viernes, 9 de septiembre de 2016

CATOLICISMO Y POLITICA EN PUERTO RICO



Catolicismo y política en Puerto Rico: dos libros fundamentales



Samuel Silva Gotay, graduación UPR-RP 2010.
“Nuestra generación, cogida entre dos fuegos, se ha venido alimentando pasivamente de recuerdos y promesas, de nostalgias y presentimientos, de logros y esperanzas, sin poder despejar la incógnita de su presente”.
–Antonio S. Pedreira, Insularismo (1934)
Dos recientes libros de Samuel Silva Gotay – Soldado católico en guerra de religión: Religión y política en España y Puerto Rico durante el siglo XIX1 y La Iglesia Católica de Puerto Rico en el proceso político de americanización, 1898-19302 – provienen de los afanes de un académico que desde hace años ocupa un lugar de honor en los estudios latinoamericanos sobre religión y sociedad.
En 1981, Silva Gotay publicó El pensamiento cristiano revolucionario en América Latina y el Caribe: Implicaciones de la teología de la liberación para la sociología de la religión, que tiene la distinción de haberse traducido al portugués y al alemán, y que muchos consideran el estudio matriz de los orígenes de la teología latinoamericana de liberación. En 1997 publicó Protestantismo y política en Puerto Rico, 1898-1930: Hacia una historia del protestantismo evangélico en Puerto Rico, texto clave para el análisis de los complejos enlaces entre la política diseñada en Washington de americanizar a los puertorriqueños y el avance de las misiones protestantes en la isla. Y en 2005 nos brindó Catolicismo y política en Puerto Rico bajo España y Estados Unidos, siglos XIX y XX. Esta trilogía literaria es lectura fundamental para la conversación académica sobre las complejas relaciones laberínticas entre política y religión en América Latina, el Caribe y Puerto Rico.
Estos dos nuevos libros constituyen una nueva edición de Catolicismo y política en Puerto Rico bajo España y Estados Unidos, revisada y dividida en dos volúmenes. El primero analiza las relaciones entre la Iglesia Católica y el turbulento siglo diecinueve con sus reclamos, heredados de la Ilustración, de modernidad, liberalismo y secularización, tanto en España como en Puerto Rico. El segundo estudia la espinosa relación entre el catolicismo y las políticas imperiales estadounidenses de americanizar a la isla, cedida como botín de guerra territorial a los Estados Unidos en el Tratado de Paris de diciembre de 1898.
Silva Gotay asume en sus libros un riesgo considerable. Pocos escritores tienen la audacia de intervenir en un tema tan complejo y delicado como el de la religión y la política, asunto en el que las pasiones eclipsan con excesiva frecuencia la serenidad del pensamiento, especialmente en tiempos donde los fundamentalismos e integrismos confligen con intenso vigor. El riesgo es mayor en el caso de los textos que nos atañe, ya que el autor en cuestión es de linaje protestante, de subjetividad religiosa cultivada en un ambiente anabaptista que se ha caracterizado históricamente por sus escasas simpatías hacia Roma, lo que por lo visto no le impide adentrarse en corral ajeno para husmear tendencias, complicidades y aspiraciones.
Silva Gotay enfrenta, en estos dos nuevos libros, una tarea muy delicada y compleja. Se trata de analizar con seriedad académica los siguientes temas:
  1. Las tensiones internas al catolicismo español en el siglo diecinueve y sus repercusiones en la política colonial ibérica. La iglesia católica española se vio inmersa en los conflictos que provenían de una Ilustración europea vista con recelo desde Madrid y Toledo, y en las turbulencias sociales, propias de las clases trabajadoras europeas en el siglo de Marx y Engels, que al retar una hegemonía económica y política se vieron obligadas a enfrentar también los poderes espirituales que la legitimaban. Es siglo angustioso para España que se inicia con la ocupación napoleónica, prosigue con la disolución de casi todo el imperio iberoamericano y culmina con la decisiva derrota en la Guerra hispanoamericana que relega a España a la periferia de la geopolítica internacional.
  2. Las dificultades en ese siglo diecinueve de la jerarquía de la Iglesia Católica, la romana y la española, para asimilar y aceptar el auge creciente del liberalismo político, la secularización del estado, el modernismo intelectual y el relativismo ético. Silva Gotay discute sobre todo las controversias teológicas y jurídicas, en el interior de las autoridades eclesiásticas católicas en España, Roma y Puerto Rico, sobre dos temas cruciales: la esclavitud y el liberalismo ideológico y político. La disolución de la famosa Inquisición Española es símbolo de tales dificultades. Para apreciar el cambio que eso representa, recomiendo la lectura de una excelente novela de Miguel Delibes, El hereje (1998). Esta novela de Delibes concluye con un aterrador auto de fe que en la sexta década del siglo XVI desvanece en el fuego de la hoguera los cenáculos protestantes de Sevilla, mientras el insigne teólogo Melchor Cano predicaba sobre el eterno juicio de Dios y el rey Felipe II se sentía satisfecho por mantener intacta la ortodoxia de su nación.
  3. Los dilemas de la Iglesia Católica estadounidense ante la inminente guerra de los Estados Unidos contra España, nación católica por antonomasia. Era una guerra que, por un lado, Roma percibía como nociva para sus intereses en el Caribe y América Latina y que, por el otro, despertaba pasiones ardientes en el ánimo nacionalista estadounidense, como se refleja en editoriales, artículos y caricaturas publicados en 1898 en periódicos por todos los Estados Unidos. Representaba, por lo tanto, ese conflicto bélico un serio desafío a la Iglesia Católica estadounidense, pero también una dorada oportunidad para mostrar su lealtad patriótica. La Iglesia Católica estadounidense, fruto ante todo de grandes migraciones de naciones católicas, culmina ese momento amargo reafirmando su lealtad a la nueva nación imperial y a su peculiar conciencia mesiánica de “destino manifiesto”.
