jueves, 7 de mayo de 2015

HEREJIAS

Herejías

ArregiA un franciscano ya mayor con quien tuve la suerte de convivir durante años, y de bromear y debatir a menudo, le escuché: “De toda la historia de la Iglesia, solo me interesan los herejes. Solo ellos han aportado algo verdadero”.
Y vaya si el buen fraile, ilustrado y locuaz, sabe de historia. Lo que no superaría es un examen de ortodoxia, por laxo que fuera el examinador. Pero en servicialidad fraterna, ahí se lleva la palma. ¿Y de qué se trata sino de eso en la vida franciscana? ¿Y a qué nos invita sino a eso el Evangelio de Jesús, él que puso como modelo al samaritano hereje y compasivo, frente al sacerdote servidor del templo, juez de la ley y guardián de la doctrina, para los que la pureza y la verdad son más importantes que el socorro del herido?
En las religiones tradicionales, sobre todo monoteístas, y en el cristianismo católico más que en ninguna otra, ha predominado una errónea preocupación por la verdad. Y ahí se corrompe todo. Nada más peligroso que la pretensión de poseer la verdad y el bien, de creerse nombrados por “Dios” para ser sus garantes en la historia. No hay persecución, cruzada, inquisición, tortura ni hoguera que no se haya justificado en nombre de la verdad y del bien.
Sin embargo, no quisiera incurrir en contraposiciones simplistas: dogma contra vida, creencias contra praxis, verdad contra bondad. Ni quisiera descalificar sin más el dogma, la creencia o la convicción de la verdad. Un dogma puede inspirar la vida, una creencia puede animar una buena praxis, la convicción de una verdad puede apoyar la bondad. ¡Benditos sean entonces el dogma, la creencia, la convicción verdad! Pero solo en cuanto fomentan vida buena, praxis bondadosa, bondad feliz. He ahí el criterio del evangelio en cualquier página que se abra. Ninguna creencia es mala de por sí, pero solo es buena si ayuda a una vida solidaria y feliz.
Pues bien, ese mismo es el criterio de la “herejía”. Por eso mismo, tampoco querría hacer sin más el elogio de la herejía o del hereje. La herejía es tan ambigua y parcial como lo que llamamos verdad. Y solo será liberadora en la medida en que no se impone como nuevo dogma, es tolerante, humilde y desapegada, esté en fin inspirada por la bondad, por la entraña compasiva del buen samaritano hereje: Vio al herido y se compadeció, se compadeció y se acercó, se acercó y lo atendió, y siguió feliz su camino tomándolo a su cargo.
Sin embargo, con toda su ambigüedad, la herejía es indispensable. Todo orden necesita subversión para seguir fomentando nueva vida. Toda afirmación –incluso esta misma– necesita negación para seguir hablando, escuchando, entendiéndonos más a fondo. Toda verdad necesita contradicción para avanzar a la luz y a la sombra del misterio salvador. Todo dogma necesita herejías para seguir inspirando la liberación y la vida, más allá de los límites del pensamiento. ¿Qué sería una Iglesia sin mucho más pluralismo, sin mucha mayor libertad de expresión y de enseñanza en su seno que la que reina, por ejemplo, en los partidos políticos? No sería Iglesia de Jesús. Pero así es la Iglesia que vemos: una institución donde un estamento clerical se ha hecho dueño de la verdad que llaman divina. Solo es su verdad.
Avancemos. La herejía no solo es sana y necesaria. Es también inevitable, como escribió Rahner. Quien se tome a la letra el dogma de la Trinidad no tiene alternativa: o niega la unidad o niega la trinidad, “herejías” ambas. Y así con todos los dogmas, que son construcciones mentales, radicalmente limitadas, como todos nuestros esquemas y lenguajes,  por mucho que se consideren doctrina revelada. Toda “revelación divina” viene del fondo de la experiencia humana individual y colectiva con su límite, su ambigüedad, su provisionalidad radical. La “revelación” es el misterio indecible al que apunta lo dicho en el texto “sagrado” o en la fórmula dogmática. Y solo aquel que se atreve a transcender lo dicho en la palabra se abre a la revelación del misterio indecible más allá de la palabra.
Así pues, todo dogma y todo texto que se presenta como “revelado” nos sitúa ante una  elección: quedarnos en lo dicho o abrirnos más allá. “Herejía” significa justamente “elección”, y nadie está libre de elegir. La “herejía”, la elección es un imperativo. Solo quien elige ir más allá de la doctrina se abre al misterio y, en último término, a la misericordia fraterna, a la projimidad compasiva. La “herejía” es hoy más imperativo que nunca, invadidos como estamos por la información, la opinión, la palabra. Amigo, amiga: escoge la palabra que más te inspira, y transciéndela, déjate llevar por su impulso hacia el misterio y la misericordia.
No hay peor elección que identificar la revelación o el misterio con la fórmula dogmática con su significado concreto, limitado por la palabra, la historia, la cultura. Y no hay peor elección que la pretensión de estar en posesión de la verdad. Quienes se creen investidos de poder divino para definir la verdad y el error no son neutros, también eligen, se eligen a sí mismos. Solo que a su elección, su opinión, la llaman divina, y en esa ceguera está el peligro. Mala elección. La peor herejía. Lo grave no es errar, sino creerse infalible.
Evoco con emoción la memoria de todos y de todas las herejes de cualquier religión, iglesia, patria y partido. La memoria de los “paganos” condenados por la Iglesia solo por seguir otra religión o no seguir ninguna. La memoria de los cristianos y cristianas silenciadas, condenadas, apresadas, desterradas, quemadas vivas en nombre de la verdad. Amarga historia de la Iglesia, llena de lágrimas. Vosotros, innumerables, perdonadnos en nombre de Jesús, el hereje. Y rogad por nosotros, seguid inspirándonos, caminad con nosotros.
José Arregi

