martes, 7 de abril de 2015

UNA REVOLUCION EN LA EVOLUCION

Una revolución en la evolución

BoffExiste una percepción generalizada de que el ser humano de hoy es alguien que debe ser superado. Todavía no ha terminado de nacer,  pero está latente dentro de los dinamismos del proceso evolutivo. Esta búsqueda del hombre y mujer nuevos tal vez sea uno de esos anhelos que jamás lograron progresar en la historia.
Demos dos ejemplos. El pensamiento mesopotámico produjo la epopeya de Gilgamesh (siglo VII a.C) que está muy cerca del relato bíblico de la creación y del diluvio. El héroe Gilgamesh, angustiado por el drama de la muerte, busca el árbol de la vida. Quiere encontrar a Utnapishtim que había escapado del diluvio, había sido inmortalizado,  y vivía en una isla maravillosa donde no reinaba la muerte. En su camino, el dios Sol (Shamash) le apostrofa: «Gilgamesh, la vida que buscas nunca la vas a encontrar». La divina ninfa Siduri le advierte: «cuando los dioses crearon la humanidad le dieron como destino la muerte; ellos retuvieron para sí la vida eterna. Gilgamesh, harías mejor llenando el vientre y gozando la vida de día y de noche; alégrate con lo poco que tienes en tus manos».
Gilgamesh no desiste. Llega a la isla de la inmortalidad. Consigue le árbol de la vida y regresa.  Al volver, la serpiente sopla con su aliento fétido el árbol de la vida y lo roba. El héroe de la epopeya muere desilusionado y va «al país donde no hay retorno, donde la comida es polvo y barro y los reyes son despojados de sus coronas». La inmortalidad sigue siendo una búsqueda perenne.
Nuestros tupi-guaraní y apopocuva-guaraní crearon la utopía de la “tierra sin males” y la “patria de la inmortalidad”. Vivían en movilidad constante. De la costa de Pernambuco de repente se desplazaban hacia el interior de la selva, junto a las cabeceras del río Madeira. De allí, otro grupo se ponía en marcha hasta llegar a Perú. De la frontera de Paraguay, otro grupo se dirigía a la costa atlántica y así sucesivamente. El estudio de los mitos por los antropólogos desveló su significado. El mito de la “tierra sin males” ponía en marcha a toda la tribu. El chamán profetizaba: “va a aparecer en el mar”. Para allí marchaban esperanzados. Mediante ritos, danzas y ayunos creían volver el cuerpo ligero e ir al encuentro en las nubes de la “patria de la inmortalidad.” Desilusionados, regresaba a la selva hasta oír otro mensaje e ir en busca de la ansiada “tierra sin males”, anhelo de una esperanza imperecedera.
Los dos relatos expresan en forma mítica lo mismo que expresan los modernos en el dialecto de las ciencias. Estos no esperan el ser nuevo del cielo, quieren gestarlo con los medios que les ofrece la manipulación genética. Seguimos buscando y no obstante, muriendo siempre, jóvenes o mayores.
El cristianismo se inscribe también dentro de esta utopía. Con la diferencia de que ya no es una utopía sino una topía, es decir, un acontecimiento bienaventurado e inaudito que irrumpió dentro de la historia. El testimonio más antiguo del paleocristianismo es este: “Christus ressurrexit vere et aparuit Simoni” (Lc 24,34): “Cristo resucitó verdaderamente y apareció a Simón”.
Entendieron la resurrección no como la reanimación de un cadáver, como el de Lázaro, que después acabó muriendo nuevamente, sino como la emergencia del ser humano nuevo, el “novíssimus Adam” (1Cor 15,45), el “novísimo Adán”, como realización plena de todas las virtualidades presentes en lo humano.
No encuentran palabras para expresar ese fenómeno inaudito. Lo denominan “cuerpo espiritual” (1Cor 15,44). Eso parece contradictorio para la filosofía dominante en la época: si es cuerpo no puede ser espíritu; si es espíritu no puede ser cuerpo. Solo uniendo los dos conceptos, según los primeros cristianos, hacían justicia al hecho nuevo: es cuerpo pero transfigurado; es espíritu pero liberado de los límites materiales y con dimensiones cósmicas.
Dicen más: la resurrección no es simplemente un acontecimiento personal, realizado en la vida de Jesús. Es algo para todos e incluso cósmico, como aparece en las epístolas de san Pablo a los Colosenses y a los Efesios. Por eso san Pablo reafirma: “él es la anticipación de los que han muerto… Así como por Adán todos murieron, así por Cristo todos volverán a vivir” (1Cor 15,22).
Este es un discurso de fe y religioso, pero no deja de tener su importancia antropológica. Representa una entre tantas respuestas al enigma de la muerte, tal vez la más prometedora.
Si es así, estamos ante una revolución dentro de la evolución, como si la evolución anticipase su fin bueno en el auge de la realización de sus potencialidades escondidas. Sería una miniatura que nos muestra a qué gloria y a qué destino sumamente feliz estamos llamados.
Así vale la pena vivir y morir. En realidad, no vivimos para morir. Morimos para resucitar. Para vivir más y mejor.
A todos los que creen y a aquellos que dejan en suspenso su juicio, buenas fiestas de Pascua.
*Leonardo Boff escribió La resurrección de Cristo, nuestra resurrección en la muerte, 5ª ed., Sal Terrae 2007.
Traducción Mª José Gavito Milano

