jueves, 30 de noviembre de 2017

UN POCO DE NUESTRA HISTORIA CULTURAL DE MARCELINO CANINO SALGADO

Un poco de nuestra historia cultural
Por Marcelino Canino
Navidad, Año Nuevo y Reyes en Puerto Rico
El moderno preludio a la Navidad: Thanksgiving Day o Acción de Gracias
Otra de las tradiciones norteamericanas que hemos prohijado es la celebración del "Día de acción de gracias" o "Thanksgiving", festividad que tiene lugar el último jueves de noviembre. Aunque los puertorriqueños damos gracias a Dios a cada instante, por ser éste día oficial de fiesta, la costumbre se arraigó con ahínco a partir de los años '50 del siglo próximo pasado.
Los puertorriqueños han redenominado el día de acción de gracias como "el día del pavo". En otras palabras, es una festividad donde nos ha llegado la forma pero no el sentido, porque éste ya lo teníamos. Y es así, porque no hace sentido dar gracias a Dios un día del año en específico, sino a cada instante de nuestra vida.
Por otro lado desde el mismo siglo XVI ya existía en Puerto Rico una ecología gastronómica del pavo. Aunque esta ave de corral es oriunda de Centro América se adaptó extraordinariamente a los campos de la Isla desde los tempranos años de la colonización española. El pavo no nos llegó con los norteamericanos como nos quieren hacer creer algunos educadores y demagogos pitiyanquis. 
Ya para el 1852 el cronista social del periódico El Ponceño se lamentaba de que en Puerto Rico en cualquier ocasión se servía pavo:
“Esta noche probablemente todos ustedes habrán estado en la misa del gallo, allí se habrán juntado a las trullas XXX; luego se habrán juntado en las casas y se habrán sentado alrededor de una opípara mesa, en cuyo centro habrá aparecido la consabida víctima; es decir, el inolvidable y consabido pavo.
¿Hay bautizo? ¡Pavo! ¿Hay casamiento? ¡Pavo! ¿Hay convite? ¡Pavo! ¿Hay baile? ¡Pavo! ¿Hay fiesta? ¡Pavo! ¿Llegan forasteros? ¡Pavo! ¿Cualquier ribota? ¡Pavo! ¡Pavo! y !siempre pavo!” 
Así, pues, sigamos comiendo pavo ... sobre todo relleno o estofado que son las formas que más nos gustan. Ya en 1859 El cocinero puertorriqueño18 ( primer libro de cocina publicado en Puerto Rico) ofrecía la receta para hacer un exquisito pavo relleno que junto al lechoncito asado compite por el sitio de honor en la mesa puertorriqueña de la Noche Buena.
Folklore espiritual
La Navidad, Año Nuevo y Reyes
Desde los primeros días del mes de diciembre comenzaban los preparativos para los días de fiestas. Ya para el día 8 —y a veces un poco antes— empezaban a llegar al pueblo los músicos del campo que iban de casa en casa tocando aguinaldos y guarachas navideñas, por cuya interpretación recibían a cambio un regalo en metálico o "aguinaldo". En muchos hogares, además del regalito en efectivo, solían obsequiar a los músicos con un "palito de ron o una cerveza fría". Cerca del día 20 las truyas se hacían más numerosas y los acordes de los aguinaldos se escuchaban por doquier.
Las misas de aguinaldos
En la iglesia católica, nueve días antes de Nochebuena se celebran misas de aguinaldo al amanecer, entre las cinco y seis de la madrugada. En estas misas se cantan aguinaldos y villancicos tradicionales acompañados de los instrumentos típicos: cuatro, guitarra, güiro, maracas y otros que se suman a la orquestación tradicional. En un rincón de la iglesia, cerca del altar mayor, se prepara un pesebre con figuritas representando la Sagrada Familia, los pastores con sus ovejas, la mula y el buey y los tres Reyes Magos. Hasta hace unos 25 años, después de celebradas las misas los asistentes, generalmente los jóvenes, se encaminaban a la panadería del pueblo para comprar pan "calientito", hacer maldades y travesuras a los amigos que no habían acudido a la misa, cantar aguinaldos y hacer un poco de ruido y barullo. Las parejas de enamorados aprovechaban la ocasión para "apestillarse" libremente sin la vigilancia de familiares.
La Misa del Gallo
El día 24, Nochebuena, a medianoche, se celebra la Misa del Gallo. Para tal acontecimiento suelen vestirse niños y niñas de pastores y pastoras, así como de las figuras principales del Nacimiento: La Virgen María, San José y los tres Reyes Magos. En algunos pueblos como en Juana Díaz, Aguas Buenas, Dorado y otros, suelen presentar pequeños y entretenidos Autos de Navidad, algunos de carácter folclórico, otros escritos por algún devoto o religiosa de la parroquia. Después de la misa los asistentes siguen la fiesta en sus hogares hasta el amanecer.
Celebración doméstica de la Nochebuena
Para el día de Nochebuena, todos, hasta los más pobres, tratan de conseguir ropa nueva para estrenar, la que salen a comprar varios días antes de la festividad. A esto llaman "comprar la muda de Nochebuena". Los jefes de familia adquieren varias botellas de bebidas alcohólicas, cervezas y el tradicional anisado. Las amas de casa suelen preparar con leche de coco, huevos, ron clandestino de caña y varias especies como la canela o jengibre, un delicioso ponche que recibe el nombre de "ponche coquito" o "coquito" simplemente. Los hombres acostumbran conseguir ron de caña (que también recibe los nombres de: "mamplé", "lágrima de mangle", "cógeme guardia" y "pitorro") para prepararlo con uvas secas o pasas, ciruelas secas, carne cruda, higos secos; y otros le añaden hasta plátanos maduros. Con todos estos elementos el ron se deja "curar" por varios meses ya bien en un galón acaramelado o en un barrilito de madera. Esto se considera una bebida muy exquisita y sólo suele servírsele a los amigos que se estiman verdaderamente.
Comestibles y golosinas
Las navidades es época de mucho comer y beber, y hasta las personas que siguen dietas o están a régimen hacen sus desarreglos para no privarse de los deliciosos manjares que durante esos días se preparan. Desde los primeros días de diciembre las amas de casa consiguen proveerse de cocos secos, de harina de arroz, especias aromáticas y azúcar morena, con los cuales elaboran ricos majaretes, almojábanas, tembleques y el tradicional arroz con coco. Los pasteles de masa de plátano o yuca rellenos ya de jueyes ya de carne de cerdo, no faltan aún en el hogar más pobre. Así también son comunes las hayacas de maíz tierno con carne de cerdo, los guanimes, los zurullitos de maíz con queso y pasta de guayaba amasados con leche de coco, los jíbaros envueltos (guineítos niños rebozados con harina de trigo y fritos en manteca), las alcapurrias, las arepitas de calabaza y de maíz, los bacalaitos fritos y varias otras delicias para el paladar. Pero el plato más importante de las navidades, sobre todo el de la Nochebuena es el lechón asado en vara. Se prefieren los lechoncitos más flacuchos que gordos, ya que estos por la grasa no son muy buenos para comerse asados. De las tripas y la sangre del lechón se hacen ricas morcillas; y, el resto del mondongo se aprovecha para hacer la insustituible gandinga. También es muy común en esos días comer arroz con longaniza y arroz con pollo acompañado con habichuelas coloradas bien guisaditas. Para postre es común tomar nuestros dulces en almíbar, bienmesabe, o pastas de guayaba, batata y naranja, acompañadas siempre con un buen pedazo de queso blanco muy fresco.
Refrescos y bebidas embriagantes
Además del tradicional "coquito" otras bebidas que se prefieren son los vinos, sobre todo los dulces, el anís escarchado, los rones del país y el vermú italiano. Para las mujeres y los jóvenes, así como los niños que no apetecen o no pueden tomar bebidas con gran cantidad de alcohol, se preparan varios tipos de ponches con jugos de frutas del país, o bien con mezclas de refrescos embotellados, sobre todo de la famosa Coca-cola ya incorporada definitivamente a nuestra cultura nacional. Otros refrescos más livianos reciben el nombre de "agua de piringa" o "agualoja", compuestos con jugo de limón, azúcar trigueña, un poco de ron y, si se quiere, pedacitos de guineos maduros o frutas cítricas. En realidad el agualoja es una bebida hecha a base de jengibre hervido en agua edulcorado con azúcar morena al que se deja fermentar por uno o dos días. Es en cierto modo el antecesor del “ginger-ale”. No faltan tampoco las ricas horchatas de ajonjolí, coco y hasta de arroz.
Dos bebidas interesantes
