martes, 26 de diciembre de 2017

PARIR UN PAIS SILVERIO PEREZ

Parir un país

Estamos celebrando la Navidad que no es otra cosa que el nacimiento del profeta del Cristianismo, Jesús, el hijo de María. Se nos cuenta que ella, junto a su esposo José, pasó la mar de dificultades en los días previos al alumbramiento. Luego vinieron los dolores de parto y finalmente el gozo por haber parido un hermoso niño, esperanza de la humanidad.
¿Será casualidad o una metáfora del Universo que, gracias a María, el huracán, los puertorriqueños llevamos más de tres meses de dolores de parto y el alumbramiento no llega a la mayoría de la población? ¿O la metáfora estriba en que luego de estos dolores de parto lo único que nos queda es parir un nuevo país para que realmente experimentemos el gozo que suele acompañar el alumbramiento de una nueva criatura?
No nos queda de otra. O parimos un nuevo Puerto Rico o volvemos a repetir los errores del pasado. La historia nos dice que por lo general los huracanes vienen precedidos o acompañados de eventos históricos que nos golpean con igual o mayor fuerza que el fenómeno meteorológico. En 1899 San Ciriaco llegó cuando el país padecía la bancarrota de nuestra economía por la devaluación del peso puertorriqueño frente al dólar.
En 1928 San Felipe precedió por un año la Gran Depresión que causó tanta miseria en nuestro pueblo como el huracán. Esta vez María parece anticiparse a la devastación en nuestra economía que puede causar el plan fiscal de los Republicanos. San Ciprián nos golpeó en 1932 para acabar de ponerle la tapa al pomo. Hugo vino cuatro años después de que se nos sacara misteriosamente en 1984 de la Ley de Quiebra federal; y Georges en 1998 cuando las empresas 936 acababan de ser sentenciadas a muerte. Los huracanes nos llegan de África, los golpes de Washington. 
María nos pone en bandeja de plata la reconstrucción del país en el momento en que el Estado Libre Asociado ha sido borrado del mapa de opciones y la Estadidad no compagina con el desprecio, la desidia y el atropello con el que siempre se ha tratado a Puerto Rico, más evidentemente en los últimos tiempos. Solo la Soberanía depende de nosotros mismos y es la única vía para gestar ese nuevo país que queremos parir. 
El trabajo que tenemos que hacer es inmenso. Hay que producir, explicar y difundir las opciones económicas reales que tenemos bajo la Soberanía. En Puerto Rico hay innumerables proyectos soberanos en educación, agricultura, arte y cultura, energía renovable, pesca, deportes, manufactura, desarrollo comunitario y entre otros, que hay que censarlos y presentarlos como ejemplo del Puerto Rico que ya funciona. Lo mismo con los innumerables programas de las Naciones Unidas para ayudar a sus países miembros en salud, educación y cultura. Tenemos mentes privilegiadas en economía que pueden presentar con datos fehacientes el plan de un Puerto Rico soberano. 
La otra gran tarea es la descolonización. Esto es un proceso que tiene que ver más con mecanismos sicológicos que políticos. La descolonización hay que comenzarla ya, con educación, por los barrios y pueblos del país, desnudando los mitos que nos han inculcado por siglos, con un nuevo discurso donde predomine la mirada respetuosa y empática con aquellos que aún no creen en sí mismos y en las posibilidades de un país en comunión con los otros pueblos del mundo.
Hay que trabajar la diáspora. Ellos serán una parte esencial de esa reconstrucción del país ya que muchos fueron expulsados de nuestra tierra por la falta de posibilidades que le ofrecía la colonia. Urge hacer este trabajo para convocar, pronto, un Congreso Soberanista que una a todos los que de alguna forma creemos en parir ese nuevo país. 
San Pablo, dijo: “Estoy otra vez en dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros”, quería decir que toda persona puede encontrar a Cristo en su interior ya que es un estado de conciencia. Tenemos que parir un nuevo estado de conciencia en nuestro pueblo, o sea, descolonizarlo; tarea primaria en el 2018 gracias a María.

sábado, 16 de diciembre de 2017

DERECHOS HUMANOS DE PUERTO RICO DE MARCIA RIVERA

Muy buenas tardes, Dr. Philip Alston, Relator de las Naciones Unidas para Asuntos de Extrema Pobreza y Derechos Humanos, distinguidos expertos que lo acompañan, representantes de organizaciones sociales que se encuentran en este cónclave; colegas, amigos y amigas. Soy Marcia Rivera Hernández, economista y socióloga, y hablo en representación del equipo que elaboró el Primer Informe sobre Desarrollo Humano en Puerto Rico; un equipo multidisciplinario de expertos que en forma voluntaria y solidaria nos dimos a la tarea de sentar una base de análisis para comprender dónde está Puerto Rico en cuanto a desarrollo humano; cuáles son sus urgencias y sus desafíos. Hemos analizado a fondo en el primer informe los temas de pobreza, desigualdad, trabajo, salud, educación y cultura; estábamos listos para presentar la versión final cuando se nos instaló la debacle más grande de nuestra historia.
En septiembre de 2017 dos huracanes de máxima magnitud, Irma y María, devastaron el archipiélago de Puerto Rico y develaron con claridad meridiana el conjunto de vulnerabilidades acumuladas durante muchos años. No atender a tiempo los diversos escenarios de fragilidad, que ya eran evidentes, ha llevado a una catástrofe en términos de desarrollo humano. Los datos incluidos en el Primer Informe reflejan la situación del país antes de la debacle. Pero el análisis, así como sus conclusiones, ayudan a captar el alcance de la vulnerabilidad que ya existía en diferentes ámbitos y permiten comprender el porqué de la tragedia, así como calibrar mejor los daños verificados.
Desde mediados de la década de 1970, numerosos estudios habían advertido sobre los nuevos problemas que estaban generando las estrategias económicas que se seguían en Puerto Rico, elaboradas con la anuencia del Congreso de los Estados Unidos, que tiene el poder ulterior sobre todo lo que acontece en este territorio no incorporado de los Estados Unidos.  La mayoría de las situaciones no se atendieron en su debido momento y fueron convirtiéndose en limitaciones serias, en problemas estructurales difíciles de superar, llegando a conformar un denso tejido de vulnerabilidad general para la economía y la sociedad puertorriqueña. Generaron una verdadera crisis multidimensional; fue el sustrato de la trágica catástrofe desatada tras las vientos huracanados de María.
La crisis fiscal creada por la enorme deuda pública, es uno de los problemas más complejos del país porque alcanza unos 72,000 millones de dólares, su crecimiento exponencial fue el resultado de la aplicación de las políticas de los Estados Unidos hacia sus territorios y gobiernos locales.  Por tanto, la misma no es exclusivamente responsabilidad del gobierno o del pueblo de Puerto Rico. Desde 1975 el Informe Tobin ya advertía del peligro del crecimiento de la deuda pública y recomendaba prudencia. En el crecimiento de la deuda jugaron muchos factores, incluyendo un mercado financiero e instituciones estadounidenses que indujeron a gobernantes de Puerto Rico a tomar préstamos; la disponibilidad de fondos federales a los que Puerto Rico desde los años ochenta pudo acceder con relativa facilidad si conseguía pareo; y normativa federal en todos los ámbitos de gestión, que obligó a Puerto Rico a crear nuevos programas para cumplir con determinaciones sobre las cuales nunca fuimos consultados.  Sin duda, no desconocemos que también hubo cuestionables procesos éticos y responsabilidad de los gobernantes que tuvimos, acá en Puerto Rico y en los Estados Unidos. Por todo ello, desde la ciudadanía se ha reclamado con insistencia que esa deuda se audite para determinar la procedencia y legalidad de la misma. La deuda tiene que reestructurarse, cancelando una suma importante, sino toda, dado los intereses usureros que su pago requiere y la forma en que fue generada. El pueblo de Puerto Rico claramente no está en condiciones de asumirla.
