martes, 26 de diciembre de 2017

PARIR UN PAIS SILVERIO PEREZ

Parir un país

Estamos celebrando la Navidad que no es otra cosa que el nacimiento del profeta del Cristianismo, Jesús, el hijo de María. Se nos cuenta que ella, junto a su esposo José, pasó la mar de dificultades en los días previos al alumbramiento. Luego vinieron los dolores de parto y finalmente el gozo por haber parido un hermoso niño, esperanza de la humanidad.
¿Será casualidad o una metáfora del Universo que, gracias a María, el huracán, los puertorriqueños llevamos más de tres meses de dolores de parto y el alumbramiento no llega a la mayoría de la población? ¿O la metáfora estriba en que luego de estos dolores de parto lo único que nos queda es parir un nuevo país para que realmente experimentemos el gozo que suele acompañar el alumbramiento de una nueva criatura?
No nos queda de otra. O parimos un nuevo Puerto Rico o volvemos a repetir los errores del pasado. La historia nos dice que por lo general los huracanes vienen precedidos o acompañados de eventos históricos que nos golpean con igual o mayor fuerza que el fenómeno meteorológico. En 1899 San Ciriaco llegó cuando el país padecía la bancarrota de nuestra economía por la devaluación del peso puertorriqueño frente al dólar.
En 1928 San Felipe precedió por un año la Gran Depresión que causó tanta miseria en nuestro pueblo como el huracán. Esta vez María parece anticiparse a la devastación en nuestra economía que puede causar el plan fiscal de los Republicanos. San Ciprián nos golpeó en 1932 para acabar de ponerle la tapa al pomo. Hugo vino cuatro años después de que se nos sacara misteriosamente en 1984 de la Ley de Quiebra federal; y Georges en 1998 cuando las empresas 936 acababan de ser sentenciadas a muerte. Los huracanes nos llegan de África, los golpes de Washington. 
María nos pone en bandeja de plata la reconstrucción del país en el momento en que el Estado Libre Asociado ha sido borrado del mapa de opciones y la Estadidad no compagina con el desprecio, la desidia y el atropello con el que siempre se ha tratado a Puerto Rico, más evidentemente en los últimos tiempos. Solo la Soberanía depende de nosotros mismos y es la única vía para gestar ese nuevo país que queremos parir. 
El trabajo que tenemos que hacer es inmenso. Hay que producir, explicar y difundir las opciones económicas reales que tenemos bajo la Soberanía. En Puerto Rico hay innumerables proyectos soberanos en educación, agricultura, arte y cultura, energía renovable, pesca, deportes, manufactura, desarrollo comunitario y entre otros, que hay que censarlos y presentarlos como ejemplo del Puerto Rico que ya funciona. Lo mismo con los innumerables programas de las Naciones Unidas para ayudar a sus países miembros en salud, educación y cultura. Tenemos mentes privilegiadas en economía que pueden presentar con datos fehacientes el plan de un Puerto Rico soberano. 
La otra gran tarea es la descolonización. Esto es un proceso que tiene que ver más con mecanismos sicológicos que políticos. La descolonización hay que comenzarla ya, con educación, por los barrios y pueblos del país, desnudando los mitos que nos han inculcado por siglos, con un nuevo discurso donde predomine la mirada respetuosa y empática con aquellos que aún no creen en sí mismos y en las posibilidades de un país en comunión con los otros pueblos del mundo.
Hay que trabajar la diáspora. Ellos serán una parte esencial de esa reconstrucción del país ya que muchos fueron expulsados de nuestra tierra por la falta de posibilidades que le ofrecía la colonia. Urge hacer este trabajo para convocar, pronto, un Congreso Soberanista que una a todos los que de alguna forma creemos en parir ese nuevo país. 
San Pablo, dijo: “Estoy otra vez en dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros”, quería decir que toda persona puede encontrar a Cristo en su interior ya que es un estado de conciencia. Tenemos que parir un nuevo estado de conciencia en nuestro pueblo, o sea, descolonizarlo; tarea primaria en el 2018 gracias a María.

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