Queremos destacar aquí dos bebidas tradicionales puertorriqueñas que, aunque pueden tomarse durante otras temporadas del año, es común encontrarlas durante las navidades. Me refiero al maví y al bilí. El maví es una bebida refrescante y el bilí es una bebida espiritosa, es si se quiere, nuestro "cordial" típico. El maví se elabora a base de la cáscara de un árbol del mismo nombre, ésta se hierve en agua para sacar su extracto sumamente amargo. Muy diluido este extracto en agua, se sazona ésta con azúcar trigueña y se deja fermentar por dos o tres días. El maví es una especie de cerveza rústica muy refrescante. El bilí se elabora con jugo de limones agrios, azúcar refinado y ron blanco. Con el jugo de siete o diez limones y el azúcar se hace un almíbar muy espeso al que se va agregando el ron hasta alcanzar el grado de saturación deseada, y luego se añade un poco de color rojo vegetal y se deja reposar al sol por dos o tres días. Es una bebida muy embriagante y simpática, de tal forma que se bebe con suma facilidad. De aquí que cuando algo es muy fácil y suave se dice "es un bilí". El maví es una bebida totalmente generalizada en Puerto Rico, sin embargo, el bilí es más conocido en la región central de la Isla, sobre todo en los campos de Cidra y de Cayey. En la isla nena de Vieques se prepara un bilí de quenepas.
Adornos navideños y decoración del hogar
Antiguamente los campesinos puertorriqueños, aún los más pobres, encargaban a los santeros o tallistas de imágenes religiosas retablos, nacimientos o las imágenes de los Santos Reyes montados a caballo. Durante las festividades de la Navidad estas tallas ocupaban un lugar prominente en las casas o humildes bohíos de nuestros jíbaros. En el pueblo también era común tener estas figuras alusivas al nacimiento del Mesías; en algunas casas preparábanse pesebres o un simple retablo con la Sagrada Familia. Hacia finales del siglo XIX se introdujo en el país la costumbre de adornar un arbolito para la Nochebuena, pero como la clase de pino que se adorna para estos fines no se cultiva en Puerto Rico, éstos eran sustituidos por un árbol de la flora tropical llamado "tintillo"( box-briar. L: Randia aculeata ) que una vez decorado daba la impresión de ser un pino real. Con los avances de la transportación marítima hoy día se introducen sin ninguna dificultad pinos para árboles navideños traídos directamente desde los Estados Unidos de Norte América. Sólo en casas de familias de raigambre verdaderamente católicas y puertorriqueñas se conserva la hermosísima tradición de armar un pesebre. Hay familias en Puerto Rico cuyos pesebres son ya famosos, de manera que todos los años durante esos días de fiestas acuden centenares de vecinos de todas partes de la Isla para admirarlos. Un ejemplo de esta costumbre podía observarse en la residencia del doctor García Estrada, en Cataño.
Algunas personas, con largas tiras de papel crepé en rojo y verde, tejían cadenetas para hacer guirnaldas y adornar los dinteles de las puertas y ventanas de sus casas. A veces colocaban una campana, también de papel (de esas plegables que se abren y se cierran), junto a la guirnalda que ponían en los dinteles. Otras veces adornaban el plafón con estas guirnaldas y en el centro de la sala o habitación colgaban una inmensa campana roja o blanca. Esta costumbre, fundamentalmente adoptada por las clases de pocos recursos económicos, fue introducida a través de las escuelas públicas que desde principios del siglo XX, por influencia norteamericana, realizaban este tipo de ornamentación para la época de Navidad. Las barberías y algunos establecimientos públicos, incluyendo las salas de fiestas, gustaban también de estos adornos de guirnaldas y campanas de papel en lucientes colores.
Es interesante destacar el hecho de que para los adornos navideños se aprovechaba todo tipo de semillas, ganchos secos, y materiales desechos como el papel metálico de aluminio de las cajas de cigarrillos y algunos dulces, papel de seda y cajas de cartón. Con las semillas del pino puertorriqueño se hacían hermosos y lucientes adornos para el árbol de tintillo. Estas semillas se cubrían de papel metálico en diversos colores y servían como sustitutos de las bombillas de cristal importadas. Con las cajas de cartón y los papeles de seda se hacían farolas o linternas de fantasía, aunque había veces que éstas se iluminaban colocando en el centro de las mismas una pequeña bujía de parafina. Las personas de recursos económicos abundantes consideraban estos adornos de mal gusto y se burlaban de ellos diciendo que eran "jibarerías", palabras que aplicaban a todo lo que no era de origen comercial e industrial, o que, por ser de elaboración rústica y modesta, no les agradaba. Hoy día, hasta los más pobres hacen esfuerzos para comprar adornos comerciales producidos en gran escala y que se compran en todos los supermercados de la Isla.
Los árboles de Navidad y el primer Santa Claus en Puerto Rico
Con la ocupación norteamericana de 1898 se trató de imponer las costumbres, creencias y tradiciones del pueblo invasor. Para tal empresa se sobraron los colaboradores americanófilos como fueron el traductor y escritor Francisco de J. Amy, y el músico compositor Jaime Pericás, ambos residentes para aquel entonces en la ciudad de Ponce.
Fue precisamente en Ponce el 9 de enero de 1899 y en el Teatro La Perla que se presentó por primera vez una persona disfrazada de Santa Claus junto a un árbol de Navidad y reparto de juguetes. (Pasarell: Esculcando el siglo XIX en Puerto Rico, p. 35).
No obstante los árboles de Navidad comenzaron a proliferar desde mucho antes de 1898. Ya en 1894 el periódico El Buscapié, anunciaba que en la tienda de José M. Suárez, en San Juan, podían conseguirse árboles de Navidad, adornos para éste, regalos y juguetes. (Pasarell, Ibíd.,)
A través de la instrucción pública del país tratose también de introducir entre nuestros niños a la figura de Santa Claus. No fue hasta la década de los cincuenta cuando la ya desaparecida firma comercial de González Padín comenzó a divulgar y a dar despliegue destacando en las vitrinas de su tienda por departamentos en San Juan, que la figura de Santa alcanzó gran prominencia. Esto se debió, además, a lo innovador del mecanismo que accionaba toda una simpática escena del viejo Santa montado en su trineo con renos, los enanitos colaboradores, nieves, casitas con chimeneas, etc. Todo un espectáculo atractivo difícil de olvidar.
El encargado de la decoración y a quien se le atribuye la idea de éstas vitrinas fue don Jenaro Otero, español oriundo de Málaga quien llegó a Puerto Rico a principios del siglo XX. Don Jenaro contrajo matrimonio con la puertorriqueña doña Amparo Otero. Aproximadamente para 1914 don Jenaro se convirtió en el decorador más importante de la firma González Padín en San Juan. En el año de 1950 comenzó con las bellas pero enajenantes vitrinas de temas angloamericanos. Sobre la vitrina de Santa Claus nos informa el periódico El Mundo en su revista Puerto Rico Ilustrado del 20-XII –1970 ,página 4, lo siguiente:
“Se inauguró la vitrina con la presentación de un Santa Claus, rechoncho, que reía a carcajadas mientras sus enanos —uno de ellos le rascaba los pies, otro la calva— hacían de las suyas. "Esto vino a alegrar la atmósfera, que a la sazón estaba un poco desanimada; fue algo sicológico. Recuerdo las multitudes frente a la vidriera y el tránsito paralizado —atentos todos al Santa Claus, que reía, reía... Es más, adelantamos la misma para traer un poco de alegría, montándola en noviembre", señala.
Además de esa vitrina, que don Jenaro clasifica "profana" se arregla una de carácter religioso, inspirada casi siempre en la Anunciación. La del año pasado (1969) mostraba a la Virgen, San José y el Niño, junto a una cascada de agua natural.”
Para esa misma época la entonces alcaldesa de San Juan, Felisa Rincón de Gautier trajo por vía aérea desde los Estados Unidos de Norte América un cargamento de nieve para que los niños puertorriqueños jugaran con ésta en el Parque Sixto Escobar. Acudieron miles de niños y adultos de todos los pueblos de la Isla, y Doña Fela hizo junto con algunos de los niños privilegiados un muñeco de nieve. El resto de la nieve se convirtió, por efectos del calor, en un informe pegote de hielo. Todo esto ocurrió la mañana de un miércoles 5 de enero de 1953. Al día siguiente el periódico El Mundo publicaba la noticia con vistosas fotografías de la actividad.