Además de la deuda pública, muchos otros problemas siguieron creciendo y complicándose hasta hacerse verdaderamente críticos.  Vale destacar, por ejemplo, que las estrategias de hacer pivotar la economía de Puerto Rico en la manufactura para exportación -instrumentadas con algunas variaciones durante más de 50 años- y el comercio fueron incapaces de generar suficientes puestos de trabajo en el sector privado. Esto llevó a tasas de desempleo altas y persistentes (11.7% antes de los huracanes), a una muy baja tasa de participación en el mercado laboral (apenas un 40% en agosto 2017), a que una tercera parte del total de empleados sólo gane un salario mínimo, y a la percepción generalizada de que el sector público padecía de “gigantismo” (en comparación con el privado) y había que achicarlo, como de hecho se fue haciendo. La progresiva reducción de personal gubernamental fue parte de una política pública neoliberal, que nunca buscó cortar los salarios, beneficios, incentivos a quienes más ingresos generan, sino  recortar puestos de trabajo en las escalas menores de la jerarquía gubernamental. Su resultado era previsible: una estructura gubernamental endeble, insuficiente, incapaz de ofrecer servicios imprescindibles, de llevar adelante controles que deben hacer los gobiernos, y de dar el mantenimiento necesario a la infraestructura del país.  El azote de los vientos de septiembre, y la secuela de adversidad que siguió, pusieron de relieve la precaria capacidad de respuesta del menguado aparato gubernamental de Puerto Rico y contribuyeron a profundizar la multidimensional crisis que ya el país enfrentaba.
En el primer huracán Irma, del 6 de septiembre de 2017, la electricidad falló en muchos sectores del país, pero el 20 de septiembre, con María, el sistema eléctrico colapsó y dejó huérfana de ese servicio a toda la población, en muchos casos durante varios meses, así como a industrias y negocios, escuelas, hospitales, y a las propias instancias gubernamentales y municipales. También cayeron casi la totalidad de las torres de telecomunicaciones y durante semanas la población estuvo sin radio, televisión, celulares y acceso a Internet. Ello significó una enorme pérdida económica, con un monto total estimado entre sesenta y noventa mil millones de dólares. No hay una cifra final todavía porque no tenemos certeza del número de abonados que aún siguen sin electricidad – que son miles- ni un desglose  de cuántos son abonados comerciales y cuántos residenciales. En todo caso, el costo de la recuperación parece rondar o superar el de la deuda pública de Puerto Rico. Ambas cosas, sumadas al estancamiento en el crecimiento económico que se verificaba desde hace una década y que se proyecta al futuro inmediato, hacen pensar que el Puerto Rico que conocimos no volverá a ser igual.  El impacto de esta catástrofe sobre el desarrollo humano ha sido de tal envergadura que obliga a repensar totalmente la dirección de las políticas públicas, la relación de Puerto Rico con los Estados Unidos y las estrategias para una imprescindible refundación del país.
La ausencia de electricidad y de telecomunicaciones trajo consigo pérdida de empleos y de ingresos. Entre los meses de septiembre y octubre 2017, desaparecieron unos 31,600 empleos asalariados no agrícolas, según los datos del Departamento del Trabajo y Recursos Humanos. Los sectores más castigados por la pérdida de empleos en el sector privado fueron turismo (15,800), comercio, transportación y utilidades (7,700), servicios educativos y de salud (3,400), servicios profesionales (2,300) y manufactura (1,200). Pero esta cifra pudiera ser mucho mayor, dado que al 31 de octubre, más de 175 mil trabajadores se mantenían a la espera de notificaciones patronales para retornar a sus puestos, pero la prolongación del período sin electricidad en los negocios y las dificultades con las telecomunicaciones que persisten seguramente significará una reducción en los llamados a retomar sus empleos.
El colapso energético también supuso mayores gastos para familias con cierta capacidad adquisitiva, al tener que comprar comida hecha fuera del hogar, adquirir agua potable, pagar por limpieza de sus hogares y costosas reparaciones, y conseguir fuentes alternas de energía (como lámparas solares, linternas, plantas generadora y pagar el alto costo de gasolina o diesel para hacerlas funcionar. Pero las familias pobres quedaron totalmente desprovistas. La combinación de incremento en gastos cotidianos de las familias con disminución o desaparición de ingresos incrementó significativamente el nivel de pobreza en Puerto Rico en los pasados dos meses.  El Centro de Información Censal (CIC) de la Universidad de Puerto Rico en Cayey estimó que el nivel de pobreza en la Isla aumentó de un 44%, antes de los huracanes, a un 52% tras ellos. Es altamente probable que muchas más personas crucen el umbral y caigan bajo el nivel de pobreza si el proceso de recuperación sigue tan lento como hasta ahora. El CIC afirma que es posible que las 254,905 personas que tenían un ingreso entre 25 y 50% superior al umbral de la pobreza antes de los huracanes también caigan bajo el nivel de pobreza, elevando la tasa potencialmente hasta 59.8%.
Vale resaltar que la población infantil puertorriqueña presenta una grave situación de vulnerabilidad. Cuando se analiza la pobreza por grupos de edad se verifica que antes de la catástrofe actual, los niveles de pobreza de los menores de 17 años era del 57%, encontrándose grandes disparidades regionales y municipios con 70 y 80 por ciento de niños, niñas y adolescentes bajo el umbral de pobreza.   Hoy, con toda seguridad, esa proporción es mayor, lo que nos plantea un desafío al que debe asignársele primera prioridad en el proceso de reconstrucción del país.
La ferocidad de los vientos huracanados destruyó 70,000 viviendas y otras 250,000 sufrieron daños significativos, según los datos ofrecidos por el Departamento de la Vivienda de Puerto Rico.  Hubo pérdidas muy grandes también en edificios públicos, carreteras, caminos, puentes, represas, bosques, parques, cuya recuperación supondrá un esfuerzo gigantesco para las familias y para el gobierno. Hasta ahora no se cuenta con un análisis pormenorizado de costos que conllevará reparar o rehacer viviendas y la infraestructura vial, recreativa y medioambiental.  Tampoco se ha elaborado un plan de reconstrucción integral, con participación de expertos y de los cientos de miles de afectados.  Ni siquiera tenemos un compromiso concreto de ayuda del Congreso de los Estados Unidos para la recuperación. Hasta ahora la ayuda brindada por los Estados Unidos se ha centrado en la limpieza, el restablecimiento de la red energética y la distribución de alimentos a familias necesitadas. Pero será imprescindible poner al país en condiciones de iniciar una ruta de recuperación del crecimiento económico, en el marco de una nueva estrategia de desarrollo integral, coherente y sustentada en la visión de desarrollo humano sostenible. Lamentablemente, respecto a eso, sólo organizaciones de la sociedad civil están hablando y actuando.
La merma en actividad económica tras el paso de los huracanes supondrá una reducción de al menos $1,300 millones de dólares en los recaudos del Fondo General del gobierno para el año fiscal 2017-2018, según ha expresado recientemente el Secretario de Hacienda de Puerto Rico, Raúl Maldonado. Ello quiere decir menos recursos disponibles del presupuesto de Puerto Rico para el funcionamiento del gobierno, lo que seguramente llevará a más restricción del gasto en nómina, reduciendo el ya magro personal que hay, y a contar con muy escasos recursos para la urgente fase de revitalización. Lo dramático de la situación es que Estados Unidos no ha comprometido ayuda relevante, pero tampoco permite que el sistema de Naciones Unidas movilice a sus agencias y a la cooperación internacional para el desarrollo, a fin de que ayuden a Puerto Rico en esta crisis multidimensional de grandes proporciones.
