domingo, 17 de enero de 2016

CUATRO DIFICULTADES DEL DOGMA CRISTIANO

Cuatro dificultades del dogma cristiano

carlosblanco2
Muchos os acordaréis de aquel adolescente, casi un niño, que salía en la tele hablando con una impresionante información bien asimilada de historia o filosofía. También desde hace tiempo Carlos Blancocon varias carreras y cotizado conferenciante, está interesado por ATRIO y nos ha ofrecido publicar este artículo para ser comentado aquí. Esperamos, si encaja el diálogo en Atrio, tenerle pronto como autor habitual. ¡Bienvenido Carlos! AD.
Considero que existen cuatro grandes fallas dogmáticas en las formulaciones más extendidas del cristianismo, tanto católicas como ortodoxas y protestantes:
1) El problema del mal: ni las más intrincadas disquisiciones teológicas, ni los escritos más brillantes de San Agustín y Leibniz, han logrado compatibilizar la omnipotencia de un Dios bueno, enamorado del hombre, con el mal que inunda del mundo, y que sólo hemos comenzado a erradicar gracias al ingente esfuerzo humano por amar y conocer.
2) La evolución de la vida: si el hombre ha surgido por procesos evolutivos que no apuntaban inexorablemente hacia él, ¿de qué manera puede afirmarse que Dios ha creado al hombre y le ha impreso la sagrada huella de una vocación inalterable? ¿Por qué debería el hombre ser el centro de la evolución? ¿Acaso se detiene en el hombre la gigantesca y monstruosa maquinaria de las transformaciones biológicas? Si existieran otras formas de vida inteligencia en regiones inadvertidas del universo, ¿habrían sido también agraciadas con la luz de la Redención? ¿Habrían gozado de su propio Jesucristo, de su propio Dios encarnado?
3) La existencia de otras religiones: el cristianismo, ¿puede seriamente proclamarse la única religión verdadera? ¿Por qué no se reveló el Dios encarnado a los mayas, o a los incas, o a los sumerios, a los pueblos de Asia oriental? Si se replica que no lo hizo porque aún no se hallaban lo suficientemente preparados como para recibir adecuadamente su mensaje, deberemos entonces preguntarnos si, más que a una revelación, no asistimos a un desarrollo gradual de la conciencia humana, que progresivamente adquiere mayores cotas de sofisticación y profundad en la comprensión de las verdades lógicas, científicas y éticas. Además, ¿por qué florecen incontables religiones, muchas condenadas a morir y a ser suplantadas por otros credos? ¿Cuál es su valor? ¿Constituyen caminos salvíficos o se hallan ineluctablemente subordinadas a la verdad del mensaje cristiano y a Cristo como palabra única del Padre a la humanidad? ¿No resulta innegable que en otras religiones, como el budismo, reverberan verdades tanto o más vigorosas, hondas y aleccionadoras como las que sostienen los pilares más firmes del cristianismo? ¿Puede alguien sostener que toda verdad auténticamente importante para la salvación del hombre fue declamada en la Palestina del siglo I, sin que el mensaje de Buda, de Confucio, de Sócrates, de Spinoza o de Gandhi pueda añadir elementos que lo perfeccionen y amplíen? ¿No se han producido avances esenciales para la humanidad que, en muchos casos –como la abolición de la esclavitud y la liberación de la mujer-, se han efectuado con independencia de las religiones o incluso en contra de los baluartes más acérrimos del dogma?
4) El valor de la historia: si el acontecimiento-Cristo representa el eje de la historia y en torno a él gravitan los siglos pasados y las centurias venideras, ¿para qué continuar embarcados en la epopeya de la historia? ¿Por qué no se ha suspendido su curso, si la palabra más profunda y abarcadora nos fue revelada en tiempos de Poncio Pilato? El devenir histórico, ¿no incorpora nada verdaderamente novedoso? ¿No ha sondeado la humanidad escenarios que jamás habría presagiado? ¿No ha expandido admirablemente el alcance de su imaginación y el radio de su inteligencia? ¿No ha desentrañado verdades esenciales para la comprensión del universo y de la propia especie humana? ¿No ha realizado en la fragilidad del mundo histórico multitud de valores éticos, y no ha aprendido de las atroces experiencias de maldad y dolor que surcan el océano de los siglos?
Pero la dificultad más profunda que encara el cristianismo no es otra que la de su necesidad filosófica. Si desprendemos esta religión de oropeles históricos y de revestimientos mitológicos, ¿por qué ser cristiano y no únicamente humano? Tal y como atestiguan las investigaciones exegéticas más acreditadas, el mensaje de Cristo se limitó a proclamar la inminente venida del Reino de Dios. Pero en realidad no especificó en qué consistiría semejante reino (¿una realidad escatológica?; ¿un reino de naturaleza ética, gobernado por el ideal del amor entre Dios y los hombres?). De la centralidad del Reino, cuya importancia excede incluso la del Mesías, que ante todo anunció la cercanía de ese dominio divino y su efecto sobre el alma humana y el devenir del universo, se hizo eco el paleontólogo jesuita Teilhard de Chardin cuando vislumbró una convergencia escatológica de todas las religiones. En ese futuro profetizado acontecería una unificación mística de todos los credos, una confluencia universal de religiones, donde Cristo no se restringiría a evocar una figura mesiánica de una determinada tradición religiosa, sino que simbolizaría la unidad plena entre todos los hombres, entre todas las conciencias, entre materia y espíritu, armoniosamente fusionados en el Reino: “la plenitud escatológica del reino de Dios es la consumación final común del cristianismo y de las otras religiones” (J. Dupuis,Hacia una Teología Cristiana del Pluralismo Religioso, 572).
Es el amor, no la doctrina, el epicentro del anuncio de Jesús. La doctrina le corresponde a la investigación racional del mundo y de la vida humana. El auténtico cristianismo no reside en templos, libros y catecismos, sino en cada acto de bondad que enaltece al hombre, en cada lágrima ante el dolor ajeno, en cada palabra de misericordia proferida por nuestros labios, en cada anhelo de búsqueda de una verdad a la que tendemos asintóticamente, pero en cuya búsqueda hemos de afanarnos con pasión. Es la entraña de toda gran mística, de toda gran religión y de toda gran manifestación de altruismo y magnanimidad. Es la rúbrica de que el hombre debe superarse a sí mismo y trascenderse mediante la bondad, la inteligencia y la belleza.
El filósofo ha de rescatar el cristianismo de sí mismo, de sus enquistamientos dogmáticos y de su excesiva dependencia de simbolismos obsolescentes. En el cristianismo, el filósofo tiene que descubrir una esencia válida para todos los hombres, una llamada a crecer, a encontrar en el amor la senda hacia ese reino divino, que no es otra cosa que la vocación humana de crear, de alzarse como nuevos dioses que inunden el universo de amor, sabiduría y belleza.