14 comments to Una revolución en la evolución


  • Isidoro García
    Que quede claro, es que lo expuesto por mí, no pretende convencer a nadie. Solo de que sí se puede encontrar un sistema o un puente de un unión entre el mensaje cristiano y la Ciencia.
    Cada uno tiene que encontrar su propio camino.
    “Es bueno el que guarda, cual venta del camino, para el sediento agua, para el borracho vino”. (Antonio Machado)
  • Isidoro García
    Dices Oscar, muy bien: “estamos SOLOS ante nuestro Destino, siendo éste la tarea de “re-absorber nuestras propias circunstancias”. “Ese Quehacer de re-absorción sería lo que más se pareciera a la de re-suscitar poniendo en las circunstancias el “sentido” que ellas por sí no tienen, son brutas clamando por des-en-brutecerse”. Pero la “salida” auténtica para la vida de cada cual es jugar el Partido hasta que venga el relevo.

    Estamos diciendo casi lo mismo. Concuerdo en que estamos SOLOS ante nuestro Destino, lo que sucede es que unos piensan que estamos toreando en una plaza vacía, y otros pensamos que somos toreros buscando la “alternativa”, y por eso nos dejan solos en la plaza ante el toro, pero están todos en el tendido mirando a ver si lo conseguimos.

    (Sobre el tema de nuestra “soledad”, copio y pego una cosa que leía hace poco: “Estamos en la Vía Láctea que contiene entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas. Nuestra galaxia pertenece al Grupo Local de galaxias, que está formado por unas 45 galaxias que giran conjuntamente alrededor de otro cúmulo galáctico más grande (cúmulo de Virgo formado 1.300 galaxias).  Y Nuestro Cúmulo de Virgo está con otros cuatro cúmulos más formando un gran cúmulo (llamado de Piscis-Cetus). Por ahora parece que pertenecemos a un gran supercúmulo de 100.000 galaxias denominado Lanaikea (“cielo inmenso”). Este sería como nuestro “continente” pero hay otros miles de supercúmulos como este”).

    Y si a todas esas 100.000 galaxias, con sus muy posibles y correspondientes hipotéticos habitantes, los metes en un  gran paquete, y le pones la etiqueta de “El Padre”, y al torero de la plaza, representando a la Humanidad, le pones en el traje una etiqueta como “El Hijo”, empiezas a darte cuenta que para aclararse de verdad, hay que comprender el auténtico significado (“logos”) de las palabras y los nombres.

