viernes, 8 de diciembre de 2017

VIGENCIA Y ENTORNO DEL VILLANCICO EN PUERTO RICO DE MARCELINO CANINO SALGADO

Vigencia y entorno del Villancico en Puerto Rico
A la dulce memoria de Carmen Irene Marsuaxch 
Por Marcelino Canino Salgado 
El villancico es una composición lírico-musical breve, de estirpe popular. Consta de uno a cuatro versos en su estrofa inicial que, por lo general, es glosada en las estrofas sucesivas.
Según Ramón Menéndez Pidal, el villancico es la forma más antigua de la glosa castellana cortesana; desciende directamente del zéjel, y, por otro lado, origina la serranilla. Aunque es sumamente difícil describir la estructura morfológica del villancico –debido a su "multiformidad, elasticidad e imprecisión formal" – (A. Sánchez Romeralo, El villancico, Gredos, 1968, p.129 y ss.), ya para el siglo XVII se había establecido el siguiente paradigma de carácter genérico y en absoluto excluyente:
A. Villancico o cancioncilla inicial (Uno, dos, tres o cuatro versos)
B. Mudanza o mudanzas
C. Verso de enlace
D. Verso de vuelta (en rima con el villancico inicial, anunciando repetición parcial o total de éste.)
E. Estribillo
Veamos un ejemplo:
Villancico: Míos fueron, mi corazón,
los vuestros ojos morenos.
¿Quién los hizo ser ajenos?
Mudanza: Míos fueron, desconocida
los ojos con que miráis,
y si mirando matáis,
con miraros dais la vida
Verso de enlace: No seáis desconocida,
Verso de vuelta: no me los hagáis ajenos
Estribillo: los vuestros ojos morenos.

Es de notar que el villancico, al igual que el zéjel, se caracteriza por los movimientos de retroceso y avance, de aquí la íntima relación entre éste, la cantiga y la canción paralelística .
Importa destacar que el villancico es una forma poético-musical, y es precisamente su naturaleza musical la que le da la irregularidad estrófica, versal y silábica. Ya en 1592 el notable preceptista Juan Díaz (También conocido por Diego García Rengifo) establecía en su Arte poética lo siguiente:
"Villancicos hay que se conforman en la cantidad y el número de sílabas, con el punto de la música en que se cantan; y llevan más o menos largos los versos, según lo piden las fugas que se hacen en las sonadas. De éstos no se puede dar regla cierta, porque penden de la música; de suerte que el que hubiere de componer, ha de ser músico, o a lo menos tener buen oído, para que, oyendo la sonada, la sepa acomodar al metro". (Arte poética, ed. 1644, cap. XXXIII).
De la misma forma el eminente humanista Gonzalo Correas, en 1626, observa la naturaleza de la música en los: "Cantares y Villancicos y coplillas sueltas y desiguales de número de versos y sílabas dellos", [así como] "seguidillas, que son las más iguales y regulares, pero todos dulces y suaves para cantar". Más adelante añade sobre el villancico: "coplas desiguales de tres y cuatro versos, de más y menos sílabas, dispuestas a cantar con guitarra, sonajas y pandero, que hacen perfecto sentido y andan solos" (Arte grande de la Lengua Española Castellana Madrid, 1954, págs. 271 Y 282).
Fueron, en cierta medida, los tratadistas de música e instrumentos de plectro y púa quienes conservaron en sus escritos gran cantidad de hermosos villancicos para la posteridad. Así vemos cómo Diego Pisador (en su Libro de música, 1552, fol. 9) nos ofrece este villancico sobre el tema de amor desafortunado:
¿Y con qué lavaré
la flor de mi cara?
¿Y con qué la lavaré
que vivo penada? 
Lávanse las mozas
con agua de limones
lavarme he yo, cuitada,
con ansias y dolores.
(Anónimo tradicional)
Y Francisco de Salinas, amigo entrañable de Fray Luis de León, (en De Música libri septem, Salamanca, 1577, p·g. 326) recoge un villancico arquetípico:
"A quién contaré mis quejas,
mi lindo amor?
A quién contaré mis quejas
Si a vos no?
(Anónimo)
Veamos este otro donde el realismo popular transmite un tono suavemente erótico y desgraciado, donde Eros se opone a Tanatos:
Gritos daba la morenica so el olivar,
que los ramos hace temblar.