La catástrofe generó numerosos impactos más allá de los económicos. Profesionales de la salud han constatado que este proceso provocó, y sigue generando, altos niveles de angustia personal y colectiva, que se suman a una situación de salud mental colectiva precaria antes de los huracanes. También se han verificado incrementos en afecciones respiratorias debido a la contaminación del aire con partículas patógenas y alérgenos; aumento en enfermedades gastrointestinales por la contaminación de aguas; incremento en suicidios, entre otras patologías generadas o acentuadas por la debacle que estamos viviendo. Todo ello en un marco de un sistema de salud quebrado, asentado en la noción neoliberal de que la salud es un negocio, y que deja a buena parte de la población sin acceso real a este imprescindible derecho humano.
También hubo mayor pérdida de vidas que lo que inicialmente se estimó.  Estas ocurrieron en salas hospitalarias neonatales, de diálisis y de operaciones por falta de electricidad, en números que se han ocultado. En el espacio doméstico se confirmaron muertes por infarto y accidentes cerebro vasculares; también por accidentes en los procesos de preparar las viviendas para el huracán y en el uso de plantas de energía, así como por fuegos, deslizamiento de terrenos e inundaciones, entre otras.   Otras muertes correspondieron al ámbito laboral, mayormente producto de accidentes en tareas de restauración del sistema de energía eléctrica.  El proceso de certificar las muertes y sus causas ha sido fuertemente criticado por la sociedad y no tenemos aún una cifra certera y confiable; pero los estimados del total de muertes relacionadas al paso de los huracanes se acercan al doble del promedio de muertes en un septiembre u octubre “normal” en Puerto Rico. Nuestro cálculo coincide con investigaciones hechas por el Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico, la cadena CNN de TV y un estudio realizado en la Universidad de Pennsylvania, por el demógrafo Alexis Santos y el epidemiólogo Jeffrey Howard, que ubican la cifra en más de mil muertos, cuando para el gobierno no llegan a 100.
Los desafíos que estamos enfrentando en este momento son enormes y complejos, dada la precariedad económica del país y la imposibilidad de conseguir la ayuda exterior que necesitamos.  La incertidumbre y la desesperanza se han instalado en la mayoría de la población y las opciones de quedarse en tierra boricua les resultan escasas. La fragmentación de familias es evidente; muchas debieron enviar a sus adultos mayores, a sus enfermos, y a menores de edad con necesidades especiales, a lugares fuera de Puerto Rico donde hay electricidad. Es difícil encontrar hoy a una familia en Puerto Rico que no haya sufrido el dolor de ver a uno de sus miembros partir con rumbo incierto hacia los Estados Unidos en busca de mejores perspectivas de vida.
Los datos más emblemáticos del impacto humano de los huracanes Irma y María se revelan al analizar la emigración. Según una proyección reciente del Centro de Estudios  Puertorriqueños de Hunter College, entre 114,000 y 213,000 residentes de Puerto Rico dejarán la isla anualmente después del huracán María. Se estimó que entre 2017 a 2019, Puerto Rico puede perder hasta 470,335 residentes, o el 14% de su población previo a septiembre 2017.  Algunos de quienes salieron tal vez volverán cuando haya regresado la electricidad y mejoren las condiciones laborales,  pero seguramente la mayoría sentará nuevas bases fuera de Puerto Rico. Vale señalar que en el proceso de emigrar podemos encontrar dos variables fuertes: i) las condiciones que efectivamente hay en Puerto Rico, que impulsan a salir;  y ii) las ofertas de atracción que están haciendo algunos estados como Florida, o Nueva York, relacionadas con cambiar el balance de poder electoral en esos estados y con atraer más recursos federales a sus arcas.  En esa lógica, Puerto Rico quedaría irremediable y fatalmente atrapado al convertirse en balón político de la pugna entre republicanos y demócratas por el control electoral de ciertos en los Estados Unidos donde las votaciones son cerradas.
El primer Informe sobre Desarrollo Humano en Puerto Rico da cuenta de que ya antes de los huracanes el país estaba inmerso en enormes contradicciones, paradojas, contrastes y desafíos y presentaba diversos frentes de vulnerabilidad. Ello era evidente en el acceso y distribución de recursos, en la alta proporción de desempleo en el país, las falencias en infraestructura eléctrica y de aguas, el bajo nivel de seguridad alimentaria, así como en la alta proporción de viviendas construidas en zonas de riesgo y sin seguir los códigos requeridos. El azote de los dos fenómenos naturales nos ha hecho retroceder varias décadas y la hoja de ruta para una salida digna requiere de una inversión masiva de recursos, de mucha capacidad de gestión, de frenar las coordenadas de corrupción que abundan, y de repensar colectivamente el qué somos, a dónde queremos ir, y el cómo lo haremos.
No se trata, pues, de poner parchos a la estructura de lo que fue Puerto Rico, de levantar al país como estaba, de negociar la deuda, o de “echar pa’lante”; no.  Hoy se requiere un cambio radical; una mudanza conceptual hacia una estrategia distinta, que sea coherente, integral, sinérgica; que establezca decididamente como prioridad el reducir significativamente la pobreza y la desigualdad social, que desde hace años viene limitando el desarrollo humano en Puerto Rico.  Tenemos que fijarnos metas concretas y crear un proceso de verificación permanente de su cumplimiento. Tenemos que aprender a hacerlo, como lo hacen más de 190 países que pertenecen a las Naciones Unidas y participan de intercambios, acuerdos, talleres que convoca la Organización para asegurar políticas sustentadas en el respeto a los derechos humanos fundamentales. Como bien es sabido, las medias de austeridad que implementan los Estados Unidos, y que se exigen a Puerto Rico, están creando una sociedad donde el 1% de la población tiene acceso ilimitado a todo y la gran mayoría de la población apenas sobrevive. No es esa la sociedad a la que aspiramos las y los puertorriqueños.
Queremos que la búsqueda de la equidad en todas sus dimensiones, junto con la solidaridad, sean el anclaje de la estrategia para lograr una reconstrucción verdaderamente transformadora. Puerto Rico tiene que refundarse – y puede hacerlo- buscando un desarrollo centrado en las personas y asegurando que sea sostenible en el tiempo. Tiene que encaminarse hacia políticas económicas y sociales basadas en la erradicación de la corrupción y el logro de transparencia; en la democracia participativa, el respeto a los derechos humanos, la igualdad de condiciones y oportunidades y la reconceptualización de nuestra relación con la naturaleza.  Poner en marcha una estrategia de desarrollo humano sostenible, integral y diversificada, requerirá mucho diálogo entre actores sociales clave y llevar adelante un proceso formal de concertación social. Quienes conformamos el equipo que generó el Primer Informe sobre Desarrollo Humano en Puerto Rico estamos profundamente comprometidos con ello y lo haremos, ojalá que con su ayuda, señor Relator.
Precisamos, de entrada, que usted pueda comunicar en su informe la necesidad de  lograr una cancelación o reestructuración con quitas muy grandes de la deuda pública de 72,000 millones de dólares que arrastra el país. No podemos pagarla, ni es justo que se nos exija hacerlo porque su generación fue mayormente inducida, porque no ha sido auditada, porque en muchas transacciones medió corrupción, porque sus intereses son usureros,  y sobre todo, porque se hizo a espaldas de la población, sin verificación ciudadana y sin posibilidad de revertirla.
Le solicitamos también que su informe acoja el planteo de la urgencia que reviste desarrollar una estrategia integral, dirigida a corregir los desequilibrios que existen en la economía de Puerto Rico, donde hay un dominio y control casi total de empresas transnacionales estadounidenses, cuya competencia ha reducido la capacidad productiva de las medianas, pequeñas y microempresas locales y han dificultado  el desarrollo de un sector de economía comunitaria y de economía social solidaria. También hay desequilibrios muy importantes entre sectores de producción y de tipos de incentivos que se ofrecen a los empresarios, e inexistencia de cadenas de valor que permitan articular el proyecto económico en su conjunto. Es evidente que se ha pagado un precio demasiado alto por esos desequilibrios y que para alcanzar un desarrollo humano sostenible, integrado y bien distribuido, se precisa generar una nueva ecuación.