Todavía a sus 90 años Doña Fela recordaba emocionada el incidente:
“Ah, también conocí al presidente y gerente general de la Eastern Airlines, el capitán Eddie Rickenbacker. A él lo recuerdo mucho porque fue el que hizo posible que los niños de San Juan jugaran con nieve aquel año luego de salir Dama de Las américas.
Siempre quise que los niños puertorriqueños de acá tuvieran el gusto de jugar con la nieve. Yo quería que los niños gozaran tirándose la nieve unos a otros, porque yo los veía muy contentos en el Parque Central de Nueva York, jugando con la nieve, y yo quería que los míos también tuvieran esa oportunidad. Yo les podía comprar juguetes, patines, trajes de peloteros, bates, bolas y guantes, pero no podía traerles la nieve. Para ellos todo me parecía poco. Entonces, cuando salí Dama de Las Américas, Mr. Rickenbacker me preguntó: "Con qué quiere que la obsequie, doña Fela." El regalo que le pedí al capitán Rickenbacker fue ése, que me trajera nieve para los niños de San Juan.
Recuerdo que antes de traerla, yo preparé el escenario con hielo de aquí. Era una especie de escarcha que traían en varios camiones los fabricantes de Hielo Llamas. Con esa escarcha preparamos el muñeco de nieve y rellenamos una enorme chorrera de madera para que los niños se tiraran en trineos y esquíes, como hacían los de allá. De pronto, llegó la nieve. Llegó en unos barcos, unas canoas que iban colgadas de la parte de abajo del avión. Eran como unas góndolas adheridas a la barriga del avión.
El avión de la Eastern llegó al aeropuerto de la Isla Grande. Allí lo estaba esperando una trulla compuesta en su mayoría por alumnas de una escuela de baile español, y muchos niños vestidos de pastores. Aquellas niñas se veían preciosas porque tenían castañuelas y las tocaban al compás de la música. Allí también estaban los Tres Reyes Magos montados a caballo. Los Reyes eran Johnny Rodríguez y su Trío. Al lado de ellos había unas parejas de bueyes que tiraban dos carretas engalanadas donde desfilaba la Princesa, el Príncipe y toda su comitiva. De ahí pasamos al Parque Sixto Escobar donde más tarde habría de llevarse a cabo una batalla de nieve en un ambiente tropical, a orillas del Atlántico, adornado con pencas de palmas de coco y hasta matas de plátanos con racimos y todo. 
Era una cosa bien bonita porque los niños de New Hampshire y de todas esas partes sabían que estaban recogiendo nieve para los niños de Puerto Rico. Los niños de acá sabían que esa nieve había sido recogida por los puertorriqueños de allá, porque siempre se lo decíamos. Era una forma de motivarlos, porque a los niños hay que motivarlos, no es solamente darles las cosas, sino que hay que hacerlos sentir la alegría para que pudieran decir con orgullo: "mira, allá recogieron la nieve para nosotros". Yo quería que supieran que había una amistad entre los de acá y los de allá.
Seguí trayendo nieve durante los próximos dos o tres años pero llegó el momento en que se suspendió la actividad porque eliminaron las canoas donde se traía. Recuerdo que antes de que suspendiera aquella blanca Navidad, se me ocurrió comprar dos camiones repletos de chinas para que los muchachitos se las comieran en lo que llegaba la nieve. Entonces los niños se las echaron en los bolsillos, y cuando se derritió la nieve, empezaron a tirarse con chinas. Ese día gozaron como nunca antes lo habían hecho...” ( Josean Ramos, Palabras de mujer, p.145-147).
El árbol de Navidad en Puerto Rico
Algunas personas consideran que se debe al Dr. Agustín Stahl la costumbre del árbol de Navidad en Puerto Rico. Tal información provenía de la biografía que sobre este médico ilustre escribió la periodista y poeta Amelia Ceide. Dice la autora:
“En Bayamón, donde residió durante medio siglo, Stahl funda el primer centro social bayamonés. Y en un inolvidable mes de diciembre inaugura el primer Árbol de Navidad conocido en Puerto Rico. Esto ocurrió muchos años antes de que llegara a la isla la ocupación americana, que luego fue introduciendo la costumbre del Árbol de Navidad que hoy es popular entre un gran número de puertorriqueños que lucen el árbol desde el día de Navidad hasta la Epifanía.
En el patio de su casa en Bayamón instaló el doctor Stahl el Árbol de Navidad, adornado con luces y bellos objetos alusivos (en) las ramas e imitando desde la copa al tronco, con escarchas debidamente preparadas, la caída de la nieve en los países norteños. La víspera de Navidad colgó en el ramaje del árbol innumerables juguetes y golosinas con las que su corazón generoso obsequiaría al día siguiente a todos los niños pobres que de los contornos de la ciudad, llegarían hasta su casa en busca de alegría, el día de Navidad.”
No obstante las afirmaciones de Amelia Ceide y el hecho de que incluye en su libro una fotografía del doctor Stahl junto al árbol de Navidad y su familia, el distinguido abogado y musicólogo puertorriqueño Pedro Malavet Vega en su libro Navidad que vuelve con gran perspicacia observó lo siguiente:
“Tengo dudas en cuanto a la fecha, por lo siguiente: (a) en la fotografía aparece el Dr. Stahl anciano; (b) aunque el uso de electricidad en la Isla es anterior al 1898 —se inauguró el 15 de febrero de 1893, pero fuera de San Juan no ocurre hasta el período 1894-1898— no me parece históricamente factible que se usaran luces para ese fin antes del '98 (aunque podría tratarse de iluminación con velas); c) no se trataba de una tradición española y se sabe las dificultades políticas que ya tenía Stahl con el gobierno español, hasta el punto de que a la llegada de los norteamericanos estaba desterrado en Santo Domingo. Regresa al cambiar la soberanía.” 
Personalmente creo que como en realidad la costumbre del árbol de Navidad llegó a Puerto Rico desde España. La reina María Cristina de Habsburgo y Lorena, segunda esposa de Alfonso XII continuó en el palacio de Madrid la costumbre austriaca de adornar arbolitos de Navidad. Fue María Cristina quien impuso la costumbre entre la aristocracia española, así que ya desde 1878 en adelante tal práctica era común en la Metrópoli como en las posesiones de Ultramar.
Tarjetas o postales de Navidad y Año Nuevo
Desde una semana antes de Nochebuena y Navidad se comienza a enviar tarjetas de felicitación y buenos deseos a los amigos y familiares queridos. La costumbre nos llegó a través de la influencia norteamericana desde principios del siglo XX, aunque la clase adinerada puertorriqueña acostumbraba una práctica semejante durante los dos últimos cuartos del siglo XIX. Esta práctica vino a sustituir casi por completo otra antigua costumbre puertorriqueña: la de intercambiar platitos de diversos manjares entre los vecinos, lo que se hacía fundamentalmente por los corrales o patios de las casas. Además de intercambiar platitos de golosinas entre los vecinos cercanos había también la costumbre de enviar a los parientes y amigos de pueblos vecinos y lejanos canastas con frutas, verduras y legumbres y generalmente dulces en conserva y almibarados. Pero la práctica de enviar saludos y felicitaciones mediante las tarjetas postales resultaba más práctica y económica que la costumbre anteriormente aludida. En la actualidad enviar tarjetas de felicitación durante las navidades se ha generalizado tanto en Puerto Rico que hasta los que no son partidarios de tal práctica se ven obligados a veces a enviar las suyas... (La práctica se ha extendido también a otra épocas y ocasiones; así, pues, tenemos postales para saludar a los enfermos, convalecientes, para dar el pésame en ocasión de muerte, para felicitar en los cumpleaños, para el Día de las Madres y los Padres, en fin, para todas las ocasiones en que se quiere cumplir de la forma más rápida, económica y más impersonal ...) Los que no envían postales durante los días de Navidad lo hacen para finales del mes, esto es, para desear feliz y próspero nuevo año a sus amistades. Las postales son impresas comercialmente a gran escala y pueden comprarse en cualquier establecimiento público. Últimamente, algunos artistas puertorriqueños han creado postales de verdadero valor artístico con motivos del folclore y elementos típicos boricuas; casi siempre son bellas serigrafías o grabados, técnicas en las que nuestros artistas han alcanzado maestría y renombre internacional. En las escuelas, los niños y jóvenes preparan sus propias tarjetas, que resultan generalmente muy agradables.