La niña cuerpo garrido
morenica, cuerpo garrido,
lloraba su muerto amigo so el olivar,
que los ramos hace temblar.
(Anónimo. Libro de música para vihuela de Esteban Daza. Valladolid, 1576, fol. 102 vto.)
Desde sus orígenes los villancicos trataban sobre temas humanos, especialmente los amatorios con todos los matices del amor: desde ágape hasta eros. Así, pues, se cantaba a lo humano, y posteriormente, a lo divino.
En los villancicos suele hablarse a alguien o de alguien, y el sujeto poético es casi siempre una mujer. En este sentido hay un notable enlace con las antiguas jarchas, ya que por lo general la enamorada toma siempre como confidente de sus sentires y experiencias amorosas a la madre: único ser capaz de guardar discretamen te su secreto.
Para finales del siglo XV y principios del XVI la lírica pastoril empleó esta forma poética musical de abolengo medieval para la composición de canciones navideñas; y, aún sobre el tema de la Epifanía. Desde este momento comienza a usarse el término "villancico" como equivalente de "canción de Navidad" en homenaje y loor al Niño Jesús.
Entre los poetas más castizos que han compuesto villancicos - amén de los populares tradicionalizados en la corriente anónima - hay que mencionar al fraile Ambrosio de Montesinos (¿1513?), Alfonso Álvarez de Villasandino (¿1424?), Juan del Encina (¿1468-1529?) y Félix Lope de Vega (1562-1635).
Villancicos de las iglesias 
El maestro Pedro Henríquez Ureña nos explica que:
"A finales del siglo [XVI] comienzan a escribirse los villancicos de Navidad y de otras festividades, que se convirtieron durante la centuria siguiente, en fiestas obligatorias de las catedrales: Madrid, Toledo, Sevilla, Córdoba, Granada, Cádiz, Barcelona, Valencia, Zaragoza, especialmente; en América, Méjico y Puebla sobre todas".
Y añade más adelante:
"Los primeros villancicos que se imprimen en Toledo (1595) son obra de Esteban de Zafra y están hechos para cantarse al son de tonos profanos del pueblo, tales como "Ojos morenicos". (Henríquez Ureña, Estudios de versificación española, Univ. De Buenos Aires, 1961, p·g. 116).
Entre los autores de la antigua América hispana que escribieron villancicos navideños se destacó la sin par Sor Juana Inés de la Cruz (¿1651 ? -1695).
El villancico en Puerto Rico
A través de las crónicas de Indias podemos informarnos de cuán rápidamente se esparcieron las semillas de los cantares populares españoles por todo el Nuevo Mundo. En Puerto Rico ocurrió al igual que en "costa firme". Sería arriesgado, no obstante, establecer una fecha exacta para señalar el comienzo del género villancico en la Isla. Sin embargo, un hecho histórico, que muchas veces pasa desapercibido nos puede alumbrar el camino.
El 11 de diciembre de 1516, atracó en el muelle de San Juan de Puerto Rico el navío San Juan, procedente de Castilla. En la relación de mercaderías encontramos que el pasajero Juan Martín, entre otros objetos, introdujo una guitarra valorada en tres tomines. Sin lugar a dudas, la Noche Buena y Navidad subsiguientes, a los acordes de la guitarra de Juan Martín cantaríanse los primeros villancicos en Puerto Rico (A. Tanodi, Documentos de la Real Hacienda, U.P.R., 1971, p·g. 376).
Es significativo que entre los años de 1512 y 1516 fueron introducidos a Puerto Rico 15 vihuelas de varios tamaños, 1 guitarra, 3 adufes y dos panderos. Instrumentos musicales propios del canto y bailes populares, ya bien religiosos o profanos.
A los instrumentos arriba señalados hay que añadir otros de mayor refinamiento, como el clavicordio que en 1570 poseía en el ingenio azucarero de Bayamón Martín Aceituno de Estrada, posiblemente para uso y deleite de su mujer o sus hijas. (A.G.l. Sevilla, Contaduría 1974, Ramo 4.). Posteriormente, y, a partir de los albores del siglo XVIII, hay que sumar a la lista de instrumentos musicales: pífanos, chirimías, oboes, flautas, violines y arpas que, junto a los órganos de las iglesias ejecutaban las deliciosas melodías navideñas en las distintas localidades del paÌs.