    Comprendo que esto es demasiado para muchos. Pero yo creo que el maestro Teilhard, nos enseñó el camino de la conciliación entre Religión y Ciencia: si ambos son expresiones de una misma Realidad, hay que adecuar los nombres de esa Realidad dados por ambas ramas del Conocimiento.  O sea hay que retraducir el lenguaje religioso en lenguaje científico.

    Eso no significa que la Religión, (en este caso el cristianismo), exprese necesariamente la Realidad. Hasta que se conozcan las cosas científicamente, sus afirmaciones serán hipótesis objeto de fe, y por tanto de duda y confianza sin plena justificación, por el creyente. Pero lo que está claro es que el creyente moderno, exigirá que sus descripciones sean homologables con los planteamientos científicos conocidos, que sean razonables, que no choquen frontalmente con ellos.

    Y respecto a nuestro destino, nuestra “alternativa”, que Oscar lo expresa como “re-absorber nuestras propias circunstancias”, yo le llamo ir evolucionando las condiciones y características de nuestra especie, en otras mucho más perfectas, para así lograr una vida feliz y creativa, tanto personal como socialmente. En resumen para transformarnos en una especie un escalón por encima de la nuestra.

    Y da la casualidad que entre esas circunstancias “mejorables” en la actual especie humana, está el envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Por eso afirmo que el mensaje-clave del Cristo, (su kerigma), coincide plenamente con la trayectoria que nos señala la Ciencia de la Evolución del Universo.

    Ahora bien esto se refiere a la Humanidad como especie. Cuando hablamos de que la subespecie de los Neandertales, evolucionó en una nueva, los Cromañones, (nosotros), lo que estamos diciendo en realidad es que los Neandertales desaparecieron y dejaron su espacio a los nuevos hombres, surgidos en Africa.

    Porque su evolución se produjo por mutaciones aleatorias darwinianamente. Pero en nuestro caso no será así. Serán nuestros descendientes los que paulatinamente se transformarán, poco a poco, en una especie nueva. Posiblemente casi imperceptiblemente, generación a generación irán transformándose hasta que cuando vean unas fotos nuestras, (sus antepasados), las pondrán como etiqueta de un anís, como hicimos nosotros con el Anís del Mono.

    Y a todo esto, ¿qué pasará con nosotros, los abueletes que nos hemos ido quedando por el camino?. Aquí divergen la Ciencia del mensaje del Cristo. Según la Ciencia, en principio, como muy bien dice Oscar, jugaremos nuestro partido, hasta que llegue el relevo, y sanseacabó.

    Según la promesa del Cristo, objeto de nuestra esperanza, por la vía del “espíritu”, (quizás de forma cibernética-realidad virtual), podremos seguir pensando, aprendiendo, creando y colaborando con el resto de los humanos, tanto vivos como ya muertos, en la evolución de la especie humana en una especie superior, capaz de hacernos felices y de organizarnos mediante una sociedad justa y bien avenida.

    Pero eso es asunto de fe personal, que quieras que no, al que lo crea así, le consuela bastante ante el panorama de la muerte. (Lo de podernos comer un bocadillo de jamón, u otros placeres terrenales, yo lo veo algo más difícil).


    De todas maneras, de cara a que el próximo viernes es el 60º aniversario de la muerte de Teilhard, voy a mandar un artículo más explicativo sobre el asunto. Sirva este comentario de anticipo.
  • George R Porta
    Iñaki: Perdona que me atreva a responder siendo cinco años más joven y que hable quien deba callar, ?pero hacer lo que sientas como lo piensas y disciernes no lo único que cuenta cuando lo sientas y pienses sinceramente y del mejor modo que puedas?  Me fascina que se sepa tanto del futuro si es realmente futuro cuando el propio presente se escapa sin ser agotado. 
    No sé imaginar qué esté ocurriendo ahora mismo cuando miro a mi reloj digital marcar las 19:34 h del Este de los EE UU y de repente le veo marcar las 19:35 y se me ha escapado el medio minuto sin acabar de formular mi pensamiento. Un abrazo cordial.
  • Iñaki S:S,
    De alguno de  los comentarios de Isidoro García creí entender algo así como:
    -Que nuestros conocimiento de la gran Dinámica del Universo, nos ha permitido saber la trayectoria cósmica que todo lleva.
    -Que es muy difícil conocer cual será el futuro de nuestros sucesores dentro de mil millones de años.
    -Que tenemos una idea, bastante clara, de cual será el próximo escalón que subirá nuestra especie.
    -Que una de sus característica será el haber alcanzado la cuasi-inmortalidad.