La fiesta de los Santos Inocentes
El día 28 de diciembre de cada año se acostumbra celebrar la fiesta de los Santos Inocentes, en recordación de los niños mártires que Herodes mandó matar para así tratar de conseguir la muerte del Mesías. Desde el día 27, grandes y chicos, sobre todo en los campos, comienzan los preparativos para la persecución de los Inocentes. Jóvenes y niños preparaban espadas de madera pintadas de vivos colores: rojo, azul, negro, y unos capacetes o tiaras de cartón para disfrazarse de soldados y centuriones. Todos los disfrazados formaban una estruendosa algarabía desde el mismo día 27, cuando por la tarde iban de casa en casa exhibiendo sus disfraces y blandiendo sus espadas como en señal de ataque. A veces hacían maldades a los vecinos: escondían algún tiesto o adorno o prendían en las espaldas de éstos mariposas o pescaditos de papel o cartulina con inscripciones que decían "Inocente mariposa" o cualquier otra alusiva al día. Como estaban enmascarados, además del barullo y el pataleo en el piso, era difícil darse cuenta de quién realizaba la inocente maldad. El dueño de la casa les agasajaba con refrescos y golosinas o dinero y seguían a otras. El día 28 le tocaba a las personas mayores. Hacían al igual que los pequeños, pero éstos llevaban música brava y bailaban, cantaban y pedían su aguinaldo. Cuando les invitaban a subir a la casa cantaban aguinaldos alusivos a la vida de Herodes, a los Inocentes y a la Huída a Egipto. Por otro lado, sobre todo, en el pueblo, los vecinos se hacían maldades unos a otros. Eran muy frecuentes las burlas y los engaños, pero todo finalmente se descubría con la alegría de "te cogí de bobo, inocente mariposa"; así se tenía en cuenta de que era el día de los Santos Inocentes y que había que andarse con cuidado para no ser la víctima futura de burlas, maldades y chascos. En el pueblo de Morovis, sobre todo en el barrio de Barahona, la fiesta de los Santos Inocentes ofrece peculiaridades dignas de anotarse. Existe en esta localidad la costumbre de robarse un niño con motivo de la celebración. Los padres que no están dispuestos a participar en la celebración, y por lo tanto a que le roben un hijo, le hacen una cruz en la frente con añil. Se organizan parrandas de enmascarados que van de casa en casa bailando, cantando y marcando el ritmo de la música con las espadas de palos. Solamente se disfrazan los hombres; algunos se visten de mujer, pues las mujeres no pueden participar en las parrandas (se supone que estén cuidando a sus hijos, ya que los soldados de Herodes vendrán a degollarlos). En las parrandas tanto jóvenes como adultos van haciendo gran ruido con fututos de caracol, botellas y algún tambor improvisado. Mientras los miembros de la familia se entretienen con las máscaras y el barullo, uno de los enmascarados se aprovecha para robarse al niño escogido. A éste se le obsequia con una muda de ropa y con un aguinaldo que consiste en dinero en efectivo. Cuando el padre del niño logra encontrar a su hijo, se celebra un baile con música brava. La fiesta dura toda la noche y hasta el "amanezca" y los gastos de la misma corren por cuenta del padre a quien le robaron el niño. (Morovis: Vista parcial del folklore de Puerto Rico, p. 146. Véase también a Garrido, Pablo, Esoteria y fervor populares de Puerto Rico, p. 70-72.) En la actualidad la fiesta de los Santos Inocentes casi se ha relegado al olvido, tanto en el campo como en la ciudad, y sólo se celebra en el pueblo de Hatillo.
En los barrios Capez, Corcovada, Carrizales y Naranjito del mencionado pueblo es donde mayor auge y vistosidad cobra la celebración de los Santos Inocentes. Según la tradición de los mismos hatillanos estas fiestas fueron introducidas allí a través de los primeros pobladores de esa región procedentes de las Islas Canarias. Los enmascarados procuran ocultarse cubriendo sus cabezas con sombreros de ala ancha o pavas campesinas, sus vestidos están hechos de telas de vivos colores y con medias o calcetines cubren sus manos a manera de guantes. Llevan sobre los hombros capas muy anchas y en los pantalones prenden multitud de cascabeles. Las fiestas se acompañan con música típica y finalmente se premian a las máscaras más curiosas y a los trajes más hermosos. Evidentemente detrás de esta resurrección de la tradición hatillana está la mano amorosa de los dirigentes del Centro Cultural de la región que responde a las exhortaciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña. 
La despedida del año
El 31 de diciembre es un día de bullicio y gran animación en Puerto Rico. Al igual que para el día de Nochebuena las personas suelen vestirse con ropa nueva, para que el Año Nuevo los "coja con todo nuevo", cosa que se considera de buena suerte. Ese día desde temprano al atardecer comienza la "bebelata" y se come en abundancia platos típicos, sobre todo entremeses de morcillas de cerdo, tripitas de cerdo fritas, chicharrones, almojábanas, zurullitos de maíz y variedad de cosas deliciosas. A partir de las once y media de la noche casi todos se reúnen en el hogar y así, juntos en la intimidad de la familia, esperan un nuevo año. Cuando dan las doce en punto todos se besan y se abrazan deseándose "Feliz Año Nuevo" y hacen votos y promesas de buena voluntad y progreso. Los que han estado resentidos y enojados olvidan los sinsabores del pasado y comienzan una nueva etapa de amistad y misericordia. Las doce es un momento de gran alborozo, todos suenan trompetas, pitos, matracas, se queman petardos y cohetes, se encienden luces de bengala; y, en los últimos años, ha surgido la modalidad de hacer caravanas de automóviles sonando las bocinas de los mismos. Con latas desechadas y cacharros de todo tipo se hace todo el ruido posible para demostrar la alegría del nuevo año. Después de tal animación suele servirse una cena donde el arroz con gandules y carne de cerdo, así como el lechón asado son los platos principales. Otras personas preparan desahumerios con resinas olorosas: incienso, mirra, estoraque, tabonuco y otras especies, con el cual despojan de todo mal la casa y sus alrededores. Mientras van pasando el desahumerio dicen: "¡Que salga lo malo y entre lo bueno!" Igualmente para limpiar la vivienda de impurezas espirituales algunos lanzan agua de adentro hacia afuera diciendo siempre las palabras ya citadas. En algunos pueblos muchas personas riegan azúcar alrededor de sus hogares para alejar la "salazón" y atraerse en el nuevo año la buena suerte. El día 1 de enero, se acostumbra hacer visitas a las familias y amigos estimados y siempre se les lleva algún pequeño presente, fundamentalmente algún plato del gusto del visitado. De aquí en adelante la animación de las festividades menguan un poco hasta que se acerca la Víspera de Reyes.
¡Qué se va Año Viejo, qué se va!
La atracción máxima de chicos y jóvenes el día de Año Viejo constituye la personificación que de éste se hace. Por lo general un joven del pueblo se viste de viejo harapiento con barbas hechas de hilo de sacos morenos, con la cabeza empolvada para parecer más viejo. A sus espaldas éste lleva un grandísimo saco lleno de cacharros o latas viejas, a donde van a parar los palos y golpes que de broma y gracia le da la muchachería que le sigue. Año Viejo va de casa en casa bailando, cantando y haciendo payasadas a la vez que repite el estribillo de: "¡Qué se va Año Viejo!" y la muchachería le contesta a coro: "¡Qué se va!" Finalmente Año Viejo recibe algún aguinaldo en dinero y sigue su camino hacia la casa vecina. Los disfraces de estos viejos suelen ser a veces muy originales y curiosos, pero el más divertido y gracioso de ellos es el de Año Viejo montado en una burrita de trapo. Con tela de sacos morenos hacían un faldón grande al cual ponían un bastidor rectangular de madera o alambre fuerte. En un extremo del bastidor colocaban la cabeza de la burra y al otro el rabo. La persona vestida de Año Viejo se colocaba en el centro del bastidor de tela, dando así la impresión de que estaba montado en burra o caballo. Ya no suelen verse con mucha frecuencia estos añoviejos como sucedía unos cuarenta años atrás.
Reyes, la octava y la octavita
El día 5 de enero, Víspera de Reyes, la animación comienza desde temprano, pues todavía en esa fecha se realizan compras de regalos y juguetes que los niños recibirán la mañana próxima. Realmente la festividad se ha comercializado demasiado perdiendo así su sentido religioso original. Pero los más contentos y entusiasmados son los niños que esperan la llegada de los Tres Reyes. Desde temprano los pequeños buscan cajas de cartón donde pondrán la yerba con que obsequiarán a los camellos de los Magos. En los pueblos siempre hay una persona mayor que alimenta la infantil ilusión de los niños y los lleva en grupo a cortar la fresca yerba. Esa noche los padres señalan en el cielo tres estrellitas que muestran a sus hijos y dicen que son los Reyes Magos que se acercan. El folklore infantil de la Víspera de Reyes es riquísimo: Los Reyes Magos, como son magos, entrarán por debajo de la puerta de la casa sin hacer ruido, por eso se transforman en pequeñas hormiguitas y, una vez dentro de la casa, van a las habitaciones donde toman la yerba que los niños han puesto para sus camellos, dan un beso en las mejillas de los pequeños y les dejan los esperados regalos y juguetes debajo de la cama.
Desde temprano en la Víspera de Reyes salen grupos de músicos por las calles y caminos cantando aguinaldos y a veces van con ellos tres personas vestidas de Reyes Magos que por lo general llevan consigo un retablo o las figuras de los Tres Reyes talladas en madera, van de casa en casa, piden aguinaldo, se despiden y continúan hacia las otras viviendas con el mismo son. En algunos lugares, para pedir aguinaldo, visten tres pequeños niños de Reyes, usan coronas de papel y llevan capas o mantos en vivos colores: rojo, azul, amarillo son los preferidos. El que representa al rey Melchor lleva su carita pintada de negro, lo que hacen con corcho quemado. En cada pueblo de la Isla el día de Reyes tiene sus peculiaridades, sobre todo en el municipio de Aguas Buenas que es además fiesta oficial, pues los Reyes Magos son los patrones de dicho pueblo. Salir en trullas ese día se llama salir a "reyar", esto es irse durante tres días (4, 5, y 6 de enero) dando parrandas de sitio en sitio cantando, bailando y comiendo, día y noche, sin acostarse. "Reyar" quería decir también, vestirse con ropa nueva el día de Reyes e irse a visitar el día completo. En el pueblo de Adjuntas el día de Reyes se acostumbra sacar una procesión. Una muchacha que representa la Virgen María va montada en una burra, con la imagen del niño en los brazos. Un niño vestido de San José lleva la burra. Así también salen los tres Reyes cada uno en su caballo, detrás de éstos van todas las personas en procesión acompañados con música de cuerdas y cantando aguinaldos alusivos a la ocasión. En muchos pueblos de la Isla —y la costumbre se conserva en los Estados Unidos entre los puertorriqueños que viven en Nueva York— se cantan velorios a los Reyes. Para esto hacen un altar de ramas de árboles todo lleno de flores donde colocan un cuadro grande con la imagen de los Reyes o las figuras de éstos talladas en madera. Frente al altar ponen bancos donde se sientan los rezadores y cantadores, más atrás va el coro y el resto de los invitados. Cantan toda la noche y siguen hasta el amanecer, cuando sirven un sabroso asopao de gallina, además de repartir café con leche, chocolate y pan calientito. En la zona sur, sobre todo en las cercanías de Ponce, se acostumbra hacer lo que allí los vecinos llaman "petición de aguinaldo": Un vecino con una urna pequeña de madera (donde van los tres Reyes a caballo, enjaezados, pintados de lucientes colores. Melchor, de tez negra, no lleva corona, en su lugar usa un turbante rojo) le lleva "una música" a algún amigo. Ocho días después del día de Reyes, el amigo que recibió la música, le contesta de la misma manera en la quincena del mismo mes. A esto le llaman la octava y la octavita respectivamente. En la región de Naguabo, las familias campesinas preparaban diversos platos típicos. Los amigos se las ingeniaban para robárselos. Luego, el ladrón invitaba a comer a la familia despojada de sus alimentos y golosinas y le servía los platos que ellos habían preparado. (Vid., Garrido, Pablo, Op. Cit., p. 69
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miércoles, 19 de abril de 2017