Para avanzar en el objetivo de refundar a Puerto Rico sobre bases sólidas y sustentables, se necesitará también atender los reclamos de descolonización y de libre determinación que ha hecho la población puertorriqueña, a fin de llegar a un acuerdo final sobre cuál será la relación con los Estados Unidos y definir cómo se daría una transición a partir de esta coyuntura. Desde hace más de cuarenta años, el Comité de Descolonización de la Organización de Naciones Unidas ha aprobado sendas resoluciones llamando a la Asamblea General a tratar el caso colonial de Puerto Rico, sin que ello haya ocurrido. Estados Unidos siempre ha logrado detener la consideración del caso de Puerto Rico por parte de la Asamblea General de la ONU, aduciendo que eso quedó resuelto en 1952 cuando se creó el Estado Libre Asociado y  Estados Unidos quedó eximido de someter informes anuales sobre Puerto Rico. Pero desde entonces el control federal sobre una enorme diversidad de asuntos en Puerto Rico se ha expandido y afirmado consistentemente. Y lo sigue haciendo, como evidencian la aprobación de una Junta de Control Fiscal bajo la ley PROMESA para atender el asunto de la deuda pública en Puerto Rico y el propio manejo de la emergencia tras el huracán María desde septiembre.  El poder ulterior sobre Puerto Rico como un territorio no incorporado se ha reafirmado también a través de decisiones recientes del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América, hecho que limita seriamente la capacidad de tomar acciones autónomas sobre el futuro que se desea construir.
De hecho, como evidencia de ese proceder, tan reciente como la semana pasada, el Senado de Estados Unidos aprobó una reforma contributiva que va a reconfigurar la relación económica entre Puerto Rico y los Estados Unidos y afecta muy negativamente a nuestro país. Lo hizo sin la más mínima consulta y sin consideración de las necesidades de Puerto Rico.  Los análisis preliminares que hemos hecho apuntan a que las políticas que han promovido la actividad económica en Puerto Rico en el pasado, quedarán totalmente sepultadas,  al punto que los productos que se envíen a los Estados Unidos tendrán que pagar, por primera vez, una cuota de importación de 20%.  Puerto Rico, como usted bien sabe distinguido Relator,  no tiene un foro al cual acudir para presentar un reclamo sobre esta arbitrariedad. No lo tiene porque somos un “territorio no incorporado” de los Estados Unidos, y la Organización de Naciones Unidas se ha hecho de la vista larga de la dura realidad de que seguimos siendo una colonia del país que, precisamente, más resiste a la ONU.
Quiero reiterar que las condiciones de vulnerabilidad general previas al huracán plantearon una seria amenaza básicamente por dos razones: i) la falta de poderes que tiene Puerto Rico para construir una estructura económica guiada por principios de desarrollo humano sostenible; y ii) las severas medidas de austeridad neoliberal tomadas desde 2009, que redujeron las posibilidades reales de bienestar de la gran mayoría de la población y dejaron una estructura de gobierno sumamente débil, incapaz  de dar el mantenimiento adecuado a la infraestructura del país. Ambos factores llevaron a que la vulnerabilidad general del país se convirtiera en situación de altísimo riesgo frente a un desastre natural y a que la catástrofe se instalara cuando los vientos comenzaron.
Finalmente, señor Relator, como equipo insistimos en que no podrá haber un proyecto exitoso de desarrollo humano sostenible si Puerto Rico no corrige sus vulnerabilidades económicas y sociales, si no logra regenerar su quehacer político y poner en marcha un proceso de descolonización serio, monitoreado por las Naciones Unidas. Puerto Rico no podrá dejar de violar derechos humanos si no repiensa  su estructura institucional y su sistema de partidos. Pero también, si no resiste con fuerza el flagelo de la corrupción en la administración pública, que se verifica en Puerto Rico y también en los Estados Unidos. Queremos fundamentar el renacer de este país en la ética, la equidad y la solidaridad.
La catástrofe de septiembre de 2017 demostró que el mayor activo de Puerto Rico es su gente. En medio de la devastación y sin comunicaciones, ni posibles contactos con el mundo más allá del perímetro familiar o del vecindario, la gente salió a la calle a enfrentar la nueva adversidad, abriendo caminos, sacando escombros, con la autogestión y el intercambio solidario como únicos instrumentos para comenzar a labrar otro futuro. Los puertorriqueños hemos aprendido a ser fuertes a fuerza de palos que nos ha dado la historia; tenemos capacidad y condiciones de reinventarnos – lo ha debido hacer muchas veces.  Pero la comunidad internacional tiene que estar informada de la situación que estamos viviendo y la Organización de Naciones Unidas debe comenzar a actuar sobre el caso de Puerto Rico.  Es sumamente injusto que el Congreso de los Estados Unidos de América, en el marco de sus obligaciones de poder ulterior,  no haya adoptado a esta fecha las medidas necesarias e impostergables para apuntalar los esfuerzos que, contra viento y marea, estamos desplegando en Puerto Rico para construir un futuro más digno, equitativo y humano para, por y con nuestra gente. Su informe, distinguido Relator, avalando estos reclamos sería muy importante para nosotros. Muchas gracias.

lunes, 11 de diciembre de 2017

FRAGMENTO TESINA DE SALVADOR COLEMAN TIO'

Me preguntan Magali GarciaRamis,en tu página , pero no pude pegarlo, porque digo que para la década del 30 al 40 se dio una miseria que no hubo en tiempos de España .Y no me extraña que parezca absurdo lo que digo porque se desconoce nuestra historia. Y mas esa étapa. Aquí algunos datos para que se entienda porque lo expreso y lo mantengo al copiar este Fragmento de la tesina e investigación de mi hijo Salvador Coleman Tió aprobada con excelencia en la Universidad de Córdoba en Baeza .España sobre la agricultura ecológica . Aquí algunos datos históricos que hablan por si solo. 
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"El proceso mediante el cual llegamos al punto crítico de deterioro político, social y económico en donde hoy nos encontramos es complejo. Pero para propósitos de está investigación sin embargo, no es posible dar al traste con los problemas de la agricultura en Puerto Rico y mucho menos presentar verdaderas alternativas sin que comprendamos – o al menos tengamos una noción clara - de nuestra historia y de las grandes transformaciones y procesos por los cuales el país atravesó a lo largo de todo el siglo XX hasta llegar al Puerto Rico de hoy. 
Porque los problemas que enfrenta la agricultura en Puerto Rico son en esencia los problemas que enfrenta el país, y las alternativas que se propongan para bregar con la desintegración económica, y deterioro socio-cultural y síquico que atraviesa el país, sólo podrán ser útiles y efectivas si coinciden con un despertar de la conciencia nacional que nos permita compenetrarnos colectivamente con nuestra historia y nuestra identidad puertorriqueña, cuya esencia se encuentra en la figura del jíbaro. Nuestra comprensión del proceso histórico mediante el cuál se ha desposeído política, económica y culturalmente a la sociedad puertorriqueña, poco a poco desnaturalizándola de su herencia y orgullo (jíbaro), es fundamental para poder redefinirnos como pueblo y construir un país en el que los puertorriqueños podamos reaprender a vivir en armonía productiva con la tierra.
En momentos en los que la población de Borinquen se encontraba en pleno proceso de formación de su identidad nacional puertorriqueña, y se consolidaba el desarrollo de una economía agrícola puertorriqueña, Estados Unidos invade a Puerto Rico, y España le cede a Puerto Rico como botín de guerra. Con la invasión comienza un proceso masivo de confiscación de la tierra que cultivaba el jíbaro puertorriqueño. El nuevo gobierno militar estadounidense devalúa la moneda puertorriqueña a 60 centavos del dólar americana, lo que permite que el capital estadounidense se apropie de una cantidad enorme de las riquezas del el país , entre ellas 1/3 parte de sus propiedades. La sociedad agrícola del siglo XIX atravesó una transformación traumática. Se le privo a muchos agricultores de su principal medio de producción - la tierra - lo que produjo una migración masiva de campesinos hacia las ciudades, a vivir en los cinturones de pobreza de la ciudad.