10 comentarios

  • Justiniano Liebl
    No Oscar, la referencia mía es a un artículo de unas 25 páginas publicado en el “inglés” del Flamenco Padre Roger Lenaers S.J. por la revista «HORIZONTE»  de PUC-Minas, Belo Horizonte, Brasil. Traducción al castellano de Francesca Toffano
    Y seguimos andando,
    Justiniano de Managua
  • josela
    Tanto  el articulo como los comentarios, se me hacen, bien hechos y en buena pista de lanzamiento. Luego adelante,…. aunque, a lo mejor convenga con las” lámparas siempre un poco apagadas”…porque la nube del “no saber” continuará, se me hace, con la necesidad de  tener que decir, al fina:…apesar de todo….”Sagrado Corazón de Jesús, confianza y abandono”..sin terminar de saber ¿porqué? “S.Corazón de Jesús”..y ¿porqué” “confianza”..y “porqué” abandono.Y ¿porqué”? a pesar de todo…
  • oscar varela
    Hola Justiniano!
    El Cumpa chileno Manuel Ossa, que hubo traducido “Otro cristianismo es posible” de Lenaers, también tradujo al español (hace unos 2 añitos) otro Libro “Vivir en Dios sin dios” –Aunque no haya un dios ahí arriba.
    El Libro contiene un Prólogo, 15 Capítulos y un Epílogo ¿Será éste o utro nuevo al que tú te refieres?
    Te comento que en su momento de aparición hubo escarceos (JMVigil y Atrio) para “destilarlo” con miras a tallerizarlo. Pero ahí quedó la cosa: en el pasado de no haber pasado.
    Abrzo y ¡Vamos todavía! – Óscar.
  • Justiniano Liebl
    Acordándome del alborear de «atrio.org»,  hace unos días recibí del Padre José María Vigil de «Servicios koinonía» la chambita de “embellecer la traducción a inglés conversacional” a la nueva obra “¿Pueden cristianismo y modernidad caminar juntos?” por Roger LENAERS sj.
    Mucho me gustó la lectura y con este artículo por Carlos Blanco me hace la pregunta: ¿Otro “taller digital” por atrio? 
    Justiniano de Managua
  • José Ignacio Calleja
    Están muy bien recogidas las cuestiones; la primera es la más difícil de librar, aunque Torres Queiruga en la teología católica la haya llevado muy lejos; todas las teologías la han respondido en su fundamento filosófico, creo, de manera insuficiente; a mí no me han convencido, así que camino con un vacío de sentido último en el tema, en su razonamiento filosófico; o de otro modo dicho, todavía un silencio de fondo por un no enteder, que sobrellevo por “la confianza” en la Vida (Dios); una opción que hago porque sus consecuencias me sotienen internamente mejor que otras; pero es una opción muy personal. Las otras cuestiones (2, 3 y 4), en la fe no tienen tanta dificultad; es cuestión de seguir una teología que no se desarrolle sometida a las posibilidades de la dogmática en su interpretación ontologista o greco-latina; tomar esta por un molde histórico, para atrapar un contenido que supera al molde, hoy y siempre; luego el camino teológico está en indagar en ese nuevo molde para acoger esas preguntas y sus respuestas coherentes. No es tan fácil, ni las preguntas son menores, pero ya hay ensayos convincentes de teología, con buena base filosófica. Eso sí, a sus autores los ponen en cuarentena eclesial por su heterodoxia supuesta.