A propósito de la divulgación de los cantares y villancicos populares escribía en 1926 el Dr. Cayetano Coll y Toste:
"El poeta crea con lo que recibe del medio ambiente. Primero, trasplantando la poesía popular de la madre patria, fecunda en estas creaciones del espíritu, después, popularizando la musa criolla sus ensayos, al principio febles e inacordes, luego fáciles, briosos y robustos. La inspiración popular no observa reglas ni pretende seguírlas; vuela espontánea y ágil, y por eso es flexible y donairosa". (Historia de la poesía en P.R. , Bol. Hist., T. XIII, 1926, p· 128).
Para ilustrar sus comentarios Coll y Toste transcribe algunos villancicos navideños
que ya en 1843 el poeta Francisco Vassallo padre, consideraba antiguos y difíciles de
olvidar:
Alabar a Dios
por ser lo primero,
después de alabarle
me siento en el suelo
A la media noche
y al rigor del yelo,
entre humildes pajas
nació el Rey del Cielo.
Naranjas y limas,
limas y limones,
más vale la Virgen
que todas las flores. 
(Anónimos)
El entorno del villancico, la canción navideña y otros datos interesantes. 
Hay que señalar que el villancico se da en un entorno y escenarios muy peculiares: en la iglesia frente al portal o Nacimiento, en el recogimiento del hogar- sobre todo durante el anochecer- y de modo más secular en los salones y escenarios escolares.
Antaño la preparación de un Belén durante la Navidad era condición necesaria en los hogares más afortunados económicamente. Estos, por lo general, se importaban desde España. El primer Nacimiento del que tenemos noticia documental nos llegó en el año de 1772 a bordo de la fragata San Francisco de Paula, la que zarpó el 26 de noviembre del mismo año desde Barcelona hacia Puerto Rico, Santo Domingo y Cumaná. Entre otras pertenencias dirigidas a don Agustín Antonio Valldejuli, residente en San Juan, iba un cajón conteniendo una montaña de cartón y figuritas de barro de un nacimiento (F. Morales Padrón: "Barcos libros y negros para Puerto Rico", Rev. ICP, número 8, julio-sept. 1960, p.56). 
Los campesinos y parroquianos más humildes encargaban a nuestros santeros o talladores de imágenes religiosas pequeños retablos que representaban las figuras principales del Nacimiento, así como de manera muy especial la de los Tres Santos Reyes, tallados en maderas nobles del país, destinados a los velorios o promesas de Reyes a celebrarse la víspera de la Epifanía hasta las octavas y octavitas, esto es, hasta el dos de febrero, día de la "Purificación". De aquí la copla popular:
Los tres Reyes Magos
por tu devoción ...
ellos son de palo
hechos de un tocón
En muchos hogares, comunidades, e iglesias se rivalizaba entre ellos sobre quién preparaba el Nacimiento más hermoso y vistoso de la temporada. Aunque todavía, hacia 1960 muchas familias puertorriqueñas de clase media y media alta conservaban la costumbre de confeccionar un Belén- los que generosamente exponían al público (como la familia del Dr. García Estrada, en Cataño, Puerto Rico)- ya para finales del siglo XIX había comenzado la decadencia de éstos. No hay duda de que la nueva costumbre de los "árboles de Navidad" competía vigorosamente contra la de los nacimientos, debido, en parte, porque las figuritas del Nacimiento importadas de España eran muy costosas y además, escazas. El árbol de Navidad resultaba más accesible para el común de la clase media.
Durante mediados del siglo XX algunos anglófobos en Puerto Rico creían y afirmaban que la costumbre del árbol de Navidad era otro elemento más de la aculturación norteamericana introducida a través de la escuela pública y el comercio. Pero históricamente no fue así. Otros estudiosos de la cultura puertorriqueña consideraban que la aludida práctica fue iniciada por primera vez en Puerto Rico, en la ciudad de Bayamón por el médico y naturalista Dr. Agustín Stahl, mucho antes de la invasión norteamericana a Puerto Rico en 1898. No obstante, aunque existe una fotografÌa del ilustre científico de ascendencia y educación alemana junto a un árbol de Navidad, la biógrafa de éste, Amelia Ceide, puso en duda- por diversas razones- la aseveración anterior.
La verdad es que Puerto Rico adoptó el árbol de Navidad bajo la colonia española y mucho antes del malogrado periodo autonómico.
Hacia 1878 cuando la reina de España María Cristina de Habsburgo y Lorena, segunda esposa del romanceado Alfonso XII, introdujo en el Palacio Real madrileño la costumbre austriaca del árbol de Navidad, ésta se propagó por toda España y sus tierras de "Ultramar".