EL NUEVO ENEMIGO

El Nuevo Enemigo

Por: Mario Vargas Llosa

El comunismo ya no es el enemigo principal de la democracia liberal –de la libertad– sino el populismo. Aquel dejó de serlo cuando desapareció la URSS, por su incapacidad para resolver los problemas económicos y sociales más elementales, y cuando (por los mismos motivos)China Popular se transformó en un régimen capitalista autoritario. Los países comunistas que sobreviven –Cuba, Corea del Norte, Venezuela– se hallan en un estado tan calamitoso que difícilmente podrían ser un modelo, como pareció serlo la URSS en su momento, para sacar de la pobreza y el subdesarrollo a una sociedad. El comunismo es ahora una ideología residual y sus seguidores, grupos y grupúsculos, están en los márgenes de la vida política de las naciones.
Pero, a diferencia de lo que muchos creíamos, que la desaparición del comunismo reforzaría la democracia liberal y la extendería por el mundo, ha surgido la amenaza populista. No se trata de una ideología sino de una epidemia viral –en el sentido más tóxico de la palabra– que ataca por igual a países desarrollados y atrasados, adoptando para cada caso máscaras diversas, de izquierdismo en el tercer mundo y de derechismo en el primero. Ni siquiera los países de más arraigadas tradiciones democráticas, como Gran Bretaña, Francia, Holanda y Estados Unidos, están vacunados contra esta enfermedad: lo prueban el triunfo del Brexit, la presidencia de Donald Trump, que el partido del Geert Wilders (el PVV o Partido por la Libertad) encabece todas las encuestas para las próximas elecciones holandesas y el Front National de Marine Le Pen las francesas.


¿Qué es el populismo? Ante todo, la política irresponsable y demagógica de unos gobernantes que no vacilan en sacrificar el futuro de una sociedad por un presente efímero. Por ejemplo, estatizando empresas y congelando los precios y aumentando los salarios, como hizo en el Perú el presidente Alan García durante su primer gobierno, lo que produjo una bonanza momentánea que disparó su popularidad. Después, sobrevendría una hiperinflación que estuvo a punto de destruir la estructura productiva de un país al que aquellas políticas empobrecieron de manera brutal. (Aprendida la lección a costa del pueblo peruano, Alan García hizo una política bastante sensata en su segundo gobierno).

Ingrediente central del populismo es el nacionalismo, la fuente, después de la religión, de las guerras más mortíferas que haya padecido la humanidad. Trump promete a sus electores que “América será grande de nuevo” y que “volverá a ganar guerras”; Estados Unidos ya no se dejará explotar por China, Europa, ni por los demás países del mundo, pues, ahora, sus intereses prevalecerán sobre los de todas las demás naciones. Los partidarios del Brexit –yo estaba en Londres y oí, estupefacto, la sarta de mentiras chauvinistas y xenófobas que propalaron gentes como Boris Johnson y Nigel Farage, el líder de UKIP en la televisión durante la campaña– ganaron el referéndum proclamando que, saliendo de la Unión Europea, el Reino Unido recuperaría su soberanía y su libertad, ahora sometidas a los burócratas de Bruselas.

Inseparable del nacionalismo es el racismo, y se manifiesta sobre todo buscando chivos expiatorios a los que se hace culpables de todo lo que anda mal en el país. Los inmigrantes de color y los musulmanes son por ahora las víctimas propiciatorias del populismo en Occidente. Por ejemplo, esos mexicanos a los que el presidente Trump ha acusado de ser violadores, ladrones y narcotraficantes, y los árabes y africanos a los que Geert Wilders en Holanda, Marine Le Pen en Francia, y no se diga Viktor Orbán en Hungría y Beata Szydlo en Polonia, acusan de quitar el trabajo a los nativos, de abusar de la seguridad social, de degradar la educación pública, etcétera.

En América Latina, gobiernos como los de Rafael Correa en el Ecuador, el comandante Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia se jactan de ser antiimperialistas y socialistas, pero, en verdad, son la encarnación misma del populismo. Los tres se cuidan mucho de aplicar las recetas comunistas de nacionalizaciones masivas, colectivismo y estatismo económicos, pues, con mejor olfato que el iletrado Nicolás Maduro, saben el desastre a que conducen esas políticas. Apoyan de viva voz a Cuba y Venezuela, pero no las imitan. Practican, más bien, el mercantilismo de Putin (es decir, el capitalismo corrupto de los compinches), estableciendo alianzas mafiosas con empresarios serviles, a los que favorecen con privilegios y monopolios, siempre y cuando sean sumisos al poder y paguen las comisiones adecuadas. Todos ellos consideran, como el ultra conservador Trump, que la prensa libre es el peor enemigo del progreso y han establecido sistemas de control, directo o indirecto, para sojuzgarla. En esto, Rafael Correa fue más lejos que nadie: aprobó la ley de prensa más antidemocrática de la historia de América Latina. Trump no lo ha hecho todavía, porque la libertad de prensa es un derecho profundamente arraigado en los Estados Unidos y provocaría una reacción negativa enorme de las instituciones y del público. Pero no se puede descartar que, a la corta o a la larga, tome medidas que –como en la Nicaragua sandinista o la Bolivia de Evo Morales–restrinjan y desnaturalicen la libertad de expresión.

El populismo tiene una muy antigua tradición, aunque nunca alcanzó la magnitud actual. Una de las dificultades mayores para combatirlo es que apela a los instintos más acendrados en los seres humanos, el espíritu tribal, la desconfianza y el miedo al otro, al que es de raza, lengua o religiones distintas, la xenofobia, el patrioterismo, la ignorancia. Eso se advierte de manera dramática en los Estados Unidos de hoy. Jamás la división política en el país ha sido tan grande, y nunca ha estado tan clara la línea divisoria: de un lado, toda la América culta, cosmopolita, educada, moderna; del otro, la más primitiva, aislada, provinciana, que ve con desconfianza o miedo pánico la apertura de fronteras, la revolución de las comunicaciones, la globalización. El populismo frenético de Trump la ha convencido de que es posible detener el tiempo, retroceder a ese mundo supuestamente feliz y previsible, sin riesgos para los blancos y cristianos, que fue el Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta. El despertar de esa ilusión será traumático y, por desgracia, no sólo para el país de Washington y Lincoln, sino también para el resto del mundo.