  4. Las enormes contrariedades que enfrenta la Iglesia Católica en Puerto Rico al perder en 1898 el apoyo que, gracias al famoso patronato real, hasta entonces recibía del gobierno metropolitano. El éxodo de muchos clérigos españoles, la disputa por las propiedades eclesiásticas, la pérdida del subsidio estatal, la educación laica sin instrucción religiosa eclesial, la legalización del matrimonio civil, los proyectos de control demográfico y la secularización de los cementerios, componen un complejo tejido de factores que debilitan la estructura institucional de la Iglesia Católica boricua en un momento en que las sociedades misioneras protestantes norteamericanas pretenden hacer del futuro siglo americano también la culminación de sus aspiraciones misioneras globales.
  5. Los conflictos agudos que atraviesa la nueva jerarquía católica en Puerto Rico, la cual es, hasta la década de los sesenta, de origen estadounidense, al adoptar una doble estrategia: mantener la hegemonía de la cultura religiosa católica a la vez que propicia la asimilación de los puertorriqueños al lenguaje y los hábitos sociales de los Estados Unidos. Es tarea doblemente difícil ya que, por un lado, un sector de la burocracia imperial va a medir el éxito de su administración colonial por los logros en la asimilación de la población puertorriqueña no solo al idioma inglés sino también al conjunto mítico de valores estadounidenses, aquello que en días recientes el profesor de Harvard y principal ideólogo contra la inmigración latinoamericana Samuel P. Huntington ha catalogado como el núcleo anglo-protestante de los Estados Unidos. Por otro lado, a la Iglesia le interesaba demostrar que la asimilación cultural no conlleva necesariamente la conversión protestante ni el abandono de las tradiciones cúlticas católicas. Se trata, por ende, de inaugurar un sendero inédito para el pueblo puertorriqueño: americanización, en inglés, pero cobijada en el seno de la ancestral madre Iglesia Católica, de origen ibérico.
  6. Los retos que las vigorosas incursiones proselitistas protestantes, con el aparente visto bueno de las autoridades coloniales estadounidenses, presentan a la Iglesia Católica en Puerto Rico, por centurias acostumbrada a disfrutar del monopolio de legitimidad eclesiástica. La transición del patronato real, con su ambigua ligazón al estado colonial y su fusión mítica con la cultura nacional, a la competencia del mercado libre religioso que se rige por normas muy distintas a las que el clero católico estaba habituado, no fue fácil ni agradable y requirió de las autoridades eclesiásticas una delicada habilidad estratégica de negociación diplomática con el gobierno colonial y, simultáneamente, un repudio agresivo al protestantismo. Se inauguró así una batalla de los espíritus que aún no cesa del todo.
  7. La decisión del Vaticano de conferir a la Iglesia Católica puertorriqueña un estatuto autónomo de la estadounidense al mismo tiempo que intenta evitar fricciones con Washington. Tal decisión ha tenido repercusiones de largo plazo, como puede deducirse, por ejemplo, de la controvertida carta pastoral de agosto de 2003 del actual arzobispo de San Juan, Monseñor Roberto Octavio González Nieves, provocadoramente titulada Patria, nación e identidad: don indivisible del amor de Dios, una firme defensa de la identidad cultural nacional de Puerto Rico, la cual reitera en otra carta pastoral, emitida en ocasión de la pascua de 2011, Prediquemos al Cordero de Dios, sacrificado y victorioso: la nueva evangelización de Puerto Rico.
  8. El surgimiento de una fuerte corriente nacionalista católica que pretendió retar la autoridad del imperio y la colaboración de la jerarquía católica con este. Aquí Silva Gotay se adentra en un tema que suscita debates intensos: las referencias de Pedro Albizu Campos a símbolos religiosos católicos como parte de la nacionalidad puertorriqueña insurgente, a la vez que sus críticas a la jerarquía católica por sus hábitos y actitudes coloniales. Es asunto que desde diversas perspectivas ha sido tratado por César Andreu Iglesias y Arcadio Díaz-Quiñones en sugestivos ensayos sobre los símbolos y las imágenes religiosas en los discursos y escritos de Albizu, al igual que por Anthony Stevens-Arroyo, quien lleva años tratando infructuosamente de convencernos de la alegada decisiva influencia del filósofo catalán Jaime Balmes en el pensamiento albizuista. Es un campo minado y sospecho que serán varias las banderillas que los colegas universitarios y políticos que se atrevan a lanzarse al ruedo tratarán de clavar en la cerviz de este toro bravo.
  9. El desarrollo de una impresionante red de escuelas católicas que asume la encomienda de educar una élite social y política puertorriqueña que permita conciliar americanización y catolicismo. Es, nuevamente, cuestión muy debatida. Convergen aquí aspiraciones diversas: el deseo de unas capas sociales puertorriqueñas de que sus hijos aprendan a dominar las reglas del juego político y económico del imperio, lo cual requiere la maestría del inglés, la importación de maestros estadounidenses, muchos de ellos clérigos y religiosas, capaces de enseñar solo en inglés, la aspiración de la Iglesia Católica de mantener su dominio religioso de la Isla mediante la educación de los líderes laicos de la sociedad, el aparente acuerdo de esa Iglesia Católica con el credo de la americanización de la juventud privilegiada del país.
  10. Los conflictos entre aquellos sectores populares de la Iglesia Católica puertorriqueña, atentos a la vocación solidaria con los pobres y oprimidos que tan vigorosamente resuena en los textos proféticos y evangélicos de las escrituras sagradas judeocristianas, y la jerarquía eclesiástica abocada generalmente a una política de prudente conformidad con el modernismo capitalista. Es un tema que obviamente apasiona a Silva Gotay, como académico y como sujeto histórico. Nos damos aquí con un autor a quien no le es posible ni deseable ocultar su simpatía con la recuperación que las teologías de liberación efectúan de las dimensiones proféticas e insurgentes de la religiosidad bíblica y evangélica.
Como puede verse por esta apretada sinopsis, estos libros de Silva Gotay constituyen una exploración abarcadora de asuntos de primordial importancia en las relaciones entre las instituciones religiosas católicas y la política de control colonial de Puerto Rico, en las postrimerías del imperio español y en los albores del estadounidense. Es encomiable la erudición que adornan estos libros al lidiar con asuntos que inspiran intenso debate entre ópticas distintas y lecturas, en ocasiones, opuestas. Es, además, admirable la audacia intelectual de Samuel Silva Gotay de poner sobre la mesa de diálogo sus interpretaciones y someterse así al intercambio crítico que ineludiblemente sucede a la primera ola de elogios y encomios.