En 1894 todavía persistía en Puerto Rico el entusiasmo por los árboles de Navidad, que eran introducidos generalmente, desde Nueva Orleans. Para esta misma fecha la tienda de José M. Suárez, en San Juan, se anunciaba en los periódicos locales ofreciendo a la venta: "regalos, juguetes, y artículos para el árbol de Navidad". (Pasarell: Esculcando el siglo XIX en Puerto Rico, p. 35). 
Anuncios por el estilo continuaron desde entonces, hasta ahora.
Don Emilio J. Pasarell, por su parte, con información periodística de la época afirmó que el 9 de enero de 1899 se presentó en el Teatro La Perla, de Ponce, el primer Santa Claus con árbol de Navidad y reparto de juguetes (Esculcando el siglo XIX en Puerto Rico, Barcelona, Rumbos, 1967, p. 35).
Por otro lado, cabe señalar que, el flujo constante de norteamericanos- sobre todo de Nueva Orleans- hacia Puerto Rico, y de puertorriqueños que iban a estudiar a los Estados Unidos, influyó en gran medida sobre nuestros tradiciones navideñas durante finales del siglo XVIII y a lo largo de los siglos XIX Y XX.
Respecto de la música, sabemos certeramente que, con la introducción de las iglesias protestantes a la Isla en 1900, se comenzó la práctica de entonar himnos religiosos traducidos al castellano. Así ocurrió también con los tradicionales Xmas Carols norteamericanos- mejor dicho: anglosajones- que fueron prohijados de inmediato por los puertorriqueños gracias a la ayuda del proceso asimilista y asimilatorio de la escuela pública.
No obstante sobre este particular considero que se ha exagerado muchísimo, veamos un ejemplo:
En 1921 la supervisora y profesora de música del Departamento de Instrucción Pública, y de la Universidad de Puerto Rico, Miss AlIena Luce, publicó un texto titulado Canciones populares.
Este cancionero, editado por la Silver Burdett & Co., contiene cien canciones de las cuales ocho son canciones de Navidad que pertenecen a la tradición hispanopuertorriqueñas o fueron compuestas por autores puertorriqueños. A las ocho anteriores se suman tres del repertorio internacional: Oíd un son en Alta Esfera, de Félix Mendelssohn, Noche de paz de Franz Gruber, y Belén de Charles Gounod. El 85% del corpus de este cancionero está constituido por canciones de la tradición latina y solo un 3% pueden considerarse norteamericanas. Desde el punto de vista estadístico no había razón, pues, para la anglofobia musical de los que nos precedieron en estos afanes.
La tradición musical navideña en Puerto Rico ha prevalecido porque esa ha sido la voluntad de los puertorriqueños que atesoramos nuestra herencia hispánica, negra e indigenista. Desafortunadamente conservamos muy pocos villancicos de estipe negra. Deseo compartir con ustedes un gracioso villancico afropuertorriqueño, probablemente de finales del siglo XVII o principios del XVIII, que se conserva en un cancionero manuscrito del siglo XIX de la biblioteca particular de las monjas carmelitas calzadas del antiguo monasterio de San José en Trujillo Alto. En mismo nos fue obsequiado por el Dr. Arturo Dávila, dice el villancico:
"Icen que po que soy nego
que no me arrime al poltal.
¿Acaso poque soy nego
el Niño se va asustá?
Cantemos, neguito, sí,
cantemos al dulce amor,
cantemos, neguito, sí
mil canciones en su honor.
Vaya, cantemos, vaya, cantemos,
sigue el festejo en el poltal.
Fancisca, coje el pandero,
Tomasa, agarra el timbal,
Ambosia, las castañuelas
y vamos hacia el portal;
y en llegando al portalejo
le habemos de festejar
con un bonito tanguito
F ancisca lo bailará
Tarala lara tarán la la rá
lara lan la
larán la la
Aceiquiate tú, Fancisca
no comiences a temblar,
que yo le doy un besito
y se ríe de carcajá ·
De las antiguas zonas rurales de Puerto Rico conservamos más de un centenar de cánticos de aguinaldos y villancicos para la Navidad y para cantar en las "mandas", "promesas" y "velorios de Reyes". Es sorprendente que en los "aguinaldos navideños" predomine el tema de la Anunciación a María, y el de los Celos del Casto José.
Algunos humanizan a las figuras sagradas sin llegar a la cruda desacralización, más bien, por el contrario, la humanidad del tema se desborda en sutil ternura: San José se siente confundido, no ha tocado a su desposada; María, por otro lado, teme verse abandonada por su esposo.
Veamos una muestra de las muchas que conservo en mis archivos:
María se halló
muy embarazada,
y un ángel le dijo
que no se apurara
que se consolara
con mirarlo a Él;
que había de nacer
de su propio seno
un Dios verdadero
llamado Emanuel
San José pensó
dejar a María;
a los pocos días
se fue y la dejó,
y se arrodilló
frente a unos laureles -
¿José por qué quieres
a mi abandonarme?
Aquí en este valle,
sola no me dejes.
María embarazada
caminó a Belén,
San José también
a pedir posada.
a una casa llaman
y no le responden,
San José conforme,
le dijo a María;
" Ay, esposa mía
ya no tengo nombre!
(Recogido de Luis Rivera, natural del Barrio Sabana de Orocovis. En 1969 tenía 68 años de edad, era analfabeta y agricultor) .
De factura netamente tradicional es el siguiente aguinaldo que interpola el tema anterior a la Epifanía. En el ejemplo que presentaré seguidamente pueden observarse reminiscencias del Auto de los Reyes Magos fechado hacia mediados del siglo XIII. Veamos:
La Virgen María
se halló embarazada
y un ángel le dijo
que no se apurara
que se consolara
con mirarlo a él;
que había de nacer
de su propio seno
un Dios verdadero, (Nena)
entre mula y buey.
Dice Baltasar:
"Vamos ligero
a ver si llegamos
a los campos de almaceno;
a ver si allí vemos
al niño Manuel,
pa' hacerle saber
que habemos llegado:
Los Tres Reyes Magos (Juega)
entre mula y buey.
Salieron los Magos
en busca del niño
y Herodes les dijo:
-¿Dónde van?-turbado.
Ellos contestaron
que iban a ver
y a reconocer
una peña aciaga;
y se cumplió la fiesta (Nena)
al amanecer.
Arre, caballito,
vamos pa' Belén
que mañana es Pascu
a
y pasado también;
y vamos a ver
ese hermoso Niño
que María ha parido (J uega)
entre mula y buey .
Dice el Rey Melchor:
- Ya yo me retiro
voy a sepultar
a la raíz de un pino,
ese es mi destino
y no puedo perder
quiero que me den
un buen aguinaldo
que sea pa' llevarlo (Nena)
entre mula y buey.
(Aguinaldo: José Vilar, Grupo Borinquen, Disco Columbia #3352-X,78RPM(Ca.1930)
Las reminiscencias de la lírica medieval y pre-renacentista en algunos de estos cantares que conservamos en nuestra tradición oral sorprenden constantemente tanto por las estructuras estróficas como musicales. El siguiente villancico sobre los Santos Reyes conserva la forma de retroceso y avance del antiguo "cosante":
Los tres Santos Reyes
son merecedores
alcanzan con Dios
crecidos favores.
Los tres Santos Reyes
se quejan al mundo,
porque son tres días
les celebran uno.
Los tres Santos Reyes
se quejan a Dios
porque son tres días,
les celebran dos.
Los tres Santos Reyes
los tres y los tres,
ellos se celebran
antes y después.
(Recogido de Doña Juana Cortés de Caguas, en 1973 tenÌa 90 años de edad.)
La tradición oral campesina-mucho más pura que la urbana- conserva un gran repertorio de villancicos vertidos en las formas antiguas de decimillas hexasilábicas, romances y romancillos, zéjeles, cosantes, rondoletos en cuartetas octosilábicas y hexasilábicas, y hasta reminiscencias de cantares paralelísticos.
Durante el siglo XIX, la Iglesia Católica - desde donde se orientaba y divulgaba el culto religioso popular - solicitó a muchos de nuestros músicos urbanos la composición de villancicos navideños. Entre los autores decimonónicos más notables se encuentran: Felipe Gutiérrez Espinosa, Julián Andino, Jaime Pericás, Braulio Dueño Colón, José Quintón, Jesús Figueroa y Rafael Hernández.
A partir de la segunda mitad del siglo XX se destacan como compositores de villancicos navideños: Narciso Figueroa, Monsita Ferrer, Noel Estrada, Amaury Veray y Pablo Fernández Badillo, entre otros.