¿Se puede combatir al populismo? Desde luego que sí. Están dando un ejemplo de ello los brasileños con su formidable movilización contra la corrupción, los estadounidenses que resisten las políticas demenciales de Trump, los ecuatorianos que acaban de infligir una derrota a los planes de Correa imponiendo una segunda vuelta electoral que podría llevar al poder a Guillermo Lasso, un genuino demócrata, y los bolivianos que derrotaron a Evo Morales en el referéndum con el que pretendía hacerse reelegir por los siglos de los siglos. Y lo están dando los venezolanos que, pese al salvajismo de la represión desatada contra ellos por la dictadura narcopopulista de Nicolás Maduro, siguen combatiendo por la libertad. Sin embargo, la derrota definitiva del populismo, como fue la del comunismo, la dará la realidad, el fracaso traumático de unas políticas irresponsables que agravarán todos los problemas sociales y económicos de los países incautos que se rindieron a su hechizo.

martes, 11 de abril de 2017

LO QUE ESTA EN JUEGO TRAS LOS NUEVOS HALLAZGOS ARQUEOLOGICOS

Lo que está en juego tras lo nuevos hallazgos arqueológicos

VIGILLos martes solíamos dedicarlos en ATRIO a seguir un curso o hacer una reflexión más profunda. Y este es un martes santo, con días por delante para la lectura teológica reposada. Por eso presentamos hoy un extenso artículo de José María Vigil, teólogo representativo de una nueva y valiente teología pluralista de liberación, que enfrenta a todas las religiones abrahámicas ante retos insospechados. (A José María se le puede seguir en su sitio en Academia.edu; allí están éste y otros artículos y libros suyos). Eduardo Hornaert ha reconocido que fue la lectura  de Vigil la que le hizo escribir su Inminente tsunami a la Biblia. Publicamos antes que nada, en un enlace a PDF, el texto completo de Vigil, que fue publicado el año pasado en portugués (HORIZONTE, 41-42, 2016). En esa versión está el texto completo y con notas. Ojalá muchas personas se atrevan a leer la descripción misma que el autor presenta de los desafiantes descubrimientos de la «nueva arqueología bíblica». Aquí publicamos solo, sin aparato crítico ni bibliografía, las dos últimas partes en las que Vigil saca conclusiones e invita a enfrentar retos. ¿Nos atreveremos? AD.
Esta nueva visión que deriva de la nueva visión arqueológico-bíblica desplaza a otra, la tradicional, sobre la que había muchos valores en juego. Aludamos a ellos aunque sea brevemente.
  • Para Israel (Estado, pueblo de Israel y religión judía)
  • Está en juego en primer lugar la identidad del pueblo de La tradición bíblica, ha consistido en la creencia, tenida por histórica, de que Israel es un pueblo diferente, venido de fuera de Palestina, diferente de los cananeos –el pueblo autóctono–, creado por Dios a partir de la elección de Abraham y la Alianza que selló con él y su descendencia. Israel sería la descendencia biológica de aquellos patriarcas ancestrales, del pueblo judío oprimido en Egipto, que luego del éxodo y de la peregrinación por el desierto, conquistó la tierra de Canaán que Dios había prometido a Abraham. Si los patriarcas son sólo una figuración religiosa, si el pueblo judío no estuvo en Egipto, ni tuvo lugar el éxodo, ni la peregrinación por el desierto… ni por tanto Moisés, ni la Pascua, ni la Alianza del Sinaí… ¿qué queda de la identidad de Israel? ¿Qué es el pueblo de Israel?
  • Está en juego el derecho del pueblo y del Estado de Israel a la tierra que está En el Parlamento de Israel se sigue invocando todavía hoy la Biblia para fundamentar el derecho de Israel a la tierra, apelando además concretamente a la circunscripción de los límites de Israel que en la Biblia aparecen, como límites de la tierra que Dios mismo dio a su pueblo. Si no hubo pueblo israelita venido de fuera de Palestina, si no hubo conquista por la que Dios les entregara esa tierra, si los cananeos no fueron exterminados ni eran un pueblo diferente, ¿qué derechos tiene Israel a la tierra de Palestina, que no tengan otros pueblos que también han morado multisecularmente en ella?
  • Si los relatos bíblicos que contienen esa saga supuestamente histórica del pueblo de Israel, son una creación literaria religiosa, ¿en qué consiste la identidad étnico-cultural del pueblo de Israel? Existe todo un debate al respecto sobre el carácter «inventado» (construido) de la identidad de Israel; la posición emblemática es la de Shlomo SAND, profesor de historia de la Universidad de Tel Aviv.
  • Fuera de Israel, en Occidente, son muchas las entidades para las que Israel juega un papel simbólico. Pensemos por ejemplo, en Estados Unidos, cuya identidad nacional está ligada al Destino Manifiesto de ser un Nuevo Israel, puesto por Dios al servicio de la humanidad, para difundir los valores de la libertad y la democracia, «como ciudad que se alza sobre la colina», luz para los La nueva perspectiva arqueológica sobre la historicidad de sus orígenes, sin duda, aconsejará una reconsideración de esta conciencia identitaria.
  • Para las religiones abrahámicas
Son tres las religiones que se remiten a Abraham y a toda la historia que la Biblia relata sobre él y su descendencia. Todo ese patrimonio religioso escriturístico es puesto en cuestión por la nueva arqueología. Autores muy serios hablan de «invención». Los descubrimientos histórico-arqueológicos obligan a replantearse la historicidad de la Biblia, y como consecuencia, es necesario igualmente un replanteamiento de su significado.
  • Para el cristianismo
Como religión abrahámica, el cristianismo se siente desafiado, en cuanto que debe reconsiderar toda la historiografía bíblica veterotestamentaria sobre la que se apoya, pues se considera heredero sustituto de la promesa hecha en primer lugar a Israel.
Lo que actualmente hemos venido a saber sobre Jesús y sobre los textos y tradiciones fundamentales y fundantes del cristianismo, presenta también una visión radicalmente diferente de la que ha sido su relato oficial durante casi dos mil años. Esta nueva visión histórica de Jesús y de la gestación de los textos cristianos fundacionales, presenta, estructuralmente, el mismo desafío que el nuevo paradigma arqueológico-bíblico presenta al mundo del Antiguo Testamento.
Si es cierta la nueva visión arqueológico-histórica sobre Jesús y sobre la redacción del Nuevo Testamento, entonces todo necesita ser reelaborado, porque el relato tradicional se ha basado en creencias míticas hoy demostradamente inciertas. Si Jesús no quiso fundar una Iglesia, si nunca pensó abandonar el judaísmo, si nunca pensó de sí mismo lo que hasta ahora habíamos pensado que pensó, si mucho de lo que pensábamos que dijo y que hizo no es así como fue… se hace imperativo afrontar esta disonancia cognitiva con la que nos confronta el nuevo paradigma arqueológico-bíblico, y recrear el conjunto; la visión anterior ya no sirve para los hombres y mujeres informados de hoy.
  • Para la antropología y la teología de la religión
Para la visión occidental al menos, a partir de la experiencia de los tres monoteísmos, la religión ha sido clásicamente considerada como dotada de una entidad espiritual que derivaba directamente de unos eventos históricos que constituían una intervención fundadora de Dios en la historia. Desde «siempre» ha pensado así la humanidad, tal vez en la mayor parte de las religiones. Toda religión provenía originalmente de una mano tendida por Dios a la humanidad; y nuestra religiosidad era respuesta a Dios que había intervenido en la historia. Esta intervención era la base sobre la que todo lo demás se apoyaba. Y aun cuando esa intervención quedaba muy lejos en el tiempo, esta misma lejanía la protegía, al hacerla inatacable: nadie podía probar lo contrario, mientras que bastaba la fe para creer en ella.
El nuevo paradigma arqueológico-bíblico cambia esta situación, que había permanecido estable desde tiempos inmemoriales, ancestrales. Hoy, la arqueología sí tiene medios para remontarse hacia atrás y darnos cuenta crítica de aquella supuesta intervención «histórica» de Dios sobre la que se funda cada religión. Sí puede decirnos si aquel relato religioso es o puede ser realmente histórico, o si es construcción humana. Y este cambio de status, obviamente, lo cambia todo, y exige elaborar una nueva autocomprensión de nosotros mismos como adherentes a una religión.
La pregunta es: si hasta ahora, desde siempre, la religión era una respuesta humana al Dios que había salido a nuestro encuentro en la historia real, ¿cómo reentender la religión cuando sabemos por la ciencia (la nueva arqueología entre otras) que la mayor parte de aquella salida de Dios a nuestro encuentro fue una elaboración religiosa, una creencia expresada en unos mitos geniales, una construcción nuestra? ¿Cómo ser religioso asumiendo estos nuevos datos?