    Como teorización del tema, me ha gustado la entrada.

    La respuesta de Daniel a Oscar Varela, muy prepotente; como para dejar de seguirlo. Todos tenemos un mal momento, pero esto no es Crónicas Marcianas.

  • Jorge
    Si Carlos Blanco está interesado en Atrio me gustaría que interviniera en los comentarios, en las diversas líneas que se presentan, y dialogar con él, (le invito a que participe en las que se van abriendo con mi libro “Inclinar la Balanza”, por ejemplo en el problema del mal), en particular en los comentarios que vayan surgiendo en esta línea que presenta.

    Como el pensador cristiano y católico confeso que trato de ser, tengo algunas objeciones que hacerle. Me sorprende que califique de gigantescas y monstruosas las transformaciones de la maquinaria biológica evolutiva. Si bien es cierto que hay cierta teología que afirma que el hombre es el centro de la evolución y que se detiene en él, este presupuesto o proposición ni es central en la Teología ni tampoco necesario, simplemente hoy debería suprimirse sin merma alguna para la Teología.

    Se puede decir que Dios ha creado el hombre, junto con todo lo demás, si tomamos la creación de modo continuo, sin planificación ni diseño con el significado del “hágase”, ejecutando una de las alternativas que el mundo y el ser humano le ofrecen de forma autónoma, según el dicho “el hombre propone y Dios dispone”.

    Proponer otros Cristos o Redención en otros mundos de seres inteligentes o quizás compartiendo con nosotros lo humano, es mera especulación. Y la contestación es simple no lo sé y nadie puede saberlo. Pero pienso que lo que se da en un mundo depende necesariamente de su historia, no hay canguros en África ni elefantes en Australia. Por tanto lo más improbable es que en ese otro mundo se hubiese repetido tal cual nuestra historia. Y la pregunta sería ¿requerirían redención? ¿otro Cristo? ¿por qué?

    ¿Dios ha impreso en el hombre su sagrada huella de una vocación inexorable? Es que esto simplemente es falso. La realidad lo contradice ampliamente. Y además esa afirmación no es necesaria para hacer Teología.


    Estas objeciones corresponden todas al punto 2. Del primero “el problema del mal” ya lo estoy comentando en la otra línea. Si el autor del texto entra en los comentarios pues seguiré encantado su discurso, si quiere dialogamos y si se tercia continuaré mis objeciones en los puntos que restan.
     
  • Isidoro García
    Este artículo es un análisis perfecto de todas las cuestiones, que el mundo de las religiones y concretamente el del cristianismo plantea a un hombre moderno de hoy. Pero es solo el primer paso en el proceso de avance. El siguiente paso debe ser intentar dar respuestas a todo ese conglomerado de preguntas.
         Como dice Blanco en una entrevista, “el conocimiento es uno de los mayores tesoros que poseemos, pero que no acaba nunca de saciarnos. Siempre podríamos saber más, y cuanto más sabemos o aprendemos, más sabemos que ignoramos”. Todo proceso de acopio de conocimiento, debe desembocar algún día, (y no hay que caer en la tentación de aplazarlo sine die), en la construcción de un edificio global donde encaje todo.
         De hecho así es como aprehendemos lo conocido, colocando cada cosa en su “cajoncito de ferretero”, pues si no, el aprendizaje se vuelve caótico y se autodestruye, (por eso hay tanta gente que ha leído tantos libros, y se ve que ha sacado muy poco provecho de ellos: siguen en sus trece de siempre. Si una persona lee bastante y sigue pensando casi igual que hace diez años, mal asunto: mi mera opinión personal).
         Pero en ese proceso de construcción, hay momentos-clave, “experiencias-cumbre” los llama Maslow, en que sentimos la fuerte intuición de que hay que tirar paredes maestras de nuestro antiguo edificio, y demoler para construir encima: como las serpientes mudan de piel. Si no lo hacemos así, quedamos asfixiados, y muertos en vida. 
         Y como se trata de un tema global, (en el fondo, se trata de obtener un conocimiento mucho mas fiel de la realidad del mundo, el hombre, y de todo), esta respuesta global tiene que venir en forma de un nuevo “gran relato de todo”, que reúna, entretejiéndolos, todos los conocimientos científicos que hoy ya sabemos, (tanto en las ciencias físicas, como sobre todo en la psicología del comportamiento humano), junto con las intuiciones que nos suscite el trabajoso estudio de los relatos históricos de la experiencias religiosas habidas a lo largo de la historia, y especialmente, nosotros, el cristianismo. 
          Si ese esfuerzo de “síntesis de todo”, lo realizan personas de alto grado de conocimientos, (como es el caso de Blanco), hay muchas mas posibilidades de que las intuiciones conseguidas, sean de gran riqueza y lucidez. Y si además creemos en que de una misteriosa forma o de otra, estamos dentro de los planes de “Algo” cercano a nosotros, mejor que mejor, pues nos otorgará la seguridad y la intrepidez, necesarias para dicha “aventura”. Salga bien o salga mal, “Dios escribe derecho con líneas torcidas”.
         Las personas con prestigio intelectual, no deben tener miedo a arriesgarlo, en pos de la investigación de avanzada, y mas en unos momentos en que la Humanidad, (la Iglesia global), se encuentra tan carente de guías que miren al futuro, y no solo avancen mirando hacia atrás por el espejo retrovisor. Nos faltan líderes que sepan hacia dónde vamos, y no solo que estén ocupados a tiempo completo en tapar las goteras y ruinas del tejado de su choza, (o del Palacio). 
       El autor de este artículo, Carlos Blanco, en una entrevista habla sobre las personas que son faros de la humanidad. Dice: “Son aquéllas que han sabido mirar más allá de la óptica que predominaba en su tiempo. Han sido mentes inconformistas, críticas y con ansias de superación”.
         Son lo que yo llamaba el otro día, los “santos modernos”, los autorrealizados, los pilares de la Tierra, los 144.000 santos del Apocalipsis, (número simbólico). Los necesitamos, pues en contra del cuento, necesitamos gente de prestigio que nos diga, cuando el rey está desnudo, pues a los niños, no les hacemos caso.


      
  • Gonzalo Haya
    Creo que estos cuatro puntos resumen los temas del pensamiento cristiano actual.
    Respecto al problema del mal, ya hemos hablado mucho en la última entrega del Equilibrio de la balanza.
    En cuanto al proceso evolutivo, creo que apunta hacia una estructura de la energía cada vez más enriquecida. Por ahora parece que lo más conseguido está en el hombre -dignidad, ética, amor…- pero está por ver si se consigue algo mejor. Por lo pronto esperamos que mejore en cuanto a justicia, igualdad, y fraternidad.
    Sobre el tercer punto, la teología actual defiende cada vez más el pluralismo religioso, aunque la teología tradicional se aferra a la única religión verdadera o, como máximo, al inclusivismo de las demás religiones en la cristiana. Creo que una de las mejores interpretaciones del Reino de Dios está en el lema de la Revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad.
    En el cuarto punto alude a varios temas. Quizás el principal sea que el cristianismo es una forma de humanismo. Personalmente me he planteado ese tema varias veces. Pepe Castillo ha tratado muy bien el tema en su libro “La humanización de Dios”. Creo que el cristianismo es un humanismo, pero un humanismo que llega a lo más profundo del ser humano. Choca sin embargo con un humanismo que podríamos considerar como más epidérmico; y eso se muestra en las paradojas del evangelio: bienaventurados los pobres, los que lloran…, la aparente  “injusticia” con los jornaleros que habían trabajado desde la primera hora, con el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, con el fariseo que cumple toda la Ley frente al publicano que no va a dejar de cobrar los impuestos para Roma… Creo que el cristianismo puede considerarse como un humanismo, pero como un humanismo que rebasa la lógica y la justicia humanas porque se enraíza en la mejor cualidad humana que el amor de generosa entrega.

  • Daniel
    hay que leer unos cuantos libros más y esas preguntas decimonónicas se curan
  • oscar varela
    Hola Carlos!
    Buena propuesta y buen escrito.
    Dos cosas:
    Ad 1.- ¿Por qué no te convence la propuesta de Leibniz registrada bajo el concepto de lo ÓPTIMO (“lo MEJOR de”) trabajado sobre consideraciones de lo POSIBLE (donde se encuentra la llamada OMNI-POTENCIA (que todo lo PUEDE).
    Sobre la tarea del filósofo “RESCATADOR” del Cristianismo. Lina idea!
    ¡Voy todavía! – Óscar.

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