El cambio de un sistema de agricultura diversificada a uno de monocultivo fue tanto político, como ambiental y social. Según el censo del 1930, se deforestó el 97% de los bosques en Puerto Rico, se arrasó con casi la totalidad de los bosques primarios, lo que causó gran erosión y sedimentación de nuestros cuerpos de agua, para sembrar monocultivos. Se consolido una economía agrícola de sobremesa , para satisfacer las necesidades del capital estadounidense y de un mercado de mayor valor adquisitivo en otras partes del mundo.
El cambio social que trajo consigo la profundización del monocultivo azucarero fue traumático. La organización económica del país en el siglo XIX giraba principalmente entorno a la industria cafetalera que tenía una estructura social distinta a la industria cañera. En el café había diversidad – se sembraba también tabaco, cacao, plátano, cítricos, etc. y se trabajaba durante todo el año; en la caña imperaba el monocultivo y el trabajador agrícola se quedaba sin trabajo durante el tiempo muerto de la caña. Este nuevo arreglo socio-económico precipitó la situación de pobreza e de inseguridad económica del trabajador agrícola puertorriqueño.
Con el monocultivo, entró el dominio de las Centrales Azucareras, la mayoría de capital absentista norteamericano que llegó a controlar del 80 al 85 % de la manufactura del azúcar en Puerto Rico. Se desplaza al capital local y a los agricultores criollos, lo que crea condiciones de extrema desigualdad e injusticia social que desatan una miseria hasta entonces desconocida en Puerto Rico, y que empeora de 1920 al 1940.
Los siguientes datos históricos que ofrece el Dr. Feagle ilustran el panorama:
“En 1897 según demuestra Don Cayetano Coll y Toste en su obra Reseña Histórica de Puerto Rico publicada en 1899 había en nuestro país 894,302 habitantes. La riqueza agrícola consistía de 2,095,221 cuerdas, valoradas en $48,694,584.00 y distribuidas en 60, 953 fincas. Entonces se dedicaban al cultivo de la caña de azúcar 61, 561, al tabaco 4,267, el café 122,358, a pastos 1,127,086, a frutos menores 93,508; a otros cultivos 17,176 y a montes y malezas, 664,270. Nuestra riqueza pecuaria consistía de 395, 792 cabezas de las cuales 303,612 eran ganado vacuno y todas tenían un valor de $8,365,515.
En el año 1927, había mas de 240,000 cuerdas del mejor terreno dedicadas al cultivo de la caña y 85, 000 cuerdas al cultivo del tabaco.
Estos dos ejemplos sin suficientes para demostrar con números la realidad palpable de que Puerto Rico, en perjuicio de sus necesidades domesticas, dedica sus esfuerzos a suplir las necesidades del mercado americano.
Ahora bien ¿qué se ha hecho de las 60, 958 fincas rústicas que servían de medio de vida a los habitantes, en 1897 a 394, 302 habitantes? El censo del 1920 nos da una idea de la situación. En esa época el número de fincas se había mermado a 41, 078, mientras que la población que necesariamente ha de vivir del producto de la agricultura, como fuente principal, había ascendido a 1,299, 809. En la actualidad el número de fincas es alrededor de 30,000"
Y las fincas siguieron reduciéndose. Y se redujeron porque los americanos dividieron la isla en 4 zonas azucaras con capital absentista, Y los jíbaros perdían sus tierras por no poder pagar dos dólares de contribuciones. Y esa realidad fue la que creo una nueva miseria y del campo, el jíbaro emigró a la ciudad y se fueron formaron bolsillos de pobreza como el Fanguito y La Perla etc. que servían de trampolín para marchar a E.U. y otras ciudades.”
Por eso no deben extrañar las palabras de Luis Muñoz Rivera, que tan temprano como el 1904 expresó:
De las ciudades y los campos se alza el rumor de un descontento sordo y profundo o el clamor de una protesta que ya no cabe en los moldes de nuestra mansedumbre legendaria. La agricultura paga jornales exiguos porque la producción no basta para compensar al trabajador; el comercio no era ya refraccionista porque perdió inmensas sumas en la crisis que le agobia; no hay crédito, los negocios marchan con lentitud abrumadora, el hambre, que no existió nunca en nuestra isla, existe dondequiera, en el litoral lo mismos que en el interior. Las fincas que representaban valores inmensos representan valores ridículos. Familias que en el 1898 vivían en la opulencia , en 1904 mueren sobre harapos de indigencia. El malestar engendra la emigración y a Hawai, a Yucatán, a Cuba y a Santo Domingo van los infelices braceros buscando el trozo de pan que P.R. les rehúsa."
Es importante que se conozca está historia porque muchos puertorriqueños que desconocen su historia piensan equivocadamente que los Estados Unidos llegaron a Puerto Rico a salvar a los puertorriqueños. La realidad es que esta transformación de nuestra economía agrícola impuesta por el poder militar, político y económico estadounidense, que arrasó con nuestros llanos y montes para sembrar monocultivo de caña bajo condiciones de extrema explotación y marginación, fue la que creo ese escenario de pobreza y miseria social agrícola nunca antes vista en Puerto Rico. Fue un capítulo de nuestra historia que dejo una gran huella en la psiquis de la población puertorriqueña, y sin el cual no se hubiese sido posible despoblar los campos en Puerto Rico, de campesinos que no les quedaba más remedio que ir en la búsqueda de mejores condiciones de vida en la ciudad. ... etc. etc. " Salvador Coleman Tió

viernes, 8 de diciembre de 2017

VIGENCIA Y ENTORNO DEL VILLANCICO EN PUERTO RICO DE MARCELINO CANINO SALGADO

Vigencia y entorno del Villancico en Puerto Rico
A la dulce memoria de Carmen Irene Marsuaxch 
Por Marcelino Canino Salgado 
El villancico es una composición lírico-musical breve, de estirpe popular. Consta de uno a cuatro versos en su estrofa inicial que, por lo general, es glosada en las estrofas sucesivas.
Según Ramón Menéndez Pidal, el villancico es la forma más antigua de la glosa castellana cortesana; desciende directamente del zéjel, y, por otro lado, origina la serranilla. Aunque es sumamente difícil describir la estructura morfológica del villancico –debido a su "multiformidad, elasticidad e imprecisión formal" – (A. Sánchez Romeralo, El villancico, Gredos, 1968, p.129 y ss.), ya para el siglo XVII se había establecido el siguiente paradigma de carácter genérico y en absoluto excluyente:
A. Villancico o cancioncilla inicial (Uno, dos, tres o cuatro versos)
B. Mudanza o mudanzas
C. Verso de enlace
D. Verso de vuelta (en rima con el villancico inicial, anunciando repetición parcial o total de éste.)
E. Estribillo
Veamos un ejemplo:
Villancico: Míos fueron, mi corazón,
los vuestros ojos morenos.
¿Quién los hizo ser ajenos?
Mudanza: Míos fueron, desconocida
los ojos con que miráis,
y si mirando matáis,
con miraros dais la vida
Verso de enlace: No seáis desconocida,
Verso de vuelta: no me los hagáis ajenos
Estribillo: los vuestros ojos morenos.

Es de notar que el villancico, al igual que el zéjel, se caracteriza por los movimientos de retroceso y avance, de aquí la íntima relación entre éste, la cantiga y la canción paralelística .
Importa destacar que el villancico es una forma poético-musical, y es precisamente su naturaleza musical la que le da la irregularidad estrófica, versal y silábica. Ya en 1592 el notable preceptista Juan Díaz (También conocido por Diego García Rengifo) establecía en su Arte poética lo siguiente:
"Villancicos hay que se conforman en la cantidad y el número de sílabas, con el punto de la música en que se cantan; y llevan más o menos largos los versos, según lo piden las fugas que se hacen en las sonadas. De éstos no se puede dar regla cierta, porque penden de la música; de suerte que el que hubiere de componer, ha de ser músico, o a lo menos tener buen oído, para que, oyendo la sonada, la sepa acomodar al metro". (Arte poética, ed. 1644, cap. XXXIII).