Son temas que suscitan diálogos, debates y disputas, algo habitual en el mundo académico, pero que en ocasiones tocan fibras sensitivas de identidad religiosa y afiliación eclesiástica, como puede verse en la enérgica crítica que a Catolicismo y política en Puerto Rico bajo España y Estados Unidos hizo el joven historiador Gerardo Alberto Hernández Aponte, en mayo de 2006, en las páginas del principal periódico católico del país, El visitante.3 Aunque Silva Gotay no parece haber aceptado las críticas principales que hizo Hernández Aponte a sus evaluaciones y perspectivas historiográficas,4 no me cabe duda que al menos prestó atención a varias de sus correcciones factuales.5
Permítaseme contribuir al debate con un cuestionamiento sobre un asunto significativo para los historiadores de la esclavitud afroamericana. Silva Gotay se admira ante la defensa que de la esclavitud hacen algunos jerarcas católicos en la segunda mitad del siglo diecinueve a pesar de que el papa Gregorio XVI la había condenado, según él, “de forma absoluta y definitiva” en su carta apostólica In Supremo Apostolatus, emitida en 1839. Pero, ¿es cierto que Gregorio XVI condenó “de forma absoluta y definitiva” la esclavitud o era su objetivo inmediato más bien reprobar el tráfico trasatlántico de africanos esclavizados? En mi opinión, tanto el contenido de la carta apostólica como el contexto histórico específico en que se emitió la sitúan más bien como un episodio clave en la lucha por erradicar el comercio transatlántico de esclavos africanos, objetivo que se había cristalizado en acuerdos internacionales por varios países involucrados en esa trágica empresa pero que a su vez se violaba continuamente por contrabandistas de africanos violentamente cautivados. Por ello un jerarca católico podía, posterior a In Supremo Apostolatus, defender la esclavitud e incluso poseer esclavos sin percibir contradicción alguna con la postura papal. Lo que censura Gregorio XVI, por tanto, es la trata transatlántica de esclavos, no la esclavitud misma.
No es esta, dicho sea de paso, mi exclusiva apreciación. Así entiende también su limitado pero importante propósito el historiador de las posturas teológicas y canónicas que sobre la esclavitud postulase la Iglesia Católica a lo largo de su historia, el erudito John Francis Maxwell, en una obra, Slavery and the Catholic Church: The History of Catholic Teaching Concerning the Moral Legitimacy of the Institution of Slavery,6 tomo que Silva Gotay, por cierto, cita repetidas veces en el primero de sus dos nuevos libros.
El lenguaje, sin embargo, que emplea Gregorio XVI al censurar el comercio de esclavos y reclamar el reconocimiento por las naciones cristianas de la plena humanidad de los africanos tiende, a la postre, a subvertir la restricción contextual del decreto papal y propicia las aspiraciones abolicionistas de la esclavitud. Acotemos también, como nota de interés para los estudiosos del siglo dieciséis, el que Gregorio XVI señale, como precedente importante, la carta apostólica de Pablo III, emitida en 1537, dirigida al Cardenal Arzobispo de Toledo primado de España, en la cual el Supremo pontífice condena la esclavitud de los nativos americanos e insiste en que la corona española reconozca la plena humanidad y libertad de sus nuevos vasallos transatlánticos. Aunque muchos eruditos entienden que esa carta fue abrogada por Pablo III a causa de presiones de la corte del rey Carlos V, Gregorio XVI reconoce como válida y vigente este decreto que tanto elogió Bartolomé de las Casas en su lucha por la emancipación de los indígenas americanos.
Igual que sus otros libros anteriores, estas nuevas aportaciones académicas de Silva Gotay hacen a su autor merecedor de nuestro pleno reconocimiento como un intelectual de excepcional valía en el estudio de las complejidades sociales que afrontan las instituciones religiosas latinoamericanas y caribeñas. Sin temor a que se me acuse de estar influenciado por muchos años de cercana amistad, de haber compartido con el autor innumerables alegrías y tristezas, además de incontables botellas de buen vino, puedo afirmar que Samuel Silva Gotay es el principal estudioso en nuestro país de las relaciones entre el cristianismo institucional y las sociedades puertorriqueñas y latinoamericanas.
El nombre de Samuel Silva Gotay viene a mi mente cuando leo la admirable descripción que del historiador solidario escribe el brasileño Rubem Alves; una descripción que podría articular una alternativa a las angustiosas incógnitas planteadas por Antonio S. Pedreira en la cita de Insularismo con que iniciamos este ensayo:
“El historiador así, es alguien que recupera memorias perdidas y las distribuye, como si fuera un sacramento, a aquellos que perdieron la memoria. En verdad, ¿qué mejor sacramento comunitario existe que las memorias de un pasado común, marcadas por la existencia del dolor, del sacrificio y la esperanza? Recoger para distribuir. Él no es solo un arqueólogo de memorias. Es un sembrador de visiones y de esperanzas”.7
  1. San Juan, PR: Publicaciones Gaviota, 2012. [↩]
  2. San Juan, PR: Publicaciones Gaviota, 2012. [↩]
  3. Gerardo Alberto Hernández Aponte, “El nuevo libro de Samuel Silva Gotay”, El visitante, Año XXXII, Núm. 19, 7 al 13 de mayo de 2006, 4-6. [↩]
  4. Véase la réplica de Silva Gotay a Hernández Aponte, “Catolicismo y política en Puerto Rico, bajo España y Estados Unidos: siglos xix y xx. Otra visión del libro”, El visitante, Año XXXII, Núm. 22, 28 de mayo al 3 de junio de 2006, 12s. [↩]
  5. Hernández Aponte reitera sus críticas en su libro La Iglesia Católica en Puerto Rico ante la invasión de Estados Unidos de América: Lucha, sobrevivencia y estabilización (1898-1921) (San Juan, Puerto Rico: Editorial Tiempo Nuevo, 2013). [↩]
  6. Chichester and London: Barry Rose Publishers, 1975, 73s. [↩]
  7. Rubem Alves, “Las ideas teológicas y sus caminos por los surcos institucionales del protestantismo brasileño”, en Pablo Richard (ed.), Historia de la teología en América Latina (San José, Costa Rica: CEHILA/DEI, 1981), 363-364. [↩]