En diciembre de 1950 la División de Educación a la Comunidad, publicó un breve Cancionero de Navidad con prólogo de Inés María Mendoza de Muñoz Marín. La pautación y recopilación musical fueron hechas por María Luisa Muñoz, y las ilustraciones artísticas de Juan Díaz, Lorenzo Homar, Francisco Palacios, Félix Rodríguez, Julio Rosado del Valle, J. A. Torres Martinó y Rafael Tufiño. El opúsculo que apareció bajo el título de Canciones de Navidad, fue diseñado por Irene Delano.
En muchas de las iglesias católicas de la Isla, además de los nuestros, villancicos, suelen cantarse algunos españoles como los de los padres Juan de Gorostiza y Gilberto Blanco, ambos de la Orden de San Agustín. Igualmente se ha adaptado un conocido Xmas Carols de John Martín, con letra de Manuel Fernández Juncos, cuyo título en español es: "Llegó la Noche Buena".
Durante la celebración de la Epifanía se escucha en las iglesias más antiguas de Puerto Rico el villancico de Braulio Dueño Colón y Manuel Fernández Juncos titulado "Los Reyes Magos", mejor conocido como "Llegan de noche".
En los años '20 fue difundido a través de la escuela el alegre villancico con aire de danza titulado "Alegres Pascuas" que comienza: " Por fin llegaron las navidades"; música de Jaime Pericás y de su segunda esposa la maestra de instrucción pública María Cabrera Lierta.
Rafael Hernández nos legó una serie de cinco villancicos navideños que, como los de Amaury Veray y Narciso Figueroa, son delicadas "canciones de arte", de las cuales pueden adquirirse todavÌa grabaciones comerciales.
En el aspecto popular-comercial-urbano son muy conocidas las siguientes creaciones: "Aguinaldo a la Virgen" de Pedro Ortiz Dávila, "Alegre vengo" y "Hermoso bouquet" (Las flores) de Manuel Jiménez Canario", "Brisas de Navidad" y Cantares de Navidad" de Benito de Jesús, "De la montaña venimos de Bobby Capó, "La rosa blanca" de Pedro Flores, "Los Reyes no llegaron" de Esteban Taronjí, "Santo Nombre de Jesús, atribuida a Claudio Ferrer. Todas estas con la impronta de la tradicionalidad.
Junto a las anteriores se escuchan otras canciones navideñas de variado, espíritu y ánimo, algunas muy nostálgicas, otras picarescas y otras simplemente vulgares y chabacanas. De carácter criollo o nostálgico son las siguientes:
"Caminan las nubes" de Julio Rodríguez Burgos, "De lejanas tierras" de Pinín Maldonado, "Felices Pascuas" de Pedro Flores, y "Triste Navidad" de Rafael Hernández.
Entre las picarescas y de doble sentido pueden anotarse: "Ese pobre lechón" y " La Parranda del sopòn" de lván Nogueras, "De palo en palo" del Profesor que canta, Angel Luis Carda, "El Na" de Herminio de Jesús, y "Si no me dan de beber, lloro" de Vicente Carattini.
Muchas de las composiciones picarescas han sido divulgadas mediante las grabaciones de diversas "tunas" de carácter heterogéneo, como la otrora famosa Tuna de Cayey.
En Puerto Rico, sobre todo, en las zonas urbanas, suele confundirse al villancico con el aguinaldo, también de tema navideño. Fue el folclorólogo Francisco López Cruz quien estableció claramente las diferencias entre uno y otro. Esencialmente el villancico puede cantarse a "capella" o con acompañamiento musical. El aguinaldo siempre se canta con acompañamiento musical. El villancico acepta el poliestrofismo y la polimetría.
El aguinaldo se escribe en versos hexasilábicos y sigue el paradigma de la décima: abba/ac/cddc. El villancico acepta diversos compaces. El aguinaldo prefiere los compaces binarios. En realidad puedo afirmar que todos los aguinaldos son villancicos pero no todos los villancicos son aguinaldos.
Todavía en nuestras iglesias y hogares, tanto en Noche Buena como en Navidad, los puertorriqueños entonamos villancicos tradicionales como "Pastores a Belén". "Vicentillo", "Pastores y zagalas", así como "Alegría, alegría, alegría", pues al fin de cuentas de la Alegría de la Encamación es que tratan los villancicos, los que nos obligan a recordar aquel cantar angélico que decía: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad".

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