De la misma forma el eminente humanista Gonzalo Correas, en 1626, observa la naturaleza de la música en los: "Cantares y Villancicos y coplillas sueltas y desiguales de número de versos y sílabas dellos", [así como] "seguidillas, que son las más iguales y regulares, pero todos dulces y suaves para cantar". Más adelante añade sobre el villancico: "coplas desiguales de tres y cuatro versos, de más y menos sílabas, dispuestas a cantar con guitarra, sonajas y pandero, que hacen perfecto sentido y andan solos" (Arte grande de la Lengua Española Castellana Madrid, 1954, págs. 271 Y 282).
Fueron, en cierta medida, los tratadistas de música e instrumentos de plectro y púa quienes conservaron en sus escritos gran cantidad de hermosos villancicos para la posteridad. Así vemos cómo Diego Pisador (en su Libro de música, 1552, fol. 9) nos ofrece este villancico sobre el tema de amor desafortunado:
¿Y con qué lavaré
la flor de mi cara?
¿Y con qué la lavaré
que vivo penada? 
Lávanse las mozas
con agua de limones
lavarme he yo, cuitada,
con ansias y dolores.
(Anónimo tradicional)
Y Francisco de Salinas, amigo entrañable de Fray Luis de León, (en De Música libri septem, Salamanca, 1577, p·g. 326) recoge un villancico arquetípico:
"A quién contaré mis quejas,
mi lindo amor?
A quién contaré mis quejas
Si a vos no?
(Anónimo)
Veamos este otro donde el realismo popular transmite un tono suavemente erótico y desgraciado, donde Eros se opone a Tanatos:
Gritos daba la morenica so el olivar,
que los ramos hace temblar.
La niña cuerpo garrido
morenica, cuerpo garrido,
lloraba su muerto amigo so el olivar,
que los ramos hace temblar.
(Anónimo. Libro de música para vihuela de Esteban Daza. Valladolid, 1576, fol. 102 vto.)
Desde sus orígenes los villancicos trataban sobre temas humanos, especialmente los amatorios con todos los matices del amor: desde ágape hasta eros. Así, pues, se cantaba a lo humano, y posteriormente, a lo divino.
En los villancicos suele hablarse a alguien o de alguien, y el sujeto poético es casi siempre una mujer. En este sentido hay un notable enlace con las antiguas jarchas, ya que por lo general la enamorada toma siempre como confidente de sus sentires y experiencias amorosas a la madre: único ser capaz de guardar discretamen te su secreto.
Para finales del siglo XV y principios del XVI la lírica pastoril empleó esta forma poética musical de abolengo medieval para la composición de canciones navideñas; y, aún sobre el tema de la Epifanía. Desde este momento comienza a usarse el término "villancico" como equivalente de "canción de Navidad" en homenaje y loor al Niño Jesús.
Entre los poetas más castizos que han compuesto villancicos - amén de los populares tradicionalizados en la corriente anónima - hay que mencionar al fraile Ambrosio de Montesinos (¿1513?), Alfonso Álvarez de Villasandino (¿1424?), Juan del Encina (¿1468-1529?) y Félix Lope de Vega (1562-1635).
Villancicos de las iglesias 
El maestro Pedro Henríquez Ureña nos explica que:
"A finales del siglo [XVI] comienzan a escribirse los villancicos de Navidad y de otras festividades, que se convirtieron durante la centuria siguiente, en fiestas obligatorias de las catedrales: Madrid, Toledo, Sevilla, Córdoba, Granada, Cádiz, Barcelona, Valencia, Zaragoza, especialmente; en América, Méjico y Puebla sobre todas".
Y añade más adelante:
"Los primeros villancicos que se imprimen en Toledo (1595) son obra de Esteban de Zafra y están hechos para cantarse al son de tonos profanos del pueblo, tales como "Ojos morenicos". (Henríquez Ureña, Estudios de versificación española, Univ. De Buenos Aires, 1961, p·g. 116).
Entre los autores de la antigua América hispana que escribieron villancicos navideños se destacó la sin par Sor Juana Inés de la Cruz (¿1651 ? -1695).
El villancico en Puerto Rico
A través de las crónicas de Indias podemos informarnos de cuán rápidamente se esparcieron las semillas de los cantares populares españoles por todo el Nuevo Mundo. En Puerto Rico ocurrió al igual que en "costa firme". Sería arriesgado, no obstante, establecer una fecha exacta para señalar el comienzo del género villancico en la Isla. Sin embargo, un hecho histórico, que muchas veces pasa desapercibido nos puede alumbrar el camino.
El 11 de diciembre de 1516, atracó en el muelle de San Juan de Puerto Rico el navío San Juan, procedente de Castilla. En la relación de mercaderías encontramos que el pasajero Juan Martín, entre otros objetos, introdujo una guitarra valorada en tres tomines. Sin lugar a dudas, la Noche Buena y Navidad subsiguientes, a los acordes de la guitarra de Juan Martín cantaríanse los primeros villancicos en Puerto Rico (A. Tanodi, Documentos de la Real Hacienda, U.P.R., 1971, p·g. 376).
Es significativo que entre los años de 1512 y 1516 fueron introducidos a Puerto Rico 15 vihuelas de varios tamaños, 1 guitarra, 3 adufes y dos panderos. Instrumentos musicales propios del canto y bailes populares, ya bien religiosos o profanos.
A los instrumentos arriba señalados hay que añadir otros de mayor refinamiento, como el clavicordio que en 1570 poseía en el ingenio azucarero de Bayamón Martín Aceituno de Estrada, posiblemente para uso y deleite de su mujer o sus hijas. (A.G.l. Sevilla, Contaduría 1974, Ramo 4.). Posteriormente, y, a partir de los albores del siglo XVIII, hay que sumar a la lista de instrumentos musicales: pífanos, chirimías, oboes, flautas, violines y arpas que, junto a los órganos de las iglesias ejecutaban las deliciosas melodías navideñas en las distintas localidades del paÌs.
A propósito de la divulgación de los cantares y villancicos populares escribía en 1926 el Dr. Cayetano Coll y Toste:
"El poeta crea con lo que recibe del medio ambiente. Primero, trasplantando la poesía popular de la madre patria, fecunda en estas creaciones del espíritu, después, popularizando la musa criolla sus ensayos, al principio febles e inacordes, luego fáciles, briosos y robustos. La inspiración popular no observa reglas ni pretende seguírlas; vuela espontánea y ágil, y por eso es flexible y donairosa". (Historia de la poesía en P.R. , Bol. Hist., T. XIII, 1926, p· 128).
Para ilustrar sus comentarios Coll y Toste transcribe algunos villancicos navideños
que ya en 1843 el poeta Francisco Vassallo padre, consideraba antiguos y difíciles de
olvidar:
Alabar a Dios
por ser lo primero,
después de alabarle
me siento en el suelo
A la media noche
y al rigor del yelo,
entre humildes pajas
nació el Rey del Cielo.
Naranjas y limas,
limas y limones,
más vale la Virgen
que todas las flores. 
(Anónimos)
El entorno del villancico, la canción navideña y otros datos interesantes. 
Hay que señalar que el villancico se da en un entorno y escenarios muy peculiares: en la iglesia frente al portal o Nacimiento, en el recogimiento del hogar- sobre todo durante el anochecer- y de modo más secular en los salones y escenarios escolares.