sábado, 27 de agosto de 2016

COMO HACER FRENTE AL FUNDAMENTALISMO

Como hacer frente al fundamentalismo


BoffActualmente se produce en todo el mundo un aumento creciente del conservadurismo y de fenómenos fundamentalistas que se manifiestan por la homofobia, xenofobia, antifeminismo, racismo y todo tipo de discriminaciones.
El fundamentalista está convencido de que su verdad es la única y todo lo demás son desviaciones o  está fuera de la verdad. Esto es recurrente en los programas televisivos de las distintas iglesias pentecostales, incluyendo a sectores de la Iglesia Católica, pero también en el pensamiento único de sectores políticos. Piensan que sólo la verdad, la de ellos tiene derecho. El error hay que combatirlo. Este es el origen de los conflictos religiosos y  políticos. El fascismo empieza con este modo cerrado de ver las cosas.
¿Cómo vamos a hace frente a ese tipo de radicalismo? Hay muchas formas y creo que una de ellas consiste en rescatar el concepto bueno de relativismo, palabra que muchos no quieren oír. Pero en él hay mucha verdad.
Debe ser pensado en dos direcciones: En primer lugar, lo relativo quiere expresar el hecho de que todos estamos de alguna forma relacionados. En la  perspectiva de la física cuántica, la encíclica del Papa Francisco insiste sobre cómo cuidar de la Casa Común: «todo está íntimamente relacionado; todas las criaturas existen y dependen unas de otras» (n.137; 86). Por esta interrelación todos somos portadores de la misma humanidad. Somos una especie entre tantas, una familia.
En segundo lugar es importante comprender que cada uno es diferente y tiene valor por sí mismo, pero está siempre en relación con otros y sus modos de ser. De aquí que sea importante relativizar todos los modos de ser; ninguno de ellos es absoluto hasta el punto de invalidar los demás. Se impone también una actitud de respeto y de acogida de la diferencia porque, por el simple hecho de estar ahí, goza del derecho de existir y de coexistir.
Es decir, nuestro modo de ser, de habitar el mundo, de pensar, de valorar y de comer no es absoluto. Hay otras mil formas diferentes de ser humanos, desde la forma de los esquimales siberianos, pasando por los yanomamis de Brasil, hasta llegar a los habitantes de las comunidades de la periferia y a los de las sofisticadas Alphavilles, donde viven las élites opulentas y temerosas. Lo mismo vale para las diferencias de cultura, de lengua, de religión, de ética y de ocio.
Debemos ampliar la comprensión de lo humano mucho más allá de nuestra concreción. Vivimos en la fase de la geosociedad, sociedad mundial, una, múltiple y diferente.
Todas estas manifestaciones humanas son portadoras de valor y de verdad. Pero son un valor y una verdad relativos, es decir, relacionados unos con los otros, interrelacionados, ya que ninguno de ellos, tomado en sí mismo, es absoluto.
¿Entonces no hay verdad absoluta? ¿Vale el “everything goes” de algunos posmodernos? ¿Vale todo? No vale todo. Todo vale en la medida en que mantiene relación con los otros, respetándolos en su diferencia y no perjudicándolos.
Cada uno es portador de verdad pero nadie puede tener el monopolio de ella, ni una religión, ni una filosofía, ni un partido político, ni una ciencia. Todos, de alguna forma, participan de la verdad, pero pueden crecer hacia una comprensión más plena de la verdad, en la medida en que se relacionan.
Bien decía el poeta español Antonio Machado: «No tu verdad. La verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela». Si la buscamos juntos, en el diálogo y en la relacionalidad recíproca, entonces va desapareciendo mi verdad para dar lugar a nuestra Verdad, comulgada por todos.
La ilusión de Occidente, de Estados Unidos y de Europa, es imaginar que la única ventana que da acceso a la verdad, a la religión verdadera, a la auténtica cultura y al saber crítico es su modo de ver y de vivir. Las demás ventanas solo muestran paisajes deformados.
Pensando así se condenan a un fundamentalismo visceral que los hizo, en otro tiempo, organizar masacres al imponer su religión en América Latina y en África, y hoy haciendo guerras con gran mortandad de civiles para imponer la democracia en Iraq, Afganistán, Siria y en todo el Norte de África. Aquí se da también el fundamentalismo de tipo occidental.
Debemos hacer el buen uso del relativismo, inspirados, por ejemplo, en las artes culinarias. Hay una sola culinaria, la que prepara los alimentos humanos, pero se concreta en muchas formas y en las distintas cocinas: la minera, la nordestina, la japonesa, la china, la mejicana y otras.
Nadie puede decir que sólo una es la verdadera y sabrosa, por ejemplo, la minera o la francesa, y que las otras no lo son. Todas son sabrosas a su manera y todas muestran la extraordinaria versatilidad del arte culinario.
¿Por qué con la verdad debería ser diferente? La base del fundamentalismo es esa arrogancia de que su modo de ser, su idea, su religión y su forma de gobierno es la mejor y la única válida en el mundo.
*Leonardo Boff es filósofo, teólogo, profesor emérito de Ética de la UERJ y escritor.
Traducción de Mª José Gavito Milano

lunes, 22 de agosto de 2016

ENTREVISTA A XABIER PIKAZA

"Algunas cosas de las que dice Cañizares son de una Iglesia que ya ha terminado"

Xabier Pikaza: "El Papa está jugando con fuego. Tiene a su lado a gente que le está puenteando"

"Los que forman la Curia son gente valiosísima, pero en momentos es una gran rémora"

Redacción, 22 de agosto de 2016 a las 10:32
 No sé lo que pasará mañana, pero hoy se puede trabajar con más libertad no perteneciendo al ámbito eclesiástico directo que perteneciendo a él. Es tristísimo que sea así, pero es así. Tienes que escoger.
Xabier Pikaza/>

Xabier Pikaza

  • Freijo, Pikaza y el Padre Ángel
  • Xabier Pikaza
  • Pikaza, en la presentación de su libro
  • Pikaza y José Ignacio Postigo
  • Freijo, Pikaza y el Padre Ángel
  • Xabier Pikaza
  • Pikaza, en la presentación de su libro
  • Pikaza y José Ignacio Postigo
  • Freijo, Pikaza y el Padre Ángel
  • Xabier Pikaza
  • Pikaza, en la presentación de su libro
  • Pikaza y José Ignacio Postigo
Cuando pienso en un hombre sabio, así con todas las letras, en la cabeza se me aparece la imagen de Xabier Pikaza (Orozko, Vizcaya, 1941). Escucharle es aprender y sentirse un privilegiado por «volver» a sus clases 25 años después. Lo entrevista Fernando Rodríguez en El Día de Salamanca.
En San Morales, aquí al ladito, vive uno de las personas que más sabe de las religiones en todo el planeta. Aviso: no dice cosas fáciles de escuchar. Menos aún de leer. Trabajador compulsivo, no puede parar de pensar y de escribir lo que piensa. El mundo se lo agradece.
¿En qué anda ahora metido Xabier?
Llevo tres meses y medio corrigiendo un comentario al evangelio de San Mateo, largo, bastante técnico y profesional. Son 1.200 páginas que exigen muchísimo tiempo. Quiero acabarlo en septiembre.
¿Tienen salida real esos libros tan extensos?
Bastante más que el libro pequeño. Este comentario de Mateo puede durar hasta 10 años en el mercado. Al principio lo compran todos los centros teológicos, que tampoco son demasiados. Pero ahora sobre todo se compra en Estados Unidos porque allí empieza a haber un tipo de cristiano, hombre culto, que empieza a querer leer en
castellano.
No sólo lo comprarán sacerdotes o pastores protestantes, sino bastante gente que tiene interés bíblico. Date cuenta que en Los Ángeles se hacen más cursos bíblicos en lengua castellana que en todo el mundo, incluido Madrid. Ese libro se venderá también en México, donde hay un interés cultural mucho mayor que aquí y además los libros son más baratos porque hay menos impuestos. Algo se venderá en Colombia y muy poco en Argentina, porque allí no tienen dnero; sí interés, pero no dinero.
¿Cuántos libros tiene actualmente en su biblioteca?
No sé decir. Pueden ser 15.000/25.000, pero no los he contado. Antes, cuando daba clase, tenía todos los libros que había sobre el Evangelio de San Mateo.
¿Y cuántos puede haber?
Pues muy importantes 6 o 7, importantes 30 ó 40; monografías valiosas, 200 o 300. Todos esos los tenía.
¿Hay algún tesoro en su biblioteca?
No. Porque para eso necesitas mucho dinero. Tengo ediciones raras, eso sí, de la Biblia.
¿Cuántas Biblias tienes?
En hebreo, 8 o 9 ediciones. En griego, 15 o 20. En castellano, 15 o 20.
¿En cuántos idiomas estudias para leer la Biblia?
Bueno. Últimamente sólo manejo la biblia en castellano, en hebreo, en griego y consulto comentarios en alemán, inglés y francés, con algo en italiano, y de vez en cuando la leo para mí en euskara..
¿Cuántos libros ha escrito?
No sé. Buenos, o sea, importantes, gordos, unos 30. Menos importantes, pueden ser 70, 80 o 90. Los últimos libros que he escrito fueron un comentario al Evangelio de San Marcos de 1.200 páginas, una historia de Jesús de 700, un par de ediciones de un diccionario de la Biblia, un diccionario de pensadores cristianos, otro de religiones
comparadas que escribí con un amigo musulmán...
¿Y eso da para vivir?
Lo que te permite seguir viviendo son las traducciones. Me he pasado los últimos dos años con una traducción de unos comentarios técnicos de la Biblia que se hicieron el siglo XIX. Y ahora me han pedido que les haga los profetas, ya he hecho a Isaías y a Jeremías y me pondré después con Ezequiel y con Daniel. Es una cosa que no necesita mucha inteligencia, pero tienes que saber citar en griego y en hebreo. Con un libro puedes perder dinero, pero en las traducciones te pagan por palabra y así puedes seguir viviendo.
¿Sus libros también son pirateados?
Claro. Mis libros se leen más pirateados que en el original. En América se pueden bajar con mucha facilidad. Esto por una parte es malísimo pero por otra no, porque hay lugares, desde Cuba hasta Argentina, en los que no se pueden conseguir de otra manera. En uno mis últimos viajes a Argentina comprobé que mi «Diccionario de la Biblia» cuesta, al cambio de 70 euros el jornal de mes de y medio de un trabajador cualquiera. ¿Cómo los van a comprar así?
Hace ya 13 años que tuvo que dejar la docencia de la que tanto disfrutamos algunos alumnos suyos. ¿Echa de menos dar clase?
De todas maneras yo tenía que estar jubilado. Además, una mañana sí y otra también suelo poner una cosa en el blog (http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php) y eso es como si fuera una clase. De vez en cuando doy alguna conferencias. En la Universidad Pontificia me era muy difícil seguir por cuestiones personales y no iba a buscar otro lugar para dar clase.