  • 3. Pistas para reflexionar

Este nuevo paradigma arqueológico-bíblico es  muy reciente, está apenas en su etapa de divulgación. Todavía no ha sido acogido en la reflexión teológica. Su desafío es enorme. Como hemos dicho, obliga a replantearse radicalmente la entidad y el significado de la religión: a esta nueva luz, ser religiosos parece que es otra cosa que lo que estuvimos siempre pensando. Aquí nosotros sólo queremos sugerir/plantear varios caminos de reflexión cuya necesidad y urgencia parecen claras.
  • Estamos ante un nuevo episodio del viejo conflicto fe/ciencia
En su discurso en el acto de erección de la estatua a Galileo en los jardines vaticanos en 1992, dijo Juan Pablo II que el conflicto entre fe y ciencia había terminado. Pero no era cierto: el conflicto había acabado con la astrofísica, pero continúa con otras ciencias: la antropología, la epistemología, la cosmo-biología… están hoy en conflicto con la fe, en cuanto ciencias. Con el abandono del paradigma de la vieja «arqueología bíblica» es la nueva arqueología la que ha entrado también en conflicto con la fe. Es decir, como en el caso de la astrofísica con Galileo, es ahora la nueva arqueología la que aporta una «nueva información», que choca con informaciones hasta ahora incluidas oficialmente en el paquete de nuestra fe. Tomábamos a Abraham, la alianza, los patriarcas, el éxodo, la conquista de la tierra prometida, las promesas a David… como ciertos históricamente, como intervenciones históricas de Dios mismo en las que se apoyaba directa e indubitablemente nuestra fe. Y ahora la nueva arqueología nos dice que las cosas no fueron como pensábamos, que la información sobre la que apoyábamos «nuestra respuesta a la intervención de Dios» no es cierta. Pero no sólo eso: también nos informa de muchos pormenores que nos ayudan a entender qué es lo que realmente pasó, de qué se trataba realmente, si no era sin más una intervención histórica de Dios.
En realidad, no estamos ante nada radicalmente nuevo: se trata de un nuevo episodio, uno más, del casi permanente conflicto fe-ciencia. Conforme ha surgido la ciencia moderna, hace unos pocos siglos, la ampliación que ésta ha ido haciendo del conocimiento ha entrado en zonas que la conciencia humana religiosa había rellenado simplemente como pudo, normalmente con creencias elaboradas por nosotros mismos mediante una epistemología mítica. Casi todos los grandes avances científicos han provocado reajustes que la conciencia religiosa ha tenido que hacer, al estar ésta construida sobre supuestos (míticos, creenciales, acríticos) que las «nuevas informaciones» aportadas por las ciencias, han contradicho. Ahora ha tomado la vez la arqueología, cuando con sus muchos nuevos procedimientos y tecnologías ha adquirido una potencia capaz de «desenterrar la Biblia»… Y tal como en el caso del heliocentrismo la religión tuvo que aceptar el desafío y abandonar su geocentrismo, por más que se sintiera en él como en su propia casa, ahora la religión va a tener que abandonar la visión clásica de «la intervención histórica de Dios que nos pide una respuesta de fe», lo que ha sido hasta ahora la «fórmula dimensional», el ADN de la vivencia religiosa.
La religión necesita una nueva autocomprensión, para un futuro diferente, porque necesita reinventarse. Reinvención que no tendría que generar desconfianza, pues estamos descubriendo con gozo que tanto las religiones agrarias como el acceso mismo a la dimensión espiritual fueron geniales invenciones creativas «emergentes» en el proceso biocultural de nuestra hominización y humanización.

  • ¿Una nueva teología de la religión?
Aun a sabiendas de la inexistencia de una definición de religión que sea comúnmente admitida, podríamos asumir provisionalmente que las religiones del libro se han considerado a sí mismas, de alguna manera, como la relación de los seres humanos con Dios, establecida en respuesta a su intervención en la historia, en una serie de acciones y manifestaciones cuyo relato revelado se conserva en la Escritura. Este tipo de religiosidad ha sido vivida con gran conciencia de objetividad y de historicidad, como la realidad más real, sagrada y decisiva. Así ha sido durante milenios. Esta forma de religiosidad encajaba bien en las posibilidades cognitivas y funcionales de nuestra especie: ha funcionado sin dificultades, haciéndonos viables y siendo, con su poderosa fuerza evocadora de sentido, un gran medio de sobrevivencia.
Pero hoy estamos en un momento de transformación evolutiva, causado principalmente –aunque no únicamente– por una ampliación incesante del conocimiento en todas sus campos y dimensiones: científica, crítica, reflexiva, retrospectiva, cósmica… Y uno de sus efectos sorprendentes es el de poner incluso a nuestro alcance el conocimiento del pasado del que provenimos. A partir de un cierto momento de inflexión, ahora, cuanto más avanzamos, más retrocedemos en el tiempo, más recuperamos el pasado de la sociedad, de la religión, de la Tierra y del cosmos incluso. No sólo el pasado de la cultura material, sino también de la cultura también ideológica y espiritual. Hoy tenemos tecnologías capaces de «leer» la documentación histórica que está escrita de mil formas en las rocas, en el suelo, en el subsuelo, en las huellas arqueológicas… pero también en los textos y sus contextos, en las ideas y en su evolución…
Es aquí donde se enmarca el desafío de la nueva «arqueología», que nos golpea con su constatación de que el relato religioso básico de las religiones del libro, que considerábamos básicamente histórico-objetivo, no lo es. Lo realmente histórico es «otro relato», oculto hasta ahora, que nos habla de una gesta de creatividad espiritual de pueblos que, mediante su experiencia religiosa, encontraron fuerzas para sobreponerse a situaciones desesperadas, prácticamente asediados por la muerte, y fueron capaces de dotarse de un nuevo sentido, y de sobrevivir, con el recurso de su propia religiosidad. Apoyada en la seguridad de la intervención histórica de Dios en el pasado y en el futuro por venir, aquellos pueblos o comunidades hicieron de necesidad virtud, y encontraron fuerzas para reinventarse.
Hoy sabemos que esto último es lo realmente histórico, la verdad profunda del relato bíblico. Los relatos religiosos mismos hoy los sabemos no históricos. A estas alturas del desarrollo de la ciencia hemos perdido la capacidad de ingenuidad mítico/histórica. Por efecto del contexto cognitivo-cultural en el que nos movemos, nuestra especie está cambiando, en cuanto que las actuales generaciones se están volviendo incapaces de funcionar con epistemología mítica, ya no pueden «creer» (porque «saben») en intervenciones objetivas de Dios en la historia, ni son capaces de volver a creer en «grandes relatos» totalizantes que unan cielo y tierra, la creación con la escatología… Seguimos necesitando un sentido para la vida, pero ya no somos capaces de echar mano de «grandes relatos» para construirlo. Hoy somos de otra manera. Una religión basada en aquel tipo de instrumentos cognoscitivo-epistemológicos empieza a no sernos ya posible.
La humanidad está atravesando una crisis múltiple, y a ella se añade esta crisis del despojamiento de aquellas seguridades supuestamente objetivas, históricas. Como nuestros antecesores, estamos llamados a sobreponernos y a sobrevivir, a reconstruir nuestras esperanzas y nuestro sentido para vivir, pero ha de ser sobre nuevas bases, mediante otros mecanismos cognoscitivo-epistemológicos.
Hemos de hacer lo mismo que hicieron ellos: vivir, recrear la posibilidad y la potencia de la vida, pero ahora habrá de ser en el nuevo nicho epistemológico al que estamos accediendo. Lo nuestro será también una vivencia espiritual, como la de ellos, pero se jugará en otro campo, con otros interlocutores y contextos. Tal vez es el momento en que nuestra espiritualidad se está viendo forzada a madurar (haciendo también de necesidad virtud) hasta llegar a saber vivir sin «grandes relatos», sin cosmogonías ni mitos fundacionales, sin doctrinas reveladas, sin verdades dogmáticas, o simplemente «sin verdades»… simplemente en conexión con el espíritu y la fuerza de la Vida misma, telúrica y cósmicamente percibida y hecha nuestra.
Cada vez distinguimos más y mejor la vivencia espiritual, frente a las representaciones, mitos, relatos, categorías, gestos, doctrinas y rituales con los que la expresamos. La vivencia espiritual es profundidad humana, vivencia humana profunda. Las representaciones, categorías, relatos, ritos… son simplemente los medios de los que nuestra especie se ha valido en un determinado estadio de su desarrollo para expresar, percibir, sentir, comunicar esa vivencia. La vivencia espiritual es una realidad humana permanente; sus representaciones son aleatorias, contingentes, variables según las coordenadas espacio-temporales y culturales.
No obstante, estamos apenas en el tránsito, en el transcurso de esta transformación. Muchas personas no van a poder entrar por este nuevo camino, pues preferirán continuar instaladas en la religiosidad objetivista. No es fácil cambiar de paradigma religioso; es como volver a nacer, entrar en un mundo diferente. Pero otras muchas personas hace tiempo que se están desligando del viejo paradigma; sienten que aquella forma de ser religiosos ya no les resulta viable; se sienten incómodos en ella y hasta dudan de su legitimidad… Por eso acogen con alivio la noticia del nuevo paradigma no objetivista: se puede ser plenamente humano, espiritual por tanto, con los pies firmemente en el suelo del mundo cognitivo que la ciencia actual nos posibilita. En este sentido, el nuevo paradigma arqueológico bíblico nos ayuda a crecer evolutivamente.
Con ello, este paradigma religioso al que la nueva arqueología nos impulsa converge con el paradigma pos-religional. Ambos reclaman un nuevo modo de habérnoslas con el  tradicional concepto de religión. Es urgente una reconceptuación de la misma, así como una nueva teología de lo religioso y de lo espiritual. Manos a la obra.

  • ¿Una nueva teología de la Revelación?
Hoy que la nueva arqueología desafía la historicidad de la Biblia, el pensamiento se nos va, inevitablemente, hacia la necesidad de deconstruir y reconstruir buena parte de la tradicional teología de la revelación…
A pesar de todas las sombras que persisten, hoy sabemos no poco acerca de quiénes han sido los redactores anónimos de muchos de los textos de las Escrituras de las diferentes religiones. Con frecuencia no son las personas a quienes han sido atribuidas. Sin embargo, en la teología tradicional sobre la revelación ha sido común reconocer a Dios no sólo como el inspirador directo de las palabras del texto de los libros santos, sino como quien ha dictado materialmente su contenido. En buena parte de la teología de la revelación Dios mismo ha sido considerado como el «autor» de la Escritura, lo cual ha dado a ésta, a sus textos, a sus palabras, el carácter absoluto propio de lo divino. Atribuir a Dios la autoría de tradiciones, relatos, textos que nosotros mismos hemos creado, ha sido un mecanismo común en la historia de las religiones, que ha servido para absolutizar y preservar fuera de discusión normas, creencias, tradiciones… que la sociedad quería «blindar» frente a cualquier duda. Lo que hoy sabemos por la nueva arqueología nos obliga a lamentar los errores y sufrimientos padecidos por la humanidad a causa del espejismo de la atribución mítica de la Escritura a la autoría de Dios. Y nos pone en la necesidad de un cambio radical de paradigma en este cambio: las Escrituras no son palabra  de  Dios,  sino  palabra  humana  sobre  Dios,  como  ya  sostenía  lúcidamente  Edward Schillebeeckx.
Junto a esto, es inevitable recordar conceptos tradicionales dentro de la teología de la revelación que han estado al uso durante muchos siglos en la Iglesia cristiana: sobre la «inerrancia» de la Escritura, sobre la «unicidad» de la Revelación, sobre la «inspiración divina» de que han gozado los escritores humanos, que han sido «instrumentos en las manos de Dios» para transcribir lo que Dios les dictaba… Resultando finalmente que la misma Escritura venía a ser una «carta de Dios» directamente venida del cielo para los seres humanos…
El nuevo paradigma arqueológico nos invita a deconstruir tanta seguridad y  dogmatismo edificado sobre bases de barro, míticas, hoy puestas al descubierto, para re-evaluar la validez de nuestro patrimonio simbólico, y proceder en adelante con mucha más humildad, pidiendo además perdón a todos los que hemos humillado en el camino por haber pensado de diferente manera.

  • Significado para una situación axial y evolutiva: una nueva época…
Siendo un episodio más de la conflictiva relación de la fe con la ciencia, ya hemos dicho que este paradigma de la nueva arqueología y su desafío no representan en realidad algo radicalmente nuevo; hemos vivido esta situación en otras ocasiones. Sin embargo, no se puede negar que tiene un valor emblemático, porque incide en pleno corazón de la fe religiosa, en el relato mismo que creíamos, denunciando su carencia de fundamento histórico objetivo. Hemos estado toda la vida creyendo… a nosotros mismos. Nunca como ahora estamos viendo que las formas religiosas (no la sustancia de la religiosidad misma) son creación nuestra, una genial «invención». El nuevo paradigma arqueológico nos quita la última venda de nuestros ojos y nos invita a reconciliarnos con la verdad desnuda.
Somos la primera generación que se ve en una situación semejante. Durante milenios, las generaciones que nos han precedido han creído estar respondiendo –de tú a tú– a la acción de Dios, que nos habría salido al encuentro en unos concretos acontecimientos históricos. Hasta hace menos de un siglo –y todavía hoy– muchos cristianos han entendido su fe como el asentimiento de confianza a palabras concretas del Jesús histórico, que nos habría informado de que él y el Padre son uno, y de que él había venido a decírnoslo. Todavía hoy, en los sectores conservadores y fundamentalistas, y hasta ayer en el conjunto del cristianismo e incluso de la civilización occidental, hemos estado convencidos de que La Biblia tenía razón y era un relato históricamente indubitable. Somos la primera generación que se ve desafiada a ser religiosa o espiritual sin hacer pie sobre apoyos históricos ilusorios. Este nuevo paradigma nos obliga a inaugurar una época nueva para la fe, o a inaugurar una religiosidad nueva, para esta época en que la nueva arqueología nos despoja de ilusiones históricas.
En su libro A Secular Age, Charles Taylor sugiere que los cambios culturales de los últimos pocos siglos han creado una era de autenticidad. Todos nos vemos empujados a mirar dentro de nosotros mismos y a descubrir quiénes somos y cómo deberíamos vivir en este mundo. Taylor cree que esta situación colectiva ha creado «una nueva era de búsqueda religiosa». Tal vez podemos decir algo semejante respecto al desafío del que estamos tratando: si este paradigma nos desafía a superar la ingenuidad con que estábamos creyendo, sobre la base del relato bíblico, desplazado ahora por «el relato que está detrás del relato bíblico», ello nos obliga a basar nuestra religiosidad en este nuevo relato… Se va a tratar de una nueva religiosidad, porque se basa en un relato nuevo, hasta ahora desconocido.
La demolición de muchas de nuestras certezas históricas relativas a la fe, que la ciencia –la nueva arqueología en este caso– ha llevado a cabo, no es una catástrofe, ni nos aboca a un nihilismo destructor… sino que nos invita a la aceptación de lo real, y nos da una oportunidad de crecimiento, hacia una «calidad humana» (espiritualidad) purificada y más profunda, más allá de los relatos míticos en los que con toda ingenuidad nos hemos apoyado tradicionalmente y que tan bien cumplieron su papel, que parece estar quedando superado. La religión necesita revisarlo casi todo y reinventarse: necesita optar por un futuro diferente, un futuro que no sea mera proyección del presente. Tal vez todo ello sea parte de la nueva «gran transformación» que está en curso, de un segundo «tiempo axial» en el que nos estaríamos adentrando, de una más profunda «humanización de la humanidad», o quién sabe si de una «segunda hominización».

2 comentarios


  • Celso Alcaina
    Gracias, José María, por ilustrarnos. Y a Duato por traerte a Atrio. Planteamiento nuevo, clarificador, respetuoso con lo existente, esperanzador. Los estudiosos de la Bíblia estaremos atentos. Tu exposición y argumentación se ciñen a las religiones del Libro. Queda fuera más de media humanidad. Pienso que su espiritualidad aporta valor religioso a los abrahámicos. El futuro ya está aquí.
  • Isidoro García
    “(…) la nueva «gran transformación» que está en curso, de un segundo «tiempo axial» en el que nos estaríamos adentrando, de una más profunda «humanización de la humanidad», o quién sabe si de una «segunda hominización». (José Mª Vigil)

    La idea que hay en este artículo de Jose Mª Vigil, es la misma idea-base en la que he construido mi religiosidad personal, que he venido expresando todo este tiempo aquí.
    Por ponerle alguna pega al artículo, diría, que es el análisis de una situación, que se ha producido con la crítica científica, que desde hace varios siglos se ha venido produciendo, y que culmina ahora. Pero queda una segunda parte, (que yo no sé si Vigil ha abordado en alguno de sus trabajos, que desconozco).
    Y esa segunda parte es proponer alguna salida a la situación actual, proponiendo algún “nuevo relato” coherente con nuestros saberes científicos, y que pueda albergar en él, una nueva resituación del hombre en el Cosmos, o sea una nueva religiosidad.
    Necesitamos una nueva “gnosis”, un nueva hipótesis en la que centrar y sostener un nuevo “relato” religioso.
    Ahora solo sabemos que la cosa no es como se decía que era, pero no sabemos en realidad como es. El “Misterio” sigue ahí. Aunque cabe la posibilidad de que en realidad el Misterio” sea, que no hay tal Misterio, y estemos absolutamente solos en el Universo.
    Y yo me atrevo a proponer una alternativa. Quizás lo que una parte de la arqueología, (la Bíblica), ha destruido, lo pueda construir otra parte de dicha arqueología: la arqueología “fantástica”.
    Todos vemos todos los días, (o por lo menos yo), cientos de documentales en la TV, en canales de divulgación cultural y científica, “serios”, sobre los hallazgos en todo el mundo de restos arqueológicos, dibujos, petroglifos, construcciones cuasi imposibles para la supuesta época en que se han datado.
    Y por otra parte en los mismos canales, proliferan documentales astronómicos y astrofísicos, sobre la búsqueda científica de vida fuera de la Tierra, (que se espera hallar antes de diez años), y de búsqueda de vida con inteligencia exterior a la Tierra.
    Aunque en ambos campos, la arqueología “fantástica”, y la astrofísica, hay mucha especulación fantasiosa, (lo fantasioso es la exageración de lo imaginativo), existe una base seria, que hay que explorar y que los científicos “serios” están explorando.
    Es verdad que como dice Vigil, “muchas personas no van a poder entrar por este nuevo camino, pues preferirán continuar instaladas en la religiosidad objetivista, (para seguirla o para negarla). No es fácil cambiar de paradigma religioso; es como volver a nacer, entrar en un mundo diferente”. 
    Muchos ya somos muy viejos de edad o de mente, para estos terremotos o tsunamis mentales, y seguiremos erre que erre, en lo clásico, en el catecismo de Astete, (del siglo XVI), que aprendimos en la catequesis, o en la negación a todo, creyéndonos por ello, muy modernos.
    Este no es país para viejos. Este no es tema para gente cuyo imaginario cinematográfico, sea el Ben-Hur, o los Diez Mandamientos, en vez de la Guerra de las Galaxias.