Antaño la preparación de un Belén durante la Navidad era condición necesaria en los hogares más afortunados económicamente. Estos, por lo general, se importaban desde España. El primer Nacimiento del que tenemos noticia documental nos llegó en el año de 1772 a bordo de la fragata San Francisco de Paula, la que zarpó el 26 de noviembre del mismo año desde Barcelona hacia Puerto Rico, Santo Domingo y Cumaná. Entre otras pertenencias dirigidas a don Agustín Antonio Valldejuli, residente en San Juan, iba un cajón conteniendo una montaña de cartón y figuritas de barro de un nacimiento (F. Morales Padrón: "Barcos libros y negros para Puerto Rico", Rev. ICP, número 8, julio-sept. 1960, p.56). 
Los campesinos y parroquianos más humildes encargaban a nuestros santeros o talladores de imágenes religiosas pequeños retablos que representaban las figuras principales del Nacimiento, así como de manera muy especial la de los Tres Santos Reyes, tallados en maderas nobles del país, destinados a los velorios o promesas de Reyes a celebrarse la víspera de la Epifanía hasta las octavas y octavitas, esto es, hasta el dos de febrero, día de la "Purificación". De aquí la copla popular:
Los tres Reyes Magos
por tu devoción ...
ellos son de palo
hechos de un tocón
En muchos hogares, comunidades, e iglesias se rivalizaba entre ellos sobre quién preparaba el Nacimiento más hermoso y vistoso de la temporada. Aunque todavía, hacia 1960 muchas familias puertorriqueñas de clase media y media alta conservaban la costumbre de confeccionar un Belén- los que generosamente exponían al público (como la familia del Dr. García Estrada, en Cataño, Puerto Rico)- ya para finales del siglo XIX había comenzado la decadencia de éstos. No hay duda de que la nueva costumbre de los "árboles de Navidad" competía vigorosamente contra la de los nacimientos, debido, en parte, porque las figuritas del Nacimiento importadas de España eran muy costosas y además, escazas. El árbol de Navidad resultaba más accesible para el común de la clase media.
Durante mediados del siglo XX algunos anglófobos en Puerto Rico creían y afirmaban que la costumbre del árbol de Navidad era otro elemento más de la aculturación norteamericana introducida a través de la escuela pública y el comercio. Pero históricamente no fue así. Otros estudiosos de la cultura puertorriqueña consideraban que la aludida práctica fue iniciada por primera vez en Puerto Rico, en la ciudad de Bayamón por el médico y naturalista Dr. Agustín Stahl, mucho antes de la invasión norteamericana a Puerto Rico en 1898. No obstante, aunque existe una fotografÌa del ilustre científico de ascendencia y educación alemana junto a un árbol de Navidad, la biógrafa de éste, Amelia Ceide, puso en duda- por diversas razones- la aseveración anterior.
La verdad es que Puerto Rico adoptó el árbol de Navidad bajo la colonia española y mucho antes del malogrado periodo autonómico.
Hacia 1878 cuando la reina de España María Cristina de Habsburgo y Lorena, segunda esposa del romanceado Alfonso XII, introdujo en el Palacio Real madrileño la costumbre austriaca del árbol de Navidad, ésta se propagó por toda España y sus tierras de "Ultramar".
En 1894 todavía persistía en Puerto Rico el entusiasmo por los árboles de Navidad, que eran introducidos generalmente, desde Nueva Orleans. Para esta misma fecha la tienda de José M. Suárez, en San Juan, se anunciaba en los periódicos locales ofreciendo a la venta: "regalos, juguetes, y artículos para el árbol de Navidad". (Pasarell: Esculcando el siglo XIX en Puerto Rico, p. 35). 
Anuncios por el estilo continuaron desde entonces, hasta ahora.
Don Emilio J. Pasarell, por su parte, con información periodística de la época afirmó que el 9 de enero de 1899 se presentó en el Teatro La Perla, de Ponce, el primer Santa Claus con árbol de Navidad y reparto de juguetes (Esculcando el siglo XIX en Puerto Rico, Barcelona, Rumbos, 1967, p. 35).
Por otro lado, cabe señalar que, el flujo constante de norteamericanos- sobre todo de Nueva Orleans- hacia Puerto Rico, y de puertorriqueños que iban a estudiar a los Estados Unidos, influyó en gran medida sobre nuestros tradiciones navideñas durante finales del siglo XVIII y a lo largo de los siglos XIX Y XX.
Respecto de la música, sabemos certeramente que, con la introducción de las iglesias protestantes a la Isla en 1900, se comenzó la práctica de entonar himnos religiosos traducidos al castellano. Así ocurrió también con los tradicionales Xmas Carols norteamericanos- mejor dicho: anglosajones- que fueron prohijados de inmediato por los puertorriqueños gracias a la ayuda del proceso asimilista y asimilatorio de la escuela pública.
No obstante sobre este particular considero que se ha exagerado muchísimo, veamos un ejemplo:
En 1921 la supervisora y profesora de música del Departamento de Instrucción Pública, y de la Universidad de Puerto Rico, Miss AlIena Luce, publicó un texto titulado Canciones populares.
Este cancionero, editado por la Silver Burdett & Co., contiene cien canciones de las cuales ocho son canciones de Navidad que pertenecen a la tradición hispanopuertorriqueñas o fueron compuestas por autores puertorriqueños. A las ocho anteriores se suman tres del repertorio internacional: Oíd un son en Alta Esfera, de Félix Mendelssohn, Noche de paz de Franz Gruber, y Belén de Charles Gounod. El 85% del corpus de este cancionero está constituido por canciones de la tradición latina y solo un 3% pueden considerarse norteamericanas. Desde el punto de vista estadístico no había razón, pues, para la anglofobia musical de los que nos precedieron en estos afanes.
La tradición musical navideña en Puerto Rico ha prevalecido porque esa ha sido la voluntad de los puertorriqueños que atesoramos nuestra herencia hispánica, negra e indigenista. Desafortunadamente conservamos muy pocos villancicos de estipe negra. Deseo compartir con ustedes un gracioso villancico afropuertorriqueño, probablemente de finales del siglo XVII o principios del XVIII, que se conserva en un cancionero manuscrito del siglo XIX de la biblioteca particular de las monjas carmelitas calzadas del antiguo monasterio de San José en Trujillo Alto. En mismo nos fue obsequiado por el Dr. Arturo Dávila, dice el villancico:
"Icen que po que soy nego
que no me arrime al poltal.
¿Acaso poque soy nego
el Niño se va asustá?
Cantemos, neguito, sí,
cantemos al dulce amor,
cantemos, neguito, sí
mil canciones en su honor.
Vaya, cantemos, vaya, cantemos,
sigue el festejo en el poltal.
Fancisca, coje el pandero,
Tomasa, agarra el timbal,
Ambosia, las castañuelas
y vamos hacia el portal;
y en llegando al portalejo
le habemos de festejar
con un bonito tanguito
F ancisca lo bailará
Tarala lara tarán la la rá
lara lan la
larán la la
Aceiquiate tú, Fancisca
no comiences a temblar,
que yo le doy un besito
y se ríe de carcajá ·
De las antiguas zonas rurales de Puerto Rico conservamos más de un centenar de cánticos de aguinaldos y villancicos para la Navidad y para cantar en las "mandas", "promesas" y "velorios de Reyes". Es sorprendente que en los "aguinaldos navideños" predomine el tema de la Anunciación a María, y el de los Celos del Casto José.
Algunos humanizan a las figuras sagradas sin llegar a la cruda desacralización, más bien, por el contrario, la humanidad del tema se desborda en sutil ternura: San José se siente confundido, no ha tocado a su desposada; María, por otro lado, teme verse abandonada por su esposo.
Veamos una muestra de las muchas que conservo en mis archivos:
María se halló
muy embarazada,
y un ángel le dijo
que no se apurara
que se consolara
con mirarlo a Él;
que había de nacer
de su propio seno
un Dios verdadero
llamado Emanuel
San José pensó
dejar a María;
a los pocos días
se fue y la dejó,
y se arrodilló
frente a unos laureles -
¿José por qué quieres
a mi abandonarme?
Aquí en este valle,
sola no me dejes.