Y también abandonó su vida como sacerdote. ¿Echa de menos su vida religiosa?
Sí y no. Se puede ser igual, cristiano intenso, siendo un hombre de a pie. De hecho ésta es una casa de bastante cristianismo. En los últimos años la vida como presbítero se hacía difícil porque yo tenía una manera distinta de ver la Iglesia. Entonces tienes mucha más paz estando y pensando desde fuera que desde dentro. Tienes mucha capacidad de vivir con más tranquilidad, con humor, con un poco de gozo.
No sé lo que pasará mañana, pero hoy se puede trabajar con más libertad no perteneciendo al ámbito eclesiástico directo que perteneciendo a él. Es tristísimo que sea así, pero es así. Tienes que escoger. No todo se puede. Me gustaría que las cosas fueran distintas, pero por ahora así son.
¿Cómo vivió ese proceso de duda que le llevó a dejar el sacerdocio?
Fue un proceso largo en el que te vas dando cuenta de que estás en un sitio que no responde a lo que tú quieres hacer. Que a lo mejor en otro lugar rindes de otra manera. También está el encuentro con Mabel (mi esposa), claro. Sin ese encuentro nada hubiera sido entonces posible, ni mi vida (nuestra vida) posterior hubiera sido lo que ha sido y lo que es: una bendición personal, un camino de amor de los dos, una posibilidad de trabajo intelectual.
Sin Mabel, mi vida intelectual hubiera acabado el año 2003, al dejar la Universidad. Con ella y por ella ha sido mucho más fecunda que antes, en línea personal, pero también al servicio de la tarea de la Iglesia, e incluso de la Merced, a la que pertenecía y ahora pertenecemos los dos, de otra manera.
Y también está la posibilidad de recuperar tu propia libertad. Desde el establishment de la Iglesia me pueden decir que yo lo he dejado. Yo también puedo decir que hayuna parte del establishment que es bastante duro con quien ha abandonado los Ministerios. Creo que éste es uno de los pecados mortales de la Iglesia Católica en los últimos
30 o 40 años. Por una parte, es el pecado de abandonar a su suerte a gran cantidad de presbíteros y sacerdotes y por otro lado y sobre todo, es el pecado de no valorar, no aprovechar lo que ellos pueden aportar. Con eso, la iglesia ha perdido gran parte de su mejor capital humano, social, de pensamiento y vida. No hay ninguna empresa seria de este mundo en la que se hubiera permitido eso.
Mira. Yo soy uno de los pocos con suerte, en España. De entre los 15 o 20 mil que han debajo el ministerio por varias razones, soy de los muy pocos que he podido seguir trabajando igual que antes, incluso con más fuerza que antes. Quitando dos o tres editoriales que no quisieron publicarme por lo que había sucedido, el resto me publican... Pero mi caso es extraordinario. Lo más sencillo para mí hubiera sido olvidarse de la Biblia, de la Teología, de la Iglesia. Eso es lo que algunos hubieran querido que yo hiciera. Lo más difícil es seguir publicando. Mi «Diccionario de la Biblia» en determinados círculos es una referencia y no creo que hubiera podido escribirlo desde dentro de la Institución.
¿Cómo va su grado de simpatía hacia el Papa Francisco?
Va bien. Creo que es un hombre inteligente, jesuita. Creo que está jugando un poco con fuego porque está manteniendo a su lado a gente que no comulga con él. Como Papa tiene todos los poderes y podría mandarlos a todos a un lado, pero no lo quiere hacer. Tiene a su lado a gente que le está puenteando. El problema es que no puede ir él sólo, sino que tiene que ir con toda la Iglesia y el conjunto de obispos que tiene en distintos lugares, España a la cabeza, no van en su línea.
Quizá él está apostando por sembrar. Algunos diríamos que es mejor dar un golpe de mano e inmediatamente cerrar la Curia Vaticana, pero básicamente porque en el 90 por ciento de los casos lo que hacen allí es inútil, entre otras cosas porque existe la informática. Los que forman la Curia son gente valiosísima, pero no aporta lo que podría para la buena marcha del Evangelio, y en momentos es una gran rémora.
Creo que el Papa hace lo que buenamente puede, aunque me gustaría que diera una marcha más fuerte.
¿Le conoce personalmente?
No. A algunos de sus amigos sí, pero a él no.
Parece que cae mejor a los creyentes menos practicantes y peor a los más practicantes. Hay un tipo de creyente muy practicante que vive en grupos y que está muy estructurado ideológicamente y a esos este Papa les cae a traspiés. Ellos habían marcado unos itinerarios y parece que el Papa no quiere una iglesia de grupos fuertes sino de gente abierta, de la calle, de parroquias. Que es apostar por cosa difícil, eh. Pero también cae muy bien a mucha gente que es practicante.
Por cierto ¿se puede ser creyente y no practicante?
Pero, ¿qué es ser practicante? Contésteme usted, por favor. En la línea más protestante, la práctica sacramental semanal es importante pero no es lo decisivo. También en ciertas iglesias orientales. Aquí nos hemos fijado mucho en la misa del domingo, que no está nada mal vivida en el sentido originario, profundo, cristiano.
Si tomas practicante en el sentido del Evangelio, es alguien que quiere vivir los principios básicos del Sermón de la Montaña. Que ve en Jesús un estímulo, un camino de vida. Sin eso, no puedes ser cristiano. Eres otra cosa. Hemos dado demasiada importancia a una práctica que puede ser muy ritualista y menos a un tipo de compromiso personal de seguir el Evangelio.


¿Cómo cree usted que se podría combatir la falta de vocaciones religiosas?
No lo sé. Desde hace mucho tiempo pienso que el tipo de clérigo que ha habido en Occidente ya ha cumplido su función. Nuestros pueblos castellanos no se entienden sin el cura, pero ese ciclo se está acabando y yo no creo que tenga repuesto y no tiene sentido importar de otros lugares.
Se trata de crear unos servicios distintos sin necesidad de que sean al estilo sacerdotal antiguo, que tampoco viene ni de la Biblia ni de los primeros cristia nos, sino que es posterior. Y en ese sentido hay un miedo inmensoporque la Iglesia se ha identificado
con un tipo de sacerdote. Yo creo que eso está acabando.
El Papa ha dado unos pasos, que algunos creemos en que son lentísimos, por ejemplo, creando una comisión sobre la ordenación de mujeres para diáconos, pero claro para el tipo de diáconos que tiene establecidos ahora la Iglesia no merece la pena.
¿Qué le parecen determinadas opiniones polémicas del arzobispo Antonio Cañizares?
Lo primero que siento es que yo ya no soy capaz de ir a Valencia y decirle Antonio, vamos a tomarnos una cerveza. Porque sí que hemos sido amigos y alguna cerveza hemos tomado.
¿Ahora ya no?
No, ahora hay menos tiempo y por una serie de cosas ya no nos vemos.
¿Y qué le diría si le viese?
¿Por qué dices eso? Pues no lo sé. Te marca mucho el lugar donde vas y el puesto que ocupas. Le conozco bastante. Este tipo de personas no tenían porque haber sido este tipo de obispos. He sido compañero de Rouco, Sebastián, Blázquez, Cañizares... todos son buenísima gente, pero quizá los ministerios tenían que ser de otra manera. Me da pena. Algunas cosas de las que dice Cañizares pertenecen a una iglesia que de alguna manera está terminando. Por otra parte, qué vas a hacer, ¿destituirlo? A veces queda tomarlo con humor.
En clave internacional, es usted experto en el judaísmo. ¿Cree que tienen solución los conflictos entre los árabes y los israelíes?
Yo creo que uno de los grandes errores del siglo XX ha sido la creación del estado de Israel. Personalmente les digo a todos los judíos que el futuro de Israel llegará en el momento en el que renuncien al estado de Israel y sean capaces de vivir como lo han hecho durante siglos. Tal y como están allí, si bajan la guardia, se los comen. Da mucha pena porque son gente de una inmensa capacidad, pero allí habría que hacer un estado multiétnico y multirreligioso y eso es muy difícil. La religión judía es otra cosa. El mundo perdería algo importantísimo si Israel dejara de existir. Israel como pueblo, como cultura, como mundo religioso.
Ya fueron expulsados de aquí en su tiempo.
Es que políticamente se hicieron peligrosos. Fue una cosa horrible que los expulsaran, no se fue capaz de vivir con ellos. También es verdad que era difícil vivir con aquella minoría, con una gran conciencia y una gran independencia. Eso te exige un Estado que ni siquiera hoy con el paso de los siglos todavía España lo permite. Tampoco con los políticos de hoy en día sería posible vivir en un estado como aquel donde medio millón de judíos tenían una autonomía real, económica y cultural...
Tanto los judíos como los musulmanes son parte del problema, pero también de la solución. Hoy tampoco hay muchísima salida, aunque claro, la salida tampoco es bombardear.
Le quiero entender alguna correspondencia entre aquella España de hace siglos y la de hoy en día que trata de hacer frente a los desafíos independentistas.
Mira. Todos tenemos dos o tres patrias. Yo no he tenido que dejar de ser vasco para vivir en Salamanca. Mi identidad vasca es muy fuerte, pero también la judía, incluso más, porque ahora sé mucho más del mundo judío.
Creo sinceramente que los estados tienen que recrearse. Lo vasco no es enemigo de lo español, ni lo español de lo vasco. Lo buen español tendría que tener como aliado a lo buen vasco. Por lo menos en esto sí vamos a mejor porque ya no se mata. Pero
hoy el problema no es una identidad vasca, española o catalana. El problema es dónde anda el dinero, por dónde va y qué hace el dinero.
¿Y cómo se pueden encajar esas diferentes sensibilidades?
Los encajes tendrán que verlos ellos, pero sin imposiciones. Porque la ley de las mayorías termina siendo dictadura si las mayorías no atienden a las minorías. Te voy a contar un ejemplo muy bonito de la tradición judía.
Cuénteme.
Dice que cuando un tribunal de 38 miembros como solía ser el Sanedrín condena por unanimidad a alguien, hay que liberar a ese alguien. Porque ese tribunal está amaestrado, porque no puede ser que 38 hombres vean lo mismo.
Hay que aceptar la pluralidad de las cosas y si una mayoría de un 80 por ciento piensa así, que es perfecto, la única manera que les dignifica es que ofrezcan espacios de dignidad a otros que piensan de manera distinta. La imposición de la mayoría es mala. No hay otra cosa mejor que la democracia, pero siempre que haya una respuesta al
distinto.
También es usted uno de los mayores expertos españoles en el Islam. En este momento de atentandos casi diarios, ¿cómo podemos librarnos de ese pensamiento que asocia definitivamente terrorismo con Islam?
Claro. El Islam tiene muchas cosas que son buenas. Tienen que hacer una vuelta a sus raíces más hondas. Pero el Islam también tiene sus demonios. Y ese demonio de ISIS o como se llame es un demonio del Islam, y lo tienen que combatir ellos. También los cristianos y los católicos tenemos demonios, que quede claro. Y la construcción de fondo cristiano de este mundo capitalista es un demonio también. Entonces tampoco podemos andar dando grandes lecciones mientras mantenemos un tipo de estructura de capital de dominio mundial. A jugar a limpio, había que cambiar todos.
¿Y cuál podría ser la solución para combatir ese radicalismo asesino del ISIS?
La solución no puede estar en una guerra. Nunca. La solución es una transformación de las personas, pero tendría que venir un cambio desde el interior del Islam.
Hay muchas personas que están por la labor de un Islam que sea místico y cordial, un Islam que acepte de alguna manera la historia. Los cristianos tenemos la ventaja de que nuestra historia está vinculada a un crucificado, a un tipo al que mataron por promover un tipo de revolución no militar, no violenta desde la base de un grupo de marginales que optan por vivir un ideal distinto de comunión. Con un tipo de vinculación al poder, las cosas cambiaron mucho desde el siglo IV.
¿Y a diferencia del cristianismo, qué hace el Islam?
El Islam tiene la ventaja de querer crear una comunidad confesionalmente creyente, pero la desventaja de que esa comunidad se crea con la guerra. Quieras o no, la conquista de La Meca por Mahoma está ahí. Yo creo que los musulmanes deberían desvincularse de ello, pero claro sin renegar de su historia, como nosotros no lo
hacemos de Fernando III El Santo, que era santo y que conquistaba territorios igual.
Creo que tendrían que volver a las primeras experiencias de un Islam que es protector de pobres y muy místico. Eso exige un cambio de mentalidad de muchos musulmanes y tambiéndel mundo occidental que ha demonizado a los musulmanes. También exige un tipo de humor a la hora de leer el Corán.
No es el mismo caso entonces que la cultura cristiana hace con la Biblia.
No. Para nosotros la Biblia es una interpretación aceptada por la Iglesia, pero no es al pie de la palabra. No es en cada cosa que dice, palabra de Dios, pero el Corán tiende a ser palabra de Dios al pie de la letra y si quieres interpretarlo, entras en problema. Pero ese camino lo tienen que hacer ellos. Yo pensé hace tiempo que el Islam iba a desaparecer en dos o tres siglos, con la entrada de un tipo de racionalidad, pero ahora no lo veo nada claro.
¿Cómo valora el asesinato del cura francés de hace unos días a manos de militantes del ISIS?
Más allá de que sea un muerto solo o que los asesinos sean un par de locos, creo que es muy grave en el sentido de que es una provocación, bien organizada, racionalmente realizada.


¿Qué es lo que puede unir la religión cristiana con el Islam?
Mis amigos musulmanes dicen que lo único que nos une es la ayuda al pobre. Pero ellos mismos son los que me dicen que cuando el Islam toma el poder se destruye. Y eso viene desde muy lejos.
¿Y qué nos distingue radicalmente?
El hecho de que Jesús muera. Eso al Islam le cuesta mucho. El Islam no tiene ningún problema con la Navidad, es más, es mucho más importante para ellos que para nosotros, para quienes es poco más que un símbolo bonito, venerable.
Ellos no aceptan que Jesús sea el hijo de Dios en el sentido de los dogmas, pero para ellos lo principal es que Jesús nació virginalmente. Para ellos el problema es la cruz. Y luego, mira, para los cristianos es importante la comunidad, la Eucaristía, aunque lo tengamos devaluado. Los musulmanes rezan con su dios a solas. Pueden estar 40.000, todos se inclinan uno a uno, todos dicen lo mismo, pero no se miran unos a otros. No han dado el paso hacia una comunidad sagrada.
Algunos comparan el integrismo islámico actual con las Cruzadas de los cristianos de hace siglos.
Aquello fue un deseo de conquista del mundo para que se manifieste Dios, pero claro, humanamente era una guerra como otra cualquiera. Tampoco tienen la razón los musulmanes cuando dicen que las Cruzadas es el diablo porque entonces tampoco ellos pueden defender sus conquistas en Asia, África y de Europa, muchas de ellas a golpe de espada. Juguemos limpio. Está claro que Europa tambien ha sido salvaje. De
hecho, nace de las guerras de religión y de las inquisiciones. Nace Europa cuando se descubre que ese no es el camino. Lo bonito y lo durísimo es que no lo descubren los obispos ni los pastores protestantes, ni tampoco la buena gente de por ahí, sino que lo descubren los reyes y los comerciantes que no son los mejores. Es la Europa que
nace entonces, que no es tampoco de monjas de la caridad, que es una Europa de conquista del mundo.
Qué triste esa estrechísimamente relación eterna entre guerra y religión ¿no?
Yo nací justo después que acabara la Guerra Civil española o sea que imagínate. Pero yo diría que hoy en día hay una guerra comercial y monetaria por la que están muriendo miles de personas cada día. ¿En manos de qué estamos? El problema hoy no es el Islam, creo yo, el problema es el tipo de economía mundial que estamos haciendo. A eso ya le llamo Jesús la mamona, el antidiós. Solo ahora podemos decir que el dinero absolutizado se ha convertido en el Dios real del mundo. Jesús ya lo vio en su momento.
Usted fue uno de los 9 expertos citados a la Comisión de investigación de los atentados del 11M, ¿cómo recuerda su participación?
Pues un poco como una encerrona porque no sabes muy bien qué vas a hacer allí. Crees que va a ser un sitio amable y en aquel momento solo fueron amables los partidos marginales. Algunos iban con posturas demasiado preestablecidas. Después de eso, en general, muy bien. No sé si aquello valió para algo. Ahí seguimos y en ese terreno no estamos mejor que entonces.

viernes, 5 de agosto de 2016

TRUMP YA GOBIERNA EL MUNDO

PUNTO FIJO

por María de Lourdes Lara
💬13

Trump ya gobierna el mundo

Trump llegó y está gobernando el mundo. No hay que esperar a las elecciones para sentir la huracanada de toda su violencia. Su arma más poderosa ha sido la ignorancia; esa que va ganando terreno para sembrar inseguridad, intolerancia y violencia en la sociedad. Ya sus soldados van por los vecindarios, por las escuelas e incluso en las iglesias a matar, a maltratar a todos los que invoquemos la democracia, los derechos humanos o la celebración de la diversidad. 
Trump no es sólo un hombre rico y narcisista con delirios de grandeza, que compite por la presidencia de los Estados Unidos. Ese es uno de los análisis simplistas que se repiten para individualizar el problema. Trump es una visión de mundo, una serie de valores, un paradigma, una mentalidad, una actitud y forma de vida que ha ganado terreno en las últimas décadas. Es una visión que nos arrastra a un pasado (no tan pasado) muy oscuro y vergonzoso: cuando leer y escribir era un privilegio; cuando el bienestar lo decidía tu casta; cuando la religión se imponían a fuerza de genocidas guerras, destruyendo patrimonios enteros de civilizaciones que hace mil años nos enseñaron filosofía, matemáticas, astronomía, literatura y lo más grande de nuestra tecnología. Trump está en ISIS, en el Brexit, en los partidos políticos, sindicales, cívicos y las empresas; en el desprecio a los emigrantes (que somos todos), en los comentarios misóginos o infantilizantes de los medios de comunicación masivos, incluidas las redes sociales. Está en todos lados y aquí en nuestra isla.
Trump se alimenta de la ignorancia. Ser ignorante tiene una definición básica: no saber o la ausencia de conocimiento o información sobre algún asunto. Pero el diccionario es más abundante al describir esta condición humana: es también la falta de cultura; donde la inteligencia está privada de una cognición debida y es incapaz de percibir el daño que genera y sus consecuencias. Este ejemplo lo dice todo: “Si les hablas de la situación lo negará por completo; es un ser que pasa por la vida mirando sin ver, oyendo sin escuchar y hablando sin decir nada”. ¿Les suena familiar? Por otra parte, la ignorancia puede estar relacionada a una idea o conjunto de creencias que obsesiona y ciega. La consecuencia es el desprecio a todo lo que no esté relacionado a lo suyo, limitando la libertad de interpretación y de pensamiento de otras ideas, religiones, culturas, costumbres. Es esta ignorancia, que nos moja un poco a todos y todas, la que nos hace inseguros, la que nos lleva a sospechar de todos y la que nos pone a los unos contra las otras. Es la que sostiene la violencia de todos los días.
Decía Freire y Faúndez, en su libro La Pedagogía de la Pregunta, que lo que más educa y ayuda a comprender y convivir con nuestros semejantes, es viajar por el mundo. Conocer otros países, religiones, lenguas y formas de vida nos da una perspectiva, un lente amplio para ver más allá de nuestras narices. ¡Es cierto! Hace poco visité los países escandinavos y tuve el privilegio de ver, en la práctica, lo que muchos de nuestros ciudadanos y ciudadanas llevan proponiendo a contraluz de la ignorancia del patio. Estrategias nacionales de seguridad pública, en vez de las fracasadas propuestas de mano dura contra el crimen, garantizan hoy la paz social y la prosperidad económica. Igual, los sistemas de salud universal, responden a la salud, la equidad y calidad de todos sus habitantes. Los gobiernos se enfocan en la ciudadanía y los habitantes asumen responsabilidad por su vecindario y por el colectivo. ¿Por qué seguimos permitiendo que la ignorancia nos hunda en este lodazal de malas decisiones, de inseguridad, de intolerancia y de violencia? Necesitamos atender nuestra ignorancia. Debemos detener a Trump.

martes, 2 de agosto de 2016

EL BLOQUEO CONSENTIDO

TRIBUNA INVITADA

por Marcia Rivera
💬28

El bloqueo consentido

M i generación creció con el bloqueo comercial de los Estados Unidos de América hacia Cuba. Hoy, todos los países del mundo, excepto Israel y quien ha impuesto el bloqueo, reclaman que éste se levante para dar paso a otra era de relaciones entre los dos países. Hay esperanzas de que ello ocurra.
Pero donde no parece haber movimiento ni perspectivas de cambio es con el otro bloqueo caribeño; con el bloqueo que se impuso a Puerto Rico desde 1898. Ese sí que ha tenido consecuencias devastadoras. Mucho más que un bloqueo comercial, ese nos circundó la capacidad de desarrollar habilidades y talentos para ser autónomos y autosuficientes, como suelen ser las personas adultas y los países. Nos bloqueó la posibilidad de conocer, de analizar, y de tener nuestra propia historia porque nos obligó a internalizar un relato generado desde el poder dominante. Nos aisló de nuestros vecinos caribeños y latinoamericanos, prohibiendo nuestra participación en los ámbitos de discusión y de accionar conjunto sobre preocupaciones comunes. Nos incomunicó con el resto del mundo, encerrándonos en la jaula territorial, de la cual nadie sale sin su permiso. Nos rodeó y tentó con medios y cultura chatarra; con fórmulas banales que embrutecen la razón y el espíritu. Nos alejó de la posibilidad de elaborar utopías, acuerdos y proyectos compartidos porque nos dividió tribalmente, apostando a que pasaríamos la vida disputándonos una fracción del poder corrupto y sin sentido que nos pusieron como carnada.
Ese bloqueo también impidió que pudiéramos alimentarnos de nuestro propio suelo, que diseñáramos ciudades en armonía con la topografía y las bellezas naturales que nos rodean; que tuviéramos sistemas de transporte adecuados a nuestras necesidades y realidades. El bloqueo se enriqueció imponiéndonos su comida residual, sus automóviles, sus diseños de casas y los onerosos patrones de consumo que hoy nos asfixian.
El nuestro ha sido también un bloqueo persecutorio de quienes han intentado confrontarlo. Carpetados, perseguidos, limitados en nuestras oportunidades de servir al país, somos muchos quienes hemos debido emigrar en algún momento de nuestras vidas para poder tener un espacio idóneo para desplegar plenamente las capacidades intelectuales y profesionales que tenemos. Podría argumentarse que ello es un símbolo de orgullo patrio, pero la realidad esconde dolores y heridas profundas en vidas marcadas por el prejuicio y la intolerancia que generó el bloqueo a la libertad de pensamiento y expresión.
El bloqueo a Puerto Rico sobornó las mentes y los corazones de cientos de miles puertorriqueños, seguramente buenos, pero sin duda, demasiado ingenuos. Ha sido un bloqueo mentiroso, que aduciendo ser una mano de ayuda en tiempos de necesidad, sometió al servilismo, a la impotencia y a la intermediación a buena parte de la población, encadenándola a una dependencia indigna y desmoralizante. Un bloqueo también rapiñoso, que defiende el derecho a la usurpación, la especulación financiera y la voracidad de buitres que devoraron ahorros y esfuerzos de muchos años y de mucha gente. Un bloqueo cruel, que nos somete a la inseguridad que generan las mafias del narcotráfico y de los negocios de ilícitos que sostienen la sociedad estadounidense. Un bloqueo despiadado, que mira hacia otro lado, habiendo constatado el sufrimiento cada vez mayor de una vida sin horizontes para la población puertorriqueña.
¿Por qué se sostiene este bloqueo centenario? ¿Qué venda densa se depositó sobre los ojos de nuestra población que impide superarlo? Buscando en los recovecos de mi mente concluyo que el nuestro ha sido un bloqueo consentido, un bloqueo que fue naturalizándose con el pasar del tiempo y con el acomodo progresivo de sectores intermediarios del poder dominante. Es momento de ruptura; de quebrar la ignominia y de liberar nuestra capacidad de ser, de hacer, de construir un nuevo Puerto Rico. Tenemos una extraordinaria base de talento, voluntad y capacidades para ello; precisamos juntarlas y poner el proceso en marcha. ¡Basta ya de bloqueo!