jueves, 11 de febrero de 2016

CAMBIAR EL PASTEL

Cambiar de Pastel

ZUGASTIpHace cuarenta años que Erich Fromm, en la introducción de su excelente obra ¿Tener o Ser?, escribía: “El socialismo y el comunismo rápidamente cambiaron, de ser movimientos cuya meta era una nuevasociedad y un nuevo Hombre en movimientos cuyo ideal era ofrecer a todos una vida burguesa, una burguesía universalizada para los hombres y las mujeres del futuro. Se suponía que lograr riquezas y comodidades para todos se traduciría en una felicidad sin límites para todos”. Me parece una observación muy perspicaz, que la realidad confirma totalmente, y que ofrece una explicación muy convincente para el progresivo deterioro que las fuerzas de izquierda están sufriendo en los últimos tiempos.
Diríamos que, de acuerdo con este diagnóstico de Erich Fromm, hasta ahora el comunismo, el socialismo, y en general los movimientos progresistas de un tipo u otro han luchado para “repartir mejor el pastel”, es decir, lograr riquezas y comodidades para todos. Pero vemos que en esta línea se ha conseguido poco y cada vez menos. La desigualdad es cada vez mayor ¿No habrá llegado el momento de olvidar lo de “repartir el pastel”, un pastel propio de la mentalidad capitalista, y plantearnos “cambiar de pastel”?
Adam Smith en su obra clave: “La Riqueza de las Naciones” pone claramente de manifiesto cuál es el pastel capitalista, la riqueza. Ciertamente hoy hemos conseguido mucha más riqueza, pero tenemos unos enormes problemas sociales, y estamos empujando a nuestro planeta a una catástrofe medioambiental. ¿No sería mucho mejor plantearnos trabajar por “El Bienestar de las Naciones”?
Para el pensamiento capitalista el único camino a la felicidad es la riqueza, y la riqueza de una persona es la medida de su felicidad. Una riqueza que se consigue en una competición incesante de unos contra otros. Eso nos lleva a un mundo en permanente conflicto, a una ley de la selva donde los más fuertes aplastan y exprimen sin compasión a los más débiles. Y vemos continuamente que los más fuertes resultan ser no los mejores, sino la gente con más ambición, más astucia, con menos escrúpulos y menos honradez. Con estas premisas es imposible llegar a un aceptable reparto de la riqueza entre todos los seres humanos.
Por otra parte la ambición insaciable de riqueza, riqueza material, lleva a un consumo cada vez mayor de los recursos materiales de nuestro planeta. En tiempos de Adam Smith, con enormes extensiones de tierra prácticamente vírgenes, con métodos de extracción todavía rudimentarios, no se podían imaginar que un día llegaríamos a agotar los recursos no renovables del planeta y superar la capacidad de renovación del mundo vivo de la tierra.
Naturalmente el bienestar exige un mínimo de riqueza. Sin ese mínimo difícil tenemos lo de conseguir un aceptable bienestar. Esa es la explicación del intento de las fuerzas de izquierda de conseguir un equitativo reparto de la riqueza. Pero no podemos, como en el pensamiento capitalista, confundir la riqueza con el bienestar y tomar esa riqueza como el objetivo supremo de la vida humana. Una dosis de riqueza es la herramienta para echar a andar, pero luego hay un camino fascinante hacia una vida plena y feliz. Un camino que no es fácil descubrir entre el resplandor de los anuncios brillantes de la sociedad de consumo, pero que existe y está al alcance de los que lo buscan sinceramente.

martes, 9 de febrero de 2016

SUPERAR EL CLERICALISMO

Superar el clericalismo

Un comentario al artículo anterior

Un artículo sobre otro artículo de redes

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara, Redes Cristianas
Con fecha de 8 de Enero ha salido en el portal Redes un artículo que me ha parecido muy interesante, sobre el que quiero hacer un comentario, dejando bien claro desde ya que mi opinión sobre el escrito es muy favorable, y que pienso de manera muy parecida. El artículo se titula “Por una iglesia sin curas”, y su autor es José Ramón Pérez Perea, quien tiene una extensa lista de publicaciones de contenido histórico, sobre la Iglesia española, así como teológico-social.
La tesis central del artículo es bien razonable, y de no difícil argumentación: si durante muchos años, por lo menos hasta la mitad del siglo segundo, la organización de la Iglesia no era clerical, ni poseía la liturgia sacramental que hoy la caracteriza, no es descabellado imaginar la posibilidad de la vuelta a esa situación de mayor desclerización. Como he escrito muchas veces en este blog, (“El Guardián del Areópago”, en la revista 21rs), este fue uno de los principales objetivos del Vaticano II, si bien no lo pretendiera con la fuerza con la que respondió a ese supuesto una buena parte del clero.
No fueron coincidencias algunos de los fenómenos que vivieron, o vivimos, los curas del inmediato pos-concilio, como las salidas de la vida clerical, el abandono de los signos externos clericales, como ropa talar, sotanas, hábitos, o la tendencia a dejar los sobrios y austeros muros monacales, o simplemente religiosos, a la busca vivir entre la gente, en medio del mundo, en pisos, de modo más laical, etc. Estos fenómenos pueden parecer a algunos inconsistentes, de poca entidad y significación. Para mí la Historia de trazos gruesos es el resultado de esas pequeñas cosas de la vida cotidiana. Como aprendimos de historiadores como Johan Huizinga, en obras como “El ocaso de la Edad Media”, y otros historiadores que limpiaron la Historiografía de los oropeles y ropajes de los personajes, hechos, situaciones y anecdotario imponentes y solemnes de reyes, papas, gobernantes y grandes batallas, para describir cómo la gente compraba o comía, o se lavaba, o se divertía.
Insisto: no quitemos importancia a los pequeños gestos anticlericales, que mucha gente interpretaba como suicidas, ya que los curas que vivimos esa época la veíamos como una aurora luminosa, anunciadora de tiempos de libertad y creatividad. Me tocó estudiar Teología en los años gloriosos, contemporáneos, o inmediatamente posteriores, a la gran Asamblea conciliar. Y fue con la luz que rápidamente comenzó a irradiar el Concilio cuando descubrí lo que he llamado, en este blog, “la gran traición”, y la gran tragedia, de cómo, cuando el autor del artículo que comento, en los mismos años, la Iglesia comienza a olvidar el Evangelio y se “religiosiza”, hasta llegar a imitar uno de los elementos más característicos de las religiones paganas: la necesidad de un estamento burocrático clerical.
Y la organización jerárquica de la Iglesia, más dedicada al poder que al servicio, comete, como ya he escrito varias veces, la suprema traición: aceptar, contra toda la enseñanza del Nuevo Testamento, (NT), la denominación de sacerdotes para los diferentes ministerios, más entendidos en la Iglesia de los dos primeros siglos como carismas para el servicio que como sacerdotes, o intermediarios, como en las religiones paganas, entre Dios, y los hombres. Y nunca lo podía entender así la Iglesia por una razón poderosa, que después ha sido relegada al olvido y al desprecio: porque el único que en la comunidad de los seguidores de Jesús, Éste es el único que puede ejercer ese ministerio eterno y único.
Ni Jesús, ni Pedro, ni Pablo, ni Lucas, ni Timoteo, ni Tito, ni Mateo, ni Juan, ni ninguno de los “servidores” de la comunidad como epíscopos o presbíteros, denominados y en la forma latina, fueron nunca curas, ni se sintieron parte de una casta clerical y sacerdotal, al modo de la tribu hebrea dedicada a ese ministerio, o de las organizaciones de las religiones paganas. Y si en la época más auténtica y evangélica de la Iglesia ésta se pudo mantener sin curas, -¡y cómo!, hasta admirar y convertir a las gentes del Imperio-, la Iglesia actual podrá prevalecer también, del mismo modo. Cambiando, eso sí, todo el sentido de la eclesiología, y, sobre todo, del espíritu Canónico actual. Y este último es el verdadero problema, más que las trabas teológicas o bíblicas, que son, o inexistentes, o actuarían a favor de ese cambio.

lunes, 8 de febrero de 2016

POR UNA IGLESIA SIN CURAS

Por una Iglesia sin curas

Redes
Juan Luis Herrero del Pozo inició su etapa de reflexión teológica madura –que continúa hoy en soledad, por las limitaciones impuestas por la enfermedad– con un artículo provocativo: ¿Por qué son aburridas las eucaristías?. Pareció un artículo escandaloso, que ocasionó entre los salesianos la destitución del equipo de la revista que lo publicó. Pero sus posteriores libros y artículos fueron desarrollando y fundamentando lo que que allí se decía. Parecido es el artículo de José Ramón Pérez Perea, más historiador y sociólogo que teólogo técnico, que tomamos de Redes Cristianas y que mañana comentará otro artículo de José Mª Urío Ruiz que publicó también hace unos días dicho portal. AD. 
¿Es posible una Iglesia sin clérigos (curas obispos papas)?. Jesús no fue sacerdote, ni consta que instituyera el sacramento del Orden. Más bien criticó a la “casta sacerdotal”, que fueron los que le condenaron. Jesús crea la Comunidad de iguales, en la que se encuentran personas con distintas cualidades (karismas).

Históricamente los cristianos multiplican su número. Aparecen distintos modos de actuar, de pensar, se producen disensiones y van a sentir la necesidad de proteger su unidad, de gobernar la diferente y dispersa Comunidad. Se comienza a establecer poderes de gobierno: unos van a mandar y otros a obedecer, unos a enseñar y otros a aprender.
Los elegidos para el Gobierno tienen que justificar su autoridad recibiendo un “Plus”, que los legitime y diferencie de los demás. Se crea la sacramentalidad: el poder viene de Dios, a través de un Ritual y se traspasa de generación en generación, y se instituye un orden de menos a más (diáconos, sacerdotes, obispos, papas). Con ello, se obliga a la Comunidad a obedecer y bajo la amenaza de la excomunión al disidente: no hay salvación fuera de la Iglesia (de los curas). “Nula salus extra eclesiam” . Se llega a construir, pasados los primeros años, lo que Jesús nunca quiso, la casta Sacerdotal, que tanto había criticado en su tiempo, y en la que se desecha a las mujeres.
Si analizamos de dónde proceden lo poderes sobrenaturales de los clérigos, descubriremos que el Bautismo no es privativo suyo. Cualquier persona – si realiza diversas formalidades – tendrá capacidad de bautizar.
El perdón de los pecados, mediante la confesión individual, tampoco consta en ningún texto de la Escritura. Las recientes investigaciones determinan que el texto de S. Mateo (16,21) no fue pronunciado por Jesús, sino creado posteriormente, para poder justificar el “atar y desatar” de los clérigos. Es la Comunidad la que se reúne, oye y perdona a quien lo pide. La confesión individual se establecerá muchos siglos después.
La Unción de los enfermos, si bien aparece en la Carta de Santiago, no consta que lo fuera por mandato de Jesús. Más bien va en la línea del uso de ungüentos caseros contra las enfermedades y heridas, en un tiempo carente de procedimientos clínicos; a modo de lo que aparece en la parábola del samaritano (Lc. 10,34), no seguidor de Jesús, que cura con aceite y vino (desinfectante) al herido por salteadores.
El Sacramento del matrimonio ni fue instituido por Jesús ni es privilegio de los clérigos. Según la propia doctrina eclesiástica, son los mismos esposos, cuando se aceptan mutuamente, como marido y mujer, los que se constituyen como tales. La tarea del cura se reduce a ser mero testigo, de un contrato creado, en siglos posteriores, para asegurar la propiedad y su transmisión de padres a hijos.
La Eucaristía, como presencia física, de Jesús en las hostias consagradas por los sacerdotes por el mero hecho de la pronunciación de unas palabras míticas, que transforman “milagrosamente” el pan y vino en la persona de Jesús, tantas veces como se quiera y que se guardan por centenares en miles de sagrarios por todo el mundo, no resiste – hoy día – a un mínimo análisis racional.
La presencia eucarística de Jesús ha de entenderse como su presencia cuando sus discípulos se reúnen en Asamblea de iguales, movidos por el amor, en actitud de servicio a los otros (lavatorio de pies). Festejando el acontecimiento del amor sin límites, con un banquete, en el que se ofrece Pan y Vino, como señal de total entrega a los demás. Sólo el Amor hace presente a Jesús.
Desvanecido el carácter sobrenatural, de las acciones clericales, su poder exclusivo de Gobernar cae por su propio peso. La gobernabilidad de las Comunidades ha de recaer en personas, democráticamente elegidas por la propia comunidad, sin Plus alguno de sobrenaturalidad. Basta que sean buenos gestores, honrados, transparentes y sometidos a las decisiones de las Asambleas.
En conclusión:
Es el Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II) el que recoge el testigo que Jesús nos pasó. Ya no hay clérigos-laicos, hombres-mujeres, libres-esclavos, que decía s. Pablo (Gal. 3,28). Es el Pueblo de Dios el que es sacerdotal, sin diferencias entre un@s y otr@s.

lunes, 1 de febrero de 2016

UN MITO MONUMENTAL

Un mito monumental
Anibal Colón Rosado
Los copos de nieve caen blandamente sobre el Parque Central.
Una empresa cinematográfica filma algún documental en la
albura aún inviolada. Las aves, particularmente los patos, se
entretienen en las orillas del estanque congelado que se
encuentra a la altura de la Calle 60, en los alrededores del
Wollman Rink. En las cercanías de la V Avenida, las estatuas
del Che Guevara y dos personajes asiáticos resisten con
estoicismo la tormenta invernal. En abierto contraste con la
filosofía del revolucionario argentino, se levanta el monumento
al Maine, en el Merchants’ Gate. Se trata de un conjunto
escultórico, con fecha de 1913, en honor a los 266 marinos que
murieron en la voladura del acorazado norteamericano Maine en
la bahía de La Habana, el 15 de febrero de 1898.
Según la versión de la guía oficial, los hechos sucedieron bajo
circunstancias inciertas. Sin embargo, las investigaciones van
demostrando que la explosión se originó en el interior del
buque. La tragedia del acorazado precipitó la Guerra Hispano-
Norteamericana, como respuesta, en parte, a las presiones de
William Randolph Hearst, magnate de la prensa y patrocinador
del monumento conmemorativo. Los editoriales jingoísticos de
este hombre de armas tomar insistían en que los Estados
Unidos de América rompieran hostilidades con España, a fin de
vengar el hundimiento del barco militar.
Como resultado del conflicto bélico, afirma la crónica, la
república norteamericana “se convirtió en una fuerza política
dominante en América Latina”. La obra escultórica, esculpida
en mármol rosado de Tenesí, representa a la Paz “con una figura
femenina que levanta los brazos en gesto de bendición”, por
encima de la Valentía y la Fortaleza. La Victoria se encarna en
la imagen de un joven sobre la proa; y la Justicia, en otra figura
femenina, en el lugar “donde un guerrero se yergue como su
paladín”; mientras la Historia “registra el noble destino de la
muerte heroica”. Completan la escena sendas plasmaciones de
los océanos Atlántico y Pacífico, símbolos del dominio marítimo
de la potencia norteña; y Columbia triunfante sobre una concha
tirada por hipocampos.
En suma, estamos ante un montaje triunfalista fundado sobre
el culto mítico a la violencia militar. Hoy la leyenda tergiversada
del Maine pertenece a las mentiras que enseñaban algunos
maestros, a la vez que crecen las sospechas en torno al
presunto patriotismo de Hearst. ¿Respondía dicho chauvinismo
a intereses menos idealistas y más burdos?
La nieve inmaculada corona las cabezas marmóreas. Los
personajes permanecen inmóviles, cual estafermos, bajo el frío
de Nueva York y el velo de las níveas lentejuelas. No pueden
protestar, pero miran con ojos de ironía hacia el Portón de los
Mercaderes, como si milicia y mercado fueran cogidos de las
manos. Los peatones nerviosos y el río de taxis amarillos pasan
indiferentes ante la caricatura de la historia. Y yo, escribiendo
sobre un folleto turístico, mientras las hojuelas de agua
cristalizada se deslizan junto a la tinta de los apuntes.

Anibal Colon de La Vega

viernes, 29 de enero de 2016

QUE SE VAYAN

NOTICIAS

PASAPORTE BORICUA

por 
💬0

¡Que se vayan!

En Puerto Rico llevamos meses soportando el desprecio de Estados Unidos que se manifiesta en sus tres ramas de poder, todas indiferentes a la crisis fiscal y política que nos arropa y amenaza a los puertorriqueños en la isla con sufrimientos de lesa humanidad.
Se trata de verdades que ofenden y que rayan en abusos de poder capaces de provocar la indignación de un Pueblo al que invadieron para someterlo al crimen del colonialismo. “¿Qué esperan los puertorriqueños que no se rebelan?”, diría Betances desde ultratumba. La espera nos desespera a todos que, en vez de tomar la iniciativa de un BASTA YA y reclamar nuestro derecho a la auto determinación (el verdadero) que no es otro que el ejercicio de nuestra soberanía como nación independiente. Pero nos acobardamos y nos sometemos a sus plazos ‘traicioneros’ zozobrando en la humillación.
POR MIEDO, PURO MIEDO
Miedo de no sentirnos capaces de hacernos un pueblo libre; miedo de creer en nuestra inteligencia y talento para gobernarnos y trabajar para forjar una patria que honre nuestra nacionalidad como lo hemos hecho en el deporte, las artes, la literatura y las ciencias. Somos una sociedad de hombre y mujeres trabajadores y muy bien preparados para forjarnos un mejor futuro.
No puede obviarse la idea de Rubén Berríos para unir a todos los puertorriqueños que compartimos esta Isla y exigirle a los ‘americanos’ QUE SE VAYAN y que nos dejen ser todo lo que podamos ser. Pero no sin antes exigirle también la indemnización económica que nos deben por 117 años de coloniaje.
Porque pretender los Estados Unidos eximirse de toda responsabilidad por la deuda billonaria de Puerto Rico es obviar más de un siglo de explotación colonial incluyendo el abusivo detalle de puertorriqueños muertos en sus guerras y agobiados por leyes federales como la de Cabotaje que desde el 1917 ha servido para sangrar billones de dólares de nuestra economía.
Franklin Delano Roosevelt, en su discurso ante el Congreso a raíz del ataque japonés a Pearl Harbor en 1941 hizo la expresión que muy bien nos aplica a los puertorriqueños al presente:
THE ONLY THING WE HAVE TO FEAR IS FEAR ITSELF
Ya no importa lo que decida el Tribunal Supremo de los Estados Unidos sobre el caso de ‘double jeopardy’ de Sánchez porque en la pared histórica escribió claramente el Ejecutivo de esa nación  que Puerto Rico es un territorio de los Estados Unidos, o sea, una POSESIÓN; o sea, pertenece  a ese imperio; en fin,  que es una COLONIA; una isla – nación carente de soberanía; SOBERANIA QUE SE EJERCE en la cláusula territorial del US Constitution.
Ningún dictamen del Tribunal Supremo de esa nación puede cambiar lo que es una realidad histórica incuestionable tanto jurídica como política.
Y para los que sueñan con ver a Puerto Rico como el Estado 51 de la Unión Federal que piensen y analicen, no solo si los puertorriqueños queremos fundirnos en esa nación ‘americana’ perdiendo nuestra personalidad internacional, sino SI A ELLOS; a los Estados Unidos, les interesa hacernos parte integral de su nación. Por eso cabe muy bien una consulta aleatoria al de la Estadidad ¿Sí o No? pero en el Congreso Federal donde una buena parte de sus miembros ni nos conocen y ni siquiera ni saben ni quieren saber de nosotros. Se trata de puertorriqueños colonizados cuya baja autoestima los lleva a renunciar a sus valores culturales.
No perdamos el tiempo ni sigamos humillándonos ante el Imperio y ante el Mundo y reclamemos nuestro derecho a ser un Pueblo Soberano, un paso firme, valiente y expedito hacia la IGUALDAD con todos los países del planeta.
BASTA YA – ¡QUE SE VAYAN!

domingo, 17 de enero de 2016

CUATRO DIFICULTADES DEL DOGMA CRISTIANO

Cuatro dificultades del dogma cristiano

carlosblanco2
Muchos os acordaréis de aquel adolescente, casi un niño, que salía en la tele hablando con una impresionante información bien asimilada de historia o filosofía. También desde hace tiempo Carlos Blancocon varias carreras y cotizado conferenciante, está interesado por ATRIO y nos ha ofrecido publicar este artículo para ser comentado aquí. Esperamos, si encaja el diálogo en Atrio, tenerle pronto como autor habitual. ¡Bienvenido Carlos! AD.
Considero que existen cuatro grandes fallas dogmáticas en las formulaciones más extendidas del cristianismo, tanto católicas como ortodoxas y protestantes:
1) El problema del mal: ni las más intrincadas disquisiciones teológicas, ni los escritos más brillantes de San Agustín y Leibniz, han logrado compatibilizar la omnipotencia de un Dios bueno, enamorado del hombre, con el mal que inunda del mundo, y que sólo hemos comenzado a erradicar gracias al ingente esfuerzo humano por amar y conocer.
2) La evolución de la vida: si el hombre ha surgido por procesos evolutivos que no apuntaban inexorablemente hacia él, ¿de qué manera puede afirmarse que Dios ha creado al hombre y le ha impreso la sagrada huella de una vocación inalterable? ¿Por qué debería el hombre ser el centro de la evolución? ¿Acaso se detiene en el hombre la gigantesca y monstruosa maquinaria de las transformaciones biológicas? Si existieran otras formas de vida inteligencia en regiones inadvertidas del universo, ¿habrían sido también agraciadas con la luz de la Redención? ¿Habrían gozado de su propio Jesucristo, de su propio Dios encarnado?
3) La existencia de otras religiones: el cristianismo, ¿puede seriamente proclamarse la única religión verdadera? ¿Por qué no se reveló el Dios encarnado a los mayas, o a los incas, o a los sumerios, a los pueblos de Asia oriental? Si se replica que no lo hizo porque aún no se hallaban lo suficientemente preparados como para recibir adecuadamente su mensaje, deberemos entonces preguntarnos si, más que a una revelación, no asistimos a un desarrollo gradual de la conciencia humana, que progresivamente adquiere mayores cotas de sofisticación y profundad en la comprensión de las verdades lógicas, científicas y éticas. Además, ¿por qué florecen incontables religiones, muchas condenadas a morir y a ser suplantadas por otros credos? ¿Cuál es su valor? ¿Constituyen caminos salvíficos o se hallan ineluctablemente subordinadas a la verdad del mensaje cristiano y a Cristo como palabra única del Padre a la humanidad? ¿No resulta innegable que en otras religiones, como el budismo, reverberan verdades tanto o más vigorosas, hondas y aleccionadoras como las que sostienen los pilares más firmes del cristianismo? ¿Puede alguien sostener que toda verdad auténticamente importante para la salvación del hombre fue declamada en la Palestina del siglo I, sin que el mensaje de Buda, de Confucio, de Sócrates, de Spinoza o de Gandhi pueda añadir elementos que lo perfeccionen y amplíen? ¿No se han producido avances esenciales para la humanidad que, en muchos casos –como la abolición de la esclavitud y la liberación de la mujer-, se han efectuado con independencia de las religiones o incluso en contra de los baluartes más acérrimos del dogma?
4) El valor de la historia: si el acontecimiento-Cristo representa el eje de la historia y en torno a él gravitan los siglos pasados y las centurias venideras, ¿para qué continuar embarcados en la epopeya de la historia? ¿Por qué no se ha suspendido su curso, si la palabra más profunda y abarcadora nos fue revelada en tiempos de Poncio Pilato? El devenir histórico, ¿no incorpora nada verdaderamente novedoso? ¿No ha sondeado la humanidad escenarios que jamás habría presagiado? ¿No ha expandido admirablemente el alcance de su imaginación y el radio de su inteligencia? ¿No ha desentrañado verdades esenciales para la comprensión del universo y de la propia especie humana? ¿No ha realizado en la fragilidad del mundo histórico multitud de valores éticos, y no ha aprendido de las atroces experiencias de maldad y dolor que surcan el océano de los siglos?
Pero la dificultad más profunda que encara el cristianismo no es otra que la de su necesidad filosófica. Si desprendemos esta religión de oropeles históricos y de revestimientos mitológicos, ¿por qué ser cristiano y no únicamente humano? Tal y como atestiguan las investigaciones exegéticas más acreditadas, el mensaje de Cristo se limitó a proclamar la inminente venida del Reino de Dios. Pero en realidad no especificó en qué consistiría semejante reino (¿una realidad escatológica?; ¿un reino de naturaleza ética, gobernado por el ideal del amor entre Dios y los hombres?). De la centralidad del Reino, cuya importancia excede incluso la del Mesías, que ante todo anunció la cercanía de ese dominio divino y su efecto sobre el alma humana y el devenir del universo, se hizo eco el paleontólogo jesuita Teilhard de Chardin cuando vislumbró una convergencia escatológica de todas las religiones. En ese futuro profetizado acontecería una unificación mística de todos los credos, una confluencia universal de religiones, donde Cristo no se restringiría a evocar una figura mesiánica de una determinada tradición religiosa, sino que simbolizaría la unidad plena entre todos los hombres, entre todas las conciencias, entre materia y espíritu, armoniosamente fusionados en el Reino: “la plenitud escatológica del reino de Dios es la consumación final común del cristianismo y de las otras religiones” (J. Dupuis,Hacia una Teología Cristiana del Pluralismo Religioso, 572).
Es el amor, no la doctrina, el epicentro del anuncio de Jesús. La doctrina le corresponde a la investigación racional del mundo y de la vida humana. El auténtico cristianismo no reside en templos, libros y catecismos, sino en cada acto de bondad que enaltece al hombre, en cada lágrima ante el dolor ajeno, en cada palabra de misericordia proferida por nuestros labios, en cada anhelo de búsqueda de una verdad a la que tendemos asintóticamente, pero en cuya búsqueda hemos de afanarnos con pasión. Es la entraña de toda gran mística, de toda gran religión y de toda gran manifestación de altruismo y magnanimidad. Es la rúbrica de que el hombre debe superarse a sí mismo y trascenderse mediante la bondad, la inteligencia y la belleza.
El filósofo ha de rescatar el cristianismo de sí mismo, de sus enquistamientos dogmáticos y de su excesiva dependencia de simbolismos obsolescentes. En el cristianismo, el filósofo tiene que descubrir una esencia válida para todos los hombres, una llamada a crecer, a encontrar en el amor la senda hacia ese reino divino, que no es otra cosa que la vocación humana de crear, de alzarse como nuevos dioses que inunden el universo de amor, sabiduría y belleza.

10 comentarios

  • Justiniano Liebl
    No Oscar, la referencia mía es a un artículo de unas 25 páginas publicado en el “inglés” del Flamenco Padre Roger Lenaers S.J. por la revista «HORIZONTE»  de PUC-Minas, Belo Horizonte, Brasil. Traducción al castellano de Francesca Toffano
    Y seguimos andando,
    Justiniano de Managua
  • josela
    Tanto  el articulo como los comentarios, se me hacen, bien hechos y en buena pista de lanzamiento. Luego adelante,…. aunque, a lo mejor convenga con las” lámparas siempre un poco apagadas”…porque la nube del “no saber” continuará, se me hace, con la necesidad de  tener que decir, al fina:…apesar de todo….”Sagrado Corazón de Jesús, confianza y abandono”..sin terminar de saber ¿porqué? “S.Corazón de Jesús”..y ¿porqué” “confianza”..y “porqué” abandono.Y ¿porqué”? a pesar de todo…
  • oscar varela
    Hola Justiniano!
    El Cumpa chileno Manuel Ossa, que hubo traducido “Otro cristianismo es posible” de Lenaers, también tradujo al español (hace unos 2 añitos) otro Libro “Vivir en Dios sin dios” –Aunque no haya un dios ahí arriba.
    El Libro contiene un Prólogo, 15 Capítulos y un Epílogo ¿Será éste o utro nuevo al que tú te refieres?
    Te comento que en su momento de aparición hubo escarceos (JMVigil y Atrio) para “destilarlo” con miras a tallerizarlo. Pero ahí quedó la cosa: en el pasado de no haber pasado.
    Abrzo y ¡Vamos todavía! – Óscar.
  • Justiniano Liebl
    Acordándome del alborear de «atrio.org»,  hace unos días recibí del Padre José María Vigil de «Servicios koinonía» la chambita de “embellecer la traducción a inglés conversacional” a la nueva obra “¿Pueden cristianismo y modernidad caminar juntos?” por Roger LENAERS sj.
    Mucho me gustó la lectura y con este artículo por Carlos Blanco me hace la pregunta: ¿Otro “taller digital” por atrio? 
    Justiniano de Managua
  • José Ignacio Calleja
    Están muy bien recogidas las cuestiones; la primera es la más difícil de librar, aunque Torres Queiruga en la teología católica la haya llevado muy lejos; todas las teologías la han respondido en su fundamento filosófico, creo, de manera insuficiente; a mí no me han convencido, así que camino con un vacío de sentido último en el tema, en su razonamiento filosófico; o de otro modo dicho, todavía un silencio de fondo por un no enteder, que sobrellevo por “la confianza” en la Vida (Dios); una opción que hago porque sus consecuencias me sotienen internamente mejor que otras; pero es una opción muy personal. Las otras cuestiones (2, 3 y 4), en la fe no tienen tanta dificultad; es cuestión de seguir una teología que no se desarrolle sometida a las posibilidades de la dogmática en su interpretación ontologista o greco-latina; tomar esta por un molde histórico, para atrapar un contenido que supera al molde, hoy y siempre; luego el camino teológico está en indagar en ese nuevo molde para acoger esas preguntas y sus respuestas coherentes. No es tan fácil, ni las preguntas son menores, pero ya hay ensayos convincentes de teología, con buena base filosófica. Eso sí, a sus autores los ponen en cuarentena eclesial por su heterodoxia supuesta.

    Como teorización del tema, me ha gustado la entrada.

    La respuesta de Daniel a Oscar Varela, muy prepotente; como para dejar de seguirlo. Todos tenemos un mal momento, pero esto no es Crónicas Marcianas.

  • Jorge
    Si Carlos Blanco está interesado en Atrio me gustaría que interviniera en los comentarios, en las diversas líneas que se presentan, y dialogar con él, (le invito a que participe en las que se van abriendo con mi libro “Inclinar la Balanza”, por ejemplo en el problema del mal), en particular en los comentarios que vayan surgiendo en esta línea que presenta.

    Como el pensador cristiano y católico confeso que trato de ser, tengo algunas objeciones que hacerle. Me sorprende que califique de gigantescas y monstruosas las transformaciones de la maquinaria biológica evolutiva. Si bien es cierto que hay cierta teología que afirma que el hombre es el centro de la evolución y que se detiene en él, este presupuesto o proposición ni es central en la Teología ni tampoco necesario, simplemente hoy debería suprimirse sin merma alguna para la Teología.

    Se puede decir que Dios ha creado el hombre, junto con todo lo demás, si tomamos la creación de modo continuo, sin planificación ni diseño con el significado del “hágase”, ejecutando una de las alternativas que el mundo y el ser humano le ofrecen de forma autónoma, según el dicho “el hombre propone y Dios dispone”.

    Proponer otros Cristos o Redención en otros mundos de seres inteligentes o quizás compartiendo con nosotros lo humano, es mera especulación. Y la contestación es simple no lo sé y nadie puede saberlo. Pero pienso que lo que se da en un mundo depende necesariamente de su historia, no hay canguros en África ni elefantes en Australia. Por tanto lo más improbable es que en ese otro mundo se hubiese repetido tal cual nuestra historia. Y la pregunta sería ¿requerirían redención? ¿otro Cristo? ¿por qué?

    ¿Dios ha impreso en el hombre su sagrada huella de una vocación inexorable? Es que esto simplemente es falso. La realidad lo contradice ampliamente. Y además esa afirmación no es necesaria para hacer Teología.


    Estas objeciones corresponden todas al punto 2. Del primero “el problema del mal” ya lo estoy comentando en la otra línea. Si el autor del texto entra en los comentarios pues seguiré encantado su discurso, si quiere dialogamos y si se tercia continuaré mis objeciones en los puntos que restan.
     
  • Isidoro García
    Este artículo es un análisis perfecto de todas las cuestiones, que el mundo de las religiones y concretamente el del cristianismo plantea a un hombre moderno de hoy. Pero es solo el primer paso en el proceso de avance. El siguiente paso debe ser intentar dar respuestas a todo ese conglomerado de preguntas.
         Como dice Blanco en una entrevista, “el conocimiento es uno de los mayores tesoros que poseemos, pero que no acaba nunca de saciarnos. Siempre podríamos saber más, y cuanto más sabemos o aprendemos, más sabemos que ignoramos”. Todo proceso de acopio de conocimiento, debe desembocar algún día, (y no hay que caer en la tentación de aplazarlo sine die), en la construcción de un edificio global donde encaje todo.
         De hecho así es como aprehendemos lo conocido, colocando cada cosa en su “cajoncito de ferretero”, pues si no, el aprendizaje se vuelve caótico y se autodestruye, (por eso hay tanta gente que ha leído tantos libros, y se ve que ha sacado muy poco provecho de ellos: siguen en sus trece de siempre. Si una persona lee bastante y sigue pensando casi igual que hace diez años, mal asunto: mi mera opinión personal).
         Pero en ese proceso de construcción, hay momentos-clave, “experiencias-cumbre” los llama Maslow, en que sentimos la fuerte intuición de que hay que tirar paredes maestras de nuestro antiguo edificio, y demoler para construir encima: como las serpientes mudan de piel. Si no lo hacemos así, quedamos asfixiados, y muertos en vida. 
         Y como se trata de un tema global, (en el fondo, se trata de obtener un conocimiento mucho mas fiel de la realidad del mundo, el hombre, y de todo), esta respuesta global tiene que venir en forma de un nuevo “gran relato de todo”, que reúna, entretejiéndolos, todos los conocimientos científicos que hoy ya sabemos, (tanto en las ciencias físicas, como sobre todo en la psicología del comportamiento humano), junto con las intuiciones que nos suscite el trabajoso estudio de los relatos históricos de la experiencias religiosas habidas a lo largo de la historia, y especialmente, nosotros, el cristianismo. 
          Si ese esfuerzo de “síntesis de todo”, lo realizan personas de alto grado de conocimientos, (como es el caso de Blanco), hay muchas mas posibilidades de que las intuiciones conseguidas, sean de gran riqueza y lucidez. Y si además creemos en que de una misteriosa forma o de otra, estamos dentro de los planes de “Algo” cercano a nosotros, mejor que mejor, pues nos otorgará la seguridad y la intrepidez, necesarias para dicha “aventura”. Salga bien o salga mal, “Dios escribe derecho con líneas torcidas”.
         Las personas con prestigio intelectual, no deben tener miedo a arriesgarlo, en pos de la investigación de avanzada, y mas en unos momentos en que la Humanidad, (la Iglesia global), se encuentra tan carente de guías que miren al futuro, y no solo avancen mirando hacia atrás por el espejo retrovisor. Nos faltan líderes que sepan hacia dónde vamos, y no solo que estén ocupados a tiempo completo en tapar las goteras y ruinas del tejado de su choza, (o del Palacio). 
       El autor de este artículo, Carlos Blanco, en una entrevista habla sobre las personas que son faros de la humanidad. Dice: “Son aquéllas que han sabido mirar más allá de la óptica que predominaba en su tiempo. Han sido mentes inconformistas, críticas y con ansias de superación”.
         Son lo que yo llamaba el otro día, los “santos modernos”, los autorrealizados, los pilares de la Tierra, los 144.000 santos del Apocalipsis, (número simbólico). Los necesitamos, pues en contra del cuento, necesitamos gente de prestigio que nos diga, cuando el rey está desnudo, pues a los niños, no les hacemos caso.


      
  • Gonzalo Haya
    Creo que estos cuatro puntos resumen los temas del pensamiento cristiano actual.
    Respecto al problema del mal, ya hemos hablado mucho en la última entrega del Equilibrio de la balanza.
    En cuanto al proceso evolutivo, creo que apunta hacia una estructura de la energía cada vez más enriquecida. Por ahora parece que lo más conseguido está en el hombre -dignidad, ética, amor…- pero está por ver si se consigue algo mejor. Por lo pronto esperamos que mejore en cuanto a justicia, igualdad, y fraternidad.
    Sobre el tercer punto, la teología actual defiende cada vez más el pluralismo religioso, aunque la teología tradicional se aferra a la única religión verdadera o, como máximo, al inclusivismo de las demás religiones en la cristiana. Creo que una de las mejores interpretaciones del Reino de Dios está en el lema de la Revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad.
    En el cuarto punto alude a varios temas. Quizás el principal sea que el cristianismo es una forma de humanismo. Personalmente me he planteado ese tema varias veces. Pepe Castillo ha tratado muy bien el tema en su libro “La humanización de Dios”. Creo que el cristianismo es un humanismo, pero un humanismo que llega a lo más profundo del ser humano. Choca sin embargo con un humanismo que podríamos considerar como más epidérmico; y eso se muestra en las paradojas del evangelio: bienaventurados los pobres, los que lloran…, la aparente  “injusticia” con los jornaleros que habían trabajado desde la primera hora, con el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, con el fariseo que cumple toda la Ley frente al publicano que no va a dejar de cobrar los impuestos para Roma… Creo que el cristianismo puede considerarse como un humanismo, pero como un humanismo que rebasa la lógica y la justicia humanas porque se enraíza en la mejor cualidad humana que el amor de generosa entrega.

  • Daniel
    hay que leer unos cuantos libros más y esas preguntas decimonónicas se curan
  • oscar varela
    Hola Carlos!
    Buena propuesta y buen escrito.
    Dos cosas:
    Ad 1.- ¿Por qué no te convence la propuesta de Leibniz registrada bajo el concepto de lo ÓPTIMO (“lo MEJOR de”) trabajado sobre consideraciones de lo POSIBLE (donde se encuentra la llamada OMNI-POTENCIA (que todo lo PUEDE).
    Sobre la tarea del filósofo “RESCATADOR” del Cristianismo. Lina idea!
    ¡Voy todavía! – Óscar.

sábado, 9 de enero de 2016

LA DIFICIL REVOLUCION DE UNA MODERNIDAD LIQUIDA

La difícil revolución de una ‘modernidad líquida’

Estaba yo esta mañana sin presentar nada en ATRIO para la reflexión, aburrido de la política española y sin saber qué elegir entre otros muchos temas de una humanidad sangrante. Y ha sido nuestra Mª Pilar quien me ha enviado este interesante artículo de hoy en El País. ¡Gracias, Pili! A esto llamo yo hacer ATRIO entre todos.AD

Zygmunt Bauman: “Las redes sociales son una trampa”

Es la voz del ‘precariado’. El sociólogo denuncia la desigualdad y la caída de la clase media. Y avisa a los indignados de que su experimento puede tener corta vida

Entrevista realizada por RICARDO DE QUEROLEl País 9 ENE 2016
Su último libro: Estado de crisis
Acaba de cumplir 90 años y de enlazar dos vuelos para llegar desde Inglaterra al debate en que participa en Burgos. Está cansado, lo admite nada más empezar la entrevista, pero se expresa con tanta calma como claridad. Se extiende en cada explicación porque detesta dar respuestas simples a cuestiones complejas.

Desde que planteó, en 1999, su idea de la “modernidad líquida” —una etapa en la cual todo lo que era sólido se ha licuado, en la cual “nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos solo hasta nuevo aviso”—, Zygmunt Bauman es una figura de referencia de la sociología. Su denuncia de la desigualdad creciente, su análisis del descrédito de la política o su visión nada idealista de lo que ha traído la revolución digital lo han convertido también en un faro para el movimiento global de los indignados, a pesar de que no duda en señalarles las debilidades.
Este polaco (Poznan, 1925) era niño cuando su familia, judía, escapó del nazismo a la URSS, y en 1968 tuvo que abandonar su propio país, desposeído de su puesto de profesor y expulsado del Partido Comunista en una purga marcada por el antisemitismo tras la guerra árabe-israelí. Renunció a su nacionalidad, emigró a Tel Aviv y se instaló después en la Universidad de Leeds, que ha acogido la mayor parte de su carrera. Su obra, que arranca en los años sesenta, ha sido reconocida con premios como el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010, junto a su colega Alain Touraine.
Se le considera un pesimista. Su diagnóstico de la realidad en sus últimos libros es sumamente crítico. En ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? (2014) explica el alto precio que se paga hoy por el neoliberalismo triunfal de los ochenta y la “treintena opulenta” que siguió. Su conclusión: que la promesa de que la riqueza de los de arriba se filtraría a los de abajo ha resultado una gran mentira. EnCeguera moral (2015), escrito junto a Leonidas Donskis, alerta de la pérdida del sentido de comunidad en un mundo individualista. En su nuevo ensayo vuelve a las cuatro manos, en diálogo con el sociólogo italiano Carlo Bordoni. Se llama Estado de crisis y trata de arrojar luz sobre un momento histórico de gran incertidumbre. Paidós lo publica en España el día 12.
Bauman vuelve a su hotel junto al filósofo español Javier Gomá, con quien ha debatido en el marco del Foro de la Cultura, un ciclo que celebrará su segunda edición en noviembre y trata de convocar en Burgos a los grandes pensadores mundiales. Él es uno de ellos.
PREGUNTA. Usted ve la desigualdad como una “metástasis”. ¿Está en peligro la democracia?
Ha sido una catástrofe arrastrar la clase media al precariado. El conflicto ya no es entre clases, sino de cada uno con la sociedad”
RESPUESTA. Lo que está pasando ahora, lo que podemos llamar la crisis de la democracia, es el colapso de la confianza. La creencia de que los líderes no solo son corruptos o estúpidos, sino que son incapaces. Para actuar se necesita poder: ser capaz de hacer cosas; y se necesita política: la habilidad de decidir qué cosas tienen que hacerse. La cuestión es que ese matrimonio entre poder y política en manos del Estado-nación se ha terminado. El poder se ha globalizado pero las políticas son tan locales como antes. La política tiene las manos cortadas. La gente ya no cree en el sistema democrático porque no cumple sus promesas. Es lo que está poniendo de manifiesto, por ejemplo, la crisis de la migración. El fenómeno es global, pero actuamos en términos parroquianos. Las instituciones democráticas no fueron diseñadas para manejar situaciones de interdependencia. La crisis contemporánea de la democracia es una crisis de las instituciones democráticas.
Zygmunt Bauman / SAMUEL SÁNCHEZ
P. El péndulo que describe entre libertad y seguridad ¿hacia qué lado está oscilando?
R. Son dos valores tremendamente difíciles de conciliar. Si tienes más seguridad tienes que renunciar a cierta libertad, si quieres más libertad tienes que renunciar a seguridad. Ese dilema va a continuar para siempre. Hace 40 años creímos que había triunfado la libertad y estábamos en una orgía consumista. Todo parecía posible mediante el crédito: que quieres una casa, un coche… ya lo pagarás después. Ha sido un despertar muy amargo el de 2008, cuando se acabó el crédito fácil. La catástrofe que vino, el colapso social, fue para la clase media, que fue arrastrada rápidamente a lo que llamamosprecariado. La categoría de los que viven en una precariedad continuada: no saber si su empresa se va a fusionar o la va a comprar otra y se van a ir al paro, no saber si lo que ha costado tanto esfuerzo les pertenece… El conflicto, el antagonismo, ya no es entre clases, sino el de cada persona con la sociedad. No es solo una falta de seguridad, también es una falta de libertad.
P. Afirma que la idea del progreso es un mito. Porque en el pasado la gente confiaba en que el futuro sería mejor y ya no.
R. Estamos en un estado de interregno, entre una etapa en que teníamos certezas y otra en que la vieja forma de actuar ya no funciona. No sabemos qué va a reemplazar esto. Las certezas han sido abolidas. No soy capaz de hacer de profeta. Estamos experimentando con nuevas formas de hacer cosas. España ha sido un ejemplo en aquella famosa iniciativa de mayo (el 15-M), en que esa gente tomó las plazas, discutiendo, tratando de sustituir los procedimientos parlamentarios por algún tipo de democracia directa. Eso probó tener una corta vida. Las políticas de austeridad van a continuar, no las podían parar, pero pueden ser relativamente efectivos en introducir nuevas formas de hacer las cosas.
P. Usted sostiene que el movimiento de los indignados “sabe cómo despejar el terreno pero no cómo construir algo sólido”.
R. La gente suspendió sus diferencias por un tiempo en la plaza por un propósito común. Si el propósito es negativo, enfadarse con alguien, hay más altas posibilidades de éxito. En cierto sentido pudo ser una explosión de solidaridad, pero las explosiones son muy potentes y muy breves.
P. Y lamenta que, por su naturaleza “arco iris”, no cabe un liderazgo sólido.
R. Los líderes son tipos duros, que tienen ideas e ideologías, y la visibilidad y la ilusión de unidad desaparecería. Precisamente porque no tienen líderes el movimiento puede sobrevivir. Pero precisamente porque no tienen líderes no pueden convertir su unidad en una acción práctica.
“El 15-M, en cierto sentido, pudo ser una explosión de solidaridad, pero las explosiones son potentes y breves”
P. En España las consecuencias del 15-M sí han llegado a la política. Han emergido con fuerza nuevos partidos.
R. El cambio de un partido por otro partido no va a resolver el problema. El problema hoy no es que los partidos sean los equivocados, sino que no controlan los instrumentos. Los problemas de los españoles no están confinados al territorio español, sino al globo. La presunción de que se puede resolver la situación desde dentro es errónea.
P. Usted analiza la crisis del Estado-nación. ¿Qué opina de las aspiraciones independentistas de Cataluña?
R. Pienso que seguimos en los principios de Versalles, cuando se estableció el derecho de cada nación a la autodeterminación. Pero eso hoy es una ficción porque no existen territorios homogéneos. Hoy toda sociedad es una colección de diásporas. La gente se une a una sociedad a la que es leal, y paga impuestos, pero al mismo tiempo no quieren rendir su identidad. La conexión entre lo local y la identidad se ha roto. La situación en Cataluña, como en Escocia o Lombardía, es una contradicción entre la identidad tribal y la ciudadanía de un país. Ellos son europeos, pero no quieren ir a Bruselas vía Madrid, sino desde Barcelona. La misma lógica está emergiendo en casi  todos los países. Seguimos en los principios establecidos al final de la Primera Guerra Mundial, pero ha habido muchos cambios en el mundo.
P. Las redes sociales han cambiado la forma en que la gente protesta, o la exigencia de transparencia. Usted es escéptico sobre ese “activismo de sofá” y subraya que Internet también nos adormece con entretenimiento barato. En vez de un instrumento revolucionario como las ven algunos, ¿las redes son el nuevo opio del pueblo?
R. La cuestión de la identidad ha sido transformada de algo que viene dado a una tarea: tú tienes que crear tu propia comunidad. Pero no se crea una comunidad, la tienes o no; lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto. La diferencia entre la comunidad y la red es que tú perteneces a la comunidad pero la red te pertenece a ti. Puedes añadir amigos y puedes borrarlos, controlas a la gente con la que te relacionadas. La gente se siente un poco mejor porque la soledad es la gran amenaza en estos tiempos de individualización. Pero en las redes es tan fácil añadir amigos o borrarlos que no necesitas habilidades sociales. Estas las desarrollas cuando estás en la calle, o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con la que tienes que tener una interacción razonable. Ahí tienes que enfrentarte a las dificultades, involucrarte en un diálogo. El papa Francisco, que es un gran hombre, al ser elegido dio su primera entrevista a Eugenio Scalfari, un periodista italiano que es un autoproclamado ateísta. Fue una señal: el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa.
Estado de crisis. Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni. Traducción de Albino Santos Mosquera. Paidós. Barcelona, 2016. 157 págs., 16,95 euros