viernes, 5 de agosto de 2016

TRUMP YA GOBIERNA EL MUNDO

PUNTO FIJO

por María de Lourdes Lara
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Trump ya gobierna el mundo

Trump llegó y está gobernando el mundo. No hay que esperar a las elecciones para sentir la huracanada de toda su violencia. Su arma más poderosa ha sido la ignorancia; esa que va ganando terreno para sembrar inseguridad, intolerancia y violencia en la sociedad. Ya sus soldados van por los vecindarios, por las escuelas e incluso en las iglesias a matar, a maltratar a todos los que invoquemos la democracia, los derechos humanos o la celebración de la diversidad. 
Trump no es sólo un hombre rico y narcisista con delirios de grandeza, que compite por la presidencia de los Estados Unidos. Ese es uno de los análisis simplistas que se repiten para individualizar el problema. Trump es una visión de mundo, una serie de valores, un paradigma, una mentalidad, una actitud y forma de vida que ha ganado terreno en las últimas décadas. Es una visión que nos arrastra a un pasado (no tan pasado) muy oscuro y vergonzoso: cuando leer y escribir era un privilegio; cuando el bienestar lo decidía tu casta; cuando la religión se imponían a fuerza de genocidas guerras, destruyendo patrimonios enteros de civilizaciones que hace mil años nos enseñaron filosofía, matemáticas, astronomía, literatura y lo más grande de nuestra tecnología. Trump está en ISIS, en el Brexit, en los partidos políticos, sindicales, cívicos y las empresas; en el desprecio a los emigrantes (que somos todos), en los comentarios misóginos o infantilizantes de los medios de comunicación masivos, incluidas las redes sociales. Está en todos lados y aquí en nuestra isla.
Trump se alimenta de la ignorancia. Ser ignorante tiene una definición básica: no saber o la ausencia de conocimiento o información sobre algún asunto. Pero el diccionario es más abundante al describir esta condición humana: es también la falta de cultura; donde la inteligencia está privada de una cognición debida y es incapaz de percibir el daño que genera y sus consecuencias. Este ejemplo lo dice todo: “Si les hablas de la situación lo negará por completo; es un ser que pasa por la vida mirando sin ver, oyendo sin escuchar y hablando sin decir nada”. ¿Les suena familiar? Por otra parte, la ignorancia puede estar relacionada a una idea o conjunto de creencias que obsesiona y ciega. La consecuencia es el desprecio a todo lo que no esté relacionado a lo suyo, limitando la libertad de interpretación y de pensamiento de otras ideas, religiones, culturas, costumbres. Es esta ignorancia, que nos moja un poco a todos y todas, la que nos hace inseguros, la que nos lleva a sospechar de todos y la que nos pone a los unos contra las otras. Es la que sostiene la violencia de todos los días.
Decía Freire y Faúndez, en su libro La Pedagogía de la Pregunta, que lo que más educa y ayuda a comprender y convivir con nuestros semejantes, es viajar por el mundo. Conocer otros países, religiones, lenguas y formas de vida nos da una perspectiva, un lente amplio para ver más allá de nuestras narices. ¡Es cierto! Hace poco visité los países escandinavos y tuve el privilegio de ver, en la práctica, lo que muchos de nuestros ciudadanos y ciudadanas llevan proponiendo a contraluz de la ignorancia del patio. Estrategias nacionales de seguridad pública, en vez de las fracasadas propuestas de mano dura contra el crimen, garantizan hoy la paz social y la prosperidad económica. Igual, los sistemas de salud universal, responden a la salud, la equidad y calidad de todos sus habitantes. Los gobiernos se enfocan en la ciudadanía y los habitantes asumen responsabilidad por su vecindario y por el colectivo. ¿Por qué seguimos permitiendo que la ignorancia nos hunda en este lodazal de malas decisiones, de inseguridad, de intolerancia y de violencia? Necesitamos atender nuestra ignorancia. Debemos detener a Trump.

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