martes, 28 de octubre de 2014

CRISIS FUFI SANTORI


De El Nuevo Día

Fufi Santori

27 de octubre de 2014

CRISIS

Cada cierto tiempo la sociedad 'americana’ se estremece con homicidios infantiles. En el más reciente, un 'teenager' en una escuela de Seattle, Washington mató a una de sus compañeras  e hirió a otros cuatro antes de quitarse la vida (una de las heridas murió en el hospital).  El pistolero lo hizo con un arma propiedad de su padre.
Niños matando niños. Esta modalidad criminal  parece ser exclusividad de los Estados Unidos de América. ¿Cómo explicarlo?
La violencia que se genera en esa nación surge de una agresividad que se procura, se desarrolla y se glorifica como indispensable en una personalidad ganadora. O sea, exitosa. Por eso,  en ese mare magnum de vida competitiva en la que al prójimo se vence en vez de ayudarse, se promueve el individualismo salvaje, ese que  no permite afectos ni consideraciones que pongan en riesgo el triunfo o sea, la consecución de una meta.
“Winning is everything" es un  aforismo que les llega del deporte y los embriaga al punto de insensibilizarlos en cuanto a los verdaderos valores de la experiencia deportiva que, además de salubristas deben darle prioridad al compartir sobre el competir.
Esa meta que define el triunfo y el éxito en una sociedad capitalista casi siempre es la acumulación de capital; dinero que una vez adquirido se multiplica según lo disponen las reglas del sistema de libre empresa sentando así las bases para desigualdades económicas que definen las clases sociales acentuándose  las diferencias en haberes entre el rico y el pobre o el patrono y el empleado quien, depende de su salario para sobrevivir siendo muy improbable  que pueda lograr hacerse de un capital que lo libere de la esclavitud salarial (wage slavery).
Fue dramático y trágico el despido de un centenar de empleados de Univisión que, de la noche a la mañana se quedaron sin los ingresos que por años recibían para cumplir con sus obligaciones económicas y así mantener a sus familias con cierta calidad de vida decente. Lamentablemente  en  las estrategias corporativas  hay muy poco  espacio para los afectos y todo gira en torno a la acumulación de riqueza para justificar la existencia de la empresa. Al no tener inherencia en las decisiones de cómo se distribuyen las  ganancias de la corporación, el obrero no puede asegurarse una justa participación de la riqueza que él, con su trabajo, ayudó a crear.
Y NO HAY PEOR DICTADURA QUE LA DEL MERCADO
Además, es inherente a la filosofía del capitalista la creencia de que es la empresa la que mantiene al asalariado y no la mano de obra de éste el que enriquece a la empresa.
El caso de Estados Unidos es el de mayor relevancia mundial dado su inconmensurable riqueza complementada por la fuerza militar más poderosa del planeta, combinación que lleva a su gobierno  a influir sobre la vida y economías del resto del mundo y hasta determinar quiénes son los buenos y quienes son los malos en el universo humano. Su sistema democrático de gobierno, tantas  veces vulnerado por la codicia, la corrupción y el prejuicio racial constituye un velo que oculta el tantas veces invisible poder de las oligarquías económico- militares al servicio de los dueños del capital, los ricos, que con sus propósitos  escandalosamente egoístas, propician una desigualdad abismal entre los que tienen y los que no tienen en una proporción que ubica el 60% de la riqueza del país en manos de un  2% de la población.
Ese todos contra todos del libre mercado que glorifica la competencia es un semillero de conflictos que  lleva a la humanidad muy aprisa por el camino de la autodestrucción.   
Solamente  una vacuna de  generosidad (sin adulterar) podría librarnos de ese  ébola sociológico.

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