María embarazada
caminó a Belén,
San José también
a pedir posada.
a una casa llaman
y no le responden,
San José conforme,
le dijo a María;
" Ay, esposa mía
ya no tengo nombre!
(Recogido de Luis Rivera, natural del Barrio Sabana de Orocovis. En 1969 tenía 68 años de edad, era analfabeta y agricultor) .
De factura netamente tradicional es el siguiente aguinaldo que interpola el tema anterior a la Epifanía. En el ejemplo que presentaré seguidamente pueden observarse reminiscencias del Auto de los Reyes Magos fechado hacia mediados del siglo XIII. Veamos:
La Virgen María
se halló embarazada
y un ángel le dijo
que no se apurara
que se consolara
con mirarlo a él;
que había de nacer
de su propio seno
un Dios verdadero, (Nena)
entre mula y buey.
Dice Baltasar:
"Vamos ligero
a ver si llegamos
a los campos de almaceno;
a ver si allí vemos
al niño Manuel,
pa' hacerle saber
que habemos llegado:
Los Tres Reyes Magos (Juega)
entre mula y buey.
Salieron los Magos
en busca del niño
y Herodes les dijo:
-¿Dónde van?-turbado.
Ellos contestaron
que iban a ver
y a reconocer
una peña aciaga;
y se cumplió la fiesta (Nena)
al amanecer.
Arre, caballito,
vamos pa' Belén
que mañana es Pascu
a
y pasado también;
y vamos a ver
ese hermoso Niño
que María ha parido (J uega)
entre mula y buey .
Dice el Rey Melchor:
- Ya yo me retiro
voy a sepultar
a la raíz de un pino,
ese es mi destino
y no puedo perder
quiero que me den
un buen aguinaldo
que sea pa' llevarlo (Nena)
entre mula y buey.
(Aguinaldo: José Vilar, Grupo Borinquen, Disco Columbia #3352-X,78RPM(Ca.1930)
Las reminiscencias de la lírica medieval y pre-renacentista en algunos de estos cantares que conservamos en nuestra tradición oral sorprenden constantemente tanto por las estructuras estróficas como musicales. El siguiente villancico sobre los Santos Reyes conserva la forma de retroceso y avance del antiguo "cosante":
Los tres Santos Reyes
son merecedores
alcanzan con Dios
crecidos favores.
Los tres Santos Reyes
se quejan al mundo,
porque son tres días
les celebran uno.
Los tres Santos Reyes
se quejan a Dios
porque son tres días,
les celebran dos.
Los tres Santos Reyes
los tres y los tres,
ellos se celebran
antes y después.
(Recogido de Doña Juana Cortés de Caguas, en 1973 tenÌa 90 años de edad.)
La tradición oral campesina-mucho más pura que la urbana- conserva un gran repertorio de villancicos vertidos en las formas antiguas de decimillas hexasilábicas, romances y romancillos, zéjeles, cosantes, rondoletos en cuartetas octosilábicas y hexasilábicas, y hasta reminiscencias de cantares paralelísticos.
Durante el siglo XIX, la Iglesia Católica - desde donde se orientaba y divulgaba el culto religioso popular - solicitó a muchos de nuestros músicos urbanos la composición de villancicos navideños. Entre los autores decimonónicos más notables se encuentran: Felipe Gutiérrez Espinosa, Julián Andino, Jaime Pericás, Braulio Dueño Colón, José Quintón, Jesús Figueroa y Rafael Hernández.
A partir de la segunda mitad del siglo XX se destacan como compositores de villancicos navideños: Narciso Figueroa, Monsita Ferrer, Noel Estrada, Amaury Veray y Pablo Fernández Badillo, entre otros.
En diciembre de 1950 la División de Educación a la Comunidad, publicó un breve Cancionero de Navidad con prólogo de Inés María Mendoza de Muñoz Marín. La pautación y recopilación musical fueron hechas por María Luisa Muñoz, y las ilustraciones artísticas de Juan Díaz, Lorenzo Homar, Francisco Palacios, Félix Rodríguez, Julio Rosado del Valle, J. A. Torres Martinó y Rafael Tufiño. El opúsculo que apareció bajo el título de Canciones de Navidad, fue diseñado por Irene Delano.
En muchas de las iglesias católicas de la Isla, además de los nuestros, villancicos, suelen cantarse algunos españoles como los de los padres Juan de Gorostiza y Gilberto Blanco, ambos de la Orden de San Agustín. Igualmente se ha adaptado un conocido Xmas Carols de John Martín, con letra de Manuel Fernández Juncos, cuyo título en español es: "Llegó la Noche Buena".
Durante la celebración de la Epifanía se escucha en las iglesias más antiguas de Puerto Rico el villancico de Braulio Dueño Colón y Manuel Fernández Juncos titulado "Los Reyes Magos", mejor conocido como "Llegan de noche".
En los años '20 fue difundido a través de la escuela el alegre villancico con aire de danza titulado "Alegres Pascuas" que comienza: " Por fin llegaron las navidades"; música de Jaime Pericás y de su segunda esposa la maestra de instrucción pública María Cabrera Lierta.
Rafael Hernández nos legó una serie de cinco villancicos navideños que, como los de Amaury Veray y Narciso Figueroa, son delicadas "canciones de arte", de las cuales pueden adquirirse todavÌa grabaciones comerciales.
En el aspecto popular-comercial-urbano son muy conocidas las siguientes creaciones: "Aguinaldo a la Virgen" de Pedro Ortiz Dávila, "Alegre vengo" y "Hermoso bouquet" (Las flores) de Manuel Jiménez Canario", "Brisas de Navidad" y Cantares de Navidad" de Benito de Jesús, "De la montaña venimos de Bobby Capó, "La rosa blanca" de Pedro Flores, "Los Reyes no llegaron" de Esteban Taronjí, "Santo Nombre de Jesús, atribuida a Claudio Ferrer. Todas estas con la impronta de la tradicionalidad.
Junto a las anteriores se escuchan otras canciones navideñas de variado, espíritu y ánimo, algunas muy nostálgicas, otras picarescas y otras simplemente vulgares y chabacanas. De carácter criollo o nostálgico son las siguientes:
"Caminan las nubes" de Julio Rodríguez Burgos, "De lejanas tierras" de Pinín Maldonado, "Felices Pascuas" de Pedro Flores, y "Triste Navidad" de Rafael Hernández.
Entre las picarescas y de doble sentido pueden anotarse: "Ese pobre lechón" y " La Parranda del sopòn" de lván Nogueras, "De palo en palo" del Profesor que canta, Angel Luis Carda, "El Na" de Herminio de Jesús, y "Si no me dan de beber, lloro" de Vicente Carattini.
Muchas de las composiciones picarescas han sido divulgadas mediante las grabaciones de diversas "tunas" de carácter heterogéneo, como la otrora famosa Tuna de Cayey.
En Puerto Rico, sobre todo, en las zonas urbanas, suele confundirse al villancico con el aguinaldo, también de tema navideño. Fue el folclorólogo Francisco López Cruz quien estableció claramente las diferencias entre uno y otro. Esencialmente el villancico puede cantarse a "capella" o con acompañamiento musical. El aguinaldo siempre se canta con acompañamiento musical. El villancico acepta el poliestrofismo y la polimetría.
El aguinaldo se escribe en versos hexasilábicos y sigue el paradigma de la décima: abba/ac/cddc. El villancico acepta diversos compaces. El aguinaldo prefiere los compaces binarios. En realidad puedo afirmar que todos los aguinaldos son villancicos pero no todos los villancicos son aguinaldos.
Todavía en nuestras iglesias y hogares, tanto en Noche Buena como en Navidad, los puertorriqueños entonamos villancicos tradicionales como "Pastores a Belén". "Vicentillo", "Pastores y zagalas", así como "Alegría, alegría, alegría", pues al fin de cuentas de la Alegría de la Encamación es que tratan los villancicos, los que nos obligan a recordar aquel cantar angélico que decía: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad".