Estamos en un vuelo ciego: ¿hacia dónde vamos?

Metafóricamente esta es la situación real de la humanidad. Verdaderamente, estamos perdidos y en un vuelo ciego. ¿Cómo hemos llegado a esta situación amenazadora?
Hemos experimentado dos modelos de producción y de utilización de los bienes y servicios naturales para atender las demandas humanas: el socialismo y el capitalismo. Ambos fracasaron. No cabe entrar en detalles de cómo sucedió. El sistema del socialismo real era el de una economía de planificación estatal centralizada. Llegó a niveles razonables de igualdad-equidad en el campo de la educación, la salud, la vivienda, pero por razones internas y externas, especialmente por su carácter dictatorial, no consiguió resolver sus contradicciones y se derrumbó.
El sistema capitalista neoliberal de mercado libre con escaso control del Estado también fracasó por su lógica interna, la de acumular de forma ilimitada bienes materiales sin ninguna otra consideración. Produjo dos injusticias graves: una social hasta el punto de que el 20% de los más ricos controlan el 82,4% de las riquezas de la Tierra y el 20% más pobre debe contentarse solo con el 1,6%; y una injusticia ecológica, devastando ecosistemas enteros y eliminando especies de seres vivos del orden de 70-100 mil por año. Este sistema quebró en 2008, exactamente en el corazón de los países centrales.
El comunismo chino es sui generis: combina pragmáticamente todos los modos de producción, desde el uso de la fuerza física de las personas y los animales, hasta la más alta tecnología, articulando la propiedad estatal con la privada o mixta, de modo que el resultado final sea una mayor producción con un mínimo sentido de justicia social y ecológica.
Pero es importante reconocer que está creciendo el convencimiento bien fundado de que el sistema-Tierra, limitado en bienes y servicios, pequeño y superpoblado, ya no soporta un proyecto de crecimiento ilimitado. Ha perdido las condiciones de reponer lo que le quitamos y por eso se vuelve cada vez más insostenible. Pero por ser una super-entidad viva, la Tierra reacciona de forma cada vez más violenta: cambios climáticos bruscos, huracanes, tsunamis, deshielo, desertización espantosa, erosión de la biodiversidad y un calentamiento global que no para de aumentar. ¿Cuándo va a parar este proceso? Si continúa ¿a dónde nos va a llevar?
Es urgente que cambiemos de rumbo, es decir, que asumamos nuevos principios y valores, capaces de organizar de forma amigable nuestra relación con la naturaleza y con nuestra Casa Común. El documento más inspirador es seguramente la Carta de la Tierra, nacida de una consulta mundial, que duró ocho años, bajo la inspiración de Mijaíl Gorbachov y aprobada por la UNESCO en 2003. Ella incorpora los datos más seguros de la nueva cosmología, que muestran a la Tierra como un momento de un vasto universo en evolución, viva y dotada de una compleja comunidad de vida. Todos los seres vivos somos portadores del mismo código genético de base, de suerte que todos somos parientes.
Cuatro principios-eje estructuran el documento:
- (1) el respeto y el cuidado por la comunidad de vida;
- (2) la integridad ecológica;
- (3) la justicia social y económica;
- (4) la democracia, la no-violencia y la paz.
Con severidad advierte: «o formamos una alianza global para cuidar de la Tierra y unos de otros, o arriesgamos nuestra destrucción y la de la comunidad de vida» (preámbulo).
Las palabras finales de la Carta nos llaman a retomar la humanidad: «como nunca antes en la historia, el destino común nos convoca a buscar un nuevo comienzo. Esto requiere un cambio de mente y de corazón. Requiere un nuevo sentido de interdependencia global y de responsabilidad universal. Sólo así alcanzaremos un modo de vida sostenible a nivel local, regional, nacional y global» (conclusión).
Nótese que no se habla de reformas sino de un nuevo comienzo. Se trata de reinventar la humanidad. Tal propósito demanda una nueva mirada sobre la Tierra (mente), vista como un ente vivo, Gaia, y una nueva relación de cuidado y de amor (corazón), obedeciendo a la lógica universal de la interdependencia de todos con todos y de la responsabilidad colectiva por el futuro común.
Este es el camino a seguir que servirá de carta de navegación para que la nave-Tierra aterrice segura en otro tipo de mundo.
Leonardo Boff participó en la redacción de la Carta de la Tierra.
Tan no es de Perogrullo, que George pensó que estabas citando directamente a Liebniz, en vez de estar dando tu opinión personal.
En cuanto a mí, declino dar mi opinión sobre el asunto; tanto respecto de lo que dijo Liebniz (que alguna idea tengo de lo que dijo), como de lo que entendió OyG (no tengo idea de lo que haya dicho). Hace mucho que dejó de interesarme la tertulia sobre la filosofía profesional, especialmente alemana.
u.s.w? supongo que no es United Steel Workers ¿verdad?
Saludos
b) Lo que Ortega y Gasset entendió que dijo Leibniz;
c) Lo que Oscar Varela entendió que Ortega y Gasset entendió que dijo Leibniz.
Creo que vale la pena distinguir entre
a) Lo que dijo Leibniz;
b) Lo que Ortega y Gasset entendió que dijo Leibniz;
c) Lo que Oscar Varela entendió que Ortega y Gasset entendió que dijo Leibniz.
Verás, el polvo acumulado de las interpretaciones sobrepuestas durante el trascurso de la historia no es exclusivo de los textos evangélicos.
Saludos
Por si te sirviera. Estas cositas están enPhilosophische Schriften VI (Escritos filosóficos).
Yo las tomo de Ortega (compañero inseparable del Gasset).
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Para Leibniz, los mundos serían agregados de posibilidades compatibles unas con otras (lo que él llama “composibles”).
(a) Uno de entre ellos contendría mayor cantidadde posibles que otros.
(b) Mas para ello, tendría además ese mundo que estar organizado con un máximum de orden; de otro modo las realidades se estorbarían, es decir, se imposibilitarían unas a otras.
(c) Pero, a su vez, un máximum de orden implica que sea obtenido mediante un máximum de simplicidad en las vías de su ordenación.
En el orbe de la posibilidad no cabe un más o un menos; que un algo pueda ser más o menos posible que otro. O es posible o es imposible, tertium non datur. Por tanto, ese mundo posible que contiene
(a) máxima posibilidad,
(b) máximo orden y
(c) máxima simplicidad,
no se diferencia del que contenga menos de esas calidades.
Pero el mundo existe. Ese es el hecho. Hubo, pues, un poder absoluto que lo dio.
Pero no da razón de que exista, precisamente, lo que existe y no otra cosa posible.
Aquel poder absoluto el cual, dice Leibniz, uno vocabulo solet appellari Deus, tuvo que elegir entre los posibles.
Esto modifica radicalmente la condición ontológica de éstos. Dejan de ser mera y simplemente posibles al ejercerse sobre ellos la operación de elegir, de preferir.
Aun siendo, igualmente, posibles, dejan de ser iguales, pero en un orden que no es primariamenteontológico.
Dejan de ser iguales en un orden estimativo, en el cual hablamos, no de «ser» y «no ser», sino de bueno, malo, mejor, óptimo.
Nos dice Leibniz:
«Tan pronto como Dios ha resuelto crear alguna cosa, tiene lugar un combate entre todos los posibles, ya que todos pretenden a la existencia.
Aquellos que juntos producen más realidad, más perfección, más inteligibilidad, triunfan.
Claro es que todo este combate solo puede ser ideal, es decir, que solo puede consistir en un conflicto de razones en el entendimiento más perfecto, que no puede dejar de comportarse en la forma más perfecta y, por consiguiente, elegir lo mejor.»
Leibniz hace constar que Dios no está necesitado a ello por una necesidad metafísica sino moral.
Para dar razón del mundo existente hay que recurrir a un principio ajeno a la lógica, hay que admitir lo que Leibniz llama «el principio de lo mejor o de la conveniencia».
* el ser posible es porque no contiene contradicción,
* el ser existente, el mundo efectivo, es porque esel mejor, porque es óptimo.
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El optimismo de Leibniz no es, pues, una cuestión de humor o de temperamento.
* No es el optimismo que alguien siente, sino el optimismo que algo es.
* Representa una dimensión ontológica. Es el optimismo del ser.
No se trata de que, observando los hechos que componen el mundo, se haga un aforo comparativo de la dosis de bien y de mal que ambos manifiestan a fin de concluir cuál de ambos predomina. Aforo tal es ilusorio.
Fue un error creer que por consideraciones empíricas se puede llegar a decidir si el mundo es bueno o malo.
En Leibniz, por el contrario, la optimidad del mundo es previa a la contemplación de su contenido:
* El mundo no es el mejor porque sea como es,
sino, viceversa,
* es como es, fue elegido para existir, porque era el mejor.
Es, pues, un optimismo a priori.
Nuestro mundo, antes de ser el existente, era ya el mejor y por eso llegó a existir.
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Tampoco soy experto en ecología pero soy terrícola (aunque sea un poco alien-ado) y me preocupa el Planeta que mi generación entregó a la siguiente y ésta de hoy va entregando a los jóvenes y a los niños de nuevas, sucesivas generaciones.
Fuera muy bueno al menos dejarles la preocupación de corregir descuidos y reparar daños como una prioridad y que al menos sepan que sea crucial amar el Planeta. Un abrazo.
Me preguntas:
“¿para qué seguir llamándole Teología, por muy profana que se pretenda?”
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Buena pregunta!
Tal vez sea en mí algo que barrunto, y que veo en la trayectoria de mi vida:
La superación (por reabsorción de lo que fui haciendo y me fue pasando) de esa extraña realidad que venimos nombrando con el vocablo griego TEOS (aunque sea sólo válido para mi occidentalidad).
Mijaíl Gorbachov no aceptaba los textos que algunos le proponían (contaba Leonardo Boff), entre otras cosas porque nombraban o señalaban alguna especie de TEOS.
Quedaron todos concorde cuando hallaron la expresión: “el despertar de una nueva reverencia ante la vida”, donde se resalta la actitud de “REVERENCIA”.
Estimo que sobre este Asunto quedan muchas teclas en el teclado para que las vayamos pulsando. Si el Taller sale, tal vez haya ocasión de hacerlo ¿te parece?
¡Vamos todavía! – Oscar.
Gracias, EQUIPO ATRIO, por hacerse eco del interés de difundir LA CARTA DE LA TIERRA;
y Gracias a los Compañeros por la acogida a este otro posible Taller, sobre un Texto claro, sencillo y sintético que compendia terroríficos desafíos abofeteando nuestros rostros y un mapeo del terreno minado para poder seguir alentando alguna esperanza.
Baste, para animarnos, empezar por el final de la Carta de la Tierra.
“Con el objeto de construir una comunidad global sostenible, las naciones del mundo deben renovar su compromiso con las Naciones Unidas, cumplir con sus obligaciones bajo los acuerdos internacionales existentes y apoyar la implementación de los principios de la Carta de la Tierra, por medio de un instrumento internacional legalmente vinculante sobre medio ambiente y desarrollo.
Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida.”
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¡Vamos todavía! – Oscar.
Y aprovecho aquí mismo para Felicitar en el día de san Antonio Abad a Antonio Duato y Antonio Vicedo …
Adelante, pues, con la “Teología Profana”!
¡Tú puedes hacerlo de maravilla!
Seguro que junto a Olga, nos presentáis un trabajo excelente, decid que síiiii.
Abrazos.
pili
¡Vamos todavía! – Oscar.
Por más de una década, diversos grupos alrededor del mundo se han esforzado por crear una Carta de la Tierra que enuncie principios éticos fundamentales para una vivencia sostenible. Cientos de grupos y miles de personas han estado involucrados en este proceso. Entre éstos se encuentra un gran número de representantes de gobierno y organizaciones no gubernamentales que trabajaron para consolidar la adopción de una Carta de la Tierra durante la Cumbre de Río de 1992. Sin embargo, el momento no fue el adecuado. Por ello, el Consejo de la Tierra y la Cruz Verde Internacional lanzaron una nueva iniciativa de la Carta de la Tierra en 1994.
· Promover un diálogo a nivel mundial sobre valores compartidos y la ética global;
· Divulgar la Carta de la Tierra alrededor del mundo como un tratado de los pueblos, promoviendo la conciencia, el compromiso, y la implementación de los valores de la Carta de la Tierra;
· Buscar la aprobación de la Carta de la Tierra por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2002.
La Carta de la Tierra es una declaración de interdependencia y responsabilidad y un llamado urgente a construir una sociedad global para el desarrollo sostenible.