miércoles, 4 de marzo de 2015

PENSAMIENTOS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS Y EL CRISTIANISMO HOY

  • olga larrazabal
    El ser humano es gregario, no puede vivir solo, necesita de la sociedad humana por mucho que defienda sus derechos individuales.  Si no fuera así, no tendríamos un lenguaje, no obedeceríamos a la cultura creada en común que modula nuestro cerebro junto con algunos instintos, porque somos más cultura que instintos, pero ambos están ahí.  Así hemos evolucionado durante millones de años, cuando nos separamos de los simios para seguir un camino singular. De este modo podemos crear sociedades estables en el tiempo, que pueden ser tipo hormiga o abeja, en que la pirámide jerárquica  de amos y esclavos se ha convertido en instinto fosilizando a estas especies.
    Así las sociedades creadas por la Europa “Kurgan”, desde hace mas de 5000 años, ha sido de tipo militarista y feudal, de conquista y saqueo, con un Dios alejado, con rituales de sacrificio, con una clase sacerdotal, y este tipo de civilización, eficiente para la guerra, justificador del saqueo el asesinato y la violación nos ha llevado al desastre en que estamos ya que la han aplicado a toda la humanidad.
    La contracorriente  que poco a poco  le da derechos mínimos a las personas, del sexo que sean, solo por ser personas, que puede haber sido idea de Buda , de los Profetas o de Jesús, ha ido creciendo hasta perder autoría, y muestra que puede existir una sociedad más estable, más amable, si existe algo que se llama amor, respeto, bonomía, buen trato y esto pasa por lo que llamamos Derechos Humanos.  Y estos derechos no son una locura idealista, son algo que se puede cultivar en los seres humanos, que naturalmente son creaturas amorosas, según dicen los biólogos, y no asesinos seriales, los cuales serían solo una excepción debido a problemas orgánicos, no a una ideología.
    A nadie le gusta vivir rodeado de cercos eléctricos y con una metralleta en la mesilla de noche.  Nadie espera que su cónyuge lo asesine mientras duerme o que su vecino le viole a su mujer y la venda como esclava, y para eso hay que aceptar que el camino más corto para lograrlo es que se establezcan derechos básicos igualitarios para todos y se normen las diferencias.  Que la confianza prevalezca por sobre la depredación, que se acepten lo que se llama “Derechos Humanos” con el mismo respeto que otros aceptan los Mandamientos, que en su tiempo fueron la cartilla de derechos humanos.
    Pero para eso las religiones, que tienen un impacto emocional sobre la población, debieran aceptar el derecho de los humanos a darse leyes adecuadas a los tiempos y no pensar que todo ha de encontrarse en algún libro escrito hace 2000 años y seguramente mal interpretado y peor traducido.
    La particularidad del mundo y de la sociedad humana y de sus individuos, es que tal como el resto de la naturaleza es evolutiva y obedece a los estímulos que los rodea, y además en el caso humano, a los pensamientos de este complejo cerebro del cual estamos dotados.  Y estos pensamientos pueden ser inteligentes y amorosos o perfectamente ilógicos y agresivos, y esa elección queda en nuestras manos y en parte esta elección es producida por la educación o los estímulos que hemos recibido desde nuestra concepción.
    Y aquí está la contribución individual que hacemos con nuestros pensamientos y acciones a nuestro entorno social.
    Como sugirió el Dalai Lama en una entrevista acerca del hecho que los occidentales no tengamos disciplina en el control de nuestros pensamientos, y por lo tanto de nuestras emociones, aprendiendo a rechazar los pensamientos reactivos y violentos que estimulan emociones negativas y llevan a acciones idem.
    Y un ejemplo triste está en los caricaturistas franceses que fueron asesinados. Ellos se dejaron llevar por la actitud de ironía y desprecio al reirse del prójimo haciendo caricaturas de lo que era sagrado para otros, que tampoco han aprendido tolerancia y actúan violenta y reactivamente y el resultado fue un asesinato masivo.

     
  • George R Porta
    Parece que se pueda afirmar que los Derechos Humanos no sean respetados universalmente pero al menos son conocidos universalmente y nadie en realidad se atreve a cuestionar seriamente la validez de los mismos. Pero quien los niegue, los viole o los olvide yerra inexcusablemente.

    Parece que la dignidad humana se la raíz de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y no al revés. Los Derechos Humanos no confieren dignidad a la persona. La reclamación de justicia por parte de quien ha sido perjudicado es anterior al cristianismo y posiblemente sea tan antigua como lo humano.

    En el caso de los pobres y oprimidos, porque carecen de poder, dichos derechos son aún más la articulación de su dignidad humana porque es lo único que poseen. Aún y, sobre todo, en cada situación en la que dichos derechos son violados o renunciados para sobrevivir.

    La Iglesia tardó en reconocer la Declaración de Derechos. Más aún, sigue violando en determinadas ocasiones (por ejemplo en cuanto al rol de la mujer en las decisiones de gobierno) y en cuanto al carácter inapelable de ciertas decisiones jerárquicas que los seglares no podemos siquiera cuestionar (la infalibilidad del Papa, la examinación y condena unilateral de opiniones teológicas, la revisión de la necesidad o validez de definiciones dogmáticas que son abiertamente irracionales al menos en su formulación); o en cuanto a la ausencia de mecanismos adecuados para ejercer derechos que el Concilio Vaticano II reconoció como el de los seglares a comunicarse con los Obispos libremente.

    Más aún la condena sistemática durante el pontificado de Juan Pablo II y la persecución de los teólogos de la liberación y de los sacerdotes, religiosas/os, y seglares enfrascados en la lucha por defender modos socialistas de gobierno o de organización obrera, fueron y aún dejan sentir la identificación de una cierta parte de la alta jerarquía eclesiásticas con las clases dominantes u opresoras en muchos países donde la jerarquía debiera ser la primera en defender a los pobres y oprimidos.

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