5 comments to Herejías


  • M.Luisa
    También  me hago mío el presente artículo o mejor me identifico con  él plenamente. La herejía surge en el momento en el cual contemplamos las cosas de modo inverso a las formas  establecidas. Una de estas inversiones  es la que hace referencia a la verdad según la cual es ella la que nos posee y no al revés, como  hace poco se hizo notar aquí   a propósito de algo que venía al caso.
    Así mismo y  por necesidad,  surge de ahí  otra inversión  fundamental porque  para que la verdad nos posea hemos de considerarnos como   previamente  estando  inmersos  en la realidad.  Por tanto,  es  ella la que precede al ser. Con lo cual no es que haya ser real como se suele decir,  sino al revés,  realidad siendo.  Se prioriza, siguiendo al Samaritano,  lo real frente a lo  epistemológico y teórico.   La verdad es verdad real y no verdad lógica. No es el juicio el que determina la inteligibilidad de las cosas, sino que es la realidad que determina la estructura  pensante  y capacitada   que el juicio posee.
  • Celso Alcaina
    Me gusta y comparto cuanto escribe Arregi. Participé y conviví en la fábrica de los dogmas. Y de su defensa numantina. Mi mayor sufrimiento y mi mayor problema vital  surgieron de mi heterodoxia y de la comprensión de los disencientes. Malditos los dogmas de los dogmáticos. Bendita heterodoxia respetuosa. Quid est veritas?
  • pepe blanco
    Recuerdo que cuando la gente se inscribía en el curso de Laeners solían escribir su nombre y su profesión, en el hilo publicado a tal efecto. Recuerdo que yo, después de mi nombre, escribí “hereje”: Pepe Blanco Labrador, hereje. Me precedía en la lista “Luis Gonzalez Moran, sacerdote” (¿qué habrá sido de él?). El contraste me parecía enriquecedor y divertido.

    En fin, que me siento aludido por este artículo, que es de los pocos de su autor que me resulta sugerente, y algo menos ñoño de lo que es normal en él.

    Tal vez pueda escribir algo más sobre los herejes o sobre las herejías en los próximos dias. O tal vez no. Pero ahora querría fijarme en lo que ha escrito Oscar: que hoy no está de moda ni gusta ser religioso, sino espiritual. Ahora que lo pienso, tal vez sea por eso, y por mi inevitable gen crítico, que de hace un tiempo a esta parte, me gusta declararme materialista radical y congruente. Bien entendido que la materia a la que me refiero, o sea, a todo lo que existe, incluye cualquier cosa real, como la espiritualidad, por ejemplo.

    Habrá quien piense que esta declaración de principios es una herejía en el seno de la espiritualidad. Pero no lo es. O tal vez sí.
  • oscar varela
    Hola!
    Si no me equivoco, solo las Religiones tienen “herejías”.
    A ese problemita “religioso” le ha ido pasando el tiempo, y hoy ya se pueden escribir cosas como las de este Art. de Arregui sin que nadie se arrugue ¿no?
    Por eso ya “no cae bien” ser “religioso”.
    Ahora “cae bien” ser “espiritual”.
    ¿Qué le vamos a hacer?
    ¡Voy todavía! – Oscar.
  • Antonio Vicedo
    José, hermano, hace ya tiempo que este tu bien desarrollado ovillo del tema que propones. me ha estado ocupando mente, conciencia y práctica coherente.

    Cierto que. como dices, la mente nos gasta malas jugadas y, en eso veo la justificación de aquello que, QUIEN dijo de SI MISMO ser LA VERDAD y la VIDA para ofrecerla regalada como plenitud, expuso en momento solemne de misión y tarea confiadas: “Padre, perdónalos PORQUE NO SABEN lo que hacen.”

    Y a lo que iba, desde esta perspectiva de nuestra condición de permanentes BEBÉS en lo referente a la TEOFANÍA que Jesús nos ha mostrado con predilección, tanto en su testimonio práctico, como en su claro y enternecedor mensaje está el concepto (imagen) de LA PATERNIDAD DIVINA. superadora en verdad y bien a toda otra mater-paternidad: -Cuando hacía ESE DESCONOCIDO e INCOGNOCIBLE para vosotr*s os dirijáis, decid, y “en única exclusiva”-:¡ABBÁ! (¡MAMÁ-PAPÁ!) , o ¡PADRE NUESTRO!
    Con lo que, sin liberarnos de la dificultad práctica opcional o herejía a lo que tu te refieres, nos iluminaba el horizonte de LA VERDAD insoslayable e inesquivable de ese NUESTRO añadido , de cuya aceptación verdadera o falsa, dependería la coherencia mental y practica de nuestra opción libre por la VERDAD, o la FALSEDAD , traducida en nuestra asumible responsabilidad contingente que conlleva realidad de HERMANDAD HUMANA como acuifero de AGUA VIVA DEL VIVO MANANTIAL DEL MUTUO AMOR.

    Porque , si esto no es tal cual Jesús lo vivió y enseñó ¿No queda  la filial invocación ¡PADRE NUESTRO! como la peor herejía o blasfemia (aún calificable de inconsciente) que en hermandad cometemos?

    ¿Y no  está dando la impresión de que, si este modo de HABLAR como niños lo acallamos, vienen a levantar su clamor las piedras  para hacer inexcusable la pregunta y su respuesta ¿DONDE Y COMO ESTÁ TU HERMAN*?

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