    Desde mi solo sé que no se nada, como especimen humano, no puedo evitar el preguntarme por mi propia cuasi-inmortalidad….y la de todos esos que se van quedando por el camino,  sin llegar a mis 77 privilegiados añitos.  La respuesta que me voy dando es algo así como… olvídate un poco de ti mismo y preocúpate un poquito más de los demás. ¿Puede ser este un buen camino para encontrar la piedra filosofal?
     
  • Rodrigo Olvera
    Hablar de “nuestro tiempo” es también una huida hacia adelante, huyendo de la complejidad de las experiencias/vidas humanas. Pues en este 6 de abril de 2015 conviven personas para las que de acuerdo a su yo-y-mi-circunstancia es válido el paradigma mítico pre-industrial, el paradigma mítico industrial, el paradigma crítico moderno, el paradigma crítico posmoderno, el paradigma mítico posmoderno, etc etc etc.

    Si para Oscar en su ser Oscar-y-su-circunstancia la teología dejó de tener validez, eso no significa necesariamente que para “nuestro tiempo” la teología dejó de tener validez. Si para José María Castillo y su circunstancia, la teología tiene validez, ¿no es una arrogancia afirmarle que la teología dejó de tener validez “para nuestro tiempo”?  Porque, además, lo que se afirma que tiene validez o dejó de tener validez para “nuestro tiempo” siempre coincide con lo que tiene validez o dejó de tener validez para la persona que define “nuestro tiempo”. ¿no?

    El hecho es que sólo se puede llegar a definir “nuestro tiempo” mediante un proceso de abstracción, en que justamente lo que se abstrae, lo que se excluye, es lo que teórica y abstractamente tanto se repite: las circunstancias plurales y complejas de la pluralidad y complejidad de vidas humanas.

    Hace varios años le había ya hecho esta observación a Oscar, y estuvo de acuerdo. Pero los viejos hábitos son difíciles de cambiar. Supongo.

    Para mí, tanto el monje budista en una cueva en el Himalaya, como la persona agnóstica, como la devota de la Wicca, todas ellas forman parte de “nuestro tiempo”, porque todas ellas viven su vida humana este 6 de abril de 2015…. y si hubiera que definir “nuestro tiempo” habría que definirlo entonces con bases estadísticas… y entonces “nuestro tiempo” sigue siendo un tiempo teísta: aunque la tendencia vaya a una disminución, la mayor parte de la humanidad sigue viviendo su vida desde esa cosmovisión.

    Abrazos y esperanzas
  • oscar varela
    Hola!
    Con el asuntito de “la resurrección de la carne” Boff está convencido que hay que re-novar la expectativa o esperanza.
    Lo que le pasa a “los desesperados” es que ven que el Partido de fútbol de su Equipo se les va de las manos y en cualquier momento les suena el pito final, lo que hacen es seguir el Partido fuera de la cancha. Por eso tiran la pelota a las tribunas o al patio de al lado. 
    Pienso que seriamente no pueden pensar que el patio de al lado sea donde el Partido seguirá de manera “resucitada”. Por eso cité a Borges en su frase “huyen hacia adelante”. No disimulo que esa gente “huye”.
    También R. Lenaers “huye” de una “Encarnación” que deja a medio camino cuando de la Heteronomía pasaba a la Autonomía; y justo cuando habría que dar el paso de nuestro tiempo (atisbo de la Vida) se encierra en el Patio internod e una conciencia que en su “fondo” estaría el “teos” encajador: la “Teonomía”. Solo él parecía entenderse, y pasado un tiempito se fue retrayendo de tal interpretación. Pero quedó encerrado aunque no tan desesperado.
    La cosa es mucho más sencilla cuando aceptamos convencidamente que la vida de cada cual se parece mucho a la Mónada leibniciana: estamos SOLOS (no digo solitarios, sino todo lo contrario, e, d. “circunstanciados”) ante nuestro Destino, siendo éste la tarea de “re-absober nuestras propias circu-stancias”.
    Ese Quehacer de re-absorción sería lo que más se pareciera a la de re-suscitar poniendo en las circunstancias el “sentido2 que ellas por sí no tienen, son brutas clamando por des-en-brutecerse.
    Si a Boff le gustara, podría extender ese des-en-brutecimiento al Kosmos entero habido y por haber. Pero la “salida” auténtica para la vida de cada cual es jugar el Partido hasta que venga el relevo. Porque el Partido sigue … con ganancias y pérdidas, con faules, expulsiones y goles de cabeza o de penal. 
    Yo pretendo jugar el Partido en la parte que me toca (y yo no elegí ni me consultaros de venir a la Cancha); jugar honestamente y a pleno. (alguito así decía Pablo ¿no?, aunque con ello no avale todo lo que el tenía en su cabezota)
    ¡Voy todavía! – Oscar.
  • George R Porta
    Mi mala memoria no tan precoz debe ser la causante (esta suposición es paliativa) de que olvidara especificar que el dictum que me atribuye Isidore pertenezca a una entrada que hice en otro hilo, el originado por el artículo “Pascua” de José Arregui y él no lo aclaró tampoco, deseo que por otras causas diferentes a la que posiblemente lo atribuyo en mi caso (mala memoria). Me confío a la generosidad de quien lea lo que escribí. 
  • George R Porta
    Amigo Isidoro: Habiendo trabajado profesionalmente algunos años en cuidados paliativos provistos a enfermos terminales apoyo el uso ético de paliativos y analgésicos, anestésicos, etc., Lo que dices de mí y de mi dentista no es cierto. 
    Si no me hago entender es porque me exprese mal, incompletamente. Confieso gustosamente mi admiración por la efectividad comunicativa de Oscar Varela y Rodrigo Olvera. Mi verborrea es crónica, compulsiva e indeseable a fuer de inefectiva. Mi valentía es más autoengaño y excesiva imprudencia..


    Quise expresar la inmoralidad hallada en especular (DRAE: especular2. (Del latín speculāri). 1. tr. Registrar, mirar con atención algo para reconocerlo y examinarlo. 2. tr. Meditar, reflexionar con hondura, teorizar. U. t. c. intr. 3. intr. Perderse en sutilezas o hipótesis sin base real. 4. intr. Efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios. Usado más en sentido peyorativo.5. intr. Comerciar, traficar) en una “industria” mediática que predica la segura perdición infernal de quien no consuma sus productos y la exclusión segura en la distribución de la “energía” (gracia) de la vida, de quien no “suscriba” sus “formulaciones” en un “lugar” provisto eterna y gratuitamente de combustible por la Divinidad que predica, y que carece de acceso a químicos analgésicos y paliativos.


    Sobre todo si los publicitarios de dicha industria esconden crímenes que causan un tormento terminal en sus víctimas y se encubren unos a otros. 
    Verás cuán iluso puedo ser imaginando que dichos publicitarios fueran siempre honrados, honestos, veraces y se midan con la vara que miden a otros/as.
     
    El Jesús en el que espero arriesgada pero confiadamente mi muerte era enemigo de la mentira en cualquiera de sus formas y, me lo parece al menos a mí, que sí estoy dispuesto a arriesgarme a creerle y confiarle, valga la pena de aprender a aceptar la incertidumbre sobre él y sus dichos y hechos. con la esperanza de llegar a conocer lo que ahora parece que no puedo conocer más completamente. Mi problema está con el dictum de Pablo de que el ministro del altar tenga derecho a que le paguen sus gastos personales (vivir del altar) más o menos como los boticarios y farmacéuticos dispensadores reclamando unos beneficios que ellos mismos no pagan si se automedican aunque debieran hacerlo.
    La ansiedad no es mala si no se convierte en patológica, por ejemplo la de los enamorados/as y la de los progenitores, que esa es buena aunque sea demandante. Pero ojalá que los enamorados/as no comiencen a utilizar analgésicos o paliativos para disminuir o evadir sus placenteras penas de amores.
  • Isidoro García
    (Sirva este comentario, para contestar especialmente a Asun, (que lo tenía pendiente), a George y Oscar).

    El otro día hacía una defensa (no del todo clara), de la religión, como tratamiento paliativo para las angustias y dolores morales y psicológicos, que nos asolan a los humanos. Y Asun lo achacaba a la cultura que recibimos los ya mayorcitos, en nuestra juventud. Y quizás también a que los viejos, como nos vemos cada vez más cerca del “hoyo”, somos más proclives a estos temas, que los jóvenes, que piensan que eso no va con ellos. Puede ser: “A cierta edad todos somos más o menos, ciclistas acabados”.

    Y veo que George, que aunque diga que lo contrario, es un valiente, parece que prefiere que le saquen las muelas sin anestesia, porque dice: “No se puede crear una industria de indulgencia y sacramentos y otros rollos similares precisamente para satisfacer la angustia de la incertidumbre”.

    Amigo George, te has cargado de un plumazo, toda la bendita industria de los anestésicos, y de los cuidados paliativos, que no curan, pero al menos hacen la vida más llevadera, para la gente menos valiente, que somos muchos.

    Oscar y yo coincidimos en que la vida acaba desesperando al más pintado. Y por eso comprendo a Oscar perfectamente. La experiencia nos dice que todo puede ser peor aún de lo que parece, y por eso parece que lo más inteligente es optimistamente no indagar demasiado. Si no lo hacemos así nos puede pasar como al cliente del restaurante que le dice a la camarera: “¡Oiga señorita, lleva el filete, sujetándolo en el plato con el dedo!”. Y ésta le responde, muy amablemente: “Es que no quiero que se me vuelva a caer al suelo”.

    Dicen algunos que un optimista no es más que un pesimista mal informado. Sin embargo yo creo que la Ciencia, (concordando con la Buena Nueva cristiana, ¡qué casualidad!), nos está empezando a señalar que es todo lo contrario: que los pesimistas, son optimistas potenciales, a los que les falta información, (o no acaban de creérsela del todo).

    Un pesimista al estilo de Oscar es el que cuando le hablan de volver al Paraíso, no puede dejar de imaginarse, “en pelotas”, con una mano delante y otra detrás, y comiendo todo el día a base de manzanas. Mientras que el optimista piensa que un ser que ha tenido el ingenio y la ambición de meter una anchoa en una aceituna, no puede acabar mal.

    Y lo de la anchoa, no es solo una broma. Traducido a lenguaje serio, un optimista es el que piensa que un ser con la inteligencia suficiente para llegar donde hemos llegado, (con todas las pegas que se quiera, pero este juego aún no ha terminado), no puede acabar mal.

    Pero acabe como acabe, todo lo que sirva para que la gente lo pase menos mal, no solo es legítimo, sino que es recomendable. Tanto si son aspirinas, morfinas para terminales, fútbol, o religión. Más aún, deberían estar subvencionados por el Gobierno. Y como soy muy optimista creo que todos os unireis a mi sentir.

     
  • Iñaki S:S,
    Entiendo que Oscar nos recomienda, una vez más, que no le busquemos cinco pies al gato. Sin embargo, el comentario de Sergio García me parece fantástico y sería bueno que las cabezas pensantes de ATRIO  le dedicaran un poco de tiempo.
  • oscar varela
    en cuanto al tanguito te recomiendo medites “SOY UNA CANCIÓN DESESPERADA”
    ahora se me acaba la electricidad. Luego, tal vez te lo comente.
    oscar.
  • oscar varela
    Hola Isidoro!
    Ye lo resumo en 2 frases de J.L. Borges:
    1.- “No nos une el amor sino el espanto” (eso es el “cristianismo”: vida de desesperados.
    2.- Por eso su “salida” e.d. SALVACIÓN” es HUIR HACIA ADELANTE.
    Oscar.
  • Isidoro García
    “Coincidir consigo mismo, beber del pozo de la vida y saber dejar lugar al otro que viene en la caravana generacional más joven”.

    Amigo Oscar, ¡con que poco te conformas!. Más bien da la impresión de que intentas poner al mal tiempo buena cara, y hacer de la necesidad, virtud, como hizo la zorra con las uvas: “me conformo con estos gusanitos, las uvas están verdes”.

    Es verdad que cada persona es un mundo, y el que no se conforma es porque no quiere y todo eso, pero hace unos días yo ya decía que “lo primero es afrontar la realidad con un par, y dejarse de floripondios”. (Perdón por la autocita pero es que venía a huevo).

    La gran revolución de la Evolución, que todavía muchos no comprenden, es que antes de ella, para intentar diluir un poco la angustia natural de la vejez y la muerte, lo que había eran mitos ilusionadores o fe religiosa a palo seco. Y a partir de que nuestro conocimiento de la gran Dinámica del Universo, (con “Dios” o sin “Dios”, ¿quién lo sabe?), nos ha permitido saber la trayectoria cósmica que todo lleva, (incluída nuestra especie), y aunque es muy difícil conocer cuál será el futuro de nuestros sucesores dentro de mil millones de años, tenemos una idea bastante clara, de cuál será el próximo escalón que subirá nuestra especie, entre cuyas características estará la cuasi inmortalidad.

    Antes, creer en la vida cuasi eterna de nuestros tataratataranietos, era cuestión de escribir infantilmente la carta a los Reyes Magos. Ahora es saber nuestro futuro destino. SABER.

    Lo único que, (para los cristianos), sigue siendo objeto de fe, y por tanto de duda, son dos cosas. La primera, que el proceso está pilotado y dirigido en la sombra por un humano, que por razones desconocidas, ha sido nombrado Rey o presidente de la humanidad, que nosotros llamamos el Cristo. Y la segunda, que también los humanos que hemos participado en el proceso de evolución, seguiremos existiendo de alguna misteriosa manera, tal y como el Cristo ha prometido.

    Pero incluso, para tener esperanzas de esto último, no hace falta pensar en soluciones sobrenaturales o ultranaturales. La tecnología que poco a poco vamos desarrollando, y que se conseguirá en un futuro muy próximo, nos indica cómo puede lograrse.

    Sólo con que alguien con la capacidad tecnológica adecuada, y voluntad de hacerlo, te hiciera, Oscar, un escaneo cerebral completo y un backup de todo el contenido de tu mente, con tus circuitos neuronales y tus bases de memoria, y lo metiera todo en un simple superprendrive de tres euros en los chinos, y luego lo volcara en un artilugio de realidad virtual suficientemente desarrollado, similar a los de los juegos de los chicos, tendríamos a Oscar, “para siempre”, lunfardeando, y entonces es cuando dirías con todo derecho: “Sigo yendo, todavía… y lo que me queda de cuerda”.

    Modernicémosnos, que a veces parecemos gente del siglo XIX, y estamos camino del XXII. No hay que tener miedo a pensar, aunque nos lleve a terrenos desconocidos. El filósofo Francis Bacon decía: “Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; QUIEN NO OSA PENSAR ES UN COBARDE”.



     
  • oscar varela
    Hola!
    Está bien todo este jurguito de palabras que no cambian nada el cuento antiguo que no nos satisface; al menos a mí.
    Pienso que hay otro modo de comprender la felicidad (sentido de la vida humana): coicidir consigo mismo, beber del pozo de la vida y saber dejar lugar al otro que viene en la caravana genracional más joven.
    Voy todavía! – Oscar.

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