía… y lo que me queda de cuerda”.

    Modernicémosnos, que a veces parecemos gente del siglo XIX, y estamos camino del XXII. No hay que tener miedo a pensar, aunque nos lleve a terrenos desconocidos. El filósofo Francis Bacon decía: “Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; QUIEN NO OSA PENSAR ES UN COBARDE”.



     
  • oscar varela
    Hola!
    Está bien todo este jurguito de palabras que no cambian nada el cuento antiguo que no nos satisface; al menos a mí.
    Pienso que hay otro modo de comprender la felicidad (sentido de la vida humana): coicidir consigo mismo, beber del pozo de la vida y saber dejar lugar al otro que viene en la caravana genracional más joven.
    Voy todavía